Nos gusta decir, en algunas ocasiones, que dos
personas son “idénticamente iguales”.
Utilizamos el adjetivo “idénticamente”.
Sin embargo, todos sabemos muy bien que no
podremos jamás encontrar a dos personas idénticamente iguales.
Las personas somos “idénticamente diferentes”
La verdadera diferencia que nos separa a unas personas de
otras está en el cómo
nos enfrentamos a cada hecho que nos va ocurriendo a lo
largo de nuestra vida.
Tanto en lo más cotidiano, como en lo más excepcional.
Quizás esto sea también uno de los determinantes más
importantes para medir
el “grado” de felicidad de cada uno de nosotros.
Nos sentimos más o menos felices ante todo lo que nos va
ocurriendo cada día
dependiendo de cómo lo vivimos, de cómo lo
interpretamos,
de cómo ponemos nuestra disposición mental al servicio de
los diferentes hechos o vivencias.
Este es el verdadero factor variable intrapersonal, que
no sólo cambia de persona en persona,
sino también en una misma persona dependiendo del momento
en el que se encuentre.
Se trata de la visión momentánea que una persona tiene
ante el análisis retrospectivo de algo que le ha pasado ya,
que le está ocurriendo en ese momento o que le espera en
el futuro.
Pero claro, como es sabido, está basada en la interpretación
que en ese momento se está haciendo
de la realidad que le acontece.
Por lo tanto, la buena noticia, es que puede modificarla
simplemente cambiando su propia interpretación de dicha vivencia.
Aún a riesgo de ser demasiado simplista, creo que lo que
realmente nos diferencia a las personas,
se puede reducir a tres elementos fundamentales, todos de
origen interpretativo:
1.- Tener o no una disposición mental esperanzada
ante las dificultades que suceden.
2.- La decisión de aprender de todo.
Tanto de lo que nos produce gozo, de lo bueno, como de lo
que nos genera malestar, nos enturbia, o nos produce vértigo.
3.- La capacidad personal para cambiar la perspectiva de
las cosas, de los hechos, de las vivencias, es decir, el darnos el permiso
o no para cambiar de punto de vista.
www.fernandobotella.net/2013/07/que-nos-hace-diferentes.html
Ver el mundo de hoy implica estar en presencia del auténtico
caos que crea constantemente el ser humano. El mundo es perfecto, nosotros no.
Vamos por la vida con un sólo interés, nosotros mismos. Sin nosotros, el mundo
seguiría funcionando, y tal vez mucho mejor.
Entonces, aprendamos a vernos. A intentar ponernos en el
lugar del otro, y tratar de entender sus conductas, sin justificarlas, sin
juzgarlas. Sólo observando. De esa manera tal vez podamos llegar a muchas
conclusiones.
No vamos
a poder solucionar los problemas del mundo, pero si vamos a tomar mejores
decisiones y a hacer lo que corresponda en cada caso. Simplemente, seremos
mejores personas, se va a mejorar nuestra vida, y se va a dar el
ejemplo.
Hugo W Arostegui
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