¿Es
posible controlar nuestras palabras y expresarlas solamente cuando éstas
aportarán algo productivo a la conversación? ¿De qué modo contener la
incontinencia verbal para no pasar situaciones embarazosas o no vernos
perjudicados gracias a un comentario prematuro e incorrecto?
La incontinencia verbal puede estar provocada por
diferentes motivos. Ya hemos visto que puede actuar como mecanismo de defensa
ante situaciones que nos provoquen ansiedad: puede ser incomodidad ante el
silencio, inseguridad ante los demás, miedo a parecer aburrido o a ser
invisibles (en el caso de que su autoestima sea baja), también se puede usar
para dirigir la atención hacia otro tema y así no tener que hablar de lo que
nos preocupa, etc…
Por otra parte la incontinencia verbal también puede
ser debida a un exceso de querer llamar la atención y a acaparar las miradas de
los otros. En este tipo de personas es posible que haya ciertos rasgos
egocéntricos, suelen están convencidos de que saben de todo, y por supuesto
intentan convencer a los demás de que es así, para ellos sus opiniones e
intereses son más importantes que los de los otros.
Cuando nos encontramos ante este tipo de personas, surge
una primera reacción que, si bien en un principio es de total aceptación
(resultan amables, cálidos, extrovertidos, simpáticos…), con el tiempo acaban
provocando el rechazo absoluto de sus oyentes.
Los que escuchan a estas personas acaban cansados y a
veces irritados; esto es debido a que, en realidad, el que está hablando no les
tiene en cuenta, no les escucha, simplemente usa a los demás para descargar una
ansiedad que no puede dominar. El que habla quiere que el otro esté ahí, pero
no le interesa ni lo que opina ni lo que siente, por ello estas personas acaban
provocando rechazo.
Para solucionar la incontinencia verbal, y empezar a
ser nosotros quiénes controlemos nuestras palabras y no al revés, el primer
paso es descubrir las causas que nos llevan a hablar sin control, para ello es
fundamental que nos observemos y prestemos atención a los momentos en que
hablamos en exceso, e indagar sobre lo que estamos intentando conseguir con esa
conducta.
En este sentido, el asesoramiento psicológico puede ser de gran ayuda, tanto a la
hora de investigar sobre las causas que te llevan a actuar de esa forma y
atenuar sus efectos, como para proporcionarte las herramientas adecuadas para
controlar tu impulsividad cuando hablas y te comunicas con los demás.
Un siguiente paso, sería aprender a escuchar y a valorar el
silencio. Para que una conversación fluya de forma natural resulta esencial que
los interlocutores presten atención al diálogo, es decir, resulta tan
importante saber escuchar cómo
saber expresarse. Por otra parte, el silencio puede ser una herramienta
importante para reflexionar y aprender a conocerse uno mismo.
Por último, si uno de los motivos de tu incontinencia verbal es
debido a que estás atravesando un momento de especial nerviosismo, sería muy
recomendable que practicaras técnicas de relajación y respiración profunda,
te ayudarán a sentirte mejor, y a tomar la distancia emocional suficiente como
para pensar antes de hablar, y así no tener que arrepentirte de tus palabras.
La capacidad de hablar o comunicarnos
verbalmente, es una cualidad del ser humano la cual refleja algunas
características particulares de la personalidad de un individuo. La forma en
que éste vocaliza, su organización gramatical, el sentido de la estructura de
su mensaje verbal, el volumen de su voz y el léxico utilizado son algunas de
las principales características; aunque sin duda alguna sus pausas son las que
determinan su comportamiento en dicha forma de comunicación.
Cuando establecemos cualquier
tipo de comunicación verbal con otra persona, los roles de emisor y receptor se
van intercambiando; ello es la base precisamente de una comunicación efectiva.
La clave para poder mantener una conversación o dialogo con otra persona se
basa en el intercambio fluido y sin reglas estrictas en la función del rol específico.
Por tanto en pro de una conversación fructífera o cuando menos agradable, es
menester dejar tiempos y espacios para que nuestro interlocutor pueda
manifestarse para, posteriormente, adoptar así nuestro rol de emisor.
Hugo W Arostegui
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