Antiguamente, cuando éramos más
jóvenes, a quienes padecían de una Insastifacción crónica, se les decía que “tenían
el mal de la parda Flora” lo que se
acompañaba con la siguiente frase: a la parda Flora si le haces una caricia
grita y si no la atiendes llora”.
Pues bien. Resulta que este mal “el
mal de la parda Flora” continúa muy activo en las redes sociales y son varias las personas que padecen actualmente de este mal, que como lo hemos mencionado, ahora
ostenta una denominación científica más acorde con los tiempos modernos de la
era informática.
Todavía podemos escuchar ciertos
comentarios de gente que ha realizado ingentes esfuerzos por lograr sus
objetivos y una vez que éstos han sido alcanzados, en lugar de demostrar su
satisfacción por el aparente éxito de su trabajoso emprendimiento, suelen
manifestar a los cuatro vientos, de que no están en absoluto conformes con los
resultados obtenidos, en fin, parece que este “mal de la parda Flora” continúa
haciendo de las suyas aún en plena era informática.
Agregamos:
La insatisfacción es un sentimiento que aparece cuando
las cosas que tenemos o que hemos conseguido no nos parecen suficientes o no
cubren por sí mismas nuestras expectativas. Todas las personas sufrimos de
alguna u otra manera de un sentimiento de insatisfacción ‘sana’, que nos ayuda
a seguir buscando, a intentar ser mejores cada vez, y a progresar en nuestra
jerarquía de prioridades, en busca de la autorrealización. Por lo tanto, desde
esta perspectiva, la insatisfacción es una emoción buena y necesaria, que nos
impulsa hacia el crecimiento personal.
Sin embargo, algunas personas, lejos de manifestar un
sentimiento de insatisfacción concreto suscitado por un determinado suceso,
algo natural que todos hemos experimentado en alguna ocasión, presentan unos
elevados niveles de insatisfacción crónica, que se mantienen en diferentes
momentos de su vida, interfiriendo de manera significativa en todos los
aspectos de la misma.
La causa más frecuente de la insatisfacción crónica
son los problemas del estado de ánimo, como el trastorno depresivo; pero puede
existir una insatisfacción crónica sin presencia de depresión en
aquellos casos en los que la persona no se siente realizada, o considera que lo
que ocurre en su vida no persigue ningún objetivo concreto, bien porque ella
misma no acierte a establecerlo, o bien porque otras personas o circunstancias
le impidan conseguirlo. En el primer caso, la insatisfacción cursa con elevados
niveles de frustración, tristeza y apatía, mientras que, en el segundo caso, es
la ira quien coge de
la mano a la insatisfacción para hacerle la ‘tarea’ más complicada a quien la
padece.
Finalmente, existen personas para quienes la
insatisfacción no está siempre presente, sino que aparece poco tiempo después
de haber conseguido su objetivo. Este hecho, que podría parecer contradictorio,
suele ocurrir en personas que tienen un pronunciado rasgo de búsqueda de
sensaciones y que, por lo tanto, rápidamente se 'cansan' de sus logros, y
pierden interés por ellos. También ocurre en aquellos casos en los que las
metas han sido demasiado fáciles de conseguir por lo que, una vez alcanzadas,
pierden interés.
En definitiva, parece
que gritar y llorar, continúa vigente
Hugo W. Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario