jueves, 2 de julio de 2020

Un Oído Que Escucha


Quisiera trasladar la comunicación al ámbito de persona a persona, enfocada desde dos puntos. El primero hablar y escuchar desde el corazón: Tenemos necesidades de contar, de abrir nuestro corazón, necesitamos sentirnos bien, y eso nos lo da la confianza de tener cerca a las personas que queremos y en las cuales confiamos. Queremos sentirnos escuchados, que nos arropen con palabras, con la mirada, con estar a nuestro lado. Eso requiere, como en toda comunicación, unos pasos y una manera de comportamiento. Ese es el camino para mí, de escuchar con el corazón.

El segundo desde la reflexión, poniendo una actitud positiva en la comunicación: Todos necesitamos amar y ser amados. Por falta de conocimiento experimentamos dolor, malentendidos y nos herimos unos a otros. En las relaciones de pareja, en las relaciones con nuestros hijos, con nuestros compañeros del trabajo, con nuestros empleados y jefes.

Es posible crear y mantener relaciones armónicas en  las que todos nos podamos sentir satisfechos y profundamente acompañados.


Debemos evitar muros, incomprensiones,  para ello debemos hacerlo desde una actitud positiva a la hora de escuchar y hablar, ponernos en el lugar del otro  y tener la oportunidad de explicar nuestro punto de vista.

Se hace notar la diferencia entre oír y escuchar. Oír es sólo usar ese maravilloso sentido que nos hace situarnos en el mundo que nos rodea. Escuchar tiene un especial sentido de prestar atención, de atender. Puede ser que oigamos, pero que no estemos escuchando. Escuchar implica un compromiso con el que nos habla.

Escuchar significa estar ahí, percibir lo que el otro dice y lo que no dice, y lo que quiere decir.
La atención es la clave de una verdadera escucha, no analizamos ni manipulamos.
Escuchar atentamente es dejar terminar de hablar y hacer pausas las cuales ayudan a no hacer juicios precipitados y a no reaccionar antes de tiempo o de una manera brusca.
Escuchar es el fundamento de toda relación humana y es una prueba de estima y de respeto hacia alguien. Sin hablar de que el hecho de escuchar también permite desactivar muchos sufrimientos psicológicos
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No sabemos y no queremos escuchar. A nuestro alrededor está toda esa gente que tiene necesidad de ser escuchada. Todos necesitamos ser escuchados.


La escucha consciente implica que cuerpo y mente trabajan juntos para comunicarse. Es más, no se trata solo de escuchar atentamente, sino de ver, oír y sentir con todo tu ser. Prestar atención al mensaje, ya sea verbal o no verbal, implica percibir con la mayor claridad posible  la experiencia de quien te habla. 


Caras Opuestas


El pesimismo y el optimismo son 2 maneras de representar la realidad, totalmente opuestas.

Ambas, se basan en el hecho de que como seres humanos, tenemos la capacidad (o la actitud) de predecir lo que va a ocurrir con base en la experiencia que hayamos adquirido a través del tiempo.

En otras palabras, nuestras vivencias día a día, condicionan nuestra mente, para darnos idea de lo que podría pasar en casos futuros, dadas ciertas condiciones conocidas.

Por ejemplo, es muy común escuchar a las mujeres decir, que ya no creen en el amor… Todo, porque en algún momento de su vida, UNA persona, les falló. Y en el peor de los casos, 3 o 4 personas.

Tendemos a generalizar entonces, a través de nuestra percepción y nuestro sentido de anticipación, los resultados que ocurrirán cuando ciertas condiciones estén dadas… y todo esto, lo definimos a través de la experiencia.

Es nuestra experiencia, la que va moldeando nuestra percepción sobre la realidad, dado que dicha percepción no representa fielmente lo que verdaderamente es el mundo real.

Así como un mapa de una ciudad, no representa con exactitud la ciudad en sí, sino que da una idea de sus componentes, elementos, y composición en general.

