viernes, 8 de abril de 2016

El Burrito De La Noria


Desde siempre, los fabricantes de las innumerables norias, que se han instalado con el propósito de que permanezcan firmemente adheridas en nuestro subconsciente,  han desarrollado una técnica de sumisión tan eficiente que aún en nuestros días, en los que presenciamos  la mayor cantidad de información - desinformación circulando por todos los medios de comunicación que la tecnología nos ha permitido desarrollar, continúan siendo tremendamente efectivas en el condicionamiento nuestro comportamiento tanto individual como colectivo.

No en balde, un maestro en el arte de la manipulación, como lo ha sido sin ninguna duda Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, quién recurría con frecuencia a una frase que sus sumisos seguidores repetían al ritmo de sus autoflagelaciones, como una afirmación del grado de sometimiento alcanzado:

"¡Bendita perseverancia del borrico de noria! Siempre el mismo paso. Siempre las mismas vueltas. Un día y otro: todos iguales.

Y así andamos, día tras día, girando alrededor de un pértigo que nos mantiene firmemente ligados a propósitos que en su esencia nos son ajenos, que nos alienan, que nos hacen vivir una vida que creemos que nos pertenece, que somos libres e informados, que vamos por el buen camino, el que ha sido trazado por quienes han logrado la iluminación de sus dioses  y ejercen el derecho de dictarnos las normas de vida que nos asegurarán un justo premio si seguimos constantes, firmemente asidos a una ilusión, sin otra perspectiva  que la de continuar y continuar, sin mirar ni apreciar otra cosa que la sabrosa zanahoria que se nos ha puesto por delante… así, tozudamente… continuamos.

Veamos: Si de economía se trata, se nos dice que el sistema financiero está en crisis y que por lo tanto ¡tenemos que salvar al sistema!  Y salvar al sistema requiere sacrificio, deberíamos preguntarnos “¿sacrificio de quienes” , pero la noria no nos permite tales preguntas, nuevamente resuenan en nuestros oídos la interrogante: que está primero: ¿el huevo o la gallina? 

Y en lugar de responder que nos importa un rábano tanto el huevo como la gallina, que las crisis deben ser asumidas por quienes las han generado, que la economía y el sistema financiero que se enquista en ella y la succionan sin piedad , no son más que una mera herramienta puesta al servicio de la sociedad en su conjunto, y que los papeles llenos de distinguidas firmas de banqueros y políticos corruptos que determinan el monto de tan abultada deuda  no son más que eso: papeles, y como tales deberían esperar su turno.

Los papeles de los tenedores de deuda registrados en los Bancos Centrales del Mundo, no generan la producción que hace posible la vida en sociedad, por lo que habrá que dar prioridad a quiénes producen, porque producción es sinónimo  de riqueza y de trabajo y trabajo es sinónimo de dignidad y bienestar de las naciones y eso es lo prioritario, la gallina no come papeles ni sus excrementos son monedas, de manera que recortemos lo que hay que recortar, es la hora de apostar y defender  la vida, de dar cobertura a las necesidades básicas de nuestra especie.

Y cuando hablamos de defender la vida, ¿Qué es lo que oímos? Que nos dicen los dueños de la noria? ¡Debemos luchar contra el aborto! Eso es lo que dicen.

Y yo humildemente me pregunto: Donde reside el aborto?  Será que sólo percibimos lo que pueda suceder en el interior del útero, ¿eso es la vida que hay que defender?, y que decimos del fruto de ese vientre?  Cuántos de esos niños nacidos vivos morirán en los próximos meses?

En la mirada cortoplacista de los que damos vueltas en la Noria, nos preocupa más, los nueve meses en el interior de una gestante, que los hipotéticos años de vida de quien llega a este mundo, antes se decía que los niños al nacer lloran por causa de una suave palmadita en sus nalgas, ahora sabemos, que su llanto se debe a que debe asumir su cuota parte de deuda financiera, que le privará de una buena cobertura de salud, que tendrá una mediocre educación, y ni que hablar de su futuro, cuando se entere que uno de cada cuatro de los que vengan a este mundo, dentro de veinte años, engrosarán las filas de los aspirantes a un empleo que no se vislumbra en el horizonte.

Así va la noria.

Hugo W. Arostegui


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