sábado, 23 de abril de 2016

Ser Intransigente



Encontramos en la lectura de algunas posturas de asiduos expositores en los muros de las redes sociales el contenido de ciertos rasgos de intolerancia para con las expresiones emitidas por otras personas, demostrando, de esta manera, una marcada intransigencia.

Puede apreciarse que literalmente “marcamos la cancha” con aquellos que opinan diferente y les hacemos notar que “si no están con nosotros” simplemente “están en contra de nosotros.

“La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo.

En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas.
Para un principio social, es demasiado abierto para interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones sin fin para esta idea.

En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias.

En el plano de las ideas, por ejemplo, se caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables.
Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente.

Estos rasgos de comportamiento conspiran en contra de nuestra intención de integrarnos al “resto del mundo” creemos que es necesario fortalecer nuestra empatía aceptando que podemos conformar una sólida integración entre todos aunque mantengamos posiciones diferentes y aun totalmente discordantes.

Debemos esforzarnos en el intento de lograr conciliar en medio de la diversidad, nuestra civilidad bien lo merece.


Hugo W. Arostegui 

viernes, 22 de abril de 2016

La Soberbia


"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San Martín

Lamentablemente abundan los casos en los cuales las actitudes que observamos se asemejan en demasía a aquellas conductas reprobables que solemos apreciar entre quienes comparten espacios catalogados como copartícipes de una supuesta “red de amigos”

Suele ocurrir que un exceso de autoestima o la simple sobrevaloración de nuestras pretendidas condiciones – sean éstas de carácter socioeconómico, familiares, académicas o laborales, que “circunstancialmente” puedan dar la apariencia de que “estamos situados por encima de” para que nos consideremos con el derecho natural de subestimar las expresiones de aquellos que valoramos como “inferiores”

"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio

La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

La soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia. La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma.
Popularmente, se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología como uno de los pecados capitales.
Algunos sinónimos de soberbia son, altanería, altivez, arrogancia, vanidad, etc. Lo contrario de soberbia es la humildad, la sencillez, la modestia, etc.
Manifestaciones del orgullo en grado de soberbia
Si una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en soberbia.
Las personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.
Un antiguo verso gauchesco nos dice lo siguiente:
“La vanidad es un yuyo malo que envenena toda huerta, es preciso estar alerta manejando el azadón, pero no falta el varón que lo riegue hasta en su puerta”
Hugo W Arostegui




jueves, 21 de abril de 2016

Zona Gris: La Ambición



Un asiduo lector de mis artículos, muy consternado, me consultó por “un asunto” que desde hacía un buen tiempo le tenía preocupado, algo que en su fuero íntimo le causaba “cierta desazón” pues lo que entendía que estaba en juego era nada menos que el concepto que él tenía sobre sí mismo en todo lo relacionado con sus valores y los principios éticos que sustentaban su condición de cristiano.

Resulta que en una conversación mantenida con alguien que se identificó como “un fiel creyente” de la doctrina cristiana éste le espetó “conozco a muchas personas ambiciosas que si no se arrepienten irán camino al infierno tal como si se deslizarán por un tobogán”.

Tal expresión le sumió en una confusión tal que francamente le llevó a autocuestinarse ciertos hábitos de vida que desde su niñez tenía incorporado en sus acciones diarias.
Pensando en una respuesta adecuada a su inquietud, recordé un artículo que había leído en el cual, su autor se refería con mucha claridad conceptual sobre este tema.

El artículo en cuestión dice lo siguiente:

