lunes, 14 de agosto de 2017

Las Secuelas Del Egoísmo


La negación del sentir sistemática, automática e inconsciente que padece la mente humana está estrechamente relacionada con una vivencia generalmente basada en el miedo, un modo de ser insensible, defensivo, desconfiado, cruel y superficial que solo alcanza algún significado a la sombra del egoísmo. Miedo y egoísmo. El miedo es la negación del sentir, y esta es la principal herramienta del egoísmo.

 Muchísimo más extendido, enraizado y popularizado que el cristianismo, el agnosticismo, el ateísmo, el budismo, el judaísmo o el islamismo, el egoísmo es la religión con más adeptos del mundo. Se ha extendido desde el mismísimo origen de la humanidad, abarcando todos los tiempos y todas las culturas. Su principal baza precisamente consiste en que casi nadie sabe que el egoísmo es un sistema de creencias mucho más sofisticado que el de cualquier otro “-ismo”.

En el sistema de creencias del ego, su principio fundamental dice que en tu esencia eres algo horrible, y lo mejor que puedes hacer es no mirar adentro, ya que si vieras lo que eres en el fondo, quedarías espantado y no lo podrías soportar. Por esta misma razón, más vale que nadie te llegue a conocer de verdad. Esta culpa profunda e inconsciente ha sido llamada también “pecado original”, y viene a decir que tu esencia es el mal, una especie de error esencial por el cual sufres cada día. Esta ilusión es la base del ego.

Por otro lado, sabes intuitivamente que la mejor manera de mirar tus adentros consiste en sentir, ya que si bien el pensamiento puede estar engañándote sobre lo que realmente crees en el fondo, el sentimiento será noble y fiel a tu estado de tu conciencia actual, revelándote sin doblez lo que realmente hay en tu mente. Resultando tan evidente que el sentir es la manera de afrontar la verdad sobre ti mismo en el momento del ahora, y que sirve de conexión entre lo subconsciente y lo consciente, el ego ha establecido todo tipo de mecanismos por los cuales has llegado a creer que sentir es sinónimo de sufrir. Si sientes, te darás cuenta de lo horrible que eres y de lo horrible que es la vida
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Para empezar, la idea de que tu esencia es “intrínsecamente mala” solo puede surgir de un punto de vista enjuiciador y condenatorio, ya que básicamente no existe nada malo o bueno por naturaleza. Lo que llamamos bueno y malo solo lo establecemos a partir de su utilidad en pro de un objetivo, o bien tras percibir “cómo se siente”. Lo bueno es aquello que nos permite conseguir lo que deseamos, y definitivamente, lo que deseamos es sentirnos bien. Lo malo es lo que nos impide estar bien o lo que nos produce sufrimiento. Visto así, la cosa queda mucho más simple, ¿no te parece?

De modo que imaginar que existe una esencia intrínsecamente negativa es absurdo, ya que lo esencial no puede ser ni negativo ni positivo a no ser que lo sometamos a un punto de vista, una manera de sentir particular con objetivos particulares. Esto es ni más ni menos que un sujeto observador, es decir, un ego. Lo bueno o malo es relativo al que observa, mientras que la esencia es absoluta por definición. En otras palabras, el ego no tiene ni idea de cómo es la esencia.

Una vez desmantelada la falacia primordial del egoísmo, descubrimos que los motivos por los cuales el ego tiene miedo a sentir, son los mismos motivos por los cuales el ego tiene miedo a la verdad. Si nuestra conciencia alcanzara la verdad, el ego desaparecería como una sombra ante la luz del sol. El ego tiene miedo a la verdad. En realidad, el ego es el miedo en sí, y evita la verdad.

De ahí su gran interés en que evitemos el sentir. En nuestra sociedad del egoísmo, evitar sentir se considera algo normal. Existe un dogma tácito de represión a todo sentir, a cualquier sentir. Si en un momento de tristeza rompes a llorar, pronto alguien se te acercará a decirte que no llores. Si expresas temor, alguien vendrá a decirte “no temas”. Si te enfadas, pronto te dirán que no te enfades, llenos de temor. Y si estás nervioso, te dirán “cálmate”.