Finalmente, terminamos creando mapas de la realidad en nuestra mente, cuyas representaciones pueden ser más, o menos exactas, dependiendo de lo que hayamos vivido, y de nuestra claridad en las cosas que pensamos y concluimos.

El Desarrollo Personal usualmente se enfoca en brindarte la manera de crear un mejor mapa de la realidad, sin que estés cegado por tus emociones, ni cuadriculado por tu racionalismo.

Y es aquí donde entramos a hablar sobre el pesimismo y el optimismo.

Acorazados



Convicción: “Seguridad que tiene una persona de la verdad o certeza de lo que piensa o siente”


¿De verdad estamos hoy en día seguros de algo? ¿Tenemos la certeza absoluta sobre alguna cosa? ¿O más bien tenemos la sensación o sentimiento de que esa certeza es correcta?

En una Conferencia sobre Mindfulness que dio Javier Carril, nos interpelo sobre nuestras convicciones y su cuestionamiento. Sin duda hay convicciones que no nos cuestionamos y posiblemente por eso funcionamos en “Piloto automático”. 

Lo que es claro es que reaccionamos en nuestra vida según nuestras convicciones.

¿Qué pasaría si de vez en cuando nos las cuestionáramos? Eso sí, sin perder la esencia.

En las experiencias negativas, como el dolor, solemos huir de esas sensaciones, y nos perdemos una parte importante de la experiencia: El aprendizaje.

Si nos pasáramos a reflexionar por un momento lo afortunados que somos, el montón de cosas por lo que debemos ser agradecidos y fuéramos conscientes de nuestra situación privilegiada, aceptaríamos las cosas tal y como vienen, y lo más importante nos aceptaríamos a nosotros mismos.

Esa seguridad e infalibilidad que nos hace colocarnos por encima del bien y el mal, genera, en muchas de las ocasiones, conflicto, desencuentro y rencor entre los seres humanos.

Son la defensa de nuestras “intocables” convicciones, las que nos vuelven tercos en nuestras acciones y necios en nuestras palabras, provocando un alejamiento de las personas, por el mero hecho de defender unas convicciones.

¿Has probado en poner en entredicho tus convicciones? Es un ejercicio depurador y muy estimulante para poder avanzar en el desarrollo de la persona, alcanzando motivos para poder creerte “mortal” y con poca certeza sobre lo que piensas, sientes o vives.

Una convicción importante mía fue derribada hace ya un tiempo. Mi frase era “a mí no me va a suceder eso”, hasta que me sucedió. Juzgamos libremente desde nuestra humanidad y nuestra falta de perspectiva, debido a que no hemos vivido la situación o porque nos creemos como poseedores de la verdad.

Hace tiempo, en una conferencia mía, defendí que desde que “he dejado de tener la verdad, vivo más feliz”.

Por eso, de cuando en cuando, es bueno hacer una introspección y ver si nuestras convicciones son correctas. Cualquier Convicción que nos sitúe en una posición donde perjudicamos a otro ser humano, debería ser revisada. 

Todo aquello que genere desunión y conflicto, debe por lo menos ser motivo de reflexión.


La revisión de convicciones me ha llevado inevitablemente al Cambio, y por ello puedo afirmar que no soy la misma persona que hace unos años, unos meses o unos días. 

Por lo menos así lo siento y lo creo, y estoy convencido.


Conducta Agresiva


En qué momento de nuestras vidas, aprendimos a agredir a aquellos que piensan diferente? Que si piensa como yo está muy bien y es muy sensato. Y si no, pues es un…. Pero somos muy buenas personas, solo que “los demás” son… demasiado por hacer o decir algo que nosotros creemos que es la verdad.

Y en toda la vida, por lo menos yo aprendí que está tu verdad, mi verdad y la verdad. Todos sabemos que hay que ser y dejar ser. Todos sabemos que cien personas pueden ver lo mismo y considerar algo diferente. Pero que poco que lo aplicamos.

Exponemos santas creencias, hablamos de códigos, pero a espaldas de los demás nos comportamos como el peor de los bichos, resentidos, limitados mentalmente.

