martes, 4 de febrero de 2020

La Capacidad De Conocer



La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo.
Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.

Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.
Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.

Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.
Albert Schweitzer (1875-1965) Filósofo, médico y escritor alemán.
El conocimiento nos hace responsables.

Ernesto 'Che' Guevara (1928-1967) Revolucionario argentino.

La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.
Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico.

El conocimiento viene, la sabiduría se queda.
Alfred Tennyson (1809-1892) Poeta inglés.

Nuestro conocimiento es necesariamente finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita.
Karl Popper (1902-1994) Filósofo inglés.

El conocimiento si no se sabe aplicar es peor que la ignorancia.
Charles Bukowski (1920-1994) Escritor estadounidense.

La manzana no puede ser vuelta a poner de nuevo en el árbol del conocimiento; una vez que empezamos a ver, estamos condenados y enfrentados a buscar la fuerza para ver más, no menos.
Arthur Miller (1915-2005) Dramaturgo estadounidense.



lunes, 3 de febrero de 2020

Ser Tenaces

Alcanzar un sueño, lograr una meta o conseguir un propósito vital no siempre depende de la suerte. Los auténticos héroes tienen la maestría de la paciencia, el doctorado en la tenacidad y la virtud de la insistencia. Porque quien crea lo contrario se equivoca: hay que luchar por lo que se quiere y quien no lo haga no merece lo que desea.


En la actualidad, son muchos los sociólogos y filósofos que nos advierten de algo muy concreto: estamos inmersos en la cultura de la falta del esfuerzo, de la ausencia de tenacidad. Para justificarlo, argumentan que vivimos un presente regido por la gratificación inmediata, ahí donde las redes sociales o la sociedad del consumismo nos hacen creer que existe un camino fácil y rápido hacia el éxito.

“El 90% del éxito se basa simplemente en insistir”
-Woody Allen-

Si bien es cierto que en una determinada época de nuestra vida puede alimentar la creencia de que todos los sueños tienen atajos o caminos cortos, siempre llega un instante en que la realidad nos abre los ojos con un jarro de agua fría. Ese momento en nuestro ciclo vital es como una inflexión, un cruce de caminos decisivo y determinante.

La tenacidad psicológica, expresada en muchas ocasiones como resiliencia, es la mejor estrategia que podemos aplicar en estos casos. Estamos ante una herramienta de crecimiento personal donde confluyen múltiples procesos emocionales y cognitivos en los que invertir tiempo y esfuerzo. Lo que de ella podemos obtener, no tiene límites. Te proponemos profundizar en este tema tan útil como enriquecedor.

La adversidad y la tenacidad intelectual
Simon Sinek es un escritor, motivador británico y experto en liderazgo que expuso una serie de hechos en una entrevista sobre los Millenials (generación nacida a partir de 1984) que se convirtió, al poco, en viral. Según este autor, nuestros jóvenes son ese grupo poblacional brillantemente preparado a quienes se les prometió éxito y felicidad. Sin embargo, el actual mercado laboral dista mucho de poder dar respuesta a estas expectativas.

La insatisfacción y la falta de un proyecto vital determinan que los índices de depresión sean cada vez más elevados entre todos estos chicos con edades comprendidas entre los 20 y los 33 años. 

Por otro lado, y según el propio Simon Sinek, a ello se le suman otras dimensiones que intensifican aún más esta realidad social y psicológica: adicción a las redes sociales, la baja autoestima, la poca resistencia a la frustración y la falta de paciencia y tenacidad.

Ahora bien, queda claro que hay muchas diferencias personales entre nuestros jóvenes. Los hay perseverantes, exitosos, tenaces y también quienes se sumen en su universo de pasividad. 

Sin embargo, existe un dato que admite poca réplica: la sociedad actual exige ahora aptitudes distintas a las de hace solo unos años; unas aptitudes que todos -jóvenes y no tan jóvenes tenemos que tener desarrolladas en alguna medida si queremos ser competitivos.

