sábado, 25 de marzo de 2017

Nuestro Ahora


La vida se compone de luces y sombras, de espacios pigmentadamente únicos, entre días y noches que abarcan todo el circular en donde todos estamos.

Seres vivos que danzan y caminan entre habitas que están sujetos a su vida tanto como lo están de ellos mismos, es esa misma vida que mientras el día se vuelve noche y la noche se da la vuelta para convertirse en día, nos regala nuestro ahora.

Mientras el tiempo depende de la mente, el espacio es el territorio por donde se mueve el cuerpo. Pero, dado que la mente es función del cerebro y este es parte de nuestro organismo, la segregación mente-cuerpo es inapropiada. Allí comienzan las dificultades. Si integramos mente y cuerpo, o mejor aún, si nos damos cuenta de que mente y cuerpo son una sola entidad indivisible… esa entidad, como un todo, fluirá.

El presente reside en todo el cuerpo, donde percibimos las sensaciones, incluyendo la cabeza donde se manifiestan los estados mentales. ¿Qué tenemos que hacer para estar en presente? Permanecer atentos a tres cosas: a los movimientos y las posturas del cuerpo (rápidos, pausados, incómodas, confortables…), a las sensaciones que percibimos (agradables desagradables, neutras…) y a nuestros estados mentales (concentrados, dispersos, sesgados, imparciales, alegres, tristes…). El presente es mirar hacia adentro, no curiosear hacia afuera.

La percepción del ahora se puede ejercer mediante la atención total permanente. Cuando vigilamos la mente distraída, la estamos aterrizando, así las distracciones sean remordimientos por lo que hicimos ayer o ilusiones de algo bueno que sucederá mañana. Si la mente se nos escapa, sin importar hacia dónde o hacia cuándo, la observación de la fuga ocurre aquí y ahora.

Vivir en el presente tiene mucho más que ver con estar atentos a lo que nos está distrayendo que con intentar encadenarnos al aquí y al ahora. Si sentimos avaricia o envidia, observamos la experiencia de los deseos desordenados. Si sentimos gula o lujuria, advertimos cómo estas se manifiestan en nuestro organismo. Lo que nos sucede en el segundo que está pasando, en el siguiente, y en el próximo, son las vivencias. Ni siquiera disfrutamos lo que ya poseemos cuando nos engolosinamos con lo que no tenemos.

La mente atenta al cuerpo, a las sensaciones y a los estados mentales nos sostiene en el instante real. Cuando así ocurre, la existencia fluye con espontaneidad. Es imposible fluir a propósito evadiendo el presente. No se puede flotar río arriba. Las corrientes de los deseos desordenados y de las aversiones desmedidas nos sacan de las aguas apacibles. 

Estar aquí y ahora es más estar atentos a las distracciones que están dispersando la mente que ponerle fuerza de voluntad al momento actual.

Hugo W Arostegui


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