lunes, 4 de abril de 2016

El Derecho y la Justicia

Se cuenta que una vez ,hubo alguien, que se sintió muy mal ,porque todas las personas con las cuales se relacionaba, le llamaban Pato.

 En todo lugar, sin importar lo que estuviese haciendo, en cualquier circunstancia, al dirigirse a él, todos le decían; Pato.

Era Pato para aquí, Pato para allá, situación ésta, que se le fue tornando insoportable, al punto de llevarle a pensar, seriamente, en la necesidad de consultar con un profesional en la materia, a fin de dilucidar, el por qué, todos cuántos trataban con él, le llamaban Pato.

Así las cosas, un día, marcó una consulta con un prestigioso profesional, y allí marchó dispuesto a develar los motivos que llevaban a todas las personas a llamarle, en todas las ocasiones, Pato.

Luego de un minucioso estudio del caso, el profesional consultado, le dice , veamos : por lo que he podido escuchar y observar durante esta consulta ; Usted, amigo mío , tiene cabeza de pato, pico de pato, cuerpo de pato, tiene plumas de pato, camina y se comporta como un pato, por lo tanto , usted ;  ¡ ES UN PATO ! .

Conflictos de identidad como el descrito nos dan una pauta de la forma tan peculiar que tenemos los “homo sapiens”  de disfrazar o esconder, ciertos aspectos, de nuestro comportamiento social, que pudiesen ser, sujetos de censura, por parte de aquellos que observan nuestra conducta.

Es como si dijésemos todo el tiempo: Aunque les parezca que hago cosas de pato, soy un miembro distinguido de la Sociedad de los Cisnes, y puedo mostrar mis credenciales que avalan lo que digo, están equivocados conmigo,    ¡Ignorantes!

Algo semejante pasa con el concepto que tenemos de la aplicación de la justicia.

Se dice que cuando Dios dicto la Ley, surgieron como hongos los abogados, para maniatarla por medio del derecho.

El inolvidable Alfredo Zitarroza nos canta en una estrofa de “La Ley es Tela de Araña” :

 “Siempre había oído mentar, que ante la ley era yo, igual a todo mortal... pero hay su dificultad en cuánto a su ejecución... Si esto se llama igualdad, ¡la perra que los tiró!”.

Siempre pensamos que existe una línea imaginaria que separa claramente lo correcto de lo incorrecto, lo moralmente aceptable, de lo moralmente inaceptable, damos por sentado que existen límites bien definidos entre lo que se considera bueno y lo que rechazamos como malo.

Sin embargo, cuando observamos con atención esa línea imaginaria que mencionamos, veremos que en lugar de separar, esa línea une los opuestos, es una “línea de costura”    que con un hilo muy sutil, “remienda el comportamiento” conformando un entramado de acciones, las cuales no nos parecen tan malas, sobre todo cuando vemos los puntos de costura que se afirman en su lado bueno.

Por eso, cuando alguien en su comportamiento malo, se va acercando en sus acciones, a los límites de lo que es considerado bueno, la línea le atrapa y lo convierte en bueno, si por el contrario, aquel que tiene un comportamiento considerado bueno, se va acercando peligrosamente a los límites de lo considerado malo, también a él la línea le atrapa y le convierte en malo.

En las revelaciones de El Apocalipsis,  leemos lo siguiente:

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente!

Pero por cuánto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
                                                           Apocalipsis 3: 15 – 17

El de comportamiento tibio, ni frío ni caliente, ni malo ni bueno, es aquel que vive con sus pies sobre la línea imaginaria, con su tibieza, cuando se acerca al calor, va aumentando su temperatura hasta confundirse con los calientes, y cuando se acerca al frío, va descendiendo hasta congelarse.

Teniendo en cuenta, esta  “tendencia natural”, que tenemos, de soñar con lo bueno y lo noble, mientras nos dejamos seducir con lo prohibido, esa dualidad de criterio que nos induce, a ser indulgentes en extremo, con nuestros actos, y sumamente severos, al juzgar el comportamiento de los demás, es que deberíamos - por lo menos intentar - reconocer en que lado de la línea nos situamos, cuando pretendemos “aplicar la justicia” en la conducta de nuestro prójimo. 

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebozando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

Y les decía una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?        ¿No caerán ambos en el hoyo?
El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.

¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no hechas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo?

Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. ”
                                                                       Lucas 6: 37 – 42

Estas enseñanzas de Jesús nos permiten apreciar hacia dónde apunta su objetivo, quién pretenda ser su discípulo, deberá tener bien claro, que no habrá lugar para él en las sendas sinuosas e indefinidas donde transitan la mayoría de los mortales.

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.

Si fueras del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. ”
                                                                       Juan 15: 18 – 19

“Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré a dondequiera que vayas.

Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.”
                                   Lucas 9: 57 – 58

Antes, ahora y siempre, habrá intérpretes de la ley, los escribas y fariseos de la época de Jesús, escribas y fariseos que aún permanecen entre nosotros y son aquellos que suelen sentarse en los primeros lugares en casi todas las congregaciones.

“Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas...”
                                                                                   Marcos 12: 38 - 39

Son los conocidos seguidores de “la letra de la ley” los amantes de las formas exteriores, atentos a los detalles que hacen al continente, prescindiendo, como si fuese algo accesorio, de lo esencial, el contenido, lo que Jesús definió como; “El espíritu de la Ley”.

Estos escribas y fariseos, son híbridos, no dan fruto, están secos, no han percibido que la verdadera conversión, lo auténtico, es la que se cultiva de “la piel para adentro” por eso es que andan por la vida como “arbolitos de navidad” con los adornos “colgados” de sus ramas secas.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.

¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos muertos y de toda inmundicia.

Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. ”.
                                                                                   Mateo 23: 25 – 28

Conozco a muchos que se abrogan en forma exclusiva el derecho y la autoridad de obrar en el nombre de Jesús, no lo hacen impulsados por la soberbia, como tampoco creo, que existan otros motivos que no sea el genuino deseo de ayudar y orientar a aquellos que conviven bajo su área de influencia... pero... quienes se adjudiquen esta atribución, deberán tener muy claro el concepto, que representación de, no significa en ningún modo; sustitución o prescindencia del representado.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
                                                                                      Mateo 7: 21 – 23

Este rechazo, duro rechazo, que Jesús demuestra, por aquellos que “interpretan” sus enseñanzas como si éstas fuesen un legado, algo congelado en el tiempo, que necesita forzosamente, ser sujetas a los cambios que la evolución del pensamiento humano ha tenido a lo largo de los siglos, éstos usurpadores inconsultos, si de ellos dependiera, le mantendrían clavado en la cruz; necesitan de su imagen e influencia, mas les incomoda tremendamente su presencia.

Las escrituras nos cuentan, que saliendo Jesús, de Judea rumbo a Galilea, decidió hacer este viaje pasando directamente por Samaria; viene al caso recordar, que los judíos despreciaban a los samaritanos, a tal punto, que preferían realizar un largo rodeo, para no pisar tierra samaritana, en sus viajes desde Judea a Galilea.

El relato nos dice lo siguiente:

“Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.

Y estaba allí el pozo de Jacob.

Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.  -  hora que indicaba el medio día –

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.

Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que  soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.

La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo.

¿De dónde, pues, tienes el agua viva?

¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
                                    Juan 4: 1 – 14

Con esta convicción, de que la vigencia y permanencia del Cristo vivo, es esencial en la orientación de todos aquellos que se proclaman cristianos, es que el apóstol Pablo, se dirige a los Efesios.

“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. ( Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad ), comprobando lo que es agradable al Señor.

Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.

Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es la que manifiesta todo.

Por lo cual dice:

Despiértate, tú que duermes
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.

Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor.”
                                                                                   Efesios  5: 8 – 17

Nos preguntamos: ¿cómo saber cual es la voluntad del Señor? Pablo nos indica que no seamos insensatos sino entendidos, ¿Dependemos de intermediarios para obtener el conocimiento básico que necesitamos?