El Bien De Todos

El bien común es un término que se refiere a todo aquello que puede dar beneficios a todas las personas, dentro de una comunidad todos sus integrantes pueden ser beneficiados por estos bienes los cuales pueden ser materiales o también pueden tratarse de cosas intangibles como la seguridad ciudadana o los centros de asistencia médica gratuitos, en este caso son los estados de los países quienes se dedican a promover este tipo de bienes buscando una mejor calidad de vida para todos sus miembros, incluso en el campo de la filosofía se considera el bien común aunque con una connotación más profunda como pueden ser los bienes de tipo simbólicos y abstractos.


Una característica del bien común es que no se puede determinar por el conjunto de bienes que cada persona puede aportar, es de un tipo más bien imperceptible a la vista y los demás sentidos y que puede lograrse mediante la aportación de los integrantes de una comunidad, en el campo de la política se puede definir el bien común como algo que es mucho más que el bien individual y de hecho el filósofo Platón fue quien le dio dicha definición mientras que Aristóteles por su lado le aportó un toque más moral y esto debido a que según él creía todas las personas tienen una tendencia natural hacia el bien aunque se vincula con el de otros miembros de la comunidad por lo que tiene una importante influencia en la política.

El bien común, se construye desde la imperfección, por la sencilla razón de que es construido por las personas, contando con ellas, responsabilizándonos unos de otros, unas de otras. Por eso, tampoco se puede admitir que todos estemos en el mismo saco: conozco y conocemos a mucha gente que, día sí y día también, se compromete al servicio de los demás, que es gente noble, comprometida que está en partidos políticos, en sindicatos, en el movimiento feminista, ecologista, vecinal; que pelea todos los días, que se lo cree y que lo hace como mejor sabe y puede, que se forma para hacerlo un poco mejor y que incluso se equivoca, pero que sabe rectificar y avanzar y ponerse de nuevo en camino. 

No todo puede ser desprestigiado de la forma que se está haciendo, hay que tener también sentido común para saber distinguir entre instituciones, ambientes o personas que “se sirven de”, a quienes construyen para el bien común. Creo en la madurez y en la responsabilidad de la gente, como creo que estamos llamados a seguir responsabilizándonos unos de otros para mejorar nuestra sociedad y eso pasa por la permanente conversión personal, esa que nos va transformando para crecer, junto al otro, en un buen lugar. 

Dependerá de hechos concretos el convertir el poder de la gente en mejoras del bien común.
El bien común es un término que se refiere a todo aquello que puede dar beneficios a todas las personas, dentro de una comunidad todos sus integrantes pueden ser beneficiados por estos bienes los cuales pueden ser materiales o también pueden tratarse de cosas intangibles como la seguridad ciudadana o los centros de asistencia médica gratuitos, en este caso son los estados de los países quienes se dedican a promover este tipo de bienes buscando una mejor calidad de vida para todos sus miembros, incluso en el campo de la filosofía se considera el bien común aunque con una connotación más profunda como pueden ser los bienes de tipo simbólicos y abstractos.

Una característica del bien común es que no se puede determinar por el conjunto de bienes que cada persona puede aportar, es de un tipo más bien imperceptible a la vista y los demás sentidos y que puede lograrse mediante la aportación de los integrantes de una comunidad, en el campo de la política se puede definir el bien común como algo que es mucho más que el bien individual y de hecho el filósofo Platón fue quien le dio dicha definición mientras que Aristóteles por su lado le aportó un toque más moral y esto debido a que según él creía todas las personas tienen una tendencia natural hacia el bien aunque se vincula con el de otros miembros de la comunidad por lo que tiene una importante influencia en la política.

