Alguna vez le dijiste algo a un amigo o a un compañero de trabajo;
éste se ha enfadado contigo, y te ha costado mucho esfuerzo resolver la
situación.
O tal vez, quedaste con tu pareja en que él o ella irían a recoger
al niño al colegio; pero tu pareja entendió que lo harías tú, con lo cual se ha
producido un conflicto.
Situaciones como éstas o parecidas nos las podemos encontrar todos
los días. Amigos o compañeros que se enfadan, parejas que discuten o familias
que dejan de hablarse durante años. Y todo esto, por un malentendido que ha
desembocado en un conflicto importante.
Claro que
tenemos que diferenciar entre lo que es un malentendido y un conflicto.
En un
conflicto, existe una causa real de discordia. Una decisión con la que no se
está de acuerdo, una palabra más alta de lo que correspondía. O algunas otras
cosas más graves aún.
En un
malentendido en cambio, la causa de la discordia no es real. Lo que ha ocurrido
es que un mensaje; o una parte del mensaje, ha sido interpretado por el
receptor de una manera incorrecta.
Cómo se crea un malentendido
Imagina una
situación como esta. Estás tomando algo con un amigo, y surge un tema como
podría ser la política nacional, por ejemplo. Tu amigo y tú no pensáis de la
misma forma y se inicia una discusión. No llega a ser una discusión grave, pero
sí lo suficientemente acalorada como para levantar un poco la voz.
Pasados
unos días, vas por la calle y ves a lo lejos a tu amigo, levantas la mano para
saludarle; pero él no te devuelve el saludo. A partir de ese momento, tu mente
empieza a trabajar por su cuenta.
Del hecho
concreto y real; que fue en este caso que tu amigo no te devolvió el saludo, tu
mente pasa a la interpretación de ese hecho. Que podría ser algo así como: “le
saludé y me ignoró”, o bien, “me vio y no me quiso saludar”.
Con esa
interpretación que has hecho, tu cabeza empieza a indagar en cuáles pueden ser
las causas. Por supuesto, llegas a la conclusión de que la causa es, sin lugar
a dudas, la discusión de hace unos días.
De este
punto, podrías pasar a generalizar la situación. Con algo como “no se le puede
decir nada, SIEMPRE se lo toma todo muy mal”. Por último, puedes llegar a tomar
una decisión muy tajante: “la próxima vez, le va a saludar su abuela”. O
incluso algo peor.
Este suele
ser el proceso más frecuente y el más eficaz para que se produzca un
malentendido. Y es que, no solemos buscar la opción más sencilla y casi siempre
la más real, que en este caso podría ser, “no me ha visto”.