domingo, 15 de octubre de 2017
Dignos De Confianza
A menos que uno pueda
tener confianza en la fiabilidad de quienes le rodean, él mismo está en
peligro. Cuando aquellos con quienes contamos nos decepcionan, nuestra vida
puede volverse un desorden y aun nuestra supervivencia podría llegar a estar en
peligro.
La confianza mutua es
el material más firme para edificar las relaciones humanas. Sin ella, toda la
estructura se viene abajo.
Ser digno de
confianza es una cualidad muy estimada. Cuando la tenemos, se nos considera
valiosos. Cuando la perdemos, la gente puede llegar a pensar que no valemos
nada.
Deberíamos hacer que
otras personas cercanas a nosotros exhiban esta cualidad y la adquieran. Se
volverán mucho más valiosas para sí mismas y, por lo tanto, para los demás.
CUMPLE TU PALABRA UNA
VEZ DADA.
Cuando hacemos un
compromiso, una promesa o expresamos una intención. debemos cumplirlo. Si
decimos que vamos a hacer algo, deberíamos cumplir. Si decimos que no lo vamos
a hacer, no deberíamos hacerlo.
El respeto que
tenemos por otro se basa, en gran medida, en que la persona sea capaz de
cumplir su palabra o no. Por ejemplo, hasta los padres se sorprenderían al ver
cuánto pierden en la opinión de sus hijos cuando no cumplen una promesa.
Confiamos y admiramos
a la gente que cumple su palabra. Se considera basura a quienes no lo hacen.
Aquellos que no
cumplen su palabra a menudo nunca reciben una segunda oportunidad.
Una persona que no
cumple su palabra, poco tiempo después puede encontrarse embrollada y atrapada
en todo tipo de “garantías” y “restricciones” y hasta se le podría impedir
relacionarse normalmente con los demás. No hay un exilio personal más completo
de nuestros semejantes que cuando no cumplimos con las promesas que hacemos.
Nunca deberíamos
permitir que alguien prometa algo a la ligera, y deberíamos insistir en que
cuando haga una promesa, la debe cumplir. Nuestra vida puede convertirse en un
lío si tratamos de asociarnos con personas que no cumplen sus promesas. No es
algo de poca importancia.
“Se viaja por el
camino a la felicidad
sábado, 14 de octubre de 2017
El Poder De Una Consulta
En esta época en la que la informática ha tomado cuenta de
prácticamente todas las actividades empresariales relacionadas con su cada vez
más estrecha vinculación con los medios de control instrumentados por el
estado.
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Confianza
Tener la capacidad de confiar en los demás es una parte muy
importante de nuestra vida. Incluso, no tan solo es necesario confiar en
los demás, sino también en uno mismo. Pero, para algunas personas confiar en
los demás es todo un reto.
Especialmente cuando se conoce a una nueva persona, ya que surge una crisis de confianza. Ahí es
exactamente cuando surge el miedo a confiar en los demás. Pero eso quiere decir
que al mismo tiempo existe un problema de confianza en uno mismo que es
importante resolver.
“Tienes que
confiar en los demás aunque a veces traicionen tu confianza, pues de lo
contrario la vida sería imposible”.
-Orson Scott Card-.
Ante todo, reconoce la necesidad de confiar de nuevo, ya
que algunas personas se engañan al creer que no necesitan tener relaciones
estrechas en su vida, y eso no es cierto, los seres humanos se necesitan
mutuamente y requieren socializarse, ya que de otra forma, su vida estará
vacía.
Muévete en ambientes donde veas que hay confianza entre las
personas, siempre hay alguien en quien puedas confiar; sólo necesitas encontrar
la persona adecuada.
Hay que entender que una persona no tiene que satisfacer
todas tus necesidades, lo que importa es que todas tus necesidades sean
satisfechas, y lo puedes lograr confiando en distintas personas con diferentes
necesidades.
Busca personas dignas de confianza, que traten bien a
sus semejantes; si es aficionada a contar los detalles íntimos de la vida de
otras personas, es probable que traicione también tu confianza, pero si no
habla mal de otras personas, es poco probable que hable mal de ti a los demás.
Encuentra personas, fomentando la confianza con lentitud;
comparte pequeñas confidencias y espera a ver qué pasa; si habla de ellas
a los demás, no confíes en él, pero si la persona demuestra que es fiel en las cosas pequeñas, puedes sentirte seguro
de confiar en él.
“Un pájaro posado en un árbol nunca tiene miedo de que la
rama se rompa, porque su confianza no está en la rama sino en sus propias
alas”.
-Proverbio-.
Pero, sobre todo, aprende a confiar en ti mismo,
ya que en muchas ocasiones el miedo a confiar en otra persona se debe al miedo
a uno mismo, a no ser capaz de manejar una traición. No tengas prisa, ten
paciencia, ya que después de haber sido traicionado, puede ser un reto,
aprender a confiar de nuevo. Date el tiempo y el espacio que necesitas.
No es necesario que asumas riesgos para demostrar que confías
en ti mismo, pero puedes realizar actividades que te enseñan cosas sobre ti
mismo.
