viernes, 23 de junio de 2017

Incertidumbre


La incertidumbre refiere la duda o perplejidad que sobre un asunto o cuestión se tiene. “Existe una enorme incertidumbre acerca del rumbo que tomarán las negociaciones tras la reciente decisión del director de abandonar su cargo”. En este sentido del término, la incertidumbre se iguala a un estado de duda en el que predomina el límite de la confianza o la creencia en la verdad de un determinado conocimiento.

Dentro de un estado de incertidumbre habrá una clarísima dificultad a la hora de efectuar un pronóstico sobre el futuro.

El sentimiento absolutamente opuesto a la incertidumbre es la certeza. Cuando alguien tiene certeza de algo es porque existe a priori un conocimiento seguro y evidente de que algo es cierto, hay pruebas irrefutables y un estado de cosas que lo confirman como cierto.

La incertidumbre en cuestión podrá afectar los campos de acción y de decisión o bien afectar la creencia, fe o validez de un determinado conocimiento.

Lo normal en estos casos es la suspensión de la decisión que se pensaba implementar ante un estado normal de situación para evitar de este modo alguna equivocación o error grosero que nos pueda complicar a futuro.

Ahora bien, debemos remarcar que en los contextos económicos y estadísticos, es donde más se aprecia el uso de este concepto, cuando las circunstancias que se presentan hacen imposible la realización de un diagnóstico certero acerca de lo que vendrá como consecuencia del estado de cosas vigente. Por supuesto y como ya vimos gracias al ejemplo, la incertidumbre tiene sí o sí consecuencias negativas para la actividad económica porque limitará las inversiones de cualquier tipo de manera trascendente.

Por caso es que la incertidumbre es abordada científicamente desde la economía para poder considerar decisiones y soluciones apropiadas a ese contexto tan especial.

Por otro lado, por incertidumbre también se suele llamar a la inseguridad que un individuo puede experimentar tras determinado suceso. “Luego del violento alud existe una gran incertidumbre acerca del paradero de los expedicionarios”.

En ambos casos mencionados precedentemente la incertidumbre goza de una connotación negativa y que básicamente consistirá en un importante grado de desconocimiento, o en su defecto, de falta de información porque en efecto existen desacuerdos sobre lo que se sabe o lo que podría llegar a saberse.

Vivimos en el mar del cambio y la incertidumbre, pero eso no tiene por qué ser malo. En su libro La ley del quizás, la consultora de negocios Allison Carmen toma como punto de partida una célebre fábula oriental que le contó su profesor de chi kung, una terapia medicinal de origen chino que se basa en el control de la relajación, para explicar su teoría sobre lo incierto. La historia se resume así:
"Un día, el caballo de un campesino se escapó. Su vecino le dijo: “¡Qué mala suerte has tenido!”. El granjero le respondió: “Quizás”. Al día siguiente, el animal regresó acompañado de cinco yeguas. El hombre volvió y le felicitó: “¡Qué buena suerte has tenido!”. El dueño replicó: “Quizás”. Poco después, el hijo del campesino, que solía montar a caballo, se cayó y se rompió una pierna. El amigo le comentó: “¡Qué mala suerte has tenido!”. Este contestó: “Quizás”. Al día siguiente llegaron unos oficiales del Ejército para reclutar al muchacho y luchar en la guerra, pero no pudieron llevárselo porque tenía la pierna rota. Entonces el vecino exclamó: “¡Qué buena suerte has tenido!”. El padre repitió: “Quizás”.
El mensaje de este tradicional relato es claro: no se puede saber el alcance de lo que sucede a nuestro alrededor en todo momento. Las cosas acostumbran a pasar por algo, según dicen algunos maestros, pero tal vez tardemos un tiempo en desvelar en qué consiste ese algo. Era lo que Steve Jobs, fundador de Apple, definió en su teoría de “conectar los puntos” y que explicó en el célebre discurso que dio en 2005 a los recién graduados de la Universidad de Stanford. 
Muchos acontecimientos inesperados que suceden en la vida de cualquiera adquieren todo su sentido cuando se contemplan en perspectiva. Por ejemplo: una vocación que se descubre después de haber perdido un trabajo que solo producía insatisfacción, el padecimiento de una enfermedad que facilita la reflexión y que desembocará en importantes cambios, o una ruptura que va seguida de forma imprevista por el hallazgo del verdadero amor.
Allison Carmen dice al respecto: “Los seres humanos tienen una asombrosa capacidad para olvidar que una de las pocas certezas con las que pueden contar a lo largo de la vida es que esta va cambiando. En cuanto las cosas dan un giro inesperado, tendemos a sentirnos abrumados por la incertidumbre. Pero cuando empezamos a aplicar la idea del quizás vemos que el ciclo del cambio es incesante. Cada resultado ofrece más posibilidades futuras”.
Hugo W Arostegui


