lunes, 12 de septiembre de 2016

Tomemos Un Mate


Comenzamos esta nota con el ánimo de comunicar “nuestras sensaciones”  las que provienen de la captación que hemos tenido de los acontecimientos que han ocurrido y nos han dejado sus impresiones las que hemos “degustado” en nuestros mates matinales y todavía conservan ese sabroso sabor a yerba mate (amarga con un poco de ginko biloba)

Y esto es lo que hacemos luego de someter estas impresiones a un somero análisis durante el mate y decidirnos a compartir a través del teclado los lineamientos que nuestro intelecto (que parece que todavía algo funciona) nos mentalice sobre cuáles podrían ser las palabras más oportunas para describirlas.

Como se puede fácilmente apreciar no es necesario que ocurra algo extraordinario o fuera de lo que podríamos considerar “hechos normales de cada día” lo que pasa es que cuando pensamos en éstos acontecimientos es inevitable que los vinculemos con quienes han sido los gestores de todo lo ocurrido y éstos, los gestores, son las personas que conocemos y estimamos, entonces todo lo que ocurre con ellos tienen agregado “la dimensión” que los sentimientos le aportan a todo lo ocurrido.

Ocurre lo mismo con nuestros hijos, dicen que no existen madres que encuentren feos a sus hijos, siempre serán los más lindos del mundo, pues bien, cada acontecimiento que analizamos en nuestro mate por las mañanas adquiere la dimensión única que sólo pueden imprimirle aquellos que han sido o son los que, por una razón u otra, sentimos como vinculados con este asunto.

Esto es lo que hoy sentimos y decimos.

Hugo W Arostegui


domingo, 11 de septiembre de 2016

La Cola Contra La Silla


En nuestra etapa de estudiantes solíamos transitar por lo que llamaremos “esto que estoy haciendo ¿para qué me sirve?” es decir, que ante la necesidad de poder atisbar en un horizonte aún lejano la probabilidad de lograr los resultados que aspirábamos alcanzar mediante nuestro esfuerzo y sacrificio, en la un tanto tediosa asistencia diaria a los centros de estudio a los cuales concurríamos.

La necesidad de encontrar una respuesta afirmativa a todas las inquietudes que nos solían inquietar nos llevó a solicitar la opinión de nuestros profesores cada vez en que surgía la oportunidad, 
generalmente durante las charlas informales que periódicamente se organizaban con la presencia de destacados especialistas en área educativa.

Recuerdo una de las respuestas más impactantes que hemos recibido y de la cual todavía permanece en mi mente su invalorable vigencia, la disertación de este especialista mencionado se refería a la importancia de persistir en el esfuerzo y evitar la tentación de caer en una diversidad de atajos que si bien podrían en determinadas circunstancias ofrecernos resultados inmediatos, como conseguir un empleo remunerado , por ejemplo, en realidad nos podrían llevar a dilatar, o lo más grave aún, renunciar a la continuidad de los estudios, alegando falta de tiempo, el haber contraído nuevos compromisos o algunas otras cosas por el estilo.

La respuesta en cuestión fue contundente y nos dijo: “para lograr el éxito en cualquier objetivo que nos propongamos en la vida, los atajos son una quimera, un espejismo como otros tantos que podamos encontrar, nuestra realización estará siempre ligada a que podamos superar el test más importante, el test de la cola contra la silla.”

Esto significaba, nada más y nada menos, que nada podrá sustituir al esfuerzo de pasar largas horas sentados frente a nuestros libros de estudio afirmando los nuevos conocimientos demandados por cualquier especialización que tengamos por delante, debo aclarar que las palabras utilizadas por el disertante fueron crudas y específicas, en lo personal todavía conservo “cierto recato” en mis expresiones y algunas palabras simplemente no las utilizo, lo que se dijo en aquella recordada oportunidad no mencionaba precisamente “a la cola” sino otra expresión un tanto más vulgar, que seguramente se podrá fácilmente imaginar.

