viernes, 16 de octubre de 2015

Palabras Más, Palabras Menos


“El ruido que producen tus incoherencias hacen tal estrépito que no me permiten percibir el dictado de tus palabras”

Los adelantos tecnológicos que disponemos a nuestro antojo en el área de la información y las comunicaciones nos han dotado de un medio sumamente eficaz en todo lo que atañe a la forma de transmitir nuestros mensajes y las diferentes opciones que se nos ofrecen para dotarle a los mismos del “contenido” que consideremos “adecuado a la ocasión” cuales fuere que fuesen los motivos que nos motiven a “cumplir con nuestros compromisos sociales”.

En las redes sociales a las cuales nos hemos voluntariamente afiliado en condición de “amigos” de nuestros eventuales interlocutores, encontraremos un mercado de ofertas de atención personalizada, en franca expansión, a las cuales podemos recurrir, prácticamente sin costo alguno, y en un simple “copiar y pegar” podremos dar un satisfactorio cumplimiento y “quedar bien” con nuestras amistades.

Ahora bien, un arma tan poderosa como la que acabamos de exponer, la cual nos libera de tantas responsabilidades que de otro modo quedarían en la “cuenta del olvido” bien puede convertirse en  una “espada de doble filo” pues el uso y el abuso de este recurso informático nos puede convertir en “cultores de la superficialidad” lo que equivale a decir de que corremos el serio riesgo de perder paulatinamente nuestra propia capacidad de razonar, crear y expresar nuestros sentimientos para con los otros, desechando por comodidad, las magníficas oportunidades  que nos brinda la vida de poder expresar y cultivar a la vez nuestros valores.

Hace unos días atrás me han mostrado –no sin cierta preocupación- los mensajes de texto que los usuarios jóvenes, preadolescentes e incluso niños se enviaban y recibían en sus tablets y celulares, lo que se puede apreciar es un intercambio ilegible de letras y signos donde las expresiones utilizadas reñían grotescamente con el lenguaje cultivado a través de la enseñanza del idioma que nos identifica culturalmente hablando.

La superficialidad se torna impermeable y las acciones diarias tienden a resecar y evaporar los conceptos que no han logrado penetrar en lo profundo de nuestro ser, creemos oportuno ahondar hasta descubrir nuestras raíces y desde allí recomenzar “el cultivo” de los valores que como conciudadanos nos debemos los unos a los otros en esta sociedad en la cual nos ha tocado vivir, cada vez más universal y versátil.

Hugo W. Arostegui



martes, 13 de octubre de 2015

Cuando Escribimos


Tenemos un espacio y ocupamos ese espacio con la intención de expresarnos de cuánta cosa de las que a diario nos suceden se van acumulando en nuestro “ser pensante” a tal punto de necesitar, de tanto en tanto, airear el habitáculo de nuestra mente, abriendo de par en par sus archivos para de esta manera liberar la posible contaminación que le pudiese provocar tanto encierro.

Nuestro relato, cuando lo expresamos, está impregnado por la impresión que nos han dejado las vivencias relatadas y eso es lo que ocurre cada vez que publicamos algún artículo, no se trata de pretender dictar norma alguna ni siquiera la pretensión de marcar el rumbo por el cual deberíamos conducirnos, lo que ocurre es que cuando nos constituimos en relatores de algo que nos ha dejado una impresión de vida, la misma, nos referimos a la impresión en sí misma, no puede desprenderse de nuestra capacidad expresiva la cual no está, ni lo estará nunca, desprovista de la cuota de experiencia que sin duda le agregan los años que llevamos transitando por esta vida.

Cuánto mayor pudiese resultar la relevancia de nuestras opiniones, inversamente proporcional será el componente de responsabilidad que le asignemos al tema desarrollado, pero creo oportuno continuar con la insistencia de que todo lo que hagamos en el contenido de nuestras expresiones escritas tendrá una sujeción a las normas gramaticales del lenguaje y que bajo ningún concepto incursionaríamos en todo aquello que se relacione con la libertad de pensamiento y acción de quienes acudan a la lectura de nuestras expresiones escritas las cuales  deberán  ser evaluadas por los dictados de vuestra conciencia y el uso inviolable del libre albedrío.

