domingo, 26 de marzo de 2017

Lo Que Nos Queda Por Resolver Y Superar


Lo que nos enoja de cierta actitud de alguien o lo que nos molesta de una determinada situación que nos toca enfrentar, es que nos muestran, tal como si fueran un espejo, un rasgo o un conflicto que en realidad son nuestros, que forman parte de nuestro mundo interior.

La situación o la persona que nos enojan, recrean frente a nosotros una característica propia, de nuestra personalidad. Pero no una característica cualquiera, sino una con la que no estamos conformes, que nos resulta especialmente desagradable y a la que combatimos en nosotros mismos.

La interpretación de cuál es la verdadera causa del dolor que experimentamos durante un conflicto, es una tarea exclusivamente personal. A veces otras personas (un terapeuta, por ejemplo) pueden ayudarnos con una interpretación acertada, pero esa ayuda nos será de utilidad sólo si nos conduce a una comprensión personal acerca de la verdadera causa de nuestro malestar. Con esta salvedad y sólo como una guía muy general para tratar de interpretar correctamente qué rasgo nuestro nos está mostrando una determinada situación externa, te propongo una sencilla clasificación. Se trata de tres formas muy frecuentes que adopta el mecanismo de la proyección para “ocultarnos” alguna característica nuestra que aún no hemos podido aceptar:

1) Con frecuencia encontramos especialmente desagradables algunos rasgos de la personalidad de otras personas que también podemos observar en nosotros. Por ejemplo, si somos impuntuales y esa es una característica nuestra que nos disgusta o nos avergüenza, tal vez también nos moleste mucho ver ese “defecto” en los demás.

2) A veces las características de otras personas que nos disgustan exageradamente no son rasgos de nuestra personalidad. De hecho, nunca y bajo ninguna circunstancia nos permitiríamos actuar de esa manera “tan desagradable”. Bien, probablemente sí se trate de una característica nuestra, pero de una que hemos reprimido, tal vez como estrategia defensiva durante el proceso de educación, si nos resultó muy estricto. Por ejemplo, los padres de hoy que se enojan por lo desordenados que son sus hijos adolescentes, educados en un entorno más tolerante. Sin lugar a dudas hay rasgos de la personalidad que efectivamente son valiosos y que ciertamente es conveniente tener. Así, es preferible que seamos ordenados, responsables, honestos o generosos, antes que desordenados, irresponsables, deshonestos o egoístas. Pero sólo si hemos podido desarrollar una determinada cualidad, a lo largo de un proceso de maduración o crecimiento, podemos realmente considerarla nuestra y ser indiferentes a lo que hagan los demás. No si la adoptamos por temor.

3) Por último, solemos ser especialmente susceptibles a ciertas formas de trato desconsiderado o de maltrato. En estos casos es muy probable que estemos siendo tratados exactamente de la misma manera en que nos tratamos habitualmente a nosotros mismos. Y lo que el enojo que sentimos hacia el otro pretende ocultar es el profundo malestar que nos causa la falta de una relación sana y amorosa con nosotros mismos.

Si esta materia continúa indicándonos que permanece “en el debe” dentro de las cualidades que deberíamos superar, esperamos que encuentres el modo adecuado de incorporarla a tus realizaciones personales.


Hugo W Arostegui

sábado, 25 de marzo de 2017

El Valor De La Vida

Nada debe valorarse más que la vida humana, de la misma manera que no hay justificación para que un ser humano se considere superior a otro. Sin embargo, nos encontramos inmersos en un sistema deshumanizante que otorga valor a las personas por el dinero, posesiones o logros.

Tenemos un valor incalculable; no somos el resultado de la evolución, de un accidente cósmico o una forma de vida biológica elevada que por casualidad adquirió conciencia. Fuimos creados como seres racionales, con moralidad, voluntad y discernimiento, únicos sobre la tierra con cuerpo, alma y espíritu, capaces de obrar para bien. 

