A medida que nos acercamos a los últimos días del
calendario, nos vamos sintiendo propensos a realizar una retrospectiva de días
y meses surcando en vuelo rasante por
los distintos episodios que atesoramos en nuestra memoria, que cual si fuesen
cuentas de un imaginario rosario, nos van permitiendo repasarles uno a uno mientras les dejamos deslizar, lentamente,
por las yemas de nuestros dedos, como
quien acaricia una ilusión largamente retenida en las retinas.
Todas las personas con las cuales me he contactado a través
de las redes sociales a lo largo de este año me han dejado su impronta en el
camino recorrido, algunas de ellas mantienen un vínculo fluido que se renueva y
vigoriza, otras, muy queridas y sentidas, se han desprendido un tanto
furtivamente, no obstante mantener una participación activa en sus
publicaciones, pareciera que con la misma intensidad en que afloran sus sentidas
y genuinas emociones, éstas, cual si fuesen
la lava de un volcán enfurecido, oscilan bruscamente de un extremo al
otro de la báscula que intenta vanamente sopesar la carga emotiva de sus
reacciones.
El poeta metafísico, John Donne, allá por el año 1624 nos
comentaba:
Nadie es una isla, completa en sí mismo; cada hombre es un pedazo de
continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de
tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque
estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quien
doblan las campanas: doblan por ti.
John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions
Agregando:
: La muerte de cualquier hombre
me disminuye porque estoy ligado a la humanidad [...]por quién doblan las
campanas: doblan por ti.
Ernest Emingway, en
el año 1940, cuando oficiaba como corresponsal de guerra en España, publicó una
novela cuyo título fue precisamente “Por Quién Doblan Las Campanas” en la cual
relata la tragedia de la guerra civil española a través de personajes, que,
salvando las distancias, bien que podrían identificarse con muchos de nuestros
contactos de la vida diaria con sus cúmulos de virtudes y miserias, con sus
anhelos y fracasos y sobre todo por su persistencia en continuar transitando
por las diversas sendas de la existencia, inhalando y exhalando su aliento de
vida.
“En
el sentido recóndito e intestino, Por quién doblan las campanas, es una
insinuación de la multiplicidad del ser que se hace desde el título del libro,
si se quiere desde el mismo enunciado. El hombre hace parte de un "ser
colectivo" constituido por todos los hombres; inexorablemente cuando algo
de la existencia desaparece es una parte que se desmorona del "ser
único" que conforma la humanidad (la unión de todos los seres), que emana
la existencia como una rúbrica social.”
Desde hace mucho tiempo, tantos, que no alcanzo a distinguir
cuando fue que lo aprendí, me enseñaron que el secreto de cultivar el bien
consiste en lo que hagamos en el trato diario con nuestro prójimo, entendiendo
como nuestro prójimo, a toda persona con la cual nos relacionemos, incluyendo
en este concepto, por extensión, a todos
los seres vivientes que conforman nuestro hábitat natural.
Cuando compartimos nuestro tiempo con los demás, y conste
que cuando decimos “nuestro tiempo” lo que estamos expresando es un acto de
“apropiación indebida” nos apropiamos de
algo de tanto valor, que no existe una unidad de medida que se atreva a
evaluarlo, lo cierto es que podrán haber infinidad de posesiones que podamos
tildar como “nuestras” pero el tiempo existe fuera de nuestro alcance, es una
dádiva divina, un maná de los cielos, un alimento de eternidad para crear, para convertir los tiempos
finitos, el que se nos escurre como arena entre los dedos, en experiencias de
vida que permanecerán en nosotros en la nitidez de los recuerdos.
En este tiempo transcurrido he querido ser parte de las
cosas agradables que suceden cada día, de hacer brotar de la fuente que fluye
desde el fondo de mi alma, el agua pura y cristalina que vivifica la aridez de
nuestras acciones, los caminos por los cuales discurren nuestras intenciones no
siempre suelen alcanzar los objetivos propuestos , si esta ha sido tu
experiencia, querido amigo/a , acepta mis sinceras disculpas , estaré presente,
en el transcurrir de las horas, deseándote un nuevo año pleno de
satisfacciones.
Hugo W Arostegui
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