El bien común, se construye desde la imperfección, por la sencilla razón de que es construido por las personas, contando con ellas, responsabilizándonos unos de otros, unas de otras. Por eso, tampoco se puede admitir que todos estemos en el mismo saco: conozco y conocemos a mucha gente que, día sí y día también, se compromete al servicio de los demás, que es gente noble, comprometida que está en partidos políticos, en sindicatos, en el movimiento feminista, ecologista, vecinal; que pelea todos los días, que se lo cree y que lo hace como mejor sabe y puede, que se forma para hacerlo un poco mejor y que incluso se equivoca, pero que sabe rectificar y avanzar y ponerse de nuevo en camino. 

No todo puede ser desprestigiado de la forma que se está haciendo, hay que tener también sentido común para saber distinguir entre instituciones, ambientes o personas que “se sirven de”, a quienes construyen para el bien común. Creo en la madurez y en la responsabilidad de la gente, como creo que estamos llamados a seguir responsabilizándonos unos de otros para mejorar nuestra sociedad y eso pasa por la permanente conversión personal, esa que nos va transformando para crecer, junto al otro, en un buen lugar. 

Dependerá de hechos concretos el convertir el poder de la gente en mejoras del bien común.



Normas De Convivencia


El respeto, el diálogo y la responsabilidad son solo algunos de los valores que los expertos recomiendan a los padres y educadores fomentar en los más pequeños. Estos son parte fundamental en la formación y representan las referencias vitales que conviene inculcar para que las personas crezcan de forma integral, convivan armónicamente con los demás y tengan una vida más feliz.

Igualmente, estos elementos significan los soportes que sostienen a la cultura e impulsan el desarrollo de los potenciales humanos, por lo que, si bien los colegios y universidades tienen parte de la responsabilidad, los padres y las familias también están en la obligación de compartir el compromiso de su enseñanza.

“Tener una buena formación en valores nos ayuda a desarrollar todas nuestras habilidades intelectuales y talentos, pero no se puede esperar que sean las instituciones las encargadas de que los estudiantes se desarrollen en esta materia, que debe ser una preocupación de toda la familia”, asegura Henry Condía, profesor de Ética de la Universidad del Rosario.

“La enseñanza de valores es fundamental para que las personas encuentren el sentido de su vida y, en el caso de los jóvenes, estos cumplen la misma función que una brújula, pues les muestran la ruta que deben tomar en su vida, ruta cuyo último objetivo es alcanzar la felicidad”, agrega Condía.

Por su parte, Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (España), agrega que la importancia de los valores también está en que estos apuntan a la necesidad de prestarle atención a lo inmaterial en un mundo cada vez más volcado hacia el consumismo.

“El mejor legado que podemos dejar en herencia a nuestros hijos no son los bienes materiales, sino los intangibles, los cuales les trasmitimos informalmente a través de la vida cotidiana, del contacto diario con ellos, del ejemplo, y del testimonio que les comunicamos. Aquí se incluyen todos los valores y principios”, señala Torralba.

Para el académico, “los padres y educadores tienen que implicarse activamente en la apasionante y compleja tarea de ayudar a crecer a sus hijos y alumnos, y en la ardua y extraordinaria aventura de educarlos”.

Jesús Blanquet, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona y autor del libro Avanzar en valores, asegura que, aunque la misión de transmitir valores no es fácil, tampoco es imposible si se tienen ideas claras de lo que se pretende y “se actúa con sentido común, paciencia y afecto”.

Según este pedagogo, “la familia debe ser la primera escuela de valores, pues esta sigue siendo el espacio idóneo para que los hijos reciban los consejos y las orientaciones más importantes para la vida”.

En ese sentido, Condía recalca que los valores y principios son una fórmula efectiva para eliminar formas de violencia como el bullying o acoso escolar, que ponen en peligro la convivencia en los colegios y otros espacios vitales.

“La igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto son las mejores armas para que los niños entiendan que es posible compartir con los otros por más versátiles que sean nuestras posturas y opiniones”, finaliza el experto.

