sábado, 3 de junio de 2017

Deambulando


“Deambulamos en el laberinto de nuestras vidas y en la oscuridad de nuestras investigaciones; momentos de claridad iluminan nuestro camino como reverberaciones de relámpagos.”    Arthur Schopenhauer


Deambulando...he llegado hoy hasta aquí, sin pena ni gloria
con mis sentidos alertas y preparados para gozar y penar ,
perdonar y ser perdonado , cantar y llorar , vivir y gozar...

Deambulando...aprendí que solo se aprende errando
nada es gratuito , ni la vida , ni la muerte tranquila
que espera en el recodo del camino que el miedo ofrece...

Deambulando...vi que viviendo de rodillas pierdes honor,
también deja el orgullo tenaz de ser valiente y caballero
y la mezquindad interesada te somete con vileza cruel...

Deambulando...supe ver la entrega del cuerpo deseado
y me enseñaron a amar sin retaceos ni miradas en el vacío
que trasmiten el hartazgo que solo da la pasión fingida...

Deambulando. Mi Señor me enseñó caminos que dolieron
pero que supe transitar más luego y con dignidad vivir
y ofrecer los retazos del corazón que aprendió a llorar...

Deambulando...he llegado hasta aquí, hasta estas palabras
que son el premio de saber que todo es por algo mágico,
que solo lo puedes ver si escuchas a tu ángel en la mente...

Poema Anónimo


Los Caminos De La Vida

La vida es demasiado corta como para correr detrás de alguien que ni siquiera camina por ti. No es necesario ir detrás cuando ya saben dónde estás, cuando conocen tu hogar y saben de tus misterios. Por eso, no busques, permite que te encuentren.

Lo cierto es que hay personas a las que no les importamos pero que, sin embargo, a nosotros sí que nos importan. En estos casos puede resultarnos difícil comprender la situación, pues el interés por los demás no habla el lenguaje del egoísmo. Pero no busques algo que no te ofrecen, tampoco lo mendigues.

Recuerda que tu número de teléfono está compuesto de los mismos dígitos y que, en realidad, no existe la falta de tiempo, sino la falta de interés. Piensa en que cuando alguien quiere o necesita de algo o de alguien es capaz de remover cielo y tierra para compartir aunque sea unos segundos.

El cariño no se suplica

No busques. Arrastrarnos y suplicar migajas de un cariño que no nos quieren dar no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, puede que ciertas muestras nos lleguen a enternecer y que nos sirvan para buscar motivos para seguir anclados en el deseo de que esa persona permanezca en nuestra vida.

Si nos paramos a pensar, lo único que hacemos con esa actitud es prolongar de manera innecesaria el sufrimiento emocional. Someternos a la voluntad de los otros hace que nos convirtamos en marionetas de sus necesidades y de sus antojos.

En este sentido, como es obvio, hay cosas que pasan porque tienen que pasar, pero hay otras que pasan cuando hacemos que pasen. No podemos sentirnos libres ni ser felices si vivimos aferrados y atados a unas esperanzas que manejan los demás.

Resulta complicado soltar o dejar marchar aquello que consideramos muy nuestro, ya sean sentimientos o personas. Es decir, que a ciertas piedras que cargamos sobre nuestra espalda nos une un sentimiento de identidad y pertenencia que se fusiona con nuestro miedo a perder algo que creemos tan intenso e importante.

Sin embargo, a pesar de que todo ese caos emocional nos ate a ciertas personas, también acabamos cansándonos de que no nos valoren. Es probable que cuando nos percatamos de esto nos sintamos algo egoístas, lo cual es terrible para nuestra salud emocional.

Sentir que si no aguantamos un poco más una situación o a ciertas personas estamos fracasando es algo asombrosamente común. El fundamento de este sentimiento es el miedo que nos da enfrentarnos con el vacío que la pérdida genera.

Dicho de otra manera, sentimos que si dejamos de sacrificarnos perdemos la oportunidad de construir parte de la historia emocional de nuestra vida. Sin embargo, lo que realmente estamos haciendo es comportarnos de la manera más cruel posible con nosotros mismos, con nuestras expectativas y con nuestros deseos.

El camino de ida hacia la libertad emocional está construido a partir de las piedras que vamos soltando; es decir, de sentimientos y personas tóxicas de las que nos vamos deshaciendo.

