Encontramos en la lectura de algunas posturas de
asiduos expositores en los muros de las redes sociales el contenido de ciertos
rasgos de intolerancia para con las expresiones emitidas por otras personas, demostrando, de esta manera, una marcada intransigencia.
Puede apreciarse que literalmente “marcamos la cancha” con aquellos que opinan diferente y les hacemos notar que “si no están con nosotros” simplemente “están en contra de nosotros.
Puede apreciarse que literalmente “marcamos la cancha” con aquellos que opinan diferente y les hacemos notar que “si no están con nosotros” simplemente “están en contra de nosotros.
“La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la
voluntad de tolerar algo.
En un sentido social o político, es la ausencia de
tolerancia de los puntos de vista de otras personas.
Para un principio social, es demasiado abierto para
interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones
sin fin para esta idea.
En este último sentido, la intolerancia resulta ser
cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes
de las propias.
En el plano de las ideas, por ejemplo, se
caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones
que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez
en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como
absolutas e inquebrantables.
Tiene por consecuencia la discriminación dirigida
hacia grupos o personas por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente
sean de manera diferente.
Estos rasgos de comportamiento conspiran en contra
de nuestra intención de integrarnos al “resto del mundo” creemos que es
necesario fortalecer nuestra empatía aceptando que podemos conformar una sólida
integración entre todos aunque mantengamos posiciones diferentes y aun
totalmente discordantes.
Debemos esforzarnos en el intento de lograr conciliar
en medio de la diversidad, nuestra civilidad bien lo merece.
Hugo W. Arostegui
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