Y lo más increíble de todo, es que nos sentimos con derecho a criticar y ofender. Ni siquiera la otra persona está presente para defenderse, más a nuestro favor no?
Pero claro, somos grandes personas. Solo que el otro no entiende, el otro es raro, el otro es incapaz, el otro es ignorante, el otro el otro el otro.

Somos los mejores siempre, tenemos la verdad, y todos los demás están de mi lado o en contra de mí. Vamos por la vida categorizando y batallando contra todo lo que es diferente porque por favor: no me vayan a hacer cambiar de opinión.

O no, yo soy “el sabio” y lo que yo sé y aprendí es lo único verdadero.


La Interculturalidad


Para conseguir un proceso real de Inclusión Social en el ámbito de la inmigración, se hace necesario establecer como metas, la Integración de la Equidad educativa y la Pedagogía Intercultural en la escuela.

Comenzamos exponiendo la definición de ambos conceptos:
El término equidad, en educación significa igualdad de oportunidades para que todos los alumnos logren desarrollar al máximo su potencial. Éste concepto, no debe confundirse con la igualdad efectiva, de resultados ni con la igualdad de experiencias educativas porque el potencial de los alumnos suele ser diverso, de modo que la equidad requiere un trato diferente a cada uno de acuerdo a diferencias relevantes.

Los objetivos de la Equidad en educación son:
- Transformar la escuela en inclusiva, donde todo el alumnado tenga igualdad de oportunidades de aprender en la escuela.
- Fomentar la convivencia de alumnos y alumnas que sean de diversos grupos sociales, culturales y étnicos.
- Incrementar el rendimiento académico de todo el alumnado.
- Reconocer y aceptar la diversidad cultural de la sociedad actual y defender la igualdad para todos los grupos etnoculturales.
- Educar en la convicción de que somos más iguales que diferentes, educar en valores y actitudes asociadas a éste lema.

Interculturalidad, multiculturalidad, educación intercultural, educación multicultural, son conceptos que se utilizan para definir un nuevo enfoque educativo que comprende la educación como un proceso continuo, holístico, inclusivo (una misma educación para todas las personas) y diverso (respetando las diferencias culturales). 

Los objetivos generales de la Educación Intercultural son:
- Incrementar la equidad educativa.
- Superar el racismo, la discriminación y la exclusión social.
- Favorecer la comunicación y las ventajas de los intercambios culturales.
- Fomentar el aprendizaje cooperativo para mejorar la convivencia entre culturas.
- Apoyar el cambio social para acercar a una sociedad justa, solidaria y respetuosa.

 La persona competente interculturalmente es aquella que tiene la habilidad de interactuar con “otros”, de aceptar otras perspectivas y percepciones del mundo, de mediar entre diferentes perspectivas y de ser consciente de sus propias valoraciones sobre la diversidad. 

La competencia intercultural se compone de conocimientos, habilidades y actitudes, complementados por los valores que cada uno tiene por su pertenencia a una sociedad y a unos grupos sociales determinados. Las actitudes constituyen la base de la competencia intercultural.

Incentivo Interno


El estudio de la motivación, investiga la explicación de las propias acciones humanas: ¿qué es lo que motiva a alguien a hacer algo? ¿Cuáles son los determinantes que incitan a ello?

Toda actividad está motivada por algo, y ese algo es lo que hemos llamado motivo. Un Motivo: es lo que impulsa a una persona a actuar en determinada forma o, cuando menos, a desarrollar una propensión para un estímulo externo, o bien puede generarse internamente en los procesos fisiológicos y de pensamiento del individuo.

La motivación está constituida por todos los factores capaces de provocar, mantener y dirigir la conducta hacia un objetivo. La motivación está relacionada con el impulso, porque éste provee eficacia al esfuerzo colectivo orientado a conseguir los objetivos, por ejemplo, empuja al individuo a la búsqueda continua de mejores situaciones a fin de realizarse profesional y personalmente, integrándolo así en la comunidad donde su acción cobra significado.

La motivación es a la vez objetivo y acción. Sentirse motivado significa identificarse con el fin y, por el contrario, sentirse desmotivado representa la pérdida de interés y de significado del objetivo o, lo que es lo mismo, la imposibilidad de conseguirlo.