Sin Ilusión No Vale La Pena


La ilusión es la “chispa de la vida”, sin ella, la vida pierde color, todo se vuelve monótono, apagado y nada tiene sentido. Recuperar la ilusión o volver a ilusionarnos conlleva buscarla, y salir del momento apático en el que vivimos.

La ilusión, hace que cada momento de la vida sea especial y único, además vivir con ilusión nos permite adelantar el momento deseado, ya que la ilusión nos motiva a visualizar, a proyectar y desear lo que queremos vivir, de manera que lo disfrutamos antes de que llegue.

“No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el mundo que sería?”
-Ramón de Campoamor-

¿Dónde habita la ilusión?
"La ilusión habita en aquellos instantes de la vida que nos acercan a nuestros proyectos" 

Se trata de desear conseguir algo, y poner toda nuestra energía en conseguirlo. La ilusión es ese sentimiento interno que nos hace disfrutar antes de que nuestro deseo se haya cumplido. Podemos potenciar la “chispa de la vida”, si nos proponemos hacerlo cada día.

La Ilusión habita en nuestro interior y en la forma en la que hacemos las cosas, podemos vivir nuestro día a día, de forma monótona, sin ganas, rutinariamente, en automático, es decir, sin ilusión por vivir.

Pero también podemos proponernos vivir cada instante, como si fuera único, poniéndole todas nuestras ganas, nuestra alegría, toda la ilusión, porque sabemos que estamos más cerca de conseguir aquello que queremos conseguir.


jueves, 22 de junio de 2017

La Brevedad De La Vida

Dicen que la vida es corta, que pasa en un suspiro y que cuando nos damos cuenta, estamos ya viviendo más de los recuerdos que de lo que acontece a nuestro alrededor.

Y la verdad, es que más que temer a esa fugacidad de nuestra existencia, lo que de verdad asusta no son los errores, ni las caídas, ni aún menos las veces que nos hemos perdido en el camino. Lo que aterra, es una vida no vivida, o más aún, haber dejado que nuestros días se fueran ajustados a los planes y sueños de segundas personas.

“Yo no estoy en este mundo para cumplir las expectativas de nadie, ni tú estás para cumplir las mías. Somos dos seres que han colisionado en un encuentro maravilloso y que juntos, construyen un camino en común hilando vida, armonizando sueños, planes y objetivos”

En ocasiones, tardamos bastante en darnos cuenta que la vida que mantenemos no nos hace feliz. Al principio nos dejamos llevar, tal vez por amor, tal vez por esperanzas e ilusiones que poco a poco se desgranan en forma de falsedad. En algo que una vez nos prometieron y que nunca se cumplió.

Son muchas las formas en que la vida se oxida al lado de otras personas. A veces son familiares, otras son parejas… Sea como sea, es algo que no debemos permitir.
Porque pocas cosas son tan personales y distintivas como el modo en que de verdad, deseamos vivir la vida. Y nadie debe poner en ella moldes, anclas o hilos de títere para llevarnos por sus propios caminos.