Cinco valores fundamentales y consejos para fomentarlos
Respeto
Respetar es manifestar consideración, atención, afecto y valoración hacia las personas con las que nos relacionamos. Esta acción tiene que ser compartida: todos debemos respetar y esperar lo mismo hacia nosotros. No importa quién dé el primer paso.
La clave: siempre demostrar respeto en las relaciones con las otras personas. Así, se logrará el aprecio de los demás y se evitarán posibles conflictos con los semejantes, lo cual facilita la convivencia.
Diálogo
Es la clave de la convivencia, que aunque es una necesidad humana, nunca es sencilla y debe construirse y reconstruirse cada día. Una buena capacidad de diálogo debe suponer saber escuchar más que saber hablar.
La clave: cuando hable con un amigo, hay que escucharlo atentamente y no interrumpirlo. De esta manera, se conseguirá entenderlo mejor y ponerse en su lugar, manteniendo un verdadero diálogo. La otra persona sabrá apreciarlo.
Responsabilidad
Es la capacidad que cada persona tiene para conocer y aceptar las consecuencias de sus palabras y actos; implica la capacidad de sentirse urgido a dar respuesta o a cumplir un deber sin recibir ninguna presión externa.
La clave: si hay un compromiso de ayudar a alguien y en el momento de hacerlo se duda entre cumplir la promesa o hacer otra cosa, dejando plantado al otro, se demostrará inmadurez; en cambio, si se cumple, seremos dignos de confianza.
Austeridad
La sociedad consumista no debe hacernos olvidar que cada persona debe adaptarse a sus posibilidades económicas. Tenemos que ser consumidores críticos, conscientes de la necesidad de inculcar el ahorro en nuestros hijos.
La clave: si ve algo en una tienda que quiere, pero no lo necesita y es un capricho pasajero, no se debe caer en la tentación de la compra compulsiva. Así se puede vencer el consumismo que agobia a la sociedad.

Actitud crítica
Adoptar una actitud crítica ante un hecho es analizar y valorar sus características y consecuencias en función de las circunstancias y del contexto en que este se ha producido, y de los propios valores.

La clave: si se oye, ve o lee una noticia u opinión, y no se asume su contenido porque entra en conflicto con la manera propia de ver las cosas, hay que aplicar el sentido crítico para no dejarnos manipular.


Integrados

En un mundo pletórico de datos, frases e íconos. La percepción que los seres humanos tenemos de nosotros mismos ha cambiado, en vista de que se ha modificado la apreciación que tenemos de nuestro entorno. Nuestra circunstancia no es más la del barrio o la ciudad en donde vivimos, ni siquiera la del país en donde radicamos. Nuestros horizontes son, al menos en apariencia, de carácter planetario.
Eso no significa que estemos al tanto de todo lo que sucede en todo el mundo. Lo que ocurre es que entre los numerosos mensajes que recibimos todos los días, se encuentran muchos que provienen de latitudes tan diversas y tan lejanas que, a menudo, ni siquiera acertamos a identificar con claridad en dónde se encuentran los sitios de donde provienen tales informaciones.
Se habla mucho de la Sociedad de la Información. ¿Qué rasgos la definen? ¿En qué aspectos resulta novedosa? ¿En qué medida puede cambiar la vida de nuestros países? ¿Qué limitaciones tiene ese nuevo contexto? En estas páginas queremos dar respuestas iniciales a esas interrogantes.
Diez rasgos de la Sociedad de la Información
A ese nuevo contexto lo definen características como las siguientes.
Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.
Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía de varias semanas. La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en algunos sitios).
Irradiación. La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional. Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.
Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.
Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.
Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.
Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995). Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países. Mientras las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados aún en los países más desarrollados.
Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.
Desorientación. La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento personal y colectivo. El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que podemos prescindir.
Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos. No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la tecnología y de los contenidos–. Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

La Sociedad de la Información es expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más nuevos, o renovados merced a los desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales. La digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la Internet.