La motivación no es un concepto sencillo. Para los psicólogos es difícil describir el impulso que existe detrás de un comportamiento. La motivación de cualquier organismo, incluso del más sencillo, solo se comprende parcialmente; implica necesidades, deseos, tensiones, incomodidades y expectativas.


miércoles, 1 de julio de 2020

Superando

Cuando sufres un revés imprevisto, grande o pequeño, pasas por un período inicial de negación y de buscar una explicación racional. Intentas justificar lo ocurrido como si eso pudiera cambiarlo, pero al final no te queda más remedio que procesar el hecho de que ha sucedido. Luego viene la parte, realmente difícil, en que lo aceptas. Sientes que nada volverá a ser como antes, así que te preparas para actuar conforme a tu nueva situación. Aceptarlo no quiere decir que has olvidado lo que era antes, sino que te preparas a vivir en el ahora en lugar de quedarte deseando que las cosas hubieran sido diferentes. Afrontar la realidad en vez de evadirte, ser actor en lugar de víctima.

Mientras que en el paso anterior aceptábamos emocionalmente el cambio, en este paso se trata de aceptarlo mentalmente.

Es como hacer un reset, como aplicar lo de “mañana será un nuevo día” a la propia vida. Para aceptar la nueva realidad, tienes que aceptar que la vieja realidad se ha ido, tienes que dejar de pensar en cómo eran las cosas antes para pensar en cómo son las cosas ahora, y poder actuar en consecuencia.

Ahora se trata de cambiar el marco mental, explorar los límites y condicionantes de tu nueva situación, y ver cómo puedes extraer lo máximo de ella.

Igual que un partido no se acaba hasta que el árbitro pita el final, la vida no se acaba hasta que se ha acabado, así que siempre tienes la oportunidad de hacer algo mientras sigas vivo.

Una vez pases por este proceso, veras que las cosas no suelen ser tan malas como te lo parecieron en un principio. Por extraño y duro que parezca, casi todo tiene un aspecto positivo, si lo buscas. 

La dificultad viene si comparas tu situación previa con la actual, por eso tienes que aceptar lo que ha pasado, hacer un reset en tu vida y cambiar tu perspectiva de acuerdo a tu situación actual.



El Ser Constante

El célebre dramaturgo William Shakespeare aseguraba que "si el hombre fuera constante, sería perfecto". No creo en la perfección, pero sí en la excelencia en todos los aspectos de nuestra vida. Y, en este caso, coincido con el escritor británico en que la perseverancia es una de las claves para el éxito. 

Tras la ardua tarea para fijar un objetivo, es imposible llegar a alcanzarlo sin la constancia.

En más de una ocasión he recordado mi fórmula de las 3P. La pasión nos impulsa, la paciencia nos regula y la perseverancia nos brinda fortaleza para seguir adelante, a pesar, incluso, de los aparentes fracasos.

Los problemas en el camino a veces nos incitan a abandonar nuestros objetivos, a dejar de luchar por nuestros sueños. Sin embargo, las personas exitosas no se permiten ceder ante los supuestos fracasos, que no son más que pruebas y experimentos.

Thomas Edison ensayó con más de 6.000 sustancias antes de encontrar el elemento con el que crearía el filamento de la bombilla eléctrica. Abraham Lincoln, quien padecía del síndrome de Marfan, perdió varias elecciones antes de convertirse en uno de los presidentes más recordados de Estados Unidos. Walt Disney dijo que "la diferencia entre ganar y perder a menudo consiste en no abandonar". Curiosamente, el productor cinematográfico fue rechazado en varias ocasiones como caricaturista de prensa, bajo la excusa de que no tenía imaginación. Qué ironía.

La constancia es fundamental en el desarrollo de nuestra vida. Ese ha sido mi enfoque. 

Es cierto que no garantizamos el éxito solo con la constancia, pero la meta es casi imposible sin perseverar.