Es como si existiera un sistema globalizado de amortiguación de la emoción. Debajo de todo esto subyace la idea de que sentir solo te puede llevar a la desgracia o a cometer más errores, hay una idea generalizada de que sentir es malo, de que las emociones deben de ser extirpadas y comportarnos todos como robots muy razonables y eficientes
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Pero no solo no es verdad, sino que no es efectivo. Solo si estás en un creciente y profundo contacto con tu sentimiento podrás limpiar tu mente. Lo que ocurre es que la sociedad expresa con claridad su ancestral miedo a sentir: la principal herramienta para limitar el crecimiento de la conciencia de que dispone el ego.


Esto no significa que debamos hacer constantemente una apología del miedo, el sufrimiento o la ira. Fíjate que aunque el ego haya establecido y generalizado el miedo a sentir, la sociedad ya hace una constante apología del sufrimiento, el miedo y la ira. Porque la sociedad hace grandes sus miedos, los difunde por sus periódicos, televisores y otros medios de comunicación, se hacen patentes en sus leyes y en sus resoluciones, en las reuniones y conversaciones. 

La sociedad del miedo es un círculo vicioso que aunque teme sentir, no deja de sentir aquello que más teme.

Altruismo

Entendido como una de las cualidades más admirables e inherentes al ser humano, el altruismo es la capacidad de actuar desinteresadamente en beneficio de otros que pueden necesitar la ayuda o que se encuentran en condiciones de inferioridad. 

Se considera que el altruismo es una condición inherente al ser humano ya que el mismo, al vivir en sociedad, se relaciona con otros individuos y desarrolla todo tipo de sentimientos de compasión, empatía y amor que lo llevan a actuar de manera desinteresada y compasiva. 

La palabra altruismo tiene su origen en un vocablo del francés antiguo, altruisme, que significa darse a uno mismo para ayudar a aquel que lo necesita.

El altruismo implica en la mayoría de los casos actuar en favor de un otro aún cuando el resultado de esa acción puede ser perjudicial o dañina para quien la llevó a cabo. 

En este sentido, los comportamientos altruistas que muestran los seres humanos y otros seres vivos se oponen a la teoría darwinista de la supervivencia de los más aptos ya que supone la completa entrega a pesar de conocer la posibilidad de la muerte o la extinción.


El altruismo es uno de los elementos más celebrados por todas las religiones tradicionales, especialmente el Cristianismo, el Judaísmo, el Islamismo, el Budismo y el Hinduismo entre otras.

Para todas ellas, el ser humano es un ser noble creado a semejanza de su dios y por tanto actúa naturalmente en beneficio de aquellos que más lo necesitan. En el caso del Cristianismo, la entrega de Jesús al sacrificio con el objetivo de salvar a la Humanidad del pecado es el ejemplo más patente y conocido de altruismo.

Hay muchas actitudes que normalmente acompañan al altruismo y que tienen que ver con comportamientos considerados éticos y morales. Entre estas actitudes debemos mencionar la compasión, el amor por el prójimo, la empatía, la solidaridad, etc.

Del mismo modo, también hay actitudes y formas de actuar opuestas al altruismo y algunas de ellas pueden ser el egoísmo, el individualismo y la búsqueda de la propia satisfacción sin importar la necesidad de los demás.


Universalidad



La inmensidad del cerebro es similar a la del universo

Una reciente publicación de David Jou(Cerebro y Universo, Dos Cosmologías) parte de la observación científica de las estructuras globales del universo y del cerebro. 

Jou es físico, científico y poeta; catedrático de física en la Universidad Autónoma de Barcelona y traductor de la última obra de Stephen Hawking “El Gran Diseño”, publicada en español en el año 2010. 

El universo está poblado de galaxias y el cerebro de neuronas. La sensación de totalidad es común al cerebro y al universo. Nos cuesta imaginar el cerebro como un universo, porque es reducido, laberíntico y opaco. Pero lo que convierte un espacio en un universo es la sensación de totalidad. No es necesario que esa totalidad se manifieste explícitamente a los sentidos.