Somos obra de un creador que con sabiduría e inteligencia nos hizo con un propósito, que no consiste en acumular posesiones o riqueza, sino en que tengamos como prioridad el cuidado y desarrollo integral de todo ser humano desde el momento de su concepción, utilizando para ello todos los recursos disponibles.

La racionalidad y moralidad nos da la capacidad de obrar para el bien, no solo para sí mismo, sino también para los demás. ¿Qué ha ocurrido entonces que hemos desvalorizado la vida, perdiendo la sensibilidad ante la necesidad y el dolor ajeno? Los grandes desafíos que tenemos en nuestro país, como la desnutrición infantil, carencia de atención en salud primaria y preventiva, el hambre y la miseria, el analfabetismo, la violencia que produce muerte y dolor a millares de familias o la desintegración familiar, exigen de cada uno de nosotros una respuesta concreta, comenzando con los gobernantes, puesto que han sido puestos en autoridad para servir, para buscar el bien común, no el beneficio propio.

Con frecuencia argumentamos que somos un país pobre, dependiente y limitado para enfrentar estos desafíos. Sin embargo, somos un país rico en recursos y potencial humano, con capacidad de generar oportunidades para el desarrollo integral de todos sus habitantes. 

El verdadero problema radica en que no estamos valorando la vida en la dimensión correcta, nos hemos vuelto indiferentes ante el drama de nuestros semejantes. Esto se evidencia, por un lado, en la forma como se administran y distribuyen los recursos públicos (actos de corrupción o en la priorización de cosas que no buscan satisfacer las necesidades primarias de la población) y por el otro, en la negativa o evasiva de cumplir a cabalidad la responsabilidad de pagar impuestos. Tanto lo uno como lo otro es inmoral y condenable.

La valoración del ser humano es un desafío ético para todos los que formamos parte de la sociedad. La riqueza y las posesiones son instrumentos que deben servir para el beneficio de los demás, no para fines egoístas.


Evaluemos nuestro actuar, cumpliendo de manera justa y honesta con el rol que nos corresponda y en cuanto tengamos la oportunidad y la posibilidad ayudemos al necesitado, recordando que aquel que sabe hacer el bien y no lo hace, le cuenta como pecado, porque pudiendo hacer algo por sus semejantes y no lo hizo, se hace parte del problema, no de la solución.

platiquemos@familiasenpaz.com

Retrospectiva


El ser humano vive en el tiempo. A nivel de existencia, vive en presente, es decir, no existe más realidad que el ahora. Sin embargo, desde el punto de vista mental, una persona puede analizar lo que ha ocurrido a través del recuerdo y traer al presente momentos del ayer a través de la memoria. 

Es muy positivo vivir centrado en el presente pero también es importante hacer una pausa en determinado momento para hacer balance.

Existen etapas en las que es especialmente habitual hacer balance, por ejemplo, a final de año. Un momento en el que la persona realiza una retrospectiva, es decir, enumera los momentos más importantes que han ocurrido a lo largo del año. Dicha retrospectiva puede aplicarse a un contexto concreto, por ejemplo, al trabajo, al ámbito personal o al familiar.

Es común actualmente encontrarnos con términos un poco confusos a la hora de definir ya sea para nuestras vidas, o para las empresas un diagnóstico del estado actual, y posiblemente una manera de mejorar.

En todo caso, más importante que conocer los conceptos, es saber aplicarlos y obtener provecho de los mismos.


La retrospectiva es un tiempo para reflexionar y mejorar las propias prácticas. La retrospectiva es más que una revisión del pasado. Ofrece además, la oportunidad de mirar hacia adelante, para trazar la próxima meta y planificar de forma explícita lo que se abordará de manera diferente la próxima vez. 

Es una de las herramientas utilizadas para inspeccionar y adaptar el proceso con el propósito de mejorarlo continuamente.


Dispersión Una Alternativa De Evasión


El conjunto de lo que nos es sometido, que aparece bajo el ojo de nuestra conciencia (cualquiera que sea el lugar donde está situada) nos da a ver lo que llamamos, mente dispersa. No hay puerta de salida sino una puerta de entrada. Querer salir de nuestros propios pensamientos es tan inútil como querer salir dentro: no podemos más que entrar. Es decir, aceptar observar lo que se desarrolla y refutarlo. 