Las personas perseverantes son optimistas, no se frenan ante los resultados negativos, tienen gran conocimiento de sus emociones y persiguen sus metas hasta conseguirlas.

Ser constante no significa pecar de perfeccionista, pues a veces tendremos que abandonar la ruta para aprender de los errores y comenzar una nueva. Por ello, debemos desarrollar nuevas técnicas que nos ayuden a potenciar las habilidades para convertirnos en personas efectivas que consiguen lo que desean.

Como defendía el escritor francés Víctor Hugo: "la mayoría de los hombres no carecen de fuerza, sino de constancia".




Continuar Sin Desfallecer


Cuando uno quiere cambiar el mundo, uno se encontrará con el hecho de que hay barreras, y muchas personas se desmoralizan y abandonan.  ¿Cómo saber si lo que se hace es una causa perdida o si vale la pena seguir? 

Seguramente te enseñaron que eras insignificante y que no podrías cambiar nada en el mundo, en la escuela, en el colegio, en la universidad, en el trabajo.  Te sientes parte de una gran colectividad en la que no eres nada más que un punto.  Esa sensación de insignificancia es paralizante.  Y si tú no te mueves, las cosas definitivamente no van a cambiar.  Y como no cambian porque no te moviste, te convences de que en efecto nada va a cambiar y que tú no podías.  Es una visión autorreforzante.

Te dicen que tu papel es ir a votar, trabajar e ir a comprar, porque así votas por los productos buenos para el mundo y echas abajo los malos, mientras la publicidad te manipula para que creas que todos son buenos.  

Es una pose pasiva, de esclavo que se siente libre, y que no se complica, al menos en teoría, porque cuando viene una crisis te das cuenta de que sufres lo que otro causó, y las herramientas que te dieron ni te alcanzan para salir de la crisis, ni tampoco te sirven para leer los signos del futuro o corregir la situación.
  
Sí, yo también me cansé de padecer crisis en el pasado, que yo no causé.

Bueno, te voy a contar que las cosas no tienen por qué ser así. ¿Se ocupa ser rico, famoso y poderoso para hacer la diferencia?  Pues no.

Lo primero es tener un objetivo claro, tener una visión general de cómo podría ser el futuro.  

Cabe agregar que la vida tiene la facultad de no ser como uno la imagina, así que uno debe pensar en el QUÉ y no en el CÓMO.  Puedes imaginar un problema de tu comunidad o de tu país o del mundo.  Es apenas un sueño, una fantasía que parece inalcanzable, lo que tú quieres que sea.

"¿Puedo cambiar el mundo?" te preguntas.  Y encontrarás miles de razones para decir que no.  La primera de ellas es que uno se ha acostumbrado a ser perezoso, a esperar que el maná caiga del cielo y que la economía multiplique los panes y los peces.  El mundo se mueve, pero tú no.  Así nunca vas a conseguir lo que quieres.  Te dices una cosa y haces otra, y encima te quejas.

La mente humana usa muchos trucos para autoengañarse.  "Es que ya estoy casado, tengo niños, y no tengo tiempo" es una buena excusa para decir "no me interesa".  Si tienes niños, más vale que les prepares un mundo mejor.  ¿No tienes tiempo para eso?  "No me alcanza el dinero para cambiar el mundo" dirás.  

Te sorprendería saber lo que se puede hacer sin dinero: Una enorme porción del software libre está hecho por gente que no tenía mucho dinero, pero usaron su tiempo (time is money, ¿recuerdas?).  El mayor costo de muchos proyectos viene de contratar personal, pero tu tiempo libre nadie te lo cobra, así que puedes dedicarlo al activismo.  

El activismo es como donar dinero a una causa, pero en lugar de hacer un desembolso de un dinero que no tienes, usas el tiempo que sí tienes y que nadie te puede robar.

Sí que puedes cambiar el mundo, lo que pasa es que todavía no lo sabes, aunque yo te lo diga.  Es algo que se aprende viviendo, es la misma diferencia entre estudiar la física de una pelota en un pizarrón, o jugar baloncesto y tratar de meter la pelota en una canasta en vivo. 

