Hoy quiero empezar el mes lanzando un mensaje positivo a
todos aquellos que ven como, de forma irremediable se acercan a un periodo de
mucha tensión. Sí, los exámenes, prácticamente, ya están aquí. En este sentido,
todos hemos estado sometidos a temporadas de alta tensión, en las que afloran
ese tipo de sentimientos. El estrés puede proceder de cualquier situación o
pensamiento que nos haga sentir frustrado o furioso; los nervios aparecen
cuando no tenemos un buen control emocional; y la ansiedad deriva del miedo, el
desasosiego y la preocupación. Y todos ellos provocan en la persona un efecto
de baja autoestima, que hace que por su cabeza ronden mensajes negativos y
destructivos del tipo “no voy a superar el examen”, “no sé hacerlo”, “no me
acuerdo”, “no puedo”, “no soy capaz”, “voy a suspender”…
Es común
entre el alumnado relacionar la recta final de curso con los exámenes, y éstos
a su vez con los nervios y el estrés. Aunque muchos estudiantes son capaces de
controlar este tipo de sentimientos, otros no logran superarlos, por eso creo
que será de gran ayuda que veamos cómo afrontar este tipo de situaciones.
Antes de nada, me gustaría dejar claro que el hecho de
sentir ansiedad o nervios ante una prueba es, en cierto modo, normal. Se trata
de una respuesta humana a una situación de peligro o amenaza que nos es
desconocida. Lo importante en este tipo de situaciones es superar nuestras
inseguridades para rendir más y mejor. Seguro que muchos de vosotros habéis
podido comprobar que cuando tomamos el control en momentos de ansiedad
moderada, conseguimos mejorar nuestra productividad.
El peligro aparece cuando
éstos se experimentan frecuentemente y durante un periodo largo de tiempo. En
este caso, una mala gestión de este tipo de situaciones podría llevarnos al
fracaso.
Estas
situaciones de “peligro” o “amenaza” pueden venir en forma de examen para los
estudiantes, o en forma de entrevista de trabajo para las personas en búsqueda
de empleo. Centrándonos en el ámbito educativo y concretamente en los exámenes,
si eres padre, madre, docente o estudiante, lo primero que debes saber es que
para poder superar el estrés hay que desmontar el miedo a examinarnos. Debemos
intentar “quitarle hierro” al asunto así como mostrar y transmitir una
perspectiva más positiva con mensajes de ánimo del tipo “puedes conseguirlo”.
Así, visualizaremos dos momentos de especial tensión para el alumnado: antes y
durante un examen.
De forma
previa al examen, es decir, mientras nos preparamos para afrontar la prueba con
éxito, es muy importante que planteemos un plan de estudio personalizado que se
ajuste a la realidad personal de cada individuo y que le permita atender, de
forma realista, todo el contenido que necesita interiorizar.
En esta
planificación es fundamental que entendamos la importancia de los descansos. No
por estudiar más horas de forma continuada memorizaremos más cantidad de
contenido. Debemos estudiar de forma inteligente. En este sentido,
organizaremos nuestro trabajo en tramos de una hora, con los correspondientes 5
ó 10 minutos de descanso, lo que nos permitirá mantener la atención y afrontar
con frescura un mayor tiempo de estudio posterior.
Por otro lado, aunque creamos que no tiene importancia, la
alimentación también influirá en el estado de ánimo. Por este motivo, de
eliminar las bebidas con cafeína tanto como nos sea posible para evitar su
efecto estimulante pueda hacernos sentir más estrés del necesario.. Tampoco
debemos olvidarnos de descansar lo suficiente y practicar algo de deporte para
liberar la mente.
Además de
los consejos que acabo de citar, es importante marcar una serie de pautas en el
momento de afrontar los temidos exámenes. Cuando llega el momento de
enfrentarnos al examen será aconsejable que pongamos en práctica una serie de
pautas. En primer lugar, una vez que el examen está en nuestras manos deberemos
revisarlo de arriba abajo para administrar el tiempo disponible. A
continuación, trataremos de responder primero a las preguntas fáciles y
aquellas que mejor nos sepamos, para posteriormente replantear las difíciles.
También es muy útil que antes de escribir organicemos los pensamientos y, si es
necesario, hagamos nuestras propias anotaciones o esquemas que nos sirvan de
guía para desarrollar la respuesta. Y así, casi sin darnos cuenta, lograremos
completar nuestra prueba y ganarle la batalla a los nervios, el estrés y la
ansiedad.
Aunque en
el post haya hecho referencia a los exámenes de los estudiantes, adultos,
adolescentes e, incluso, niños atravesamos este tipo de situaciones en alguna
ocasión. Por eso, en este aspecto, las estrategias que aprendamos hoy nos
servirán para enfrentarnos a otras situaciones el día de mañana.
Hugo W Arostegui
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