En estos últimos días he vuelto a recibir algunas “observaciones”
con referencia a los artículos que periódicamente hago públicos a través de
enlaces de face book, digo observaciones por no decir lisa y llanamente, “quejas”,
todas ellas relacionadas con la extensión de sus contenidos.
Entiendo que la lectura de los referidos temas suelen ser, algo,
no mucho, un tanto más extensos de lo que pudiera caber en una carilla, de esas
“comunes y silvestres” que son las que comúnmente contienen el contenido de
todo lo que publico, pero, permítanme expresar, de que no obstante realizar un
verdadero esfuerzo en ser lo más escueto posible en la exposición de los temas
en cuestión, me resulta una tarea casi imposible la reducción del espacio para
poder dar cabida a todo lo que se expone en los mismos.
Siempre entendí de que uno debe ser franco y directo en todo
lo que expone y que no se debe dar “vueltas y vueltas a la noria” que para
decir Gregorio no hace falta repetir gre, gre, hasta el infinito, pero digamos
que una cosa es una cosa, y otra, a nuestro entender, muy diferente, la
pretensión de enriquecer el contenido de todo lo que expresamos, prácticamente,
esto nos obliga a no dejar “en el tintero” todo aquello que entendemos que
deberíamos decir, cuando en el desarrollo de nuestros artículos decimos lo que
decimos.
Tenemos una natural inclinación a la lectura y aceptamos que
en materia de gustos “no hay nada escrito” es evidente que no todos tenemos las
mismas costumbres y claro está que estos mismos conceptos se aplican a la extensión
y al tiempo que pudiéramos aceptar como oportunos en todo lo que pudiera
significar “una puesta al día” de lo que “se dice y expone por ahí” pero
digamos en criollo, como nos decía un ahora muy viejo profesor, está todo bien
y se nos es permitido una opinión discordante, pero recuerden: “hay un límite
para el macaneo”
Hugo W Arostegui
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