De nada te sirve el sueño si te autosaboteas con la idea de que algo es imposible.  Cuando uno es un niño, parece imposible conseguir una novia; cuando creces, parece imposible cambiar el mundo; es lo mismo,  todos los días cambias el mundo.  

Si abres una puerta ya cambiaste el mundo.  Si sacas la basura ya cambiaste el mundo.  Hay otras formas de cambiar el mundo.  Lo único que varía es la escala y el nivel de tiempo y esfuerzo requerido.


Incertidumbre


Esa duda sobre un futuro incierto (que siempre lo es) crea ese desasosiego, esa extraña e incómoda sensación. Hoy mismo me desperté sin saber bien la razón con esa incertidumbre. 

Indagando en las emociones que en mi cuerpo se reflejaban pude intuir que era debido a recientes cambios que aún no se acaban de asentar, y también a futuras decisiones que he de tomar.

Me libera y ayuda ver la salida del sol. Siempre que he necesitado esa “conexión” con algo más grande, algo que trasciende todo ese pequeño mundo que con nuestra mente creamos y llenamos de preocupación, lo he encontrado en esos momentos de plena atención, de observación sin más de la naturaleza, de un bello amanecer o una puesta de sol.

Es la conciencia plena del Ser, de darse cuenta de que no estamos separados sino que formamos parte de ese milagro llamado vida, y de esa vida que existe ahora en nosotros única e irrepetible, en esta forma física de la cual a veces ni nos acordamos, a la que a veces maltratamos, tal vez buscando un alivio o evasión a ese miedo existencial o a esa incertidumbre ante lo que la vida nos depara.

Lo que es cierto que preocuparse, angustiarse antes de que suceda solo hace que además de perder el momento presente en el que aún brilla el sol perdamos la capacidad de reacción o previsión para estar listos ante esa tormenta que se avecina.

 Vivimos sujetos a unas leyes naturales, irrefutables, tales como la gravedad, que seguro comprendemos bien, pero en cambio otras como la impermanencia y la naturaleza cambiante de las cosas no las asimilamos o aceptamos tan abiertamente.


Y ahí radica ese sufrimiento y angustia que crea la incertidumbre. 


Nuestra Diversidad



Acaso pocos conceptos sean tan difusos y abarcativos como la diversidad, entendida en sí misma como una abstracción que hace referencia a la abundancia de las diferencias. En efecto, la variedad y la falta de semejanza parecen implícitas en todo aquello que nos rodean y en nosotros mismos, quizás haciendo énfasis en la importancia de la diversidad.

En términos más específicos, las ideas de diversidad se han aplicado a diferentes ramas del conocimiento humano. Las ciencias biológicas son un terreno en el cual la diversidad se percibe de un modo contundente. Así, la importancia de la diversidad biológica y ecológica se pone de manifiesto en los cincos reinos de los seres vivos (vegetales, animales, protistas, hongos y móneras) y en sus múltiples interacciones que permiten la gran variedad de ecosistemas y biomas que integran la biosfera.

En el ámbito de las ciencias sociales, la aplicación del concepto de diversidad y su aceptación se conoce desde antaño, pero se ha difundido y aplicado en especial en los últimos dos siglos. La diversidad cultural se reconoce en la actualidad como uno de los valores más importantes del género humano.

En este sentido, numerosos estados nacionales y distintas organizaciones no gubernamentales contemplan a la diversidad cultural como un auténtico patrimonio común de la humanidad, por lo cual son cada vez más las normativas y los tratados en los cuales se tiende a su fomento y a la promoción de las culturas minoritarias.

Del mismo modo, la importancia de la diversidad lingüística se advierte en los modernos fenómenos de la comunicación y la diseminación de la información.

También en el ámbito de las ciencias sociales y con una mayor intensidad en las ciencias políticas, la diversidad funcional se admite como una forma de expresar las diferencias presentes entre distintos individuos con discapacidades físicas o intelectual. Aunque para algunos autores se trata de una distinción en realidad ideológica, esta perspectiva de la diversidad se considera un verdadero motor para realzar la posibilidad de una vida independiente de las personas con capacidades diferentes en variados aspectos de la vida diaria.