Sin duda nos hemos hecho innumerables veces, esta pregunta: ¿dónde reside la naturaleza de nuestra relación con Dios? ¿Es un derecho de todos y cada uno ?
O por el contrario, ¿ es algo privativo de ciertos individuos que han logrado alcanzar elevados estados de iluminación personal ?.

La respuesta a estas interrogantes ha sido formulada en forma natural y sencilla por el apóstol Santiago, veamos:

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada...

... Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación...

... El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas...

... Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque  la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

                                                           Santiago 1: 5, 17 – 20

Como vemos, cada uno de nosotros es considerado “como la primicia de sus criaturas”

“Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?

Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.

Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno,
¿Cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?
                                                                                   Lucas   12: 24,27-28

Este amor, que Dios tiene por sus criaturas, es la razón fundamental del ministerio de Jesús entre los hombres, amor que no hace distinciones, que no desecha al pecador.

Es imposible, que el género humano, se salve en la ignorancia de lo sagrado que anida en su interior, para liberarlo de la opresión y el pecado, Dios ha enviado a su unigénito, para pagar el precio de su rescate y saldar con misericordia las demandas de la justicia.

Caminemos junto a Jesús y conozcamos a algunas de las personas con las cuales se relacionó durante su ministerio, veamos la intención clara y manifiesta de compartir su amor con aquellas criaturas humanas a las cuales llamó: mis hermanos, hijos del amado Padre que está en los cielos.

“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.

Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores , que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.

Cuando vieron esto los fariseos,  (cuando no) dijeron a los discípulos:   ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.
Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio.
Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

                                                                                  Mateo 9: 9 – 13

En este pasaje, Jesús les citó, parte de la profecía de Oseas, que dice:

“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió y nos vendará.

Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia tardía y temprana a la tierra...

... Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. ”
                                                                                  Oseas 6: 1 – 3, 6
 La grandeza en el servicio:

A pesar de la sencillez y contundencia de sus enseñanzas, no es nada fácil, seguir a Jesús.

Reunido con sus discípulos, en el aposento alto, donde se instituyó lo que la historia registra como la Cena del Señor, ante la inminencia de los hechos, que culminarían con el sacrificio expiatorio de su guía y maestro, algunos de sus discípulos, disputaron entre ellos, sobre quién sería el mayor en la conducción de la obra encomendada.

El relato de Lucas, nos dice:

“Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.

Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores;

mas no así a vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el mas joven, y el que dirige, como el que sirve.

Porque ¿cuál es el mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve ”.
                                                                                   Lucas 22: 24 – 27

Este concepto de grandeza en el servicio, es la clave para comprender, el verdadero objetivo del ministerio terrenal de Jesús, el cual ha quedado claramente explícito en el siguiente pasaje:

“Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre

Perla de Gran Precio, Moisés 1: 39

La comisión delegada a sus discípulos, es clara y terminante: No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos.

Jesús, no ha venido a este mundo a fundar el “Club de Los Justos”, no ha instaurado entre sus seguidores, “identificadores VIP” destinado a privilegiar a aquellos considerados “dignos de estar en su presencia” sus palabras no pueden ser más elocuentes:
Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
La iglesia que Jesús organizó entre los hombres, es en los hechos, o debería ser; Un gran hospital, un centro de asistencia, el único centro de asistencia donde puedan concurrir los enfermos, los infectados por todas las lacras sociales, que conmovieron, conmueven, y conmoverán a todos los hijos de Dios , desde los días en que Adán y Eva, fueron expulsados del paraíso.

Nos preguntamos: ¿Con quienes estaría Jesús si nos visitara en estos días?

Los organizadores de su agenda quizás estén confirmando reservaciones en el Sheraton, y programando reuniones con los poderosos del mundo, los imperialistas que en el nombre de Dios, invaden y masacran multitudes, los traficantes de armas, los que oprimen con sangre y horror a las naciones, los que adulan a los tiranos, que con la excusa de defender la moral y las buenas costumbres, cometen los mas salvajes abusos y vejámenes contra la libertad de expresión.

