Longanimidad
1.
nombre femenino
formal
Generosidad y amplitud de ideas y de conducta.
La longanimidad es una cualidad de las personas longánimas, es
decir de aquellas que sin quejarse aceptan las adversidades de la vida.
Longanimidad deriva del latín longus que significa largo,
y ánima o alma (por lo que longus ánima significa largo sufrimiento) en
referencia a la cualidad de la paciencia y perseverancia que se tiene para
aceptar las dificultades.
Fuente: http://quesignificado.com/longanimidad/ La longanimidad es una cualidad de las personas longánimes, es decir de aquellas que sin quejarse aceptan las adversidades de la vida. Longanimidad deriva del latín longus que significa largo, y ánima o alma (por lo que longus ánima significa largo sufrimiento) en referencia a la cualidad de la paciencia y perseverancia que se tiene para aceptar las dificultades.
La longanimidad permite esperar el bien que se desea sin desesperar y tolerar la lentitud o duración del mal que se recibe o se sufre. Es un estado anímico que se refleja en la mirada y en el rostro.
La longanimidad es una virtud, una disposición del ánimo que nos permite esperar sin amarguras ni quejas sino con ecuanimidad las dilaciones del logro de nuestras metas.
Fuente: http://quesignificado.com/longanimidad/ La longanimidad es una cualidad de las personas longánimes, es decir de aquellas que sin quejarse aceptan las adversidades de la vida. Longanimidad deriva del latín longus que significa largo, y ánima o alma (por lo que longus ánima significa largo sufrimiento) en referencia a la cualidad de la paciencia y perseverancia que se tiene para aceptar las dificultades.
La longanimidad permite esperar el bien que se desea sin desesperar y tolerar la lentitud o duración del mal que se recibe o se sufre. Es un estado anímico que se refleja en la mirada y en el rostro.
La longanimidad es una virtud, una disposición del ánimo que nos permite esperar sin amarguras ni quejas sino con ecuanimidad las dilaciones del logro de nuestras metas.
Romanos 2:1 – Por lo cual eres
inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que
juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Romanos 2:2 – Mas sabemos que el
juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.
Romanos 2:3 – ¿Y piensas esto, oh
hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás
del juicio de Dios?
Romanos 2:4 – ¿O menosprecias las
riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad
te guía al arrepentimiento?
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