Por lo tanto, a la hora de referirse a la diversidad, se manifiesta la necesidad de extender esta idea a distintas áreas de actividad humana, dada la importancia que resulta de comprender que las diferencias forman parte de la realidad, al tiempo que parecen enriquecerla.

Nuestra Hora


Nuestra época está marcada por el auge de la tecnología: Lo que a comienzos del siglo XX era ciencia ficción (Verne, Orwell,…), hoy es una realidad evidente. 

En el pasado, el aumento de los puestos de trabajo iba parejo con el aumento de la productividad, pero hoy los robots, la automatización y el software son capaces de sustituir a muchos-as trabajadores, lo que provoca, como consecuencia, un aumento del paro, sin que descienda la productividad (Brynjolfsson y McAfee, 2013).

Sin embargo, este desarrollo tecnológico es desigual de unos territorios a otros (Dutta, Geiger y Lanvin, 2015): de los diez primeros países con mayor desarrollo tecnológico, siete son europeos. Esto nos lleva a concluir que la tecnología puede contribuir, al desarrollo y bienestar de unos territorios y a la marginación de otros, al no expandirse su desarrollo por igual. 

Así, por ejemplo, en el continente africano nos encontrarnos los diez países más pobres del mundo, pobreza que va asociada, entre otros indicadores, a un desarrollo tecnológico deficiente. Del mismo modo, hay territorios en los países desarrollados, como son las zonas rurales menos pobladas, donde el acceso a internet aún hoy sigue presentando muchas deficiencias.

Dentro de este desarrollo tecnológico, las TIC han pasado a ser un importante potencial transformador, al permitir traspasar grandes cantidades de información a cualquier persona. En este sentido, por ejemplo, conviene recordar la profunda transformación que están aportando las TICs al ámbito de la educación, las cuales son un rico elemento metodológico para la innovación y renovación pedagógica para muchos-as docente (Sola y Murillo, 2011), al tiempo que permite compartir dichas experiencias (Bona, 2016). 

Algo parecido podríamos decir también de las TICs respecto al campo de la sanidad, donde el acceso a diversa información relacionada con su salud ha supuesto un empoderamiento de los-as pacientes (Yáñez, 2017).

Sin embargo, la tecnología nos ha evidenciado una vulnerabilidad de la que nos creíamos exentos con su uso, como lo prueban varios ciberataques a escala mundial sufridos en los últimos meses y que han afectado a decenas de empresas.

Además, como consecuencia del uso desmedido de las nuevas tecnologías, como es el caso del teléfono móvil en los-as adolescentes, han aparecido nuevas adicciones, que ya están siendo tratadas terapéuticamente (Villanueva, 2017).

No deberíamos olvidar que somos interdependientes, lo que debería llevarnos a un replanteamiento ético que desembocara en una ética de la compasión universal que promueva que todos los seres humanos puedan vivir con dignidad, cuidando a los más débiles como si de nosotros mismos se tratara.

La segunda amenaza del cambio climático se encuentra en el futuro, y afectará a toda la humanidad. La noción de “bien común” incorpora también a las generaciones futuras (Carrera y Puig, 2017).


En cuanto a los compromisos para abordar los problemas sistémicos respecto al cambio climático que ya detectaron en 2010, se observan avances desiguales hacia los objetivos para 2020, y serán necesarios nuevos esfuerzos en pos de la visión y las metas para 2050 (AEMA, 2015). Por todo ello, es urgente abordar el problema ecológico como un problema de justicia planetaria.


Dar Siempre Lo Mejor


No siempre damos lo mejor de nosotros mismos. En demasiadas ocasiones, tú y yo sabemos que no estamos al 100%, que nos dejamos energía en la recámara, y cuando eso ocurre, no aprovechamos todo nuestro potencial. Las razones para no hacerlo son muchas, y el hecho sólo de no estar dándolo todo ya es un indicador de nuestra falta de motivación en algún sentido. Lo que te falta para dar lo mejor de ti mismo es ese plus, esa milla extra que tienes que correr…

Si algo sale a medias, sino funciona como tú querías, no culpes a nadie, ni siquiera a ti mismo/a. En su lugar, responsabilízate, hazte cargo de que las cosas salgan bien. Si no están saliendo bien es porque estás a medio impulso.