Sin olvidarnos de aquellos adoradores del “Dios Capital” de la economía de mercado, los que viven en la opulencia y se glorían en el poder que les proporcionan las riquezas, mientras, a su alrededor, mueren millares, por causa del hambre y las enfermedades, que son clasificados como de segunda clase, los que se hacinan, en medio de la miseria, a los llamados,  ciudadanos del tercer mundo.

De efectuarse esa reunión, seguramente tronará la voz del apóstol Santiago, quién les recordará lo siguiente:

“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.

Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.

Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.

He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.

Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.

Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”.
                                                                                   Santiago  5: 1 – 6

Otra vez, nos preguntamos,  ¿el Señor Jesús, con quienes estará?

Quienes podrán respondernos esta pregunta son los discípulos de Juan a quienes todos conocían por el Bautista.

Ellos le vieron y hablaron con Él, he aquí, lo que les dijo:

“ ... Llamó Juan a dos de sus discípulos y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?

Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?

En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos, y a muchos ciegos les devolvió la vista.

Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio ”
                                                                                                 Lucas 7: 18 – 22

Y para que nadie tuviese ninguna duda, haciendo referencia a Juan el Bautista, Jesús dijo:

“Cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a la gente:

¿Que saliste a ver al desierto?  ¿Una caña sacudida por el viento?

Mas ¿que salisteis a ver?    ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas ?

He aquí, los que tienen vestidura preciosa y viven en deleites, en los palacios de los reyes están.

Mas ¿que salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí os digo, y más que profeta.

Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.

Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista;
pero el mas pequeño en el reino de Dios es mayor que él ...

Y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan.
Mas los fariseos y los intérpretes de la ley (otra vez ellos) desecharon los designios de Dios respecto de  sí mismos, no siendo bautizados por Juan.

Y dijo el Señor: ¿A qué pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes?

Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis.

Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino y decís: Demonio tiene.

Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.

Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
                                                                                   Lucas 7: 24 – 35

Este Jesús, que nos ha redimido, cuya sangre expió absolutamente todos los pecados, del pecador arrepentido, no derramó su sangre en vano, muchos pretenden “administrar” la universalidad de su sacrificio, quieren racionalizar sus acciones, no conciben un amor y una entrega tan profunda.

Estos intérpretes de la ley, se consideran mas realistas que su propio Rey,  y se escandalizan de que “pierda su tiempo” con publicanos y pecadores.

“Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí.

Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?

¿No es éste el hijo del carpintero?
¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?

¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?

Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.
                                                                                              Mateo 13: 53 – 58

De manera que, si Jesús, viniese a su casa, de visita, ¿dónde dicen las                                 escrituras que estaría? ¿ Y con quiénes estaría ?

“Sanará a muchos de enfermedades y plagas...” ¿serán éstos?:
Los infectados por el Sida, Los contaminados por las radiaciones nucleares, Los que andan por las calles arrastrando sus miserias, de alcohol, prostitución y drogas...

“... y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista” ¿serán éstos?:

Los que aplican la violencia con sus mujeres e hijos, los violadores, asaltantes, los que practican la pedofilia, las madres que maltratan y abandonan a sus hijos, los malos gobernantes, los corruptos, los que están presos en todas las cárceles del mundo ... 

“Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio”    ¿serán éstos?:

Los niños que nacen en hogares que están por debajo de la línea de pobreza, los que mueren por desnutrición, los descuartizados por las bombas, las víctimas del terrorismo,... una larga y terrible lista que no queremos continuar, pero que estará plenamente actualizada, por quién expió cada una de las iniquidades humanas, y las sintió fluir en el sudor de sangre que brotó por cada poro de su cuerpo.



“Así que no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.

Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed mas bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.

Pues aún vuestros cabellos están todos contados.

Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.

 Hugo W. Arostegui                  

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