Hay momentos en que nos parece que “todo
anda mal” que nada ni nadie nos puede comprender y, por ende, tampoco pueden
extendernos una mano solidaria ante la incómoda sensación de soledad y
desamparo que ocasionalmente nos embarga.
Cuando nos encontramos en tal situación
perdemos la noción del horizonte y los nubarrones nos ocultan la luminosidad de
la esperanza, de tal forma, en que todo parece adquirir una tonalidad grisácea,
propias de “esos días” en los cuales la depresión y el desánimo toman cuenta de
nuestro ser.
Se dice que ante lo descrito descendemos
“hasta el fondo del pozo” y es allí, cuando ya no esperamos ningún rescate, que
surge en nuestro interior una nueva fuerza, venida desde quién sabe dónde, que
nos pone nuevamente en carrera otorgándonos un nuevo impulso con el cual
superamos todos los desánimos y los falsos pronósticos que nos asolaban.
Cuando despierta en nosotros esa nueva
fuerza interior, que en la mayoría de las veces la desconocíamos, se dice que
hemos descubierto en nosotros mismos las propiedades que son únicas en el ser
humano, un patrimonio exclusivo de la humanidad, cuyo nombre es: Resiliencia..
Resiliencia corresponde a la capacidad humana de hacer frente a las adversidades de
la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido e, incluso, transformado.
En este enfoque determinado el término está asociado siempre con tensión, estrés, ansiedad, situaciones traumáticas que nos afectan durante el curso de nuestra vida. Los expertos señalan que es algo consustancial a la naturaleza humana, pero que no necesariamente siempre se activa, o aun cuando esté activada, genere una solución positiva. Esta situación misteriosa está basada también en la evidencia de que los elementos constitutivos de la resiliencia están presentes en todo ser humano y evolucionan a través de las fases del desarrollo o ciclo vital, pasando de ser comportamientos intuitivos durante la infancia, a agudizarse y ser deliberados en la adolescencia, hasta ser introyectados en la conducta propia de la edad adulta.
La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro.
En este enfoque determinado el término está asociado siempre con tensión, estrés, ansiedad, situaciones traumáticas que nos afectan durante el curso de nuestra vida. Los expertos señalan que es algo consustancial a la naturaleza humana, pero que no necesariamente siempre se activa, o aun cuando esté activada, genere una solución positiva. Esta situación misteriosa está basada también en la evidencia de que los elementos constitutivos de la resiliencia están presentes en todo ser humano y evolucionan a través de las fases del desarrollo o ciclo vital, pasando de ser comportamientos intuitivos durante la infancia, a agudizarse y ser deliberados en la adolescencia, hasta ser introyectados en la conducta propia de la edad adulta.
La resiliencia es más que la aptitud de resistir a la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es también la aptitud de reaccionar positivamente a pesar de las dificultades y la posibilidad de construir basándose en las fuerzas propias del ser humano. No es sólo sobrevivir a pesar de todo, sino que es tener la capacidad de usar la experiencia derivada de las situaciones adversas para proyectar el futuro.
Hugo W. Arostegui
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