Empieza a confiar en los demás y, sobre todo,
en ti mismo.
viernes, 13 de octubre de 2017
Filosofía Y Política
Las incursiones de
la filosofía en el terreno de la política tienen más de dos mil años de
historia.
Si Platón se hizo conocido por relacionar su
teoría de las ideas con un modelo de organización política basada en una
jerarquía férrea, su discípulo
Aristóteles no le anduvo a la zaga, y propuso una serie de principios
democráticos que, según él, eran necesarios para que la voz y los
intereses del pueblo pudiese dar forma a las decisiones importantes que se
toman.
Esta serie de
propuestas son conocidas como las
9 reglas de la democracia según Aristóteles.
Artículo
relacionado: "Diferencias entre la Psicología y la Filosofía"
El contexto: la democracia de Atenas
Por supuesto, los estándares democráticos de la Antigua
Grecia no se parecen demasiado a los que imperan actualmente en la
mayoría de países industrializados de Occidente. Aunque se considere que los
atenienses fuesen los padres de la democracia, en aquella época sólo podía
tener representación las familias ricas. La mayoría de la población, en la que
se incluían esclavos, mujeres y menores, además de personas consideradas
extranjeras, no tenían ni voz ni voto.
Además, este modelo
de democracia no estaba ni mucho menos generalizado por toda Grecia. Los
espartanos, por ejemplo, ponían mucho más énfasis en la necesidad de funcionar
como un gran campamento militar que en las virtudes de la representación
política.
Los sofistas
Este es el contexto
en el que Aristóteles escribió sus textos sobre política; en Atenas, algunas personas acudían por
sorteo a lugares de representación política en los que unas cuantas
decenas de personas debatían. Vencía la parte que conseguía convencer al resto,
y es por eso que para ciertas familias pudientes a filosofía se reducía a un
juego de retórica en el que era más importante la forma en la que se decía algo
que el contenido de ese mensaje.
Era por eso que por
Atenas proliferaron unos expertos de la retórica, los llamados sofistas, que instruían a quien les pagase en el arte de
convencer a los demás, algo que se consideraba una inversión para ganar
poder de influencia.
Tanto Sócrates como Platón mostraron su total
repulsa ante esta concepción de la filosofía tan basada en el relativismo, ya
que entendían que la verdad no cambiaba en función de quién pagase por la
defensa de ciertos intereses.
El sistema de política desarrollado por Aristóteles
Después de estos
dos filósofos, Aristóteles no ponía tanto énfasis en la necesidad de acceder a
una verdad universal y absoluta independientemente de las consecuencias que
esto tuviese, pero sí creyó importante fijar una serie de reglas para que la democracia fuese lo más perfecta
posible, evitando los riesgos de la corrupción y de las triquiñuelas
retóricas.
Esta serie de
reglas de la democracia de Aristóteles fueron escritas en su libro Política,
y son las siguientes:
1. Elegir todas las magistraturas entre todos
Aristóteles
entendía que la política afecta a todos y que por consiguiente todos deben
tener el derecho de influir en la política.
2. Que todos manden sobre el individuo y que el
individuo mande sobre todos
Este encaje entre
los intereses colectivos y los individuales era considerado fundamental para
que la democracia no tuviese puntos ciegos.
3. Que los cargos públicos se designen por sorteo
Este filósofo
griego creía que, allí donde fuese posible y donde la necesidad de
conocimientos técnicos no fuese un escollo, los cargos debían ser elegidos por
sorteo para evitar el tráfico de influencias.
4. Que una persona no pueda ejercer dos veces el
mismo cargo
Aristóteles creía
que esta regla de la democracia era fundamental para que no permaneciesen
ciertos cargos enquistados, lo cual haría que los intereses personales de la
persona se mezclasen con los objetivos políticos que persigue.
5. Que la misma persona solo ocupe a la vez un cargo
público
Esta regla, que
contaba con la excepción de las personas dedicadas a la protección de la ciudad
mediante el ejército, podía servir como un modelo primitivo de separación de
poderes.
6. Que los cargos públicos sean de corta duración
Esto era necesario,
una vez más, para que los intereses personales de los políticos no
interfiriesen demasiado con su rol político.
7. Que los cargos elegidos administren justicia
La idea de la
justicia debía estar por encima de los objetivos políticos y de las estrategias
concretas, por el bien del conjunto de la población y para no sentar
precedentes de injusticia.
8. Que la asamblea del pueblo tenga poder sobre
todas las cosas
Las decisiones
fundamentales debían de proceder de la soberanía del pueblo, no de las
decisiones de unas pocas personas.
9. Que ningún cargo público sea vitalicio
Esto era necesario
para impedir que apareciesen brechas entre el poder de los cargos públicos y el
resto de la población. Si existen cargos vitalicios, estos podrían tomar
cualquier medida injusta, dado que tienen garantizado un extra de poder durante
toda su vida y por consiguiente no tendrían por qué pagar las consecuencias.
https://psicologiaymente.net/social/reglas-democracia-aristoteles
1.
Lenguaje Y Percepción
¿En qué medida influye el lenguaje en nuestra forma de
pensar el mundo? ¿Estamos determinados por nuestra lengua a percibir la
realidad de una forma particular?
