El hombre y la mujer se complementan físicamente: para poder
ser fecundos y engendrar hijos; el hombre tiene por lo general, más fuerza
física que la mujer, pero la mujer suele ser más resistente a las enfermedades
y al dolor.
Nos complementamos psicológicamente: porque pensamos y
actuamos diferente, por ejemplo, la mujer habla mucho y el hombre no, la mujer
tiene muy desarrollada la intuición y el hombre es analítico y concreto.
También percibimos de manera distinta las cosas.
Nos complementamos espiritualmente porque la mujer es más
espiritual que el hombre y tiene que ayudarle a crecer en este aspecto, porque
a él le cuesta mucho, ya que ellos son muy prácticos y les gusta “hacer” cosas.
Estos son sólo algunos de los principales modos en que
somos distintos, sin que esto signifique que así tenga que ser, pero es como se
dan las diferencias por lo general o el la mayoría de los casos.
La complementariedad no sólo se da en la pareja o en
la familia, sino que en todas las actividades humanas: también en la vida
profesional y social, si se comparten las actividades entre hombres y mujeres,
van a funcionar mejor, pues se ven puntos de vista diferentes y se enriquecen
todos.
Hugo W Arostegui
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