Los países son tan
buenos como buena es su sociedad. Y para que una sociedad sea buena, requiere definir con claridad el país por el que está
dispuesta a comprometerse, la forma de lograrlo y la exigencia que esto implica
hacia el gobierno en turno, viendo a éste no como un obstáculo insalvable, sino
como un aliado indispensable y conquistable ejerciendo, de ser necesaria, la
presión indispensable para que atienda los reclamos de la ciudadanía a la que
se debe.
Corrupción, palabra mil veces repetida para señalar el daño que causa a nuestra sociedad y que sigue rondando todos los ambientes y rincones de nuestro actuar, en lo político, en lo empresarial y en la sociedad.
Corrupción, palabra mil veces repetida para señalar el daño que causa a nuestra sociedad y que sigue rondando todos los ambientes y rincones de nuestro actuar, en lo político, en lo empresarial y en la sociedad.
Dios nos ha dado, al nacer, unas cuantas monedas.
Muchas de ellas para hacer bien a nuestros semejantes, pocas para nosotros.
Pero más que la cantidad que hayamos recibido, será importante, mucho más
importante, la forma en que las utilicemos. Estoy convencido de que aquel que
recibió pocas monedas pero las utilizó con excelencia, logró una vida plena
llena de realizaciones, que no necesariamente son materiales. El recurso
económico excesivo, puede ser una fuente extraordinaria para procurar el
beneficio de la gente que nos rodea, pero cuando su propósito es el lucro a
favor de quien la posee, generalmente acaba hundiendo a su poseedor, porque la
riqueza es un amo implacable sin sentimientos ni moralidad alguna.
¿Qué necesitamos? Crear redes ciudadanas desde las comunidades vecinales, escolares y gremiales, e integrarnos en proyectos de gran dimensión social que procuren el beneficio de la comunidad y persigan objetivos de gran visión hasta alcanzarlos sin reparar el gran esfuerzo que esto implica. Proyectos locales, de abajo hacia arriba, de los municipios a los estados y a la nación. Sin prisa pero sin tregua. Y pensar que los grandes proyectos empiezan, muchos de ellos, por pequeños proyectos impulsados por líderes sociales que infunden respeto y ánimo y que poco a poco van creciendo o uniéndose a otros hasta alcanzar una dimensión insospechada que transforma para bien el entorno político, económico y social en donde se desarrollan.
¿Qué necesitamos? Crear redes ciudadanas desde las comunidades vecinales, escolares y gremiales, e integrarnos en proyectos de gran dimensión social que procuren el beneficio de la comunidad y persigan objetivos de gran visión hasta alcanzarlos sin reparar el gran esfuerzo que esto implica. Proyectos locales, de abajo hacia arriba, de los municipios a los estados y a la nación. Sin prisa pero sin tregua. Y pensar que los grandes proyectos empiezan, muchos de ellos, por pequeños proyectos impulsados por líderes sociales que infunden respeto y ánimo y que poco a poco van creciendo o uniéndose a otros hasta alcanzar una dimensión insospechada que transforma para bien el entorno político, económico y social en donde se desarrollan.
Con la vida y con la humanidad. Comprometidos con la
solución de los problemas que aquejan a la humanidad de nuestro tiempo.
Esto,
junto con los rasgos anteriores, se contrapone al individualismo egoísta que
sólo va a lo suyo, sin importarle los males de los demás. A la compasión el
compromiso le añade actuación con visión de la realidad, la comprensión de las
causas de los males, la construcción de instituciones y estructuras de valor.
En un mundo tan interrelacionado e interdependiente el comprometido asume lo
público, como plataforma de bien común, nacional e internacional.
El
comprometido busca su bien, pero al mismo tiempo busca que sea bueno para los
demás.
Busca estructuras sociales e instituciones para que todos tengan
oportunidad de vida digna, pues las sociedades que excluyen y niegan a una
parte de ellas cultivan a la larga el conflicto y la mutua destrucción.
El
comprometido tiene creatividad de nuevas posibilidades partiendo con una visión
crítica de las negaciones que mutilan la humanidad.
Hugo W Arostegui
No hay comentarios:
Publicar un comentario