Soltar es la única manera de dejar hueco a nuestras fortalezas, de asumir nuestros errores y de conseguir manifestar nuestras intenciones y nuestro compromiso. De esta forma evitamos que lo negativo le reste espacio a lo positivo, consiguiendo incrementar nuestro entusiasmo por la vida y nuestro bienestar.

No es más fuerte quien más soporta, sino quien es más capaz de “soltar”

Hugo W Arostegui


viernes, 2 de junio de 2017

Al Paso De La Vida


UN PAR DE COSAS QUE HACER (Juan Uría-Olga Román)

No sé, cuando me levanto,
Si me quiero levantar;
No sé si cuando camino
He querido caminar
Ni si la mano que toco
Si estoy tocando tu mano
Busca seguro mi mano
O tropieza nada más.

No sé si había pensado
Para qué he nacido yo
No sé si quiero saberlo
Ni sé si hay una razón
Pero sé volver a casa
Y hace tiempo sé por qué 

Ahora que tengo contigo 

Un par de cosas que hacer.

Siempre así, así con esta tarea
Se me va pasando el tiempo en un suspiro
Quiero ir con el paso decidido
Por salir del girar tan obsesivo de esta rueda


Como los árboles crecen
Sin pararse a preguntar
Como un latido tras otro
Para poder respirar
Como el espejo refleja
Como amanece a diario
Yo me levanto y me acuesto
Me voy, regreso, entro y salgo.

Me veo tan ocupada
En pensar y decidir
Que no me queda un segundo
Qué sé yo… para vivir…
Y saber volver a casa
Y saber también por qué
Saber que tengo contigo
Un par de cosas que hacer


Construyendo Caminos




Algo nuevo descubrí 
Que me ayude a seguir 
Todo eso que perdí 
Hoy vuelve a estar dentro de mí... 

Todo llegó al final 
Es tiempo de dejarlo todo atrás 
Nada parece mejorar 
Quise escapar de mis tormentas 
No pude encontrar un nuevo lugar donde empezar 
Aunque la realidad me quiera derrumbar 
No dejo de buscar una señal para volver a empezar 
Vuelvo a resurgir 
Ahora sé donde elegir 
Nadie destruirá todo lo que pude construir 

Algo nuevo descubrí 
Que me ayude a seguir 
Todo eso que perdí 
Hoy vuelve a estar dentro de mí 
Y si alguna vez volviera a caer 
Será la ultima vez 
Ya nada queda en mi 
Mas que seguir 

Culturalidad



Cuando hablamos de cultura no nos referimos solamente a las expresiones y tradiciones intelectuales y artísticas refinadas de la alta cultura, sino que tenemos en mente un concepto que, aunque en principio pudiera tener que ver sobre todo con lo antropológico, se ha incorporado a nuestro discurso cotidiano. Un concepto que, sin duda, está de moda: ¿cuántas veces oímos en los medios de comunicación esta palabra? ¿cuántas veces la empleamos a diario? La cultura se ha convertido en una especie de cajón de sastre que funciona como explicación caja negra para multitud de fenómenos: hablamos de diferencias culturales entre sexos, entre generaciones, entre distintos sectores profesionales; hablamos de la cultura del fútbol, de la cultura del vino, de la cultura médica, de la cultura juvenil… 

Centrándonos en la concepción antropológica de cultura, han existido multitud de definiciones a lo largo del desarrollo de la disciplina antropológica desde que Tylor propusiera la siguiente definición en 1871: “Cultura es el todo complejo que incluye el conocimiento, la creencia, el arte, la moral, la ley, la costumbre y cualquier otra capacidad o hábito adquirido por el hombre en tanto que miembro de una sociedad”. Como ejemplo de la complejidad que conlleva la definición del término podemos acudir a la que propone Geertz en 1973, un siglo después de la de Tylor: “la cultura es un sistema ordenado de significado y símbolos en cuyos términos los individuos definen su mundo, expresan sus sentimientos y emiten sus juicios”. En cualquier caso, aun sin disponer de una definición unánime, existe en la actualidad un cierto consenso antropológico en torno a lo que es una cultura. Siguiendo a Adam Kuper, tal consenso, que nos puede ayudar a entender lo que son las culturas, se basa en tres supuestos:

- La cultura no es un asunto de raza; se aprende, no la llevamos en nuestros genes; en este sentido, es necesario recalcar que todos los seres humanos compartimos la gran mayoría de nuestra información genética y que las mínimas diferencias existentes en el ADN son diferencias individuales (que, por otra parte, pueden ocurrir entre individuos que son percibidos como “de la misma cultura” y no sólo entre individuos de “distintas culturas”). El concepto de raza, basado en la transmisión de diferencias genéticas que condicionaban no sólo ciertos aspectos físicos sino otros como el comportamiento, la lengua o la inteligencia, es un concepto científicamente refutado.