“Muchas veces me encuentro con gente que confunde la palabra ambición con algo malo.
Y desde pequeños se nos ha enseñado que no debemos ser ambiciosos, que no debemos querer más de lo necesario y que incluso debemos ser “humildes”.
Como si la humildad significara ausencia de abundancia, o simplemente pobreza. La verdad nunca he estado de acuerdo con esta concepción.
Recientemente me encontré con un artículo en Wikipedia en español que hablaba sobre la ambición como algo que dañaba al ser humano, como un sentimiento malo y perverso que podría surgir en nuestras mentes cuando buscamos querer más y que peor aún, que con este sentimiento dañábamos a los demás.
Sólo hay un pequeño problema con esto. Están confundiendo la ambición con la avaricia y la codicia.
Son cosas MUY DIFERENTES.
Y si no lo sabías, hoy quiero hablar un poco de ello, y darte una nueva visión para que, no sólo conozcas la verdadera definición de ambición, sino para que esta te deje de limitar en el ámbito financiero y personal de vida como lo ha venido haciendo hasta ahora seguramente.
Lo Que La Ambición NO Es
La ambición no es el deseo ciego por obtener fines como la riqueza sin importar los medios. Una persona ambiciosa no pasará por encima de los demás para lograr sus objetivos y de hecho muchas veces sus deseos y sueños también están orientados a beneficiar a otros.
La ambición no es el deseo de crecer indiscriminadamente o de crecer por crecer. Es más bien un deseo que como seres humanos e incluso como animales tenemos de buscar protección, seguridad y bienestar. Y si existe alguna manera de gestionar estos fines y amplificarlos, es a través de la ambición que puede lograrse.
Dejemos de confundir la ambición con defectos que tienen las personas, en el pasado era muy común escuchar que alguien ambicioso debía ser castigado o que estaba cometiendo pecado, pero no es porque ahora ya la ambición se haya convertido en algo bueno, sino que desde siempre se ha tenido esta palabra en un muy mal y equívoco concepto.
Un buen ambicioso requiere de una gran causa que lo guíe a través de la adversidad, que le permita superar todo tipo de obstáculos y seguir con la frente en alto. ¿Cómo podría lograrse esto sin ambición?
¿Crees que podrías lograr una meta grande y beneficiosa si no tuvieses un deseo ardiente por lograrla?, quienes son ambiciosos con cosas malas en realidad no son ambiciosos. Y si se trata del dinero, peor aún.

Lo que pasa es que por algún extraño motivo la sociedad no quiere que progresemos y nos quiere encajonar siempre dentro de sus sistemas que por cierto difícilmente funcionan bien para la mayoría de nosotros. Y luego nos preguntamos en qué es lo que fallamos.
Si esto te suena familiar, que bueno que estés leyendo este artículo y que estés en este blog, aquí aprenderás a abrir tus ojos y a alejarte de estas malas influencias que lo único que hacen es (consciente o inconscientemente) querer alejarte de tus sueños y aspiraciones.
Y Entonces… ¿Qué Es La ambición?
La ambición realmente puede tratarse como el deseo de obtener algo en grande, de tal manera que como seres humanos, llegamos a fijarnos metas ambiciosas, refiriéndonos con esto al hecho de querer lograr superar nuestras propias expectativas. La ambición es el deseo por superarse y llegar mucho más lejos. Provee la motivación y determinación necesaria para lograr objetivos y metas en la vida.
La ambición es el motor de los emprendedores, de las personas de éxito y de quienes han llegado lejos alguna vez en la vida.
Si la primera persona que llegó a la cima del Everest no hubiese sido ambiciosa, quizás nunca hubiese llegado allí. Y como este tendríamos miles de ejemplos válidos, pero creo que captas la idea.
Lo importante es que no confundas la ambición con la avaricia y la codicia, que respectivamente son: una inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones y un afán excesivo de riquezas, sin necesidad de querer atesorarlas.
Es muy diferente cuando decimos que la ambición se trata de querer lograr más, llegar más lejos, vivir mejor, beneficiar a más personas… etc.
Cada que yo escucho que alguien confundo este término inmediatamente procedo a corregirlo, porque el problema es que si tenemos una mentalidad de que la ambición es mala caeremos en el conformismo, el mayor limitante del éxito en nuestras vidas.
No deberíamos ser víctimas de nuestras propias palabras, o más bien de nuestra propia ignorancia con respecto a ella, sabiendo esto te darás cuenta de que eres ambicioso, y de hecho puedes y deberías serlo, el día en que pierdas tu ambición, ese día podrás perder el rumbo al éxito y toda esperanza de llegar lejos alguna vez.
La ambición debería ser la propulsión que mueva los motores de tu vida, y debería ayudarte a conseguir tus ideales de una manera que no perjudiques a nadie, o que más bien beneficies a muchos.
Muchos proyectos son ambiciosos, e incluso proyectos filantrópicos, por lo que me parece simplemente risible el hecho de pensar que las personas han encajado esta palabra dentro de lo que consideran malvado.
Creo que uno de los principales culpables es la religión, pues ellos se enfocan mucho en enseñar que debemos ser humildes.
Otra palabra que hay que tomar con pinzas. La humildad NO ES POBREZA. Una persona rica, abundante y exitosa puede ser humilde. La humildad y la ambición pueden encontrarse en una misma mentalidad y reforzarse la una a la otra para crear abundancia y beneficiar a los demás seres humanos.
No confundamos la ambición con la avaricia y la codicia, pues a estas no les importa los fines con que se llegue a la riqueza, y estas son la base de las personas que practican la ilegalidad y los actos de violencia contra otros.
Incluso políticos tiranos podemos decir que son avariciosos y codiciosos pues rara vez les importa por cuánta gente pasen por encima. Pero tú puedes ser ambicioso con tus proyectos de vida, puedes desear ganar más dinero (en este caso recuerda que el dinero no debería ser un fin, sino un medio), puedes desear tener una mejor vida, tener mejores cosas, brindarle lo mejor a tus hijos… etc., y no por esto deberías ser castigado.
Espero que comprendas la diferencia y que a partir de ahora me ayudes a enseñar a los demás que la ambición no es mala, que podemos aspirar a ser mucho más grandes sin miedo.

