martes, 12 de abril de 2016

Resiliencia

Hay momentos en que nos parece que “todo anda mal” que nada ni nadie nos puede comprender y, por ende, tampoco pueden extendernos una mano solidaria ante la incómoda sensación de soledad y desamparo que ocasionalmente nos embarga.

Cuando nos encontramos en tal situación perdemos la noción del horizonte y los nubarrones nos ocultan la luminosidad de la esperanza, de tal forma, en que todo parece adquirir una tonalidad grisácea, propias de “esos días” en los cuales la depresión y el desánimo toman cuenta de nuestro ser.

Se dice que ante lo descrito descendemos “hasta el fondo del pozo” y es allí, cuando ya no esperamos ningún rescate, que surge en nuestro interior una nueva fuerza, venida desde quién sabe dónde, que nos pone nuevamente en carrera otorgándonos un nuevo impulso con el cual superamos todos los desánimos y los falsos pronósticos que nos asolaban.

Cuando despierta en nosotros esa nueva fuerza interior, que en la mayoría de las veces la desconocíamos, se dice que hemos descubierto en nosotros mismos las propiedades que son únicas en el ser humano, un patrimonio exclusivo de la humanidad, cuyo nombre es: Resiliencia..

Resiliencia corresponde a la capacidad humana de hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido e, incluso, transformado.

En este enfoque determinado el término está asociado siempre con tensión, estrés, ansiedad, situaciones traumáticas que nos afectan durante el curso de nuestra vida. Los expertos señalan que es algo consustancial a la naturaleza humana, pero que no necesariamente siempre se activa, o aun cuando esté activada, genere una solución positiva. Esta situación misteriosa está basada también en la evidencia de que los elementos constitutivos de la resiliencia están presentes en todo ser humano y evolucionan a través de las fases del desarrollo o ciclo vital, pasando de ser comportamientos intuitivos durante la infancia, a agudizarse y ser deliberados en la adolescencia, hasta ser introyectados en la conducta propia de la edad adulta.

La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro.

Hugo W. Arostegui


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