Como insidioso se califica aquello
que, pese a tener apariencia inofensiva o benigna, esconde un daño potencial.
La palabra, como tal, es un adjetivo que proviene del latín insidiōsus.
En este sentido, insidiosa puede ser aquella persona que se
muestra bondadosa e inicua, incluso ingenua y que, no obstante, arma
asechanzas, urde engaños o esconde pensamientos perversos. De allí que una persona
insidiosa sea traicionera,
desleal, vil e
indigna de confianza.
Insidioso también puede aludir a aquella conducta
o forma de actuar que
oculta fines malvados, pese a disfrazarse de apariencias inofensivas, benignas.
En este sentido, un comportamiento insidioso es sinónimo de malintencionado, engañoso,
avieso o perverso.
Se dice de una persona que arma alguna asechanza o un engaño. Se puede emplear
como sustantivo. Que se hace con asechanza o también una conspiración o
confabulación con la finalidad de hacer daño. Malicioso, malintencionado o
dañoso con apariencia inofensiva. (en medicina) se dice especialmente de una enfermedad,
que bajo apariencia benigna, oculta gravedad o maligna.
Lo capcioso parece dirigirse a sorprender la
inteligencia y la razón, alucinando a aquella con falsas apariencias de verdad,
y oscureciendo a esta con falsas deducciones. El adjetivo capcioso se aplica a
los discursos, razonamientos, cuestiones y cosas semejantes.
Es capcioso un discurso cuando por un sagaz encadenamiento o
enlace, o por una sutil combinación, se conduce al que se quiere engañar a
consecuencias que al principio no podia ni sospechar, ni prever. Es capcioso un
argumento, cuando apoyándose en principios que aparecen como verdaderos, se
deducen de ellos falsas consecuencias, etc.
Parece que lo insidioso se dirige a interesar y dominar
el amor propio, a la vanidad y a nuestras naturales inclinaciones: todo esto es
tender lazos al sujeto a quien se acecha.
Ya se insinúa el insidioso con agrado, ya halaga con
apariencias de efecto, ya lisonjea con alabanzas, ya atrae con sutiles
sugestiones, o con delicadas finezas y aun con regalos. Los medios capciosos se
dirigen a que uno caiga en el error, los insidiosos a atraer insensiblemente a
un lazo bien armado. El que teniendo poca malicia conviene en un principio que
conduce a una falsa consecuencia, ya cayó en el lazo, porque no puede menos de
advertir esta consecuencia.
El que se deja seducir por medios insidiosos, camina sin
conocerlo a su perdición, y se halla cogido en la red cuando menos lo pensaba.
El que se deja engañar por medios capciosos, parece que
consiente él mismo en el error que ha adoptado, y en el que llega a obstinarse.
El que cayó en el lazo por medios insidiosos conoce al fin su error, querría
salir de él, pero ya no puede.
Deslumbran los medios capciosos; seducen y arrastran los
insidiosos.
Hugo W Arostegui
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