- La cultura común humana ha avanzado y progresado en un proceso de muy larga duración que nos ha diferenciado del resto de homínidos; este proceso de larga duración, que ha dado como resultado el desarrollo de sistemas sociales complejos y la propagación y desarrollo de la población humana frente a otras poblaciones no humanas, se entiende como un proceso que ha afectado a todos los seres humanos. Es decir, cuando hablamos del progreso humano, del proceso de hominización, nos referimos a cuestiones que han afectado a todos los grupos humanos y no a ciertas características que, al menos hasta hace unos años, diferenciaban a la cultura occidental de otras culturas calificadas como “primitivas”. La oposición cualitativamente relevante si tenemos que reconocer lo importante del progreso humano no es occidente/culturas “primitivas” sino seres humanos/resto de homínidos.
- La cultura es esencialmente una cuestión de ideas y valores, un molde mental colectivo –por tanto, se trata de un sistema simbólico. Y estos símbolos, ideas y valores aparecen en un espectro de formas de una diversidad casi infinita.

Teniendo todo esto en cuenta, podemos decir que cuando hablamos de diversidad cultural nos referimos al conjunto de estrategias, normas y valores que los distintos seres humanos han sido capaces de desarrollar para vivir en grupo y para adaptarse a lo largo del tiempo a diferentes entornos y diferentes espacios. Estos valores, normas y estrategias se han convertido en costumbres y son compartidas dentro del grupo haciéndolas perdurar de generación en generación en procesos dinámicos de construcción y reconstrucción.

Por tanto, entendemos la cultura en la triple vertiente de ser aprendida a través de un proceso de socialización y endoculturación, de ser una capacidad de adaptación a los cambios del medio y, no menos importante, ser un aparato simbólico, unas “gafas” a través de las cuales vemos e interpretamos la realidad. Además, la cultura es una cuestión dinámica, es una especie de equipaje que no paramos de hacer y deshacer para identificarnos como individuos y para dar sentido a lo que hacemos con otras personas. La cuestión importante es que en el momento sociohistórico que vivimos, los individuos pertenecemos a más de una categoría social y cultural. En palabras de Gerd Baumann, uno de los antropólogos recientes que más han desarrollado el tema del multiculturalismo, “todos practicamos más de una cultura…. En las sociedades urbanas de Occidente, las distintas divisiones culturales no van en paralelo unas con otras. Al contrario, se entrecruzan para formar un modelo sometido a cambios constantes de lo que se debería llamar “divisiones entrecruzadas”. Los criterios de pertenencia a categorías culturales o sociales se entrecruzan y las categorías que definen y los grupos que la gente forma también se entrecruzarán: por tanto las personas, las culturas y los grupos no son estáticos sino que son procesos dialógicos de construcción y reconstrucción identitaria que sirven, en definitiva, para dotar de sentido a nuestras vidas. 

En opinión de Charles Taylor, un filósofo canadiense que ha desarrollado el tema del multiculturalismo, “descubrir mi identidad no significa que lo haga de manera aislada, sino que la consigo a través de un diálogo, en parte abierto, en parte interno, con los demás”.

Hugo W Arostegui

Lo Que Vemos Y No Percibimos


“No hay que preguntarse si percibimos verdaderamente el mundo. Por el contrario, hay que decir que el mundo es aquello que percibimos” (Maurice Merleau-Ponty).

La percepción es un fenómeno complejo. No siempre ‘vemos’ las cosas como son en realidad. La forma con que cada cultura interactúa con su entorno, el aprendizaje o las emociones son factores que determinan cómo percibimos lo que nos rodea, y nos predisponen a ver el vaso medio lleno o medio vacío. Las ilusiones ópticas han sido un fenómeno de interés para los psicólogos desde hace décadas, pero ¿quién no se ha preguntado alguna vez cómo de real es su mundo?