Mirar no quiere decir aceptar. 

¿Por qué nos descentramos fácilmente? ¿Qué es lo que nos desestabiliza y nos hace perder el centro? ¿Dónde se sitúa la causa profunda, no las causas, no en nuestra historia, o en tono histórico, sino más bien en el instante presente? ¿Qué es lo que pasa en ese momento? ¿Por qué nos trastornamos? ¿En qué nos trastornan estos pensamientos que no nos conciernen? 

Esto significa, por supuesto, que hay una incapacidad para poner distancia y para refutar nuestros propios pensamientos, traduciendo, allí también un principio de identificación a lo que pasa, lo que no es inmutable, lo que no es eterno. Estamos, de alguna manera distraídos por lo que es pasajero, por lo que solo concierne a la personalidad y a su desarrollo en esta materia. 

Nos olvidamos que no somos esto. Hay por lo tanto un sentimiento de implicación exagerado en lo afectivo, en las relaciones, en lo que es vivido, en estos pensamientos que se desarrollan. Estamos de alguna manera bamboleados por nuestras propias emociones y por nuestros propios pensamientos, porque nosotros les damos peso, consistencia y estamos convencidos que ellos vienen de nosotros. 

No por aceptar de manera conceptual que no somos nuestros pensamientos, estos van a desaparecer. El tema es convertirnos en observadores que no son el pensamiento sino que observan el pensamiento desarrollarse. 

Cuando sentimos que la mente está dispersa, hay por lo tanto un principio de identificación dándonos la impresión y a nuestra conciencia de estar en todas direcciones, es decir que los pensamientos nos llevan a otra parte que dentro de nuestro centro, eso nos lo decimos nosotros mismos. Lo que significa sin ir más lejos, que nos dejamos seducir por nuestros propios pensamientos y cuando ellos convienen, estamos centrados o tenemos la ilusión de estar centrados porque los pensamientos corresponden a algo que nos afirma.

Ningún pensamiento puede establecer el Absoluto. Ningún pensamiento puede asegurarnos, de manera duradera, que estamos dispersos o estamos centrados. Los pensamientos no vienen para ser ni agradables ni desagradables. Ellos no hacen más que pasar. Y como todo, ellos pasarán, esto es efímero y damos peso a lo efímero, ya que esto nos altera. 

De ninguna manera estamos colocados en un buen lugar para verlos y refutarlos. 

Desde que un pensamiento actúa sobre nuestra emoción, sobre una decisión, no somos maestro de nosotros mismos, puesto que es el pensamiento quien decide por nosotros.


Hugo W Arostegui

Nuestro Ahora


La vida se compone de luces y sombras, de espacios pigmentadamente únicos, entre días y noches que abarcan todo el circular en donde todos estamos.

Seres vivos que danzan y caminan entre habitas que están sujetos a su vida tanto como lo están de ellos mismos, es esa misma vida que mientras el día se vuelve noche y la noche se da la vuelta para convertirse en día, nos regala nuestro ahora.

Mientras el tiempo depende de la mente, el espacio es el territorio por donde se mueve el cuerpo. Pero, dado que la mente es función del cerebro y este es parte de nuestro organismo, la segregación mente-cuerpo es inapropiada. Allí comienzan las dificultades. Si integramos mente y cuerpo, o mejor aún, si nos damos cuenta de que mente y cuerpo son una sola entidad indivisible… esa entidad, como un todo, fluirá.

El presente reside en todo el cuerpo, donde percibimos las sensaciones, incluyendo la cabeza donde se manifiestan los estados mentales. ¿Qué tenemos que hacer para estar en presente? Permanecer atentos a tres cosas: a los movimientos y las posturas del cuerpo (rápidos, pausados, incómodas, confortables…), a las sensaciones que percibimos (agradables desagradables, neutras…) y a nuestros estados mentales (concentrados, dispersos, sesgados, imparciales, alegres, tristes…). El presente es mirar hacia adentro, no curiosear hacia afuera.