Una vez, dijimos:

Más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a transitarlos”


Hugo W. Arostegui

domingo, 11 de octubre de 2015

El Ser Fariseo Que Aún Persiste

Jesús denuncia a los fariseos y a los maestros de la ley
Mateo 23
“Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos:

Los maestros de la ley y los fariseos enseñan con la autoridad que viene de Moisés.

Por lo tanto, obedézcanlos ustedes y hagan todo lo que les digan; pero no sigan su ejemplo, porque ellos dicen una cosa y hacen otra.

Atan cargas tan pesadas que es imposible soportarlas, y las echan sobre los hombros de los demás, mientras que ellos mismos no quieren tocarlas ni siquiera con un dedo.  

Todo lo hacen para que la gente los vea.

Les gusta llevar en la frente y en los brazos porciones de las Escrituras escritas en anchas tiras, y ponerse ropas con grandes borlas.

Quieren tener los mejores lugares en las comidas y los asientos de honor en las sinagogas, y desean que la gente los salude con todo respeto en la calle y que los llame maestros.

Pero ustedes no deben pretender que la gente los llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un Maestro.

Y no llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre: el que está en el cielo.  Ni deben pretender que los llamen guías, porque Cristo es su único Guía.  

El más grande entre ustedes debe servir a los demás.  Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cierran la puerta del reino de los cielos para que otros no entren. Y ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorren tierra y mar para ganar un adepto, y cuando lo han logrado, hacen de él una persona dos veces más merecedora del infierno que ustedes mismos.

¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Quien hace una promesa jurando por el templo, no se compromete a nada; pero si jura por el oro del templo, entonces sí queda comprometido.”  ¡Tontos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro, o el templo por cuya causa el oro queda consagrado? 

 También dicen ustedes: “Quien hace una promesa jurando por el altar, no se compromete a nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre el altar, entonces sí queda comprometido. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante: la ofrenda, o el altar por cuya causa la ofrenda queda consagrada?  El que jura por el altar, no está jurando solamente por el altar, sino también por todo lo que hay encima;  y el que jura por el templo, no está jurando solamente por el templo, sino también por Dios, que vive allí.  Y el que jura por el cielo, está jurando por el trono de Dios, y a la vez por Dios, que se sienta en él.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que separan para Dios la décima parte de la menta, del anís y del comino, pero no hacen caso de las enseñanzas más importantes de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro.

¡Ustedes, guías ciegos, cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

 ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que limpian por fuera el vaso y el plato, pero no les importa llenarlos con el robo y la avaricia.  

¡Fariseo ciego: primero limpia por dentro el vaso, y así quedará limpio también por fuera!”

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados, bien arreglados por fuera, pero llenos por dentro de huesos de muertos y de toda clase de impureza.

Así son ustedes: por fuera aparentan ser gente honrada, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan los monumentos de los justos,  y luego dicen: “Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros antepasados, no habríamos tomado parte en la muerte de los profetas.”

Ya con esto, ustedes mismos reconocen que son descendientes de los que mataron a los profetas. 

¡Terminen de hacer, pues, lo que sus antepasados comenzaron!

¡Serpientes! ¡Raza de víboras! ¿Cómo van a escapar del castigo del infierno?

Por esto yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. Pero ustedes matarán y crucificarán a algunos de ellos, y a otros los golpearán en las sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo.

Así que sobre ustedes caerá el castigo por toda la sangre inocente que ha sido derramada desde Abel el justo hasta Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes mataron entre el santuario y el altar.  “

El comportamiento farisaico, no pertenece a una comunidad o grupo religioso alguno, es una actitud personal,  que se ampara en lo que adopta el común denominador de todo aquel que se escuda en “la letra de la Ley” olvidando " lo esencial: “El espíritu de la Ley”

El que ama a la justicia anida en su corazón el ardiente deseo de ser justo y quien se comporta cual si fuere un fariseo, como un cobarde se aferrará a su derecho e intentará justificar en él su mezquina y persistente ambición.