Apariencias


Casi siempre, tendemos a juzgar a las personas por su apariencia, y no esperamos a conocerlas. Y es que, la apreciación externa que hacemos sobre una persona, no siempre es la correcta.

La apariencia es como los demás nos ven y nos perciben: El vestuario, la forma de hablar, como actuamos… pero no podemos reflejar con ella lo que realmente queremos expresar.

Pero cuando conocemos de verdad a una persona, compartimos con ella nuestros pensamientos y descubrimos realmente, la personalidad de cada uno.

Cuando vemos a una persona por primera vez, observamos su aspecto externo. Nos fijamos en su ropa, en su rostro, en sus complementos…y deducimos como es esa persona. Y es que tendemos a juzgar sin conocer.

Cada uno es el responsable de remediarlo ya que, si entablamos una amistad con una persona, vemos como es ella de verdad.

Una película que nos invitó a reflexionar acerca del tema fue "La bella y la bestia". La película nos enseñó que no debíamos juzgar a la bestia por su apariencia sino que debíamos descubrir cómo era ella realmente.

A veces, no nos damos cuenta de lo encantadora que puede ser una persona si la conocemos. Porque solemos fijarnos en el aspecto externo. Las apariencias engañan, y eso, es una realidad.
Los espejismos de las apariencias
Los humanos somos seres complejos, polimorfos, con actitudes, emociones y comportamientos poco coherentes entre sí, --- si no abiertamente contradictorios --- en muchas ocasiones --- lo que hacemos para lograr la supervivencia en un modo hostil.

Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares.
Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta. Unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad...


Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa --- en otras palabras; nos volvemos manipuladores e hipócritas. 

Puede decirse, que porque lo hacemos sin prestarle la atención más mínima, que la mentira es tan ubicua, que es habitual e irrefrenablemente inconsciente.



Sociales


El ser humano es un ser social por naturaleza. Una sociedad humana es la agrupación sobre un territorio de seres humanos que participan de una misma cultura y de unas mismas instituciones sociales e interaccionan entre sí para el desarrollo de sus intereses comunes y la obtención de sus fines.

La sociedad es el ambiente más íntimo de la experiencia humana.

La existencia concreta de las personas se desarrolla en pequeños grupos: la familia, el barrio, la escuela, el trabajo, los amigos y conocidos. Grupos que contienen y vinculan con la sociedad en su conjunto. Borges decía que todos los humanos somos “singularmente parecidos”, y esto es visible si nos damos una vuelta por el interior de cada país y por el mundo. Los estilos son diferentes porque la especificidad de cada lugar es diferente, pero hay algo central o nuclear en la especie humana que es idéntico en todo el planeta. Mirando con otros ojos, es muy fácil advertir que pertenecemos a la misma especie.

Los grupos humanos constituyen siempre una sociedad en que encontramos una estructura y una dinámica. En la estructura hay distintos elementos que dan una organización peculiar a cada grupo-sociedad. Es común la jefatura y también variedades de roles tales como los de hombre y mujer. Las instituciones de justicia son también frecuentes en grupos que tienen algún grado de desarrollo.

Cada estructura da las bases para la dinámica social que es la interacción que se da entre individuos y subgrupos o parcialidades de la sociedad. En última instancia esta dinámica es simplemente una expresión de los requerimientos u objetivos de los individuos que componen esa sociedad. Los que se ven forzados para alcanzarlos a accionar conforme al orden social que se ha generado en la respectiva sociedad.

En TEORÍA DE LA ACCIÓN OPERACIONAL, se ha mostrado que la vida en grupo deriva de características hereditarias y experienciales de dependencia del ser humano. Es así como de una u otra forma buscamos a otros humanos para que nos den "seguridad por respaldo social". La que obtenemos en las relaciones interpersonales y en la pertenencia a grupos.