Tanto el cerebro como el universo nos producen el vértigo de la totalidad indefinidamente inabarcable. Es más pertinente, incluso, que se imponga ante nosotros con una cierta sensación de vértigo, como algo indefinidamente inabarcable y escurridizamente misterioso. 

El estilo del libro es escueto, en el planteamiento de las reflexiones científicas; y profundo, en la búsqueda de metáforas que amplían el horizonte del pensamiento. David Jou describe en él relaciones entre los conocimientos científicos del universo y del cerebro que proyectan nuevas facetas, científicas y humanas, en el estudio de ambas realidades. 

El punto de partida del libro es la observación científica de las estructuras globales del universo y del cerebro. El universo está poblado de galaxias y el cerebro de neuronas. La sensación de totalidad es común al cerebro y a universo. Nos cuesta imaginar el cerebro como un universo, porque es reducido, laberíntico y opaco. Pero lo que convierte un espacio en un universo es la sensación de totalidad.

No es necesario que esa totalidad se manifieste explícitamente a los sentidos. Tanto el cerebro como el universo nos producen el vértigo de la totalidad indefinidamente inabarcable. Es más pertinente, incluso, que se imponga ante nosotros con una cierta sensación de vértigo, como algo indefinidamente inabarcable y escurridizamente misterioso.

Vivimos aturdidos, confusos y apresurados, sin prestar suficiente atención a aquello que requiere un esfuerzo de concentración y una disciplina de silencio. Existe un silencio científico y un silencio poético y metafísico ante el misterio que nos supera. El espacio exterior del universo y el espacio interior del cerebro nos invitan a ir más allá de la familiaridad y entrar de vez en cuando en la sorpresa.

Jou recorre el camino que va del universo inabarcable al cerebro inabarcable. Desde hace un siglo, el espacio exterior a la galaxia ya no es impenetrable. Desde hace dos décadas, el espacio del cerebro interior tampoco es impenetrable. Destellos, sensores, algoritmos, pantallas, muchas horas de observación, muchos tanteos más allá de los sentidos. Al hablar, al escuchar, al pensar, en la oscuridad de nuestro cerebro se encienden luces virtuales como galaxias efímeras. Somos más que esos fulgores, pero ellos nos revelan parte de lo que somos. 

El desarrollo tecnológico de la neurociencia no nos deja impresionarnos por su inmensidad global. Sin embargo sí que vivimos impresionados por la inmensidad global de la ciencia del Universo. Aún no hemos tenido tiempo de asimilar tanta novedad, tanta información, tantos nombres extraños. Al contemplar el cielo nocturno, sabemos los nombres de unas pocas constelaciones y desconocemos las demás, pero ello no nos impide impresionarnos ante sus presencias. Quizás ocurrirá lo mismo con el cerebro: más allá del agobio de centenares de nombres especializados nos iremos familiarizando con las imágenes internas de nuestros cerebros, y querremos saber más, ir más lejos. 

El libro de David Jou sin dejar de circunscribirse a un lenguaje científico, apunta hacia la metáfora creadora. Jou va más allá de la mera descripción del cerebro físico hasta la mente personal insinuando intuiciones que van más allá de la escueta presentación de las áreas excitadas del cerebro a las sensaciones y emociones subjetivas y las vivencias únicas tal como todo eso puede ser visto por la ciencia actual. El nexo que sirve para conectar el cerebro físico con el universo cosmológico es sobre todo el últimamente el mundo de la información. 

El espacio cósmico y el espacio del cerebro son junto con el genoma los tres espacios más fascinantes de la actualidad. ¿Cuál es el papel de la información en la cosmología física, basada hasta ahora sólo en materia y energía? ¿Cuál es el papel de las células de glía sobre la memoria y la capacidad de procesamiento del cerebro? 

Para Jou, cerebro y universo sugieren dos modos diferentes de considerar la razón. La razón como conjunto de leyes inteligibles y la razón como capacidad humana de entender las leyes. Detrás de estas dos visiones está el misterio de lo incomprensible: Lo más incomprensible del universo es que sea comprensible (Einstein). 