Hugo W Arostegui


sábado, 10 de septiembre de 2016

Aclaremos: Sin Poner Agua A La Leche


Cuando era niño se recurría a un dicho muy en boga en la época que decía más o menos así:
“aclaremos dijo un vasco y le agregaba agua a la leche” pienso que de vez en cuando se hace necesario recurrir a nuestros orígenes para intentar despejar algunas dudas que puedan surgir entre quienes acceden a la lectura de nuestras opiniones.

Aclaramos que no representamos ni tenemos ningún tipo de compromiso con asociación alguna, sea esta de tipo social, religioso, político, etc., por lo que se desprende que mis opiniones, de la índole que sean, son eso, mis opiniones, libres e independientes, totalmente ajenas a cualquier interés por muy loable que este parezca.

Cuando se me manifiesta, que debería en mis opiniones, ser más específico y comprometido, lo que me resta por responder es lo siguiente: el trazado de mi línea de pensamiento es mantener, o intentar mantener, una forma ecuánime de opinar, respetando todas las tendencias de cada uno y aceptando por consiguiente todas las posturas evitando de esta manera los consabidos prejuicios que enturbian cualquier concepto de unidad en la diversidad.

La libertad de acción y de opinión es un derecho indelegable e insustituible, que no admite padrinazgos ni tutelas de ningún tipo, considero que no es necesario agregar más agua a esta leche porque se desborda.

Hugo W. Arostegui


viernes, 9 de septiembre de 2016

Desconcierto



“Estado de confusión o desorientación en que queda una persona a causa de algo inesperado o sorprendente.”

Últimamente el flujo de las noticias parecen oscilar de un extremo al otro entre lo absurdo y lo incomprensible en la búsqueda constante de “captar nuestra atención” difundiendo “con bombos y platillos” noticias de carácter urgente provistas de un contenido informativo pseudo sensacionalista con la aparente única finalidad de “plantarse en medio de todos nosotros” no solamente durante el transcurso del noticiario sino que además con la marcada intención de que nos quedemos prendidos de todo lo que se pudiese informar sobre este asunto en cuestión por varios programas subsiguientes.

En realidad la información recibida no pasa de ser una más como tantas otras difundidas con consecuencias dualistas  y carentes de objetividad y contundencia con enunciados tales como: “que pueden ser” “que se dice” “que intervendría la justicia” y varios otros etcéteras.

Es por esto que mencionamos el desconcierto, de tantas noticias emitidas por los distintos servicios informativos que nos ofrecen sus primicias, cuando nos detenemos a pensar en cuanto realmente sabemos sobre todo lo recibido con el rotulo de información trascendente no nos queda otro consuelo que el rememorar al filósofo Sócrates, cuando nos dijo: “yo solo sé que no se nada y al saber que no sé nada sé algo.”


Hugo W Arostegui

jueves, 8 de septiembre de 2016

La Comodidad



Es muy probable que no exista otra sensación más grata que la que nos pueda proporcionar la comodidad y el confort, una vez que nos “acomodamos” en nuestro sillón preferido todo lo demás pasa a un segundo plano y pensamos que seguramente aquí “no pasa nada” y si hipotéticamente algo ocurriera, mejor será que sea muy lejos y no nos incomode.

De forma natural buscamos la comodidad, es nuestra tendencia. Cuanto te sientes cómodo estás seguro, arropado y tranquilo; todo o la mayor parte de lo que sucede está bajo tu control y no percibes ninguna amenaza potencial. Sin embargo, ¡cuidado! Por un lado, no vas a poder permanecer siempre en este estado y, por otro, tampoco es bueno que lo hagas: vas a debilitar tus fuerzas y limitar tu crecimiento.
Buscando la comodidad limitamos nuestro mundo, evitando así situaciones propicias para nuestro desarrollo y crecimiento personal.
Las situaciones o las personas no son incomodas por sí mismas, la incomodidad surge de nuestra experiencia personal, y somos nosotros los que nos sentimos incómodos ante ciertas situaciones o personas. Cuando se adopta esta perspectiva, cambiamos el foco de nuestra atención; dejamos hacia el exterior para buscar respuestas y propuestas en nuestro interior.”

