La mentira es algo que se da
naturalmente: los animales, por ejemplo, usan el camuflaje para esconderse de
los cazadores o capturar a su presa, representando así una
estrategia para que las circunstancias giren a su favor. En el caso de nosotros, los seres humanos, la mentira se emplea recurrentemente; pero cuando se llega a practicar de manera
exagerada se conoce como mitomanía.
Si se acostumbran a hacerlo, dichas personas ni
siquiera lo piensan, únicamente buscan inventar y contar
historias destinadas a proyectar una mejor imagen de sí mismas.
Esto implica un abuso de poder, ya que al inducir una idea falsa se
ponen como meta obtener alguna ventaja.
Se ha establecido que detrás de este fenómeno se
halla la inseguridad y los deseos de sobresalir, pues las personas que
mienten creen que si se presentan como son nunca alcanzarán sus
objetivos. “Son seres con baja
autoestima que tratan de
compensarse. Si creen que no tienen lo suficiente deben crearlo a base de engaños”
Pero aquí la interrogante es: ¿Cómo reconocerlos? Aunque no
lo crean, es simple. Para contar falacias es necesario
sustentarlas en otra afirmación, y así sucesivamente. Quienes inventan
demasiado les resulta imposible no olvidar sus argumentos en algún momento
y, por consiguiente, contradecirse. Adicional a esto, para relatar algo
que nunca pasó debe considerarse que el otro sea incapaz de darse
cuenta.
“Nos pueden engañar una, dos o tres veces, pero tras una
serie de embustes es fácil detectarlos”, opinó Mercado Corona.
Esto hace que quienes padecen mitomanía tengan una vida
inestable, ya que no persisten en sus empleos y sus relaciones interpersonales
no son duraderas. “Nos desagrada tratar con un mentiroso; nos generan
incertidumbre. Por lo tanto, ellos se crean problemas y si no son buenos al
elaborar sus artificios experimentan ansiedad y miedo de que se descubra lo endeble
de sus historias”
Además, se sienten incómodos con quienes son y
potencian ficciones de ellos para sentirse bien con y ante los demás. Ya
concretadas estas acciones, sobre todo si llevan haciéndolo durante mucho
tiempo, les cuesta mucho aceptar que no han dicho la verdad y prefieren
seguir en la falsedad.
Ante ello ¿Qué podemos hacer ante un mentiroso
patológico? Lo primero sería confrontar las contradicciones, lo segundo
sería alejarse de la persona. La investigadora agregó que lo incongruente
es que establecen una imagen ficticia a fin de no ser rechazados; y si
son descubiertos generan repulsión hacia sus similares.
Por lo anterior, es fundamental tratar la mitomanía. La
académica abundó que el tratamiento
recomendado incluye una psicoterapia enfocada en la cognición (para alejarse de este mal
hábito) y trabajar en los aspectos emocionales, pues quizás actúe como el
detonador de la mitomanía.
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