Hugo W Arostegui


Refranes


De Ayer Ahora Y Mañana
Los refranes son dichos breves, que representan algún aspecto del sentido común o de sabiduría popular.

Los refranes, asimismo, pueden ser entendidos como proverbios. Ya que refranes y proverbios son sinónimos. La palabra refranes, viene del francés refrían. En cambio, la palabra proverbios, proviene del latín, proverbium.

Es así, como los refranes o proverbios, expresan verdades básicas de la vida o algún tipo de concepto práctico sobre el quehacer humano.

De igual manera, los refranes o proverbios, pueden hablar sobre conductas humanas, en cuanto a las reglas que las determinan.

Refranes:


Hijo De Tigre Sale Pintado

Árbol Que Nace Torcido Jamás Su Tronco Endereza

Mal De Muchos Consuelo De Tontos

Con Dinero Baila El Perro

El Habito No Hace Al Monje

El Que Nace Para Tamal Del Cielo Le Caen Las Hojas

Más Vale Maña Que Fuerza

El Que Nace Para Maceta Del Corredor No Pasa

El Que Con Lobos Anda A Aullar Se Enseña

El Amor Para Que Dure Debe Ser Disimulado

Del Árbol Caído Todos Hacen Leña

Paga Lo Que Debes Y Sabrás Lo Que Tienes

Los Hechos Son Amores Y No Buenas Razones 


Donde Manda Capitán No Gobierna Marinero

domingo, 13 de agosto de 2017

Pensamiento Trascendente


La vida está llena de sutilezas que pasamos por alto o banalizamos. Sin embargo, son esas sutilezas las que nos hacen reflexionar y ponernos a prueba. En estos tiempos de incertidumbre que vivimos, es más importante que nunca hacer aflorar ese lado delicado de nosotros mismos, a nivel de pensamientos, de emociones y sensaciones. Es nuestro aliado más valioso, el que nos da las claves para superar los miedos y volver a confiar en la vida. Tenemos que recuperar esa delicadeza que nos humaniza y glorifica, que nos permite sentir toda la belleza que nos rodea.

Atreverse a sentir
La vida consciente es para valientes. Requiere quitarse la armadura, estar dispuesto a conocerse, atreverse a nadar en aguas profundas para hallar las respuestas que están dentro de nosotros mismos y afloran a nuestra conciencia. Paradójicamente, en un intento fallido de evitar el dolor, nos hemos ido endureciendo cada vez más. Hemos bloqueado nuestra sensibilidad, cuando lo que más sufrimiento nos causa es, precisamente, desconectarnos de ella.

El trabajo de autoconocimiento requiere todo nuestro coraje y sinceridad para producir esa renovación interior que nos permite evolucionar, ser más coherentes con nuestra esencia y con nuestros actos. Es imprescindible tomarse tiempo para reflexionar en profundidad acerca de quiénes somos, en qué momento de nuestra evolución estamos y de qué manera podemos acceder a una visión global, más actualizada y real de nosotros mismos. Solo así podremos afrontar los desafíos que nos plantea la vida.

Los grandes enigmas existenciales
¿Quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿por qué no puedo ser feliz?, ¿por qué tengo miedo?, ¿por qué enfermamos?, ¿qué ocurre después de la muerte? Esas preguntas que se hace todo buscador de la verdad son las que centran el debate de los seminarios y a las que cada uno podrá ir dando respuesta a lo largo del mismo. La finalidad de este trabajo es tomar conciencia de la naturaleza de nuestros miedos para trascenderlos, adentrarnos en nuestro dolor esencial para liberarlo, conocer nuestros talentos y apoyarnos en ellos. 

En suma, ofrecer al mundo lo mejor de nosotros mismos y para lograrlo tenemos que ser los promotores de nuestro propio cambio. Debemos equilibrarnos, drenar todo el material denso que hemos acumulado a lo largo de la vida: los miedos, el sufrimiento, los parámetros de referencia que oscurecen y empobrecen nuestro mundo afectivo.