En los grupos este requerimiento básico del ser humano lleva prácticamente a todos los fenómenos sociales. Cada cual acepta el orden social por su necesidad de pertenecer e incluso participa en el control social buscando la integridad del grupo, presionando a los otros a adecuarse a él. 

Cuando el grupo da satisfacción a la mayoría de sus miembros a este requerimiento de respaldo social existe el espíritu de cuerpo. Por él todos no sólo tratan de mantener al grupo íntegro, evitando su desintegración, además se preocupan de la suerte de todos sus integrantes. Es así que el bien común rige la acción de todos los miembros del grupo. Lo que asegura un sólido orden social

Tolerancia


La tolerancia es uno de los valores humanos más respetados y  guarda relación con la aceptación de aquellas personas, situaciones o  cosas que se alejan de lo que cada persona posee o considera dentro de sus creencias. Se trata de un término que proviene de la palabra en latín “tolerare”, la que se traduce al español como “sostener”, o bien, “soportar”.

Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no atenten contra los derechos fundamentales de la persona...

La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia.

Se considera generalmente la tolerancia como una virtud, pues tiende a evitar los conflictos, "El espíritu de tolerancia es el arte de ser feliz en compañía de otros.",

Saber respetar a las demás personas en su entorno, es decir en su forma de pensar, de ver las cosas, de sentir y es también saber discernir en forma cordial en lo que uno no está de acuerdo.

La tolerancia es el respeto con igualdad sin distinciones de ningún tipo.

la tolerancia es aceptarse unos a otros debemos aceptarnos a nosotros mismos y luego aceptar y respetar a todos los demás.

Aceptar a los demás como son, sin peros y sin reparos.

El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar.

"Tolerancia es soportar al otro con la intención de entenderlo mejor. Sólo a partir de esa mejor comprensión se ordenan los conflictos de intereses y los derechos de los contrincantes. La tolerancia exige coraje".

Nuestro Sentido


“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida.”

Me despierto abriendo suavemente los ojos. Hago una respiración profunda, inhalo y exhalo sintiendo cada parte de mi cuerpo recobrar su actividad después del sueño.

Estiro mis brazos y mis piernas en la cama mientras tomo conciencia de lo que me rodea,  del espacio y el tiempo en el que estoy.

Descubro unos juguetones rayos de sol colándose entre las rendijas de las persianas de mi habitación. Sonrío desde el corazón a la luz de un nuevo amanecer
.
Doy gracias mentalmente por un nuevo día, y comienzo la mañana con ilusión porque recuerdo que mi vida tiene un sentido y un propósito.

¿Sabes tú cuál es el sentido y propósito de tu vida?

Llegamos a este mundo “sin pedirlo” y sin entender muy bien las razones por las que estamos aquí, si tenemos algún propósito o misión que cumplir. Al nacer nuestros padres no tienen un manual de instrucciones para educarnos, ni nadie nos regala un mapa de la ruta a seguir. Vamos creciendo, construyendo nuestro camino en cada despertar.

No hay uno de nosotros que no se haya equivocado, muchos nos hemos sentido perdidos, sin saber cuál ruta de las muchas disponibles tomar. Esa sensación de vacío, esa aflicción que te causa el no saber cuál es tu lugar, qué se espera de ti, qué es lo mejor que puedes realizar con tu vida, quizás te resulten sensaciones familiares.

Vivimos en una sociedad saturada de estímulos externos (las modas, los estereotipos, las tecnologías, las ideologías y un largo etc.) a los que respondemos automáticamente, sin embargo pienso que debemos detenernos, buscar un poco de silencio para permitir escuchar nuestra propia voz interior, en lugar de estar respondiendo constantemente a las expectativas y llamados del exterior.

