martes, 14 de marzo de 2017

Crear Los Momentos

Todos nosotros tenemos un artista dentro, todos nacimos con la necesidad de crear, porque fuimos creados.
Crear es expresar lo que sientes que eres, lo que sientes que tienes y quieres ofrecer, es entablar una conversación entre tu mundo interior y el mundo que te rodea. 
Es un deseo de comunicar, de aportar, de trascender, de comprender, de cocrear. 

Crear es la expresión del yo auténtico sin límites y un acto de alumbramiento que trae una nueva vida al mundo.

Nuestro yo creativo necesita de la soledad para poder escucharse, para poder mirar hacia adentro y encontrarse, para sentir que está ahí, que late, que vibra, que resuena, que está vivo.

Necesita aislarse del ruido, de las voces que dudan de él, que quieren someterle a normas, que quieren que sea como la mayoría. Necesita un momento y tiempo que es solo para él,  en el que no existe ni el pasado ni el futuro, solo el aquí y ahora.

Los momentos del artista son momentos llenos de verdad, de belleza, de vitalidad, de plenitud, de riqueza, de alegría, de totalidad y trascendencia. Son momentos de grandeza que no se pueden compartir porque perderían su magia, esa magia que se transforma en palabras, esculturas, pinturas, bailes, y cualquier otro fruto creativo, para que otros la puedan vivir. En cada acto de creación el artista transmite su pasión a otros para hacer renacer de nuevo su propia pasión.

Para algunas personas, entre las que me encuentro, crear y expresar es vivir, es respirar, es el motivo y la razón de vivir. Sin ello nos limitamos a meramente existir. Por eso necesitamos la soledad y el retiro en algunos momentos, pero también la compresión del entorno hacia esa necesidad, sin que se sientan por ello rechazados o abandonados. Buscamos la soledad para encontrarnos con nuestra artista, para escucharlo, para atenderlo, para dejarlo salir y fluir, para renacer en cada encuentro.

A veces por la presión del entorno, por la incomprensión, por el miedo a que esos momentos de soledad se conviertan en una soledad eterna, vamos poco a poco abandonando a nuestro artista interior, acallándolo, desatendiéndolo, hasta dejarlo en coma. Y aunque le hayamos proscrito al olvido, sigue ahí, y sufre, y llora, y protesta y se enrabieta, y ese artista desatendido es el autor de muchos comportamientos que no alcanzamos a ver y de los que nos somos conscientes.

Porque con todo ello está queriendo llamar nuestra atención, para que volvamos la mirada hacia él, y le demos su espacio y su momento.

Hace tiempo que yo me di cuenta que me había olvidado de mi artista, pero él no se olvidó de mí, y me llamo y busco con tanta fuerza que no pude resistirme a volver con él. Después de tantos años separados volver a vivir juntos no está siendo tarea fácil, pero como dicen “el amor lo puede todo”, y a pesar de la distancia y el olvido nunca he dejado de querer a mi artista. Por eso, en este nuevo camino busco espacios y momentos para encontrarme y disfrutar con él, para darle libertad de crear, de divagar, de fantasear, soñar, imaginar, de vivir en el caos si hace falta. Son sus momentos, y hay que dejarle que los viva con plenitud, luego ya vendrá la calma, el orden y otras cosas.

Esa es la clave para vivir en paz y armonía con nuestro yo creativo, como dice Maslow en su libro Personalidad Creadora, a las personas creativas hay que darles libertad y tenerles paciencia.


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