Nadie muere, la vida continua
La muerte es, sin duda, el miedo raíz del ser humano, el que alimenta todas sus inseguridades y temores. Vivimos de espaldas a la muerte, perdiendo el sentido natural del fin de la existencia y de la continuidad multidimensional de la Conciencia. 

Prepararse para afrontar la muerte es todavía una asignatura pendiente que llena de incertidumbre a millones de personas. El pánico a desaparecer, a dejar de ser uno mismo, se contrarresta mediante el desarrollo consciente de nuestra propia trascendencia. Solo entonces podemos disipar la angustia existencial de perder la identidad. La muerte es un umbral evolutivo de transformación que nos conduce a la vida multidimensional y a las infinitas posibilidades de evolución de la Conciencia. Es el reto más importante que el ser humano debe acometer en su vida.

La muerte lúcida, despojada de todo dramatismo, es la consecuencia natural de encontrar sentido a la vida, de haber perdido todos los miedos y transformado las creencias en conocimiento directo. 

Cuando superamos el miedo a morir, porque entendemos cómo está organizado el Universo y qué ocurre cuando abandonamos el cuerpo, empezamos a comprender nuestra naturaleza trascendente y a vivir con plena conciencia.


Ser Genuinos


Todos buscamos sacar lo mejor de nosotros mismos, pero muy pocos lo logran.
Somos el peor enemigo al momento de alcanzar el éxito, soñar y vivir la vida que deseamos. Algunas personas incluso adoptan comportamientos autodestructivos como adicciones.

No importa la edad que tengas, siempre resulta complicado sacar lo mejor versión de nosotros mismos.

Hay quienes son autodestructivos sin darse cuenta y otros que lo saben, pero no hacen nada para cambiar. Si te sientes listo y decidido para ser la mejor versión de ti mismo sigue los siguientes pasos
:
Deja de hablar en negativo
“Soy un fracaso en el amor”, “nunca podré tener el cuerpo que deseo” y “mi vida es un asco” son solo tres de las frases que solemos decir constantemente.

Cuando tienes esta clase de conversación negativa te convences de que ciertas ideas irracionales son reales y verdaderas.

Esto es un verdadero problema porque ocasiona que te sabotees o que dejes de intentar las cosas. Aprender a callar la autocrítica negativa es muy importante y debes comenzar tomando conciencia de ella.

Identifica los momentos en que estas frases comienzan a aparecer en tu mente.
En cuanto veas que has comenzado a sabotearte, piensa en algo positivo y cambia por completo esta conducta. Con el tiempo te será más fácil.

Deja de criticar y juzgar a los demás
¿Te has dado cuenta de lo fácil que resulta criticar a los demás? Esto nos da una sensación de superioridad aunque no tenga fundamento alguno.

Para ser la mejor versión de ti mismo necesitas eliminar toda la energía negativa de tu vida
El primer paso puede ser evitar juzgar a otros. Cuando pasas el tiempo criticando, dañas a esa persona en su autoestima y a ti en tus relaciones interpersonales.

Permítete conocer a quienes te rodean sin crear ningún tipo de expectativa y sin esperar que sean como deseas. Cada uno de nosotros es distinto y eso está bien.

Cada uno vive como desea y tú debes hacer lo mismo.
Deja de temer al fracaso
Una de las cosas que evitan que seas la mejor versión de ti mismo es el miedo al fracaso. Quizás deseas algo con todas tus ganas pero no atreves a lanzarte porque tienes miedo de equivocarte. Entonces optas por evitar el riesgo y pasar el tiempo sintiendo que algo va mal con tu vida.

Las personas más auténticas son aquellas que saben lo que quieren y van por ello
El resto solo se conforma con recibir lo que la vida le da. 

No temas equivocarte, los errores son la mejor fuente de conocimiento y crecimiento.
Haz lo que deseas

Esto tiene mucho que ver con el fracaso. Si pasas la vida entera huyendo del fracaso es probable que termines haciendo cosas que realmente no quieres. Desde estudiando algo que ni te interesa hasta casándote con alguien que no te hace feliz.

