miércoles, 1 de marzo de 2017

Imperativo: Aquello Que No Debe Obviarse



La palabra imperioso, procede del latín “imperiōsus” con el significado de mandato imperativo, a su vez derivado del latín “imperare” = mandar.

Algo imperioso es lo que resulta ineludible, urgente, que no puede soslayarse o dejarse de lado, pues de todos modos ocurrirá o de no hacerlo o no acontecer, las consecuencias serían muy graves.

Por ejemplo: “Es imperioso que le pongas límites a tu hijo, está convirtiéndose en un joven muy atrevido”, “La muerte ocurrirá imperiosamente aunque tratemos de evitarla”, “El tono imperioso de su voz, no dejaba dudas de que lo suyo era una exigencia y no un pedido”, “Es imperioso operarlo ya, dilatar la intervención podría resultar fatal” o “Es imperioso que me escuches, intento evitarte un grave riesgo contándote lo que sé sobre tu supuesto amigo”.

En algunos casos los seres humanos intentan que sus peticiones resulten imperiosas, pues son personas autoritarias, manipuladoras y despóticas, queriendo que los demás estén a su merced cuando en realidad sus necesidades no son urgentes:

“Mi vecino me llamó imperiosamente pero no acudí enseguida pues sabía que su condición no era grave” o “El gobierno aumentó los impuestos y bajó los salarios argumentando que eran medidas imperiosas, cuando en realidad había otras salidas posibles a la crisis; lo hicieron por puro autoritarismo”.

En otros casos lo imperioso resulta también ser subjetivo, no por autoritarismo, sino porque las necesidades no son las mismas para todos, por ejemplo: “Para mi madre es imperioso que yo estudie en la universidad, pero para a mí me resulta más gratificante buscar un empleo como dependiente” o “Para mi esposa es imperioso tener hijos, y para mí lo es no asumir tanta responsabilidad, al menos por el momento”

Se habla de imperativo de tipo moral, en cambio, para hacer referencia a la obligación que uno se auto impone en temas éticos. Para la ética kantiana, el imperativo categórico constituye el mandamiento autónomo y autosuficiente que regula el comportamiento de las personas en sus diversas manifestaciones.
En concreto de este citado imperativo categórico, su creador estableció que se sustentaba en tres principios básicos y fundamentales siendo el primero de ellos el que determinaba que un una persona debía obrar humanamente tanto para sí misma como para el resto y siempre teniendo un claro fin con ello.
El segundo pilar de aquel imperativo es el que dejaba patente que, de igual manera, aquella debía obrar intentando o deseando que su acción llegara a alcanzar cotas de máxima universal. 

Y la tercera y última “ley” de esta teoría de Kant era que ese individuo debía considerarse como un legislador en ese mundo de los fines universales a la hora de llevar a cabo sus distintas acciones.


De la misma forma tampoco podemos pasar por alto el término imperativo legal. Con él se viene a definir que una acción concreta es una obligación que no sólo está registrada como tal de manera legal sino que también es vinculante desde un punto de vista jurídico.

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