¿Cómo puede? una persona  que ha sido condenada al destierro social, seguir con su  existencia terrena tan campante.

Lo que expreso es algo que muchos sienten y me consta que no obstante, nadie, incluyendo en tal afirmación a integrantes de la propia familia, lo manifieste públicamente, resulta obvio que si no lo saben, lo intuyen, o  lo que resulta algo peor aún, se lo imaginen.

Los grupos humanos constituidos en corporaciones supranacionales anteponen los intereses de su organización a las necesidades básicas de sus integrantes de tal forma que les hacen asumir compromisos –representados como juramentos y convenios- que les obligan a anteponer sus propios lazos de familia y el concepto fraterno de la hermandad a los dictados de aquellos que han emitido un juicio condenatorio sobre quienes a su entender se han hecho pasibles de su condenación.

Tal conducta, propia de los inquisidores de la edad media, aún persiste y se aplica sobre todo en aquel que en uso de sus facultades y de su libertad de expresión, actúe con independencia  sobre los dictados de lo que es considerado “un orden establecido”

A la pregunta de ¿cómo puede? La respuesta no necesita siquiera ser formulada, ella proviene de aquel que responde por todos nosotros:

“Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.  

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”
Así sea.

Hugo W. Arostegui



viernes, 9 de octubre de 2015

Esa Ilusión Que Llamamos Realidad


“Así, si lo que “vemos” está basado en menos del 50% de una información captada del exterior, ¿como sabemos que es real y que es inventado? ¿Cómo se forma lo que percibimos como real para nosotros en nuestra mente? La respuesta es que el cerebro compone el otro 50% de información con datos de los que ya dispone, de nuestra presunción de cómo debe ser el mundo de ahí fuera, de lo que “esperamos” ver en realidad y de todo aquello que tiene acumulado en los bancos de memoria y a los cuales tiene acceso, a través del condicionamiento y la programación con la que nacemos, a través de nuestro ADN.  Por eso cada uno “ve” las cosas de forma diferente, porque básicamente su holograma final, su representación tridimensional de ese objeto o situación que ha creado, ha sido generada a
imagen y semejanza de lo que ha “encontrado” por “aquí dentro” para construirla…

…”Y así con el resto de sentidos. Esto implica solo una conclusión, la realidad que vivimos es solo aquella que nos cuadra con nuestras ideas preconcebidas, aquella que nuestra mente interpreta tal y como le va bien y aquella que se ajusta a nuestros pensamientos, sensaciones, y expectativas.
 Básicamente, vivimos la realidad exterior en base a nuestra realidad interior: nuestro trabajo, nuestras amistades, nuestra familia, nuestra salud o nuestra abundancia material ¿Curioso, no? Ya hemos completado el círculo de la manifestación consciente. Como es adentro, es afuera.” David Topi
Resulta interesante la constatación de que los grandes personajes que han  conmocionado el pensamiento universal  a lo largo de toda nuestra historia, han surgido a la luz de la llamada “opinión pública” luego que tanto ellos como sus contemporáneos detractores han sido sepultados por el transcurso del tiempo,  cuando quienes pudieron valorar los hechos de su vida, lo valioso y trascendente  de sus obras, no estaban sujetos a la censura de su época y al “acorralamiento”  impuesto a la capacidad de discernir  y evaluar los hechos tal y cómo sucedían delante de sus propios ojos.

Quizás, la respuesta pueda encontrarse en la miopía de aquellos actores presenciales, que han  mirado a través de los condicionamientos de la época , de los lineamientos de conducta social impuestos de antemano por los “constructores de prejuicios”  aquellos que nos “indican” lo que podemos observar, los que nos condimentan “el sabor de las noticias” los que regulan “la dieta social saludable”  lo que el poder de turno determina hasta dónde  nos es conveniente consumir las porciones de información,  para no caer en los “excesos mundanos” que atentan contra “el orden establecido” en defensa de la moral y las buenas costumbres.

Es como si los acontecimientos del día a día estuviesen sometidos a una censura previa, una especie de clasificación de sus contenidos, separando lo que puede divulgarse de lo que será celosamente resguardado, para que, pasado un tiempo conveniente,  su impostergable divulgación, llamémosle “desclasificación” no sacuda el sueño de las conciencias dormidas.