Tú eres tus valores, tus sueños del ayer y tus deseos del presente. Tú eres tus elecciones, tus ilusiones de la mañana y tus tristezas de la tarde. Eres lo que has conseguido y lo que te queda por alcanzar… ¿Cómo permitir entonces que otros difuminen tu identidad para calzarse tus zapatos sin tu permiso?

“Puedes perder tu orgullo por amor, puedes dejar a un lado tus sueños para soñar los de otra persona si así lo deseas, pero lo que nunca, lo que jamás debes permitirte es perder tu dignidad por nadie”
Es necesario transitar por este camino llamado vida de la forma más sencilla posible: en libertad, sin cargas en el corazón, y sin ruido en la mente.

A la vida no hay que tenerle miedo, hay que gozarla con alegría y plenitud. Y si en estos momentos no sientes nada de esto último, si cuando abres los ojos por la mañana te ves azorado/a por un sinfín de emociones negativas, es que tal vez, no estás viviendo la vida que deseas. 

Tal vez estés en el escenario que otros han creado para ti.



Educar Nuestro Ego


El ego es producto de una educación emocional deficiente, que se ha hecho fuerte alrededor de una idea: el éxito es mostrar ante los demás una imagen sin defectos, sin miedos o dudas. Prácticamente es una obligación deslumbrar al otro, aunque eso suponga ensombrecer lo que en realidad sentimos, lo que verdaderamente deseamos. Así, en muchas ocasiones confundimos la autoestima con mantener nuestro ego a salvo.

Tu ego herido revela que sufres por cualquier marca de humillación y derrota ante la vista de los demás, algo que no toleras bien y que te hace sentir triste y colérico al mismo tiempoNos enseñar a ganar, pero para ello debemos estar dispuestos a aprender. Eso implica sentirnos vulnerables, caer y volvernos a levantar infinidad de veces. Perder el ego, para ganar lecciones de vida.

En ese ciclo, debes estar preparado para no ser siempre la mejor versión de ti mismo y aceptar que los demás pueden ver de ti aquello que siempre quieres ocultar. Si quieres moverte de donde estás, hay que asumir el riesgo de perder la vanidad en muchas circunstancias. Muchas personas se consumen a ellas mismas por no asumir riesgos que puedan situarlos “en la cuerda floja. Dejan ganar a su ego y pierden todo lo demás.

La lucha por nuestro ego nos arrebata la tranquilidad
Un vacío existencial puede estar consumiéndote, pero prefirieres seguir fingiendo a tolerar mostrarte vulnerable. Por suerte o por desgracia, no padeces ninguna patología en especial, simplemente padeces un rasgo común que desgraciadamente engloba a un gran número de personas: la vanidad, llena de ego, carente de “yo”.

Se dice que a veces es más preferible ser felices a tener la razón. Asumir lo que ante los demás se puede llamar fracaso, pérdida o debilidad para conquistar la nuestra propia tranquilidad. A veces ni tan siquiera luchamos por una causa o por un asunto en el que sepamos que nuestro punto de vista es certero en su totalidad y aun así nos empeñamos “en salirnos con la nuestra”.

La lucha por mantener nuestro ego a salvo es una lucha sin tregua de nuestro yo con el mundo, en la que implícitamente ya tenemos la derrota asegurada. Un día podemos darnos cuenta de que no asumir una debilidad la ha potenciado y ha hecho que incluso perdiéramos personas a las que queríamos y nos querían en el camino.

“Andar por ahí con ego es algo malo. Tener confianza en ti mismo es algo grande”
-Fred Durst-

Deja perder al ego la lucha por conquistar tu interior para recuperar el control de tu vida. Tus emociones, sentimientos y pensamientos son automáticos e impredecibles al igual que los sucesos que pueden acontecer en tu vida. Bastante difícil es lidiar con las contradicciones y eventos diarios de nuestra vida como para intentar que siempre todo salga perfecto o exactamente como le gustaría a los demás.