¿Sabes tú cuál es el sentido y propósito de tu vida?
Llegamos a este mundo “sin pedirlo” y sin entender muy bien las razones por las que estamos aquí, si tenemos algún propósito o misión que cumplir. Al nacer nuestros padres no tienen un manual de instrucciones para educarnos, ni nadie nos regala un mapa de la ruta a seguir. Vamos creciendo, construyendo nuestro camino en cada despertar.

No hay uno de nosotros que no se haya equivocado, muchos nos hemos sentido perdidos, sin saber cuál ruta de las muchas disponibles tomar. Esa sensación de vacío, esa aflicción que te causa el no saber cuál es tu lugar, qué se espera de ti, qué es lo mejor que puedes realizar con tu vida, quizás te resulten sensaciones familiares.

Vivimos en una sociedad saturada de estímulos externos (las modas, los estereotipos, las tecnologías, las ideologías y un largo etc.) a los que respondemos automáticamente, sin embargo pienso que debemos detenernos, buscar un poco de silencio para permitir escuchar nuestra propia voz interior, en lugar de estar respondiendo constantemente a las expectativas y llamados del exterior.

¿Te has planteado alguna vez qué le da sentido a tu vida, cuál es tu propósito fundamental?
Si no es así, tranquilo, aún estás a tiempo de hacerlo. No es de extrañar que muchas personas no se cuestionen el sentido de sus vidas. Convivimos en un mundo en el que a menudo nos centramos más en lo que hacemos y tenemos que en lo que somos.

Reflexiona sobre esto: Cuando conocemos a alguien no le preguntamos: ¿Quién eres? sino ¿Qué haces?

Probablemente esta sea una de las raíces de la confusión de muchos individuos, que identifican  su valor y el de los demás, con lo que hacen y lo que tienen, pero el sentido de la vida no mora en lo que hacemos ni en lo que tenemos, sino más bien en quiénes somos.

Si me preguntas, te diría que el sentido de nuestras vidas está en encontrar el equilibrio interno, esa paz interior que se traduce en bienestar y armonía, que no significa que siempre nos sintamos felices, pero sí siempre involucra la coherencia entre lo que queremos que sea nuestra vida y lo que hacemos cada día para que así sea.  Cuando encuentres aquello que te permita estar en concordia con tu realidad, sentimientos y acciones, entonces habrás encontrado lo que da  propósito a tu existencia.


Saber Hacer


En un mundo en que el “saber hacer” es el objetivo principal de la educación para garantizar un mínimo de empleabilidad y desempeño laboral, cualquier actividad o idea que se plantee es considerada superflua y estorbosa.

Gran parte del éxito del libro La utilidad de lo inútil del filósofo italiano Nuccio Ordine, radica no sólo en demostrar que la mayoría de ideas, actividades y obras científicas y artísticas se elaboraron sin pensar en una utilidad inmediata y práctica, sino que, al ser producto de la curiosidad y las inquietudes individuales, no necesitaron ninguna otra justificación que la satisfacción de encontrar o descubrir explicaciones o expresiones estéticas de la naturaleza o de la humanidad que antes no existían o sólo se vislumbraban como atisbos.

Y es que una de las razones principales del fracaso de la educación actual en todos sus niveles lo constituye, sin lugar a dudas, su afán utilitarista y pragmatista. Y hablo no sólo de los responsables de dicha educación sino de toda la comunidad educativa en la que los padres de familia ocupan el lugar más destacado. ¿En qué va a trabajar mi hijo si estudia alguna de esas carreras que no sirven para nada?, es la pregunta que la inmensa mayoría de padres se formula cuando las o los jóvenes están pensando estudiar algo relacionado con las humanidades, las ciencias sociales o las artes.

Cuando se reduce la educación a la adquisición de competencias puramente laborales e instrumentales, no sólo se la despoja de su principal objetivo, esto es, la formación para alcanzar la plena humanidad y la constitución como sujeto ético y político, sino que convierte al educando en una máquina de producción material y económica cuya visión del mundo se reduce a verlo como un inmenso supermercado, y las relaciones consigo mismo a una ávida contabilidad de ingresos y egresos.