Merece la pena poner toda nuestra energía en lo que hacemos, ya que, desde ese lugar de entrega es más fácil que todo ocurra, que todo suceda.

Está más que demostrado que podemos conseguir resultados extraordinarios, está más que probado que nuestra mente no tiene los límites que creíamos hasta ahora. Y sin embargo, seguimos pensando que ya no podemos más, que ya ha llegado nuestro límite.

Uno tiene que caminar por la vida sabiendo tomar decisiones, las mejores decisiones. El inmovilismo y el exceso de análisis nos paralizan frente a la toma de decisiones. Si algo no funciona como hasta ahora esperabas, puedes hacer dos cosas: o te esfuerzas más porque funcione o cambias de tema.

Quedarte quieto sin hacer nada no es una solución.


Conozco personas que han dejado pasar sus vidas esperando que algo se arreglara, que todo funcionara mejor. 

Las cosas no van a funcionar mejor, eres tú quien hará que funcionen mejor.


La Autenticidad

La autenticidad es un valor que hace referencia a la persona que dice la verdad, acepta la responsabilidad de sus sentimientos y conductas, es sincera y coherente consigo misma y con los demás.

“Solo sé tú mismo”, tal vez hemos escuchado esta frase en múltiples ocasiones, la misma suele ser una recomendación a actuar según nuestra convicción, cuando emprendemos nuevos caminos o retos. Esta frase la decimos muchas veces sin pensar en las implicaciones de la misma, pero con ella instamos al otro a ser fiel a sí mismo y a actuar acorde a lo que piensa y siente, conduciéndolo hacia el valor de la autenticidad.

Desarrollar este valor permite que una persona, con sus palabras y su comportamiento, exprese fielmente cómo es y cómo piensa, ante la persona idónea, en el lugar y momento adecuados. Ser auténtico es pensar con convicción, actuar coherentemente con la realidad objetiva, con el pensamiento, la palabra y la acción.

Una autoestima sana promueve que seamos los mismos, tanto internamente como externamente; por lo tanto, si tengo unos valores en los que creo firmemente y estoy convencido de ellos, externamente los respetaré y promoveré, alejándome de la falsedad.

De igual manera, en el plano profesional, una persona que es libre de expresar su autenticidad en el trabajo muestra un nivel más alto de compromiso con la organización, un mayor rendimiento individual y se inclina más a ayudar a los demás. 

La persona auténtica, en su entorno de trabajo, suele ser entre otras cosas:
Más productiva y proactiva, deja que sus ideas fluyan y ofrece ideas y perspectivas innovadoras, que pueden ser de éxito para la empresa en el desarrollo de sus proyectos y procesos.
Deja fluir sus conocimientos, ayudando y permitiendo el crecimiento y el desarrollo del talento en los demás.
Destaca sus fortalezas y reconoce sus debilidades.
Lucha por ser mejor y se mantiene en crecimiento.
Promueve el trabajo en equipo.
Es honesto y celoso con los activos de la empresa.
Contribuye a que la empresa fomente y crezca en valores personales y organizacionales.

Estas competencias son de gran relevancia en todos los ámbitos laborales, sobre todo en aquellas áreas o ambientes en que se requiere de un alto nivel de confidencialidad, de efectividad y productividad en las operaciones, preparación personal y académica, innovación y relación interpersonal, entre otras.


Para ser auténtico, la primera regla es ser uno mismo. Lo que haces dice mucho más de lo que hablas o de lo que buscas transmitir. Debemos aceptarnos como somos, para tener la felicidad de hacer lo que queremos. Identifica tus talentos, aquello que haces mejor que nadie, lo que ejecutando disfrutas y serás mejor persona y mejor profesional.