Estas interrogantes, tan antiguas y controversiales, han
sido estudiadas desde una serie de perspectivas (filosóficas, antropológicas,
psicológicas, etc.) y han dado lugar, por lo demás, a distintas teorías.
Dentro del terreno específico de la lingüística, uno de los
últimos afanes ha sido el de averiguar hasta qué punto las funciones cognitivas
se ven influidas por los recursos lingüísticos presentes en las diversas
lenguas del mundo.
De modo de ahondar en este tema, muchos lingüistas dedicados
a la interface entre cognición y lengua, han comenzado a centrar su mirada en
el fenómeno del bilingüismo, intentar percibir hasta qué punto una lengua,
trátese de una lengua primera o dominante, puede influir en los procesos de
conceptualización de la realidad en una segunda lengua.
En esta presentación se discuten tres hipótesis centrales y
que históricamente han tenido un alto impacto para el desarrollo del tema. La
primera de ellas plantea que nuestra percepción de la realidad está determinada
por la lengua que dominamos; la segunda, conocida como principio de la relatividad
lingüística, que los variados recursos con que las lenguas cuentan
obligan a sus hablantes a verbalizar y por ende prestar atención a aquellos
aspectos de la realidad expresables en dichas lenguas (Boas, Sapir-Whorf); y la
tercera, que el impacto del lenguaje sobre el pensamiento no se da sino en el
momento mismo de verbalizar una situación (thinking for speaking, Slobin),
de modo que estaríamos condicionados a prestar atención a ciertos aspectos de
la realidad pero sólo en el momento de expresarlos.
A partir de estas ideas se presenta una serie de ejemplos y
datos empíricos tomados principalmente de investigaciones desarrolladas en
sueco-danés/español (Bylund, Cadierno, Donoso) y que esperamos nos permitan
arrojar nuevas luces sobre cómo el lenguaje puede influir en nuestra forma de
percibir y expresar la realidad.
Asumir Responsabilidades
En el transcurso de la vida, el hombre decide qué hacer con
su vida, propone metas, entre otras cosas, y todo ello lo realiza con la debida
diligencia siendo consciente de sus actos, es decir asume las consecuencias que
sus actos generan; en conclusión el hombre es responsable.
La responsabilidad es un valor social que consiste en la
capacidad de la persona para responder a una obligación o a las consecuencias
de sus actos, sin depender de nadie.
Las personas que tienen una autoestima elevada son
responsables de su propia vida y toman un rol activo y no pasivo ante las
dificultades. Buscan las maneras de solucionarlas en lugar de culparse o buscar
a alguien que arregle sus problemas. Además, luchan por conseguir sus metas por
sí mismos, sin esperar que otra persona o el destino les ayude a cumplirlas.
Estas personas, que han asumido la responsabilidad de su
propia existencia, tienen más confianza en sí mismas y están más preparadas
para la vida, por lo cual, su autoestima continuará aumentando. Por el
contrario, la gente que no asume la responsabilidad de sus propias acciones se
siente víctima de los demás y se lamenta por su mala suerte. No tiene el
control de su propia vida, ya que ha sido él mismo quien se lo ha dado a los
demás. Así, cuando fracasa, siempre puede culpar a alguien pero jamás podrá
sentir que tiene el poder de cambiar o mejorar su existencia.
Para empezar a vivir de manera responsable, es necesario
admitir que nadie va a venir a ayudarnos cada vez que necesitemos algo. Una vez
que hemos aceptado que la responsabilidad de nuestra vida está en nosotros
mismos, nos volveremos más activos y capaces y, por este simple hecho, nuestra
autoestima aumentará.
Asumir la responsabilidad de nuestra vida implica ser
responsable de nuestras elecciones y acciones, de nuestro tiempo, de nuestro
trabajo, del cuidado de nuestro cuerpo, de nuestras relaciones personales y
cómo las tratamos, del significado de nuestra existencia, de nuestras emociones
y pensamientos.
Todos tenemos límites. Cada día debemos establecer límites
para nuestro yo. Si no puedes establecer estos límites pasarás el resto de tu
vida echándoles la culpa a otros debido a que vivirás en un mundo caótico. Hay
que tener en cuenta que no todo se puede controlar en la vida. Puede haber
hechos accidentales de los que no podemos responsabilizarnos. Tanto culparnos
por hechos que escapan a nuestro control como no aceptar nuestra
responsabilidad de los hechos que sí podemos controlar, conducirán a que nuestra
autoestima se reduzca. Hay que saber qué cosas dependen de mí y cuáles no para
poder mantener una autoestima equilibrada.
Asumir la responsabilidad por tus acciones es una manera de
mejorar tu vida en general. Cuando tomas el control de tus acciones estás
poniendo los malos hábitos detrás de ti y avanzando por un camino nuevo. Al
final del camino encontrarás la felicidad. La responsabilidad es algo bueno. A
veces cometemos errores. No hay nada malo con eso siempre y cuando aprendas de
esos errores.
Eres un ser humano y te equivocarás en el transcurso de tu
vida. Los errores son parte de la vida y tendrás que hacerles frente.
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