Eso sí, siempre buscando no herir a nadie en el camino y brindando felicidad y bienestar a todo ser como sea posible.”

 Juan Sebastián Celis Maya

Espero que esta lectura pueda contribuir a esclarecer algunos conceptos para que nos puedan orientar en medio de las brumas que suelen entorpecer esa zona poco conocida de nuestro derrotero.

Hugo W Arostegui






miércoles, 20 de abril de 2016

El Ser Independiente



El logro del estado independiente de un individuo en relación al resto de sus semejantes implica el ir ganando espacios de autosuficiencia en todos los aspectos, antes de detenernos a proclamar nuestra independencia deberemos habernos ganado la capacidad de ser capaces de no solamente “autoabastecernos” de nuestras necesidades esenciales, sino que además, deberemos desarrollar un alto grado de empatía que nos habilite a ejercer todo nuestro potencial con relación a nuestras responsabilidades sociales asumiendo todas y cada una de nuestras obligaciones, así como la capacidad de poder ejercer todos los derechos que nos competen.

La independencia es un estado que mucha gente ansía. Sin embargo, la mayoría de las personas se conforman con el aspecto material de la independencia y buscan su trabajo, su propio dinero y su propia casa. Pero la independencia que protege nuestra autoestima es la independencia emocional, que no es sino vivir en base a unos valores propios sin dejarse influenciar por los demás.

A veces confundimos el significado de independencia.

El objetivo es situar la autoestima a los niveles deseados y para ello necesitamos seguridad, confianza, decisión, aceptación y actitud positiva.

Y esas virtudes de la autoestima solo las lograremos si somos independientes. Pero independientes emocionalmente.

Muchas personas se sienten independientes porque han comprado una casa, tienen un trabajo estable y han formado una familia. Y sin embargo, viven con una dependencia emocional de su pareja, de su familia o de sus amigos que le impide desarrollar su personalidad plenamente. Se trata de personas con la autoestima muy baja que no se valoran a sí mismas y por eso dependen de los demás.

Depender de los demás es dejarse influenciar por los deseos y opiniones ajenas.
No hacer algo que te gusta porque sabes que a tus seres queridos les parece mal, no atreverte a tomar decisiones por miedo a defraudar a los tuyos, quedarte callada cuando deberías reclamar tus derechos o no ser capaz de decir "no" ante una situación que te molesta, todo eso es falta de independencia.

No dejarse influir por los demás para ganar independencia
La realidad es que tu vida deberías diseñarla solo tú. Eso no quiere decir que no cuentes con los demás para nada, pero las decisiones importantes, sobre tu futuro, sobre tus estudios, sobre tu trabajo, sobre el lugar donde quieres vivir, sobre qué hacer con tu tiempo libre, etc. son aspectos de tu vida en los que sólo tú deberías tener la palabra.

Ten bien presente que por mucho que te quiera tu familia, tu pareja o tus amigos, la felicidad solo te la puedes proporcionar tú mismo, a base de sentirte bien tal cual eres, de gustarte, de aceptarte y de seguir tus propios esquemas vitales, tus propios valores.

La independencia emocional es algo que se gana a base de esfuerzo y lucha constante.

Siempre es más cómodo dejarse llevar por los demás, pero a la larga se acaba pagando en forma de una vida vivida por los demás.

La parte negativa de la independencia es la responsabilidad de llevar las riendas de tu vida, así como gestionar el sentimiento de culpa.

Porque independencia significa vivir acorde a tus valores, que en muchos casos no coinciden con los de las personas que te rodean.