La mejor versión de ti mismo aparece cuando te arriesgas a encontrarte. Sueña y haz lo posible por volver reales esos sueños.


No permitas que alguien te diga que no puedes hacerlo solo porque no es lo normal.

Todo Aquello Que Nos Conmueve


¿Estás buscando una motivación distinta? ¿Obtener mejores resultados en tu vida? En esta oportunidad me gustaría compartir con cada uno una llave que puede ser la catalizadora del potencial dormido que podemos tener en nuestro interior. Quiero que todos podamos sumergirnos en un tema muy interesante: Desafíos personales.

Si podemos aprovechar cada una de las ventajas que el ponernos a prueba sabiamente puede traernos, estaremos aumentando nuestras posibilidades de superación personal. A continuación los cuatro beneficios que podemos obtener al plantearnos un desafío personal.

Creo, sin temor a equivocarme, que tener un desafío que atravesar es una de las formas más efectivas de superarnos, como dice Charles Dickens “Nunca sabe un hombre de lo que es capaz, 
hasta que lo intenta”. Tener algo que nos movilice a dar más de lo que normalmente ofrecemos puede ser lo que la mayoría de las personas necesitemos para llevar nuestro desarrollo personal a niveles superiores.

Generalmente, por nuestra condición de seres humanos, tendemos a conformarnos, es decir,  permanecer en nuestras áreas conocidas, lo que comúnmente llamamos zona de confort. En este lugar el tiempo de crecimiento parece detenerse, no hay nada nuevo que nos estimule ni movilice, las mismas cosas suceden una y otra y otra vez. La mala noticia es que esto no es lo peor, ya que el hecho de permanecer en esta zona actúa como un poderoso somnífero en nosotros, dejándonos dormidos a lo largo de los días, y esto es triste. Y para empeorar las cosas, es muy fácil acostumbrarse, y podemos llegar a morir sin haber conocido aquellas cosas de las que éramos capaces.

Creo que una de las tragedias más grandes para el ser humano es no poder llegar a ver y darse cuenta del inmenso potencial que reside en su interior, es por esto que dedico mi vida a buscar maneras de transmitir la pasión por crecer y seguir renovándonos. En esta oportunidad me gustaría recalcar esta idea: proponerte un desafío nuevo es una de las llaves para que puedas salir de tu zona de confort y comenzar a caminar en el universo novedades que no conocemos de nosotros. Esto te estimula a superarte, ese es el poder de un desafío.

Un desafío te ayuda a enfocarte
“Tener la disciplina de ir renovando nuestros desafíos creativamente no nos da más energías, sino que ayuda a ordenarlas y encausarlas de forma más efectiva.”

Como pude comentar en artículos previos, la capacidad de enfocarme es una de las cosas que más impacto tuvo en mi vida. No solo porque podía ver más detalles en las cosas que emprendía, sino que me permita dar de mis más y mejores esfuerzos para avanzar.

Tener la disciplina de ir renovando nuestros desafíos creativamente no nos da más energías, sino que ayuda a ordenarlas y encausarlas de forma más efectiva. Para entender mejor este punto voy a ilústralo de la siguiente manera: Imaginemos la lluvia. Es agua que cae en forma de gotas dispersas y, por si solas y separadas no pueden tener un gran impacto. Ahora bien, vivo en una zona en la que las calles suelen inundarse. Cuando la lluvia es persistente, todas estas gotas insignificantes son capaces de inundar las calles y provocar grandes incidentes.

No es una de las analogías más positivas, pero el punto es el siguiente: si nuestra energía se encuentra dispersa o inactiva no puede lograr demasiado pero, al igual que las gotas, cuando podemos enfocar nuestras energías en un punto, su potencial se vuelve inmenso, y es por esta razón que un desafío puede ayudarte a reorganizar tus fuerzas y darle un mismo sentido. 

Adquirir esta práctica puede sacar lo mejor que hay en nosotros y llevar nuestra vida a lugares que no nos creíamos capaces de alcanzar. Un desafío te ayuda a enfocarte, y esto te da un gran impacto como ser humano.