Las incursiones de
la filosofía en el terreno de la política tienen más de dos mil años de
historia.
Si Platón se hizo conocido por relacionar su
teoría de las ideas con un modelo de organización política basada en una
jerarquía férrea, su discípulo
Aristóteles no le anduvo a la zaga, y propuso una serie de principios
democráticos que, según él, eran necesarios para que la voz y los
intereses del pueblo pudiese dar forma a las decisiones importantes que se
toman.
Esta serie de
propuestas son conocidas como las
9 reglas de la democracia según Aristóteles.
Artículo
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El contexto: la democracia de Atenas
Por supuesto, los estándares democráticos de la Antigua
Grecia no se parecen demasiado a los que imperan actualmente en la
mayoría de países industrializados de Occidente. Aunque se considere que los
atenienses fuesen los padres de la democracia, en aquella época sólo podía
tener representación las familias ricas. La mayoría de la población, en la que
se incluían esclavos, mujeres y menores, además de personas consideradas
extranjeras, no tenían ni voz ni voto.
Además, este modelo
de democracia no estaba ni mucho menos generalizado por toda Grecia. Los
espartanos, por ejemplo, ponían mucho más énfasis en la necesidad de funcionar
como un gran campamento militar que en las virtudes de la representación
política.
Los sofistas
Este es el contexto
en el que Aristóteles escribió sus textos sobre política; en Atenas, algunas personas acudían por
sorteo a lugares de representación política en los que unas cuantas
decenas de personas debatían. Vencía la parte que conseguía convencer al resto,
y es por eso que para ciertas familias pudientes a filosofía se reducía a un
juego de retórica en el que era más importante la forma en la que se decía algo
que el contenido de ese mensaje.
Era por eso que por
Atenas proliferaron unos expertos de la retórica, los llamados sofistas, que instruían a quien les pagase en el arte de
convencer a los demás, algo que se consideraba una inversión para ganar
poder de influencia.
Tanto Sócrates como Platón mostraron su total
repulsa ante esta concepción de la filosofía tan basada en el relativismo, ya
que entendían que la verdad no cambiaba en función de quién pagase por la
defensa de ciertos intereses.
El sistema de política desarrollado por Aristóteles
Después de estos
dos filósofos, Aristóteles no ponía tanto énfasis en la necesidad de acceder a
una verdad universal y absoluta independientemente de las consecuencias que
esto tuviese, pero sí creyó importante fijar una serie de reglas para que la democracia fuese lo más perfecta
posible, evitando los riesgos de la corrupción y de las triquiñuelas
retóricas.
Esta serie de
reglas de la democracia de Aristóteles fueron escritas en su libro Política,
y son las siguientes:
1. Elegir todas las magistraturas entre todos
Aristóteles
entendía que la política afecta a todos y que por consiguiente todos deben
tener el derecho de influir en la política.
2. Que todos manden sobre el individuo y que el
individuo mande sobre todos
Este encaje entre
los intereses colectivos y los individuales era considerado fundamental para
que la democracia no tuviese puntos ciegos.
3. Que los cargos públicos se designen por sorteo
Este filósofo
griego creía que, allí donde fuese posible y donde la necesidad de
conocimientos técnicos no fuese un escollo, los cargos debían ser elegidos por
sorteo para evitar el tráfico de influencias.
4. Que una persona no pueda ejercer dos veces el
mismo cargo
Aristóteles creía
que esta regla de la democracia era fundamental para que no permaneciesen
ciertos cargos enquistados, lo cual haría que los intereses personales de la
persona se mezclasen con los objetivos políticos que persigue.
5. Que la misma persona solo ocupe a la vez un cargo
público
Esta regla, que
contaba con la excepción de las personas dedicadas a la protección de la ciudad
mediante el ejército, podía servir como un modelo primitivo de separación de
poderes.
6. Que los cargos públicos sean de corta duración
Esto era necesario,
una vez más, para que los intereses personales de los políticos no
interfiriesen demasiado con su rol político.
7. Que los cargos elegidos administren justicia
La idea de la
justicia debía estar por encima de los objetivos políticos y de las estrategias
concretas, por el bien del conjunto de la población y para no sentar
precedentes de injusticia.
8. Que la asamblea del pueblo tenga poder sobre
todas las cosas
Las decisiones
fundamentales debían de proceder de la soberanía del pueblo, no de las
decisiones de unas pocas personas.
9. Que ningún cargo público sea vitalicio
Esto era necesario
para impedir que apareciesen brechas entre el poder de los cargos públicos y el
resto de la población. Si existen cargos vitalicios, estos podrían tomar
cualquier medida injusta, dado que tienen garantizado un extra de poder durante
toda su vida y por consiguiente no tendrían por qué pagar las consecuencias.
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