La percepción del ahora se puede ejercer mediante la atención total permanente. Cuando vigilamos la mente distraída, la estamos aterrizando, así las distracciones sean remordimientos por lo que hicimos ayer o ilusiones de algo bueno que sucederá mañana. Si la mente se nos escapa, sin importar hacia dónde o hacia cuándo, la observación de la fuga ocurre aquí y ahora.

Vivir en el presente tiene mucho más que ver con estar atentos a lo que nos está distrayendo que con intentar encadenarnos al aquí y al ahora. Si sentimos avaricia o envidia, observamos la experiencia de los deseos desordenados. Si sentimos gula o lujuria, advertimos cómo estas se manifiestan en nuestro organismo. Lo que nos sucede en el segundo que está pasando, en el siguiente, y en el próximo, son las vivencias. Ni siquiera disfrutamos lo que ya poseemos cuando nos engolosinamos con lo que no tenemos.

La mente atenta al cuerpo, a las sensaciones y a los estados mentales nos sostiene en el instante real. Cuando así ocurre, la existencia fluye con espontaneidad. Es imposible fluir a propósito evadiendo el presente. No se puede flotar río arriba. Las corrientes de los deseos desordenados y de las aversiones desmedidas nos sacan de las aguas apacibles. 

Estar aquí y ahora es más estar atentos a las distracciones que están dispersando la mente que ponerle fuerza de voluntad al momento actual.

Hugo W Arostegui


Autoestima


La autoestima es la valoración, generalmente positiva, de uno mismo. Para la psicología, se trata de la opinión emocional que los individuos tienen de sí mismos y que supera en sus causas la racionalización y la lógica.

En otras palabras, la autoestima es un sentimiento valorativo de nuestro conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que forman la personalidad. Dicho sentimiento puede cambiar con el tiempo: a partir de los cinco o seis años de edad, un niño comienza a formar el concepto sobre cómo es visto por el resto de la gente.

El mantenimiento de una buena autoestima es imprescindible en cualquier psicoterapia, ya que suele constituirse como un síntoma recurrente en distintos problemas conductuales. Por eso, hay psicólogos que definen a la autoestima como la función del organismo que permite la autoprotección y el desarrollo personal, ya que las debilidades en la autoestima afectan la salud, las relaciones sociales y la productividad.

El concepto de autoestima es muy importante en el campo de la psicopedagogía. Esta disciplina considera a la autoestima como la causa de las actitudes constructivas en los individuos, y no su consecuencia. 

Esto quiere decir que, si un alumno tiene buena autoestima, entonces podrá alcanzar buenos resultados académicos.

La autoestima también suele ser un valor analizado desde la autoayuda, con miles de libros que enseñan cómo protegerla e incentivarla. Sin embargo, hay sectores de la psicología que creen que la autoayuda puede ser perjudicial para el individuo, ya que promueve un perfil narcisista que afecta a las relaciones sociales.


viernes, 24 de marzo de 2017

Enseñanza: Las Penumbras Del Futuro


Cuántas de las insuficiencias que se observan en los alumnos de la educación media ya eran evidentes muchos años atrás; incluso antes del inicio de la educación formal? Hay mucho de secuencial y acumulativo en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

 Lo que observamos en la educación media es el resultado de un proceso. Los alumnos que fracasan en los primeros años en el aprendizaje se mantienen detrás de sus compañeros en los años sucesivos. El atraso inicial sigue pesando en los años siguientes.

No se construye un segundo piso (educación media) sobre un frágil primer piso y malos cimientos. Como suelo decir cada vez que tengo oportunidad, hay que rescatar al niño para salvar al adolescente y al adulto.

Cuántas de las insuficiencias que se observan en los alumnos de la educación media ya eran evidentes muchos años atrás; incluso antes del inicio de la educación formal? Hay mucho de secuencial y acumulativo en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Lo que observamos en la educación media es el resultado de un proceso. Los alumnos que fracasan en los primeros años en el aprendizaje se mantienen detrás de sus compañeros en los años sucesivos. El atraso inicial sigue pesando en los años siguientes.