El libro de Ordine abunda en citas y situaciones en las que se da cuenta con argumentos y, pese a lo paradójico que pueda sonar, con hechos y resultados concretos, las ventajas de los conocimientos, ideas y obsesiones que en principio pudieron ser inútiles pero que terminaron siendo fundacionales y determinantes para el desarrollo de las ciencias, la filosofía y las artes. Veamos tres ejemplos.
En Cien años de soledad, el coronel Aureliano Buendía, cansado de dirigir guerras que nunca terminaban porque sin ellas el país perdería su identidad nacional, decidió dedicarse a fabricar pescaditos de oro:

“Con su terrible sentido práctico, ella (Úrsula) no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. En verdad, lo que le interesaba a él no era el negocio sino el trabajo”

En el Libro del té, dedicado a describir las implicaciones para la cultura japonesa de la ceremonia del té, en la que la preparación de los arreglos florales, el kimono, la caligrafía, etc., le exige a quien la realice años de preparación e incluso toda la vida,  el escritor Kakuzo Okakura señala cómo algo tan inútil como es el gusto por las flores, nos pudo llevar no sólo a elevarnos en la escala evolutiva, sino a crear la más inútil de las artes pero sin la cual no podríamos vivir: la poesía.

“Al ofrecer a su amada la primera guirnalda, el hombre primitivo se eleva sobre la bestia; saltando sobre las necesidades burdas de la naturaleza, se hace humano; percibiendo la sutil utilidad de lo inútil, entra en el reino del arte”

Un agudo intérprete de las relaciones entre literatura y ciencia, Ítalo Calvino, considera que nada es más importante que las “actividades que parecen absolutamente gratuitas”:

“Muchas veces el empeño que los hombres ponen en actividades que parecen absolutamente gratuitas, sin otro fin que el entretenimiento o la satisfacción de resolver un problema difícil, resulta ser esencial en un ámbito que nadie había previsto, con consecuencias de largo alcance. Esto es tan cierto para la poesía y el arte como lo es para la ciencia y la tecnología”

En un mundo en que el “saber hacer” es el objetivo principal de la educación para que se pueda garantizar un mínimo de empleabilidad y desempeño laboral, cualquier actividad o idea que se plantee sólo por el placer de la imaginación o de la utopía, es considerada superflua y estorbosa.

Sin embargo, una educación que no tiene en cuenta o prescinde del vagabundeo intelectual y del extravío creativo, no sólo formará empleados uniformizados y homogéneos, sino tal vez, y quizás esto es lo más importante, seres tristes, frustrados y abúlicos.

Conviene, entonces, una escuela y una universidad en las que no se tengan obligaciones sino sólo oportunidades; en las que cada estudiante disponga de su tiempo y de su energía como le plazca: enfrascado en sus propios intereses y asuntos; en las que los docentes puedan trabajar con uno u otro profesor según acuerden de forma individual; o puedan trabajar solos, consultando de vez en cuando a cualquiera que consideren que les puede ayudar, de tal forma que las personas con ideas (estudiantes y profesores), disfruten de condiciones favorables para la reflexión y el diálogo. Estoy seguro de que, pese a algunas limitaciones materiales o sociales de las instituciones educativas, sus miembros estarían demasiado ocupados y demasiado contentos para darse cuenta.

En el fondo no estoy diciendo nada nuevo. Las grandes experiencias y propuestas pedagógicas, desde Sócrates y Makarenko, pasando por Summerhill y el sistema educativo finlandés, hasta John Dewey y Paulo Freire, no han dejado de considerar la imaginación, el arte y la especulación filosófica como los núcleos básicos de cualquier proceso de formación. 

Y si no es así, pues que vengan de una vez las máquinas y los robots y nos reemplacen, al fin y al cabo, ellas son infinitamente más eficientes y objetivas que nosotros.