Así que antes de lanzarte a una vida emocionalmente independiente asegúrate de mejorar tu autoestima hasta sentirte muy seguro de ti mismo.

Hugo W Arostegui


martes, 19 de abril de 2016

Quienes Somos


La identidad de una persona es algo que si bien existen factores que desde que viene a este mundo le “identifican” Nombre, Apellido, Nacionalidad, etc.  es algo que se construye a lo largo de toda su existencia.
La definición de “identidad” propiamente dicha me hace recordar a la figura de un escultor, quién, a golpes de cincel, va esculpiendo la imagen que, desde la piedra bruta, va surgiendo con nitidez a medida en que la escultura avanza en su etapa de ejecución.
Diría que con el transcurso de los años nuestra identidad se incorpora a todas nuestras manifestaciones de vida, hagamos lo que hagamos el fruto de nuestras expresiones tendrán, como si tuviesen, un sello indeleble, una muy nítida e insoslayable muestra de nuestra identidad, sin duda, el ser que somos y la imagen que irradiamos se identifican la una con la otra cual si fuesen algo único e indisoluble.
Cómo se forma la identidad
En el aspecto psicológico, la identidad se concibe como un sentimiento de mismidad personal, esta se comienza a formar a temprana edad cuando reconocemos nuestro origen, la familia, el territorio donde vivimos y sólo acaba cuando termina la vida. La identidad tiene una gran cantidad de aristas que harán a una persona “ser como es”.
Durante la interacción con el entorno y los diferentes grupos, como el colegio, los amigos, las actividades e incluso la relación con sus hermanos, es que una persona siente afinidad, se identifica y quiere pertenecer a ellos, de la misma forma en que se diferencia de otros tantos, donde se entienden los límites, las emociones, el manejo de la conducta para respetar a esos otros que también son identidades.
En el crecimiento se tiene concepción de quién se es y a dónde se desea ir, es decir, los planes de vida, los anhelos, estudios, sueños, tomando decisiones y siendo fieles en el mayor de los casos a las propias creencias. Los adolescentes suelen tener conflictos en este sentido, pues buscan sus propias ideas y se rebelan contra las que no comparten.
Las crisis propias de la vida, como el divorcio, la crisis vocacional o profesional, la pérdida de algún ser querido, los duelos producto de desapegos, los cambios de etapas, etc., siempre promueven un movimiento dinámico de la identidad, por ello a muy avanzada edad se pueden seguir sufriendo modificaciones, aunque más leves.
Hugo W Arostegui

lunes, 18 de abril de 2016

Persona Y Personalidad


A menudo la gente habla de la personalidad como si se tratara de un  producto, como una corbata de colores brillantes que le diera vida a un traje viejo. 

No solo eso, algunas veces hablamos como si la personalidad consistiera en rasgos atractivos y admirables: Efecto, encanto, honestidad

Pero no vemos que la personalidad es algo mucho más complejo de lo que indica el uso ordinario del término, e incluye tantos rasgos positivos como negativos.

Resulta fácil hablar de aspectos o rasgos de la personalidad sin definir el término en sí.

Y lo hacemos con frecuencia: No confió en ese hombre. No es honesto, o, podemos decir: Quiero a Ana. Tiene buen corazón.

Pero es difícil elaborar una definición amplia de lo que es personalidad. Un concepto actual que podemos utilizar es:

Patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento que persiste a lo largo del tiempo y de las situaciones. La anterior es una definición bastante larga, pero es la que advierte dos cosas importantes,

Primero: Que la personalidad se refiere a aquellos aspectos que distinguen a un individuo de cualquier otro, y en este sentido la personalidad es característica de una persona.

El segundo aspecto es: Que la personalidad persiste a través del tiempo y de las situaciones.

Los estudiosos de la psicología siempre han tratado de comprender las diferentes personalidades.

Pero no fue sino hasta hace un siglo que los científicos comenzaron a realizar observaciones científicas sistemáticas y a sacar conclusiones de ellas.

Algunos teóricos ponen énfasis en las experiencias de la primera infancia, otros en la herencia, y otros atribuyen el papel fundamental al medio ambiente.

Hay quienes analizan únicamente como se comportan las personas congruentes en distintas situaciones y momentos y les restan importancia al concepto de una personalidad única y consiente.

Pero debemos tener claro que la personalidad es algo único de cada individuo, y es lo que nos caracteriza como entes independientes y diferentes.