No se construye un segundo piso (educación media) sobre un frágil primer piso y malos cimientos. Como suelo decir cada vez que tengo oportunidad, hay que rescatar al niño para salvar al adolescente y al adulto.

Cuántas de las insuficiencias que se observan en los alumnos de la educación media ya eran evidentes muchos años atrás; incluso antes del inicio de la educación formal? Hay mucho de secuencial y acumulativo en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Lo que observamos en la educación media es el resultado de un proceso. 

Los alumnos que fracasan en los primeros años en el aprendizaje se mantienen detrás de sus compañeros en los años sucesivos.

El atraso inicial sigue pesando en los años siguientes. No se construye un segundo piso (educación media) sobre un frágil primer piso y malos cimientos. Como suelo decir cada vez que tengo oportunidad, hay que rescatar al niño para salvar al adolescente y al adulto.

Muchos alumnos llegan a la educación media cargando una mochila pesada. Hay que actuar a tiempo para aliviar esa carga. Los primeros años de vida y las etapas de educación inicial y escolar representan un tiempo fértil para el desarrollo de capacidades cognitivas

fundamentales (curiosidad, habilidad verbal, habilidad para pensar, rapidez cognitiva, alcance de la memoria, etc.) que impactan en la capacidad de aprendizaje. En otras palabras, las desventajas cognitivas de muchos niños se hacen evidentes ya desde el punto de partida de la educación escolar. 

Experiencias tempranas enriquecidas –sensoriales, motoras, sociales– y un entorno cultural apropiado desempeñan un papel importante en el desarrollo del potencial cognitivo y la aptitud académica de un niño.

La rapidez en el procesamiento de información alcanza entre los 25 y los 30 años su máximo y luego declina en forma progresiva y constante en todas las edades. 

A los 6-8 años de edad, el desarrollo del lenguaje, el conocimiento léxico, la velocidad o rapidez de procesamiento de la información (rapidez perceptiva), la capacidad de procesamiento auditivo, y la capacidad de procesamiento visual, constituyen marcadores cognitivos fundamentales para explicar diferencias en capacidad de aprendizaje. 

En el otro extremo, cuando se está en etapas de educación universitaria o superior, las exigencias son distintas y, en consecuencia, otras destrezas y estrategias cognitivas se suman. 

El estudiante tiene que: aplicar conocimientos; apoyarse en la evidencia para defender sus argumentos y líneas de razonamiento; identificar y evaluar datos, materiales, fuentes de información; evaluar la validez, confiabilidad, y relevancia de los contenidos; investigar; hacer presentaciones orales y por escrito, etcétera.

En breve, estar en condiciones para iniciar la escuela no es simplemente un asunto de tener la edad cronológica para ingresar en el primer año. 

El mismo razonamiento se aplica para iniciar la educación media y para iniciar la educación superior/universitaria. Hay una variedad de factores relevantes y capacidades cognitivas que explican hasta qué punto se está en condiciones para beneficiarse de los procesos de enseñanza-aprendizaje al iniciar un determinado grado o nivel educativo. 

Muchos de los que comienzan mal siguen mal. La capacidad para aprender y rendir depende en mucho de lo que fueron las etapas previas. En otras palabras, los cambios y mejoras en la educación, traducidos a logros objetivos de aprendizajes relevantes, vendrán necesariamente de la mano de mejoras en la calidad de la educación en las etapas previas. 

Lo que no se hace y se logra oportunamente se lamenta y paga después.

El verdadero desafío que tenemos por delante está en concebir entornos más eficaces para la enseñanza-aprendizaje, y definir qué intervenciones tienen un mejor y mayor potencial de impacto en lo educativo y en el desarrollo integral del alumno y cómo efectivamente instrumentar estas acciones. 

Es así como se maximizan los esfuerzos, logros y resultados. Evitemos la llegada a la educación media cargando ya una mochila pesada llena de insuficiencias.
www.elobservador.com.uy/educacion-educacion-educacion-cuanto-antes-mejor-n256014

Hugo W Arostegui