Si quieres ser siempre perfecto y mostrar siempre la mejor versión de ti mismo, quizás no te quedará otro remedio que ver la vida pasar.

miércoles, 21 de junio de 2017

Nuestra Capacidad De Pensar


El pensamiento es lo que caracteriza al ser humano, es la capacidad que ha generado todas las consecuciones de la cultura y la civilización creadas por nuestra especie. Pero, aparte de los avances colectivos, también nos sirve para gobernar nuestra vida personal, para reflexionar sobre lo que queremos, lo que necesitamos, lo que podemos y los pasos a dar para conseguirlo.

Las relaciones con nuestros semejantes transcurrirán de uno u otro modo según la manera en que pensemos en ellas, las enfoquemos y tengamos claro qué significan para nosotros. La manera en que nos conducimos en las situaciones por las que atravesamos, la posibilidad de posicionarse en cada momento vital, con realismo, es algo que también atañe a la actividad de pensar.

Cualquier movimiento, actividad, decisión, relación, han de ir precedidas por esta actividad mental.
Cada ser humano nace con igual potencial respecto al desarrollo de sus funciones cerebrales, el cerebro de los humanos haciendo una analogía con un maquina es eficiente en cuanto a consumo y transformación de la energía, posee una asombrosa capacidad de optimización   en la manera de memorizar y un constante aumento de la velocidad de procesar información, un órgano realmente asombroso, pero lo que en verdad me propongo tratar en este escrito no es el funcionamiento de nuestro cerebro, ni sus capacidades, tampoco sus cualidades, sino que quiero abordar una pregunta la cual todos los seres humanos alguna vez en nuestra vida nos hemos hecho : ¿Por qué nos resulta tan difícil pensar?

Lo que sí que es cierto es que nunca usamos todas nuestras neuronas a la vez. Claro, dirán algunos, eso es lo que ocurre: como no las usamos a la vez, no podemos, por ejemplo, desarrollar poderes telepáticos. Pues tampoco. La actividad simultánea de todas las neuronas nos arrojaría al suelo víctimas de convulsiones como las de un ataque epiléptico.

Cuando las neuronas se disparan al mismo tiempo, el cerebro queda inundado de actividad eléctrica y se anula toda capacidad para pensar y actuar de manera coordinada. Para impedir ese infierno, al menos la mitad de las neuronas funcionan como un filtro atenuador o moderador de flujo. De modo que la próxima vez que alguien os diga que no usáis todo el cerebro, contestémosle que menos mal.

El mayor enemigo del pensamiento es la complejidad, porque conduce a la confusión Intentamos hacer demasiado al mismo tiempo.


La Extensión De La Lectura


En estos últimos días he vuelto a recibir algunas “observaciones” con referencia a los artículos que periódicamente hago públicos a través de enlaces de face book, digo observaciones por no decir lisa y llanamente, “quejas”, todas ellas relacionadas con la extensión de sus contenidos.

Entiendo que la lectura de los referidos temas suelen ser, algo, no mucho, un tanto más extensos de lo que pudiera caber en una carilla, de esas “comunes y silvestres” que son las que comúnmente contienen el contenido de todo lo que publico, pero, permítanme expresar, de que no obstante realizar un verdadero esfuerzo en ser lo más escueto posible en la exposición de los temas en cuestión, me resulta una tarea casi imposible la reducción del espacio para poder dar cabida a todo lo que se expone en los mismos.

Siempre entendí de que uno debe ser franco y directo en todo lo que expone y que no se debe dar “vueltas y vueltas a la noria” que para decir Gregorio no hace falta repetir gre, gre, hasta el infinito, pero digamos que una cosa es una cosa, y otra, a nuestro entender, muy diferente, la pretensión de enriquecer el contenido de todo lo que expresamos, prácticamente, esto nos obliga a no dejar “en el tintero” todo aquello que entendemos que deberíamos decir, cuando en el desarrollo de nuestros artículos decimos lo que decimos.