La personalidad no es más que el patrón de pensamientos, sentimientos y conducta de presenta una persona y que persiste a lo largo de toda su vida, a través de diferentes situaciones.

Hasta hoy, Sigmund Freud, es el más influyente teórico de la personalidad, este abrió una nueva dirección para estudiar el comportamiento humano.

Según Freud, el fundamento de la conducta humana se ha de buscar en varios instintos inconscientes, llamados también impulsos, y distinguió dos de ellos, los instintos cocientes y los instintos inconscientes., llamados también, instintos de la vida e instintos de la muerte.

Los instintos de la vida y los de la muerte forman parte de lo que él llamó ELLO, o ID. Y el yo, o ego.

Los instintos de la vida:

En la teoría de freudiana de la personalidad, todos los instintos que intervienen en la supervivencia del individuo y de la especie, entre ellos el hambre, la auto preservación y el sexo.
Los instintos de muerte:
En la teoría freudiana, es el grupo de instintos que produce agresividad, destrucción y muerte.


Leer más: http://www.monografias.com/trabajos14/personalidad/personalidad.shtml#ixzz46BVqv6vf

Los Albores De Nuestra Personalidad


En este, digamos, nuevo escenario en el cual se desarrollan nuestras comunicaciones en donde desconocemos a nuestros interlocutores en una actitud recíproca a la que asumimos nosotros mismos, cuando optamos por buscar refugio en el anonimato de nuestra identidad sin detenernos a evaluar las consecuencias de hasta qué punto condenamos a la frustración al elemento más valioso y vital en toda comunicación humana, vale decir, nuestra propia personalidad.

El concepto de «personalidad» proviene del término «persona», denominación que se utilizaba en el latín clásico para la máscara que portaban los actores de teatro en la antigüedad. Sin embargo, ya en ese entonces se hablaba en un sentido amplio y figurado de «personas» para referirse a los roles, es decir a «como quién» o «representando a quién» actuaba un determinado actor teatral tras su máscara.

El concepto paulatinamente se transfirió a otras esferas de la sociedad, más allá del teatro, pero en la Roma antigua, «personas» eran solamente los ciudadanos, jurídicamente provistos de derechos (en contraste con los esclavos que no eran considerados personas, puesto que no podían decidir sobre su propio actuar, ni menos aún deliberar sobre el de los demás).

El concepto estaba inicialmente muy restringido a aquellos ciudadanos poderosos, que gozaban de honra, prestigio y, en respeto a su dignidad, eran los únicos poseedores de derechos ciudadanos.

Con la llegada de la Era Cristiana, el concepto de persona cambia de significado para poder significar el dogma de la Trinidad (Dios es uno sólo en cuanto a la naturaleza, pero trino en personas) y el dogma de la Encarnación (La segunda Persona de la Trinidad, asumió una naturaleza humana, sin dejar de tener una naturaleza divina. Esta unión se realiza "en la persona". 

Así, persona pasa a significar, según la definición clásica del filósofo cristiano Boecio a la sustancia individual de naturaleza racional, y según Tomás de Aquino al "subsistente distinto en naturaleza intelectual".

Se diferencia a la naturaleza, que significa una esencia común a muchos (por ejemplo, "hombre") de la persona que designa al individuo de esa naturaleza en lo que tiene de propiamente individual.
Este es el concepto de persona que ha pasado con algunas modificaciones a veces, hasta nuestros días, y que fundamenta que todo individuo de naturaleza humana es persona, independientemente de sus circunstancias biográficas, genéticas, sociales o económica, y es un individuo dotado de una especial dignidad.

En los filósofos escolásticos, la palabra personalidad ("personalitas") se utilizaba para designar aquella perfección poseyendo la cual un determinado individuo es persona.

En el transcurso de los siglos, el concepto de «persona» se fue transformando gradualmente en uno más general hasta llegar utilizarse en el sentido coloquial actual, es decir, prácticamente como sinónimo de «ser humano». 

En el contexto de este desarrollo conceptual, la aparición del adjetivo «personal» facilitó el desarrollo del sustantivo «personalidad», utilizado para designar la totalidad de características «personales» que interactúan dinámicamente entre sí para producir aquél estilo relativamente estable de desenvolverse individual y socialmente que un individuo posee.

No debe confundirse el concepto de persona con el de personalidad. Mientras que el primero designa al individuo en su totalidad, el segundo designa un aspecto suyo, el conjunto organizado de sus disposiciones a la operación. 

Hugo W. Arostegui