La discrepancia entre el aspecto de un estímulo y su realidad física es lo que conocemos como ilusión óptica. Nuestro sistema perceptivo está preparado para ajustar ciertas características de los estímulos antes de que sean procesados e interpretados por nuestro cerebro. Por ejemplo, tendemos a agrupar y ver como una figura estímulos semejantes que se encuentran próximos aun siendo independientes, o a completar figuras incluyendo las partes que faltan porque nos resultan más fáciles de procesar que aquello que consideramos incompleto o imperfecto

Además de estas tendencias naturales y universales, factores como el contexto, la cultura o las diferencias individuales influyen en nuestra percepción. Hay estudios que muestran una reducción en ciertas ilusiones ópticas en niños autistas o en personas de más edad, igual que cierta predisposición en algunas culturas para percibir ilusiones ópticas determinadas. Quizá uno de los estudios transculturales más conocidos es el que realizaron hace décadas Segall, Campbell y Herskovits (1963), en el que presentaron la ilusión de Müller-Lyer a cerca de dos mil personas de culturas diferentes en África y el mundo occidental.

Según Paulo Coelho no haría falta subir a la montaña para saber si es alta, pero ¿la vemos siempre igual de difícil de escalar? Riener, Stefanucci, Proffitt, y Clore (2011) realizaron un experimento en el que pedían a los participantes estimar la inclinación de una pendiente bajo estados emocionales diferentes. Un grupo de participantes escuchaba una canción triste minutos antes y durante la evaluación de la pendiente, mientras el otro grupo escuchaba una canción alegre. Los resultados mostraron que los participantes que habían sido expuestos a la canción triste estimaban la pendiente como más pronunciada que aquéllos que habían escuchado la canción alegre. 

Y es que cuando estamos tristes o desilusionados todo nos ‘parece’ más difícil, las tareas se tornan más demandantes y tendemos a poner atención en los detalles (vemos los árboles en lugar del bosque). Sin embargo, cuando nos sentimos felices tendemos a procesar la información que nos rodea de una forma “global” (ver el bosque en lugar de los árboles), somos más flexibles a la hora de atender a la información y utilizamos mejor nuestros recursos.

Estos son sólo algunos ejemplos de cómo nuestro cerebro interpreta de manera distintiva el mundo que nos rodea. Es evidente que tener una percepción y comprensión acertada de la realidad no es tan fácil como nos indica nuestro sentido común.

Hugo W Arostegui


La Intelectualidad Del Saber


En nuestro país (no sé si en otra parte del mundo) el término de intelectualidad es muy mal utilizado, pues en algunas ocasiones lo damos como sinónimo de inteligencia y en otras lo damos como sinónimo de conocimiento acumulado, pero donde la mayoría de veces la “macaneamos” es cuando lo hacemos sinónimo de prepotencia del saber.

Hablábamos en aquella conversación de una persona de medios y alguien dijo que es inteligente, pero no es intelectual, yo considero que es intelectual, pero no es inteligente. Sencillo, sustento mi tesis en el planteamiento de que la intelectualidad debe de ser cultivada, ser intelectual significa haberse dedicado a alimentar y a enriquecer el intelecto y eso viene como resultado de muchas lecturas y larga data de conocimiento adquirido, es nutrir la memoria, someter las informaciones obtenidas al razonamiento y como resultado obtener un entendimiento por encima del promedio. En cambio la inteligencia es una cualidad nata de una persona que ha desarrollado cierto aprendizaje, pudiendo ser éste empírico o académico.

Se puede ser inteligente y simplemente no utilizarse esa cualidad, entonces ahí la inteligencia sólo se convierte en habilidad.  Tampoco es lo mismo ser inteligente que ser educado, sin embargo no se puede ser cosechar intelectualidad si no se ha sembrado conocimiento abonado con racionalidad. Los grandes pensadores no necesariamente son inteligentes, sin embargo TODOS tendrán como común denominador el haberse dedicado cuidadosamente a aprender, excepto en el caso del rey Salomón, al cual le fuera dada por DIOS una sabiduría superior a cualquier ser humano.


Lo cierto es que se puede ser inteligente y no ser intelectual, así como también, se puede ser intelectual y no ser inteligente. Aunque entre en contradicción con algunos profesionales de la conducta humana, yo entiendo, que las personas nacen inteligentes y que con el tiempo desarrollan más esa cualidad alimentándola con las herramientas propias del conocimiento, es una falacia decir que todos somos inteligentes, la realidad es que cada quien tiene una o varias cualidades más desarrolladas que otras y la inteligencia puede ser una de ellas. 

Para ser intelectual, es necesario tener una memoria capaz de acumular informaciones y razonarlas y para ello no necesariamente se precisa de ser inteligente, sino de estar consciente con que se quiere y que se debe hacer.