Esa es nuestra naturaleza, se dice que “el hombre natural es enemigo de dios” y lo que podríamos agregar es que el hombre natural se rige por otras normas de sobrevivencia en las cuales no están previstas las actitudes altruistas  como lo pueden ser el amor al prójimo y la solidaridad.

Hugo W Arostegui



Protagonistas


Crecemos con la noción de que aquello  que no llega a difundirse en los medios, sean éstos gráficos o televisados, o “colgados” en las redes sociales, páginas web, correo electrónico, etc. no merecen ser considerados como noticia relevante y en consecuencia, no existen.

Tenemos la marcada tendencia a considerar como noticias dignas de crédito a aquellas que inundan nuestras fuentes de información y por tal razón corremos el riesgo de ser un tanto “saturados” por el sensacionalismo impregnado en la procura de “captar nuestra atención”

Resulta entonces que “la sensación térmica” que todos tenemos como imperante en la sociedad que integramos  es el resultado de “tales noticias” donde todo lo que tiene que ver con los “males de moda” llámense, asesinatos, robos, violaciones, accidentes graves, víctimas fatales, etc.

Estas son las noticias que recibimos y como consecuencia encontraremos como resultado la posibilidad de identificar a “los protagonistas”  de los acontecimientos más relevantes que han “sacudido” por no decir, alarmado, a todos nuestros conciudadanos, que harán sentir sus reclamos (y justo es considerar que les asiste todo el derecho de hacerlo, y que  además, deben hacerlo.)

Lo lamentable de todo este asunto es que como no se mencionan una multitud de buenas obras que a diario se realizan, o mejor dicho, realizamos todos, o casi todos los demás integrantes de la sociedad, esto no forma parte del “menú de noticias” éstos sucesos que nos congratulamos de que realmente sucedan no llaman la atención de los medios informativos, no son noticia y sabido es que “sin noticias no hay protagonistas” solamente son reconocidos por un “círculo íntimo” donde tales hechos se desarrollan.

Estos son los verdaderos protagonistas, los  ignorados pero siempre vigentes, todos aquellos que como cada uno de nosotros, hace de la solidaridad “el pan nuestro de cada día”.


Hugo W Arostegui

martes, 6 de septiembre de 2016

El Ciudadano



Muchos se han de preguntar cómo habrá que comportarse o que actitud adoptar para poder sentirse en consonancia con la realidad actual que nos circunda y poder responder sin claudicar en todas las oportunidades en que sea necesario marcar nuestro compromiso acorde y en consonancia con los postulados que nos motivan.

No es necesario para asumir un compromiso con nuestra vida en sociedad la adopción de posturas radicales o violentas pues lo que pudiésemos componer con nuestras exigencias lo estaríamos destruyendo en un enfrentamiento que deberíamos evitar, pues  lo que resulta muy claro es que la violencia sólo puede engendrar más violencia, en este caso estaríamos hablando de violencia multiplicada, la que pudiésemos ejercer nosotros y las que en contrapartida ejercerán quienes deban reprimir tales acciones.

Lo que sí se requiere de un ciudadano comprometido con la sociedad que integra es una firme vocación de legalidad en todas nuestras acciones impidiendo que las suspicacias, la informalidad y el comportamiento deshonesto tengan cabida en cada una de las transacciones que se realicen.

En el marco de una sociedad debidamente organizada como la que cada uno de nosotros integra lo que debe imperar es la ley que nos representa y protege, eso sí, a la hora de ejercer nuestro deber cívico, quienes sean electos por la mayoría de nuestros votos deberán tener muy en cuenta el compromiso asumido ante los ciudadanos, entonces todos sabremos que para ser dueños de nuestro destino lo que es necesario es estar atentos al quehacer nacional, no bajar la guardia bajo ningún concepto y rechazar la corrupción venga de quien venga.

Hugo W Arostegui