Tenemos una natural inclinación a la lectura y aceptamos que en materia de gustos “no hay nada escrito” es evidente que no todos tenemos las mismas costumbres y claro está que estos mismos conceptos se aplican a la extensión y al tiempo que pudiéramos aceptar como oportunos en todo lo que pudiera significar “una puesta al día” de lo que “se dice y expone por ahí” pero digamos en criollo, como nos decía un ahora muy viejo profesor, está todo bien y se nos es permitido una opinión discordante, pero recuerden: “hay un límite para el macaneo”

Hugo W Arostegui



martes, 20 de junio de 2017

Cuando No Bastan Las Buenas Intenciones


“El camino al infierno está construido de buenas intenciones”

En ocasiones muchos de los buenos propósitos que tenemos quedan vacíos si no van acompañados de actos que los dibujen sobre la realidad. Otras veces es mejor quedarse en las buenas intenciones en lugar de pasar directamente al acto: podemos predecir una consecuencia indeseada y suficientemente disuasoria como para apartar el propósito.

Aunque muchos de los buenos deseos los realizamos pensando en lo mejor para el otro, es posible que el resultado final no sea el esperado. Muchas veces tomamos decisiones en base a sentimientos y, con la ingenuidad de nuestro lado, pensamos que todo es posible si se acompaña con el corazón.

Sin embargo no siempre salen las cosas como nos gustaría. Pese a los buenos deseos nuestras acciones pueden hacer mucho daño. Antes de pasar a la acción conviene reflexionar sobre qué hacemos, si tenemos la capacidad necesaria para llevarlo a cabo y qué consecuencias puede producir su materialización.

Cuando el acto es peor que la intención

Pese a los continuos mensajes que recibimos del tipo “para conseguirlo solo necesitas soñarlo” o “no hay nada imposible”, lo cierto es que sí hay cosas que no podemos lograr solo con desearlas.
Si las buenas intenciones no están apoyadas de los conocimientos necesarios pueden resultar peligrosas. 

Las decisiones que tomamos pueden influir tanto en nosotros mismos como en las personas que queremos y, sin intención de hacerles daño, pueden acabar resultando perjudiciales.

Si quisiésemos operar a un familiar enfermo para salvarle la vida necesitaríamos no solo buenas intenciones, sino también los conocimientos necesarios; de lo contrario acabaríamos matándole (eso sí, lo habríamos hecho con toda nuestra buena intención).

El conocido efecto Dunning-Kruger viene a decir que cuanto menos sabemos de algo más creemos saber. Así, las personas que poseen poco conocimiento sobre un área concreta pueden sentirse competentes sin ser conscientes de su gran ignorancia. de hecho. Muchos psicólogos están cansados de escuchar: “si yo sé más de psicología que tú, aunque no haya estudiado la carrera”.

Lo mismo puede pasar con las acciones que realizamos o consejos que damos a otros pensando en lo mejor para ellos. Familiares, amigos o personas desconocidas que construyen su negocio únicamente sobre los cimientos de las buenas intenciones, sin reparar en el conocimiento, normalmente están sellando su fracaso.

Encerrados en nuestras ideas
Cuando alguien solo mira en una dirección es complicado abrirle los ojos a otros horizontes. Las ideas en conflicto no se llevan bien, causan malestar y no son bien recibidas en nuestra mente. Por eso mismo solemos desechar una perspectiva, acomodando la realidad a la visión que más nos agrada.

El efecto de la disonancia cognitiva explica que cuando la persona tiene dos pensamientos contrarios, por ejemplo, “creo que lo que hago es bueno para los demás” y “muchas personas dicen que lo que hago puede ser perjudicial” sentimos un malestar interno que trataremos de eliminar.

Pese a que muchas personas se acercan a nosotros con buenas intenciones recuerda que a veces no son suficientes. Reflexionar antes de actuar y acudir a una opinión experta en ocasiones puede ser más beneficioso que dejarse guiar por palabras que resultan tan bonitas y seductoras como peligrosas.