sábado, 9 de abril de 2016

La Cultura Del Mimetismo Expresivo


Desde hace un tiempo atrás, el ingreso a las redes sociales, se ha convertido para mí en una verdadera prueba, lejos de disfrutar de su contenido, encuentro que se están produciendo mutaciones de comportamiento que tienden a globalizar nuestras expresiones  ajustándolas a un padrón despersonalizado dónde cada vez se torna más difícil identificar quién es quién, como si nos evadiéramos del “yo soy” para ser meros continentes, desprovistos parcial o totalmente del factor esencial de toda comunicación:  su contenido.

Pareciera que nos estamos “mimetizando” envueltos en la maraña de comunicados cargados de imágenes, fotos, pensamientos, anuncios, denuncias, invitaciones, alegatos, protestas, etc.  (Todas muy válidas por cierto)  que se avalachan sobre los muros de nuestros ordenadores en cantidades abrumadoras, a un punto tal de que nos limitamos a difundirlos entre nuestros “amigos” con un simple agregado monosílabo como pueden ser: me gusta, comparto, etc.

Todo indica que nos resulta mucho más fácil y digerible el consumo de lo que defino como “información pre elaborada” las cuales se pueden encontrar en grandes cantidades, con gran variedades de temas a nuestra elección, este pseudo mensaje, por su gran practicidad, nos permiten cumplir con nuestro aporte diario,” el pan nuestro de cada día “alimento que nos repartimos diligentemente entre nosotros, los que conformamos  la Red.

Pero, me pregunto: ¿y nosotros? Cuál es nuestro aporte, actuando en la forma que describo y créanme que no es mi intención ofender a nadie, tómenlo más bien como una autocrítica, ¿qué diferencia tenemos con un poste, una cartelera, o los arbolitos que adornamos en navidad  a los cuales colgamos de sus ramas, cientos de adornos y tarjetitas los cuales hemos ido a comprar en el supermercado y agregamos a los recibidos de quienes  también han recurrido a algún centro de compras para enviarnos el suyo.

La verdadera comunicación es aquella que se emite “de la piel para dentro” entiendo que en el mundo virtual en el cual nos movemos resulta muy complejo “sentir”  al receptor de nuestro mensaje como alguien tan cercano como para poder abrazarlo en nuestro contacto, pero nada nos impide que logremos la sintonía de nuestras almas cuando nos brindamos el uno al otro.

Es muy loable recibir buenos mensajes sin importar su procedencia, todo sirve cuando la intención es agradar a quién nos dirigimos, ahora, convengamos, nada se puede comparar con el poder compartir lo que somos, como individuos somos únicos e irrepetibles, no estamos sujetos a la clonación, nada nos sustituye, mucho menos el pretender mimetizarnos entre la creatividad de otros creadores ,  nuestra presencia siempre será detectada ya sea por error,  omisión o simplemente por el tan trillado camino del plagio.

Hugo W. Arostegui



No hay comentarios:

Publicar un comentario