Aquello que  se desconoce, lo que los medios no nos han divulgado, sencillamente no existe,  no forma parte de nuestras vivencias, podemos continuar apaciblemente sumidos en la ignorancia, no en balde tenemos un dicho firmemente enquistado en el pensamiento colectivo que dice: “ lo que los ojos no ven el corazón no lo siente”
Teniendo ojos pero no ven tienen oídos pero no oyen. No recuerdan. Marcos 8-18

Hugo W Arostegui

miércoles, 7 de octubre de 2015

Principios de Sustentabilidad: La Ley de Analogía


Desde mucho antes de que la palabra escrita se trasmitiese entre los hijos de los hombres los grandes maestros de la teología universal, recibieron, de mano en mano, las enseñanzas impartidas desde el “principio de los tiempos”  referentes a la relación estrecha y filial que unía a las criaturas humanas con los Dioses creadores del Universo.

Este conocimiento emana desde la fuente originaria a través de los canales abiertos por su primer receptor, el Patriarca de los patriarcas, nos referimos a Melquisedec, Rey de Salem, el Gran Sumo Sacerdote a quién rindieron tributo todos los discípulos iniciados según esta Orden Sacerdotal que rige los principios que dan sentido a todas las cosas.

Esta, un tanto extraña introducción para quienes no se sienten consustanciados con temas esotéricos, la realizamos con la sana intención de compartir con nuestros lectores conocimientos que nos han sido revelados desde mucho antes de que este mundo que habitamos nos cobijara y que se nos han transmitido de la misma manera, lo que equivale a decir “de mano en mano”  significando estas manos la capacidad de pensar, comparar, evaluar, transmitir y compartir, intercambio esencial entre las inteligencias, sean éstas humanas, angélicas, o provenientes del olimpo donde habitan los Dioses.
Si alguna duda pudiésemos albergar sobre la relevancia de nuestra condición de seres conscientes, los autodenominados “homo sapiens” bastarían con que evaluásemos el tenor de las enseñanzas que nos han sido impartidas para darnos cuenta del valor inestimable de nuestra especie en el macro marco del universo infinito.

Se nos ha instruido a lo largo de los siglos para ejercer el gerenciamiento responsable del planeta que habitamos, para que le administremos conforme a los principios que han sido aplicados en otros mundos para asegurar el bienestar y sustentabilidad de todos sus recursos, los cuales se nos han provisto en gran variedad y abundancia.

Estas instrucciones de valor inestimable, se nos han transmitido en el lenguaje propio de los seres inteligentes, el lenguaje de los símbolos, los cuales son recibidos mediante la comunicación creativa implícita en lo que identificamos como “La Ley De Analogía”

Veamos:
“Como la Alquimia y todas las disciplinas ocultas, La Cábala dice que el hombre contiene en su humana dimensión todo el universo.
Es por eso que se lo define como un microcosmo.

Notemos, de paso, que cuando el esoterismo dice que el hombre es como el universo, que lo que está encima es como lo que está debajo, no se está aludiendo a la igualdad sino que esa expresión es una analogía.
El hombre y el mundo no son semejantes y menos aún iguales:
El hombre y el mundo son análogos.”
La Kabbalah, Segunda Parte    Hugo W Arostegui

“Analogía significa semejanza. La analogía es la base del conocimiento.
Gracias a la analogía o semejanza que existe entre las cosas podemos aplicar el conocimiento y la experiencia de unas cosas a otras.

Gracias a la analogía, la Taxonomía puede clasificar a los animales, la Química puede clasificar los elementos químicos, los astrólogos pueden clasificar las estrellas, etc., etc.

Los seres humanos aprendemos por analogía y sólo podemos aprender aquello que se relaciona de alguna forma con lo que ya sabemos. Esta es la razón por la cual todo aprendizaje nuevo resulta lento y difícil

Cuando queremos aprende algo o resolver algo, utilizamos ideas y experiencias que hemos aplicado en circunstancias análogas.

