Desde siempre, los fabricantes de las innumerables norias,
que se han instalado con el propósito de que permanezcan firmemente adheridas
en nuestro subconsciente, han
desarrollado una técnica de sumisión tan eficiente que aún en nuestros días, en
los que presenciamos la mayor cantidad
de información - desinformación circulando por todos los medios de comunicación
que la tecnología nos ha permitido desarrollar, continúan siendo tremendamente
efectivas en el condicionamiento nuestro comportamiento tanto individual como
colectivo.
No en balde, un maestro en el arte de la manipulación, como
lo ha sido sin ninguna duda Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, quién recurría
con frecuencia a una frase que sus sumisos seguidores repetían al ritmo de sus
autoflagelaciones, como una afirmación del grado de sometimiento alcanzado:
"¡Bendita perseverancia del borrico de noria!
Siempre el mismo paso. Siempre las mismas vueltas. Un día y otro: todos
iguales.
Y así andamos, día tras día, girando alrededor de un pértigo
que nos mantiene firmemente ligados a propósitos que en su esencia nos son
ajenos, que nos alienan, que nos hacen vivir una vida que creemos que nos
pertenece, que somos libres e informados, que vamos por el buen camino, el que
ha sido trazado por quienes han logrado la iluminación de sus dioses y ejercen el derecho de dictarnos las normas
de vida que nos asegurarán un justo premio si seguimos constantes, firmemente
asidos a una ilusión, sin otra perspectiva
que la de continuar y continuar, sin mirar ni apreciar otra cosa que la
sabrosa zanahoria que se nos ha puesto por delante… así, tozudamente…
continuamos.
Veamos: Si de economía se trata, se nos dice que el sistema
financiero está en crisis y que por lo tanto ¡tenemos que salvar al
sistema! Y salvar al sistema requiere
sacrificio, deberíamos preguntarnos “¿sacrificio de quienes” , pero la noria no
nos permite tales preguntas, nuevamente resuenan en nuestros oídos la
interrogante: que está primero: ¿el huevo o la gallina?
Y en lugar de responder
que nos importa un rábano tanto el huevo como la gallina, que las crisis deben
ser asumidas por quienes las han generado, que la economía y el sistema
financiero que se enquista en ella y la succionan sin piedad , no son más que
una mera herramienta puesta al servicio de la sociedad en su conjunto, y que
los papeles llenos de distinguidas firmas de banqueros y políticos corruptos
que determinan el monto de tan abultada deuda
no son más que eso: papeles, y como tales deberían esperar su turno.
Los papeles de los tenedores de deuda registrados en los
Bancos Centrales del Mundo, no generan la producción que hace posible la vida
en sociedad, por lo que habrá que dar prioridad a quiénes producen, porque
producción es sinónimo de riqueza y de
trabajo y trabajo es sinónimo de dignidad y bienestar de las naciones y eso es
lo prioritario, la gallina no come papeles ni sus excrementos son monedas, de
manera que recortemos lo que hay que recortar, es la hora de apostar y
defender la vida, de dar cobertura a las
necesidades básicas de nuestra especie.
Y cuando hablamos de defender la vida, ¿Qué es lo que oímos?
Que nos dicen los dueños de la noria? ¡Debemos luchar contra el aborto! Eso es
lo que dicen.
Y yo humildemente me pregunto: Donde reside el aborto? Será que sólo percibimos lo que pueda suceder
en el interior del útero, ¿eso es la vida que hay que defender?, y que decimos
del fruto de ese vientre? Cuántos de
esos niños nacidos vivos morirán en los próximos meses?
En la mirada cortoplacista de los que damos vueltas en la Noria,
nos preocupa más, los nueve meses en el interior de una gestante, que los hipotéticos
años de vida de quien llega a este mundo, antes se decía que los niños al nacer
lloran por causa de una suave palmadita en sus nalgas, ahora sabemos, que su
llanto se debe a que debe asumir su cuota parte de deuda financiera, que le
privará de una buena cobertura de salud, que tendrá una mediocre educación, y
ni que hablar de su futuro, cuando se entere que uno de cada cuatro de los que
vengan a este mundo, dentro de veinte años, engrosarán las filas de los
aspirantes a un empleo que no se vislumbra en el horizonte.
Así va la noria.
Hugo W. Arostegui
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