Visto el mundo de forma superficial da la impresión de estar formado por infinidad de elementos y seres muy distintos, pero, cuando se profundiza en el conocimiento de su naturaleza, características y funcionamiento, se descubren muchas semejanzas o analogías.

En todos los aspectos de la vida, rigen las mismas leyes naturales. Así, los sistemas planetarios son de análoga constitución. La misma ley de ramificación rige el curso de los ríos en la tierra, la corriente sanguínea y nerviosa y las raíces de los árboles, etc.

La Ley de Analogía es de gran trascendencia. Gracias
a ella descubrió la ciencia matemática de Adams y Leverrier la existencia del planeta Neptuno, antes de haber sido visto por el telescopio.

Gracias a ella ha descubierto la ciencia química multitud de alcoholes, hidrocarburos y otros cuerpos orgánicos, antes de haber conocido su existencia real.

Gracias a la Ley de Analogía han descubierto los astrónomos la existencia de los agujeros negros e Einstein descubrió la existencia de la relatividad.

Nada ha inventado el hombre cuyo mecanismo no preexista en algún ser de la Naturaleza.
El hombre piensa, aprende y crea sólo por analogía.

La analogía es una noción básica sin la cual no podríamos tener el menor conocimiento del mundo. Según esto, el principio de analogía es, probablemente, el pilar básico de nuestra percepción visual y de nuestras construcciones mentales.

La Ley de Analogía nos enseña que el ser humano aprende a partir de las ideas y de las experiencias que tiene, por lo cual, es fundamental tener criterios claros acerca de las cosas importantes, pues es a partir de ellos que percibimos las cosas y las resolvemos...”

Estos principios que mencionamos mantienen su vigencia y en nuestros días se han tornado imprescindibles en cuánto a su aplicación, la criatura humana debe reflexionar sobre el grado de responsabilidad individual que le compete en todo lo que sucede a su alrededor, es un compromiso irrenunciable e indelegable, en cada uno y en todos están las soluciones a todos los trastornos que hoy nos aquejan.

Lo que pasa en nuestro mundo es consecuencia de nuestro desorden, somos análogos al medio ambiente, al clima, a la violencia, si constatamos ausencia de valores es por dejarlos de practicar en nuestras acciones diarias, existe una relación muy estrecha entre el éxito y el fracaso, entre un mundo desarrollado y sustentable y las previsiones del Apocalipsis, todo dependerá siempre de ti, eres análogo al universo, si aplicas en tu vida este principio, por analogía, absolutamente todo cambiará para el bien de todos.

Hugo W. Arostegui

Conociéndonos



Hugo W Arostegui

Nacido el 20 de abril de 1943, en Cerro Largo - Uruguay 
Formado en:

                                                Administración de Empresas, Dirección de Hospitales,
Consultor en Recursos de Empleo, Economía, Autoridad Religiosa, Teólogo. 
Autor de artículos sobre:
Economía, Religión, Literatura, Empleos, humanidades.
Sexo: Masculino

Signo: astrológico: Aries
Actividad: Analista en Gestión Empresarial
Profesión: Asesor de Empresas
Local: Ciudad: Rivera: Uruguay
Una hoja en blanco, una forma de vivir y sentir, y ese impulso que brota de lo profundo del corazón, conmueven el alma humana y hacen surgir incontenibles las emociones, como aflora la tierna sonrisa o se desliza furtiva una lágrima. 
Es por esa sensación, propia del artista que anida en el interior de cada uno, que no resisto el impulso de contar, que más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a transitarlos


¿Quien Soy?




Una hoja en blanco, una forma de vivir y sentir, y ese impulso que brota de lo profundo del corazón, conmueven el alma humana y hacen surgir incontenibles las emociones, como aflora la tierna sonrisa o se desliza furtiva una lágrima. 
Es por esa sensación, propia del artista que anida en el interior de cada uno, que no resisto el impulso de contar, que más que un deseo de simplemente decir cosas, es como una huella, que en medio de la nada indica que allí , si se sabe buscar, hay una senda, y a través de ella, un escenario de hechos que se exponen para ser observados y evaluados según el propio sentir de quien es invitado a transitarlos