viernes, 13 de octubre de 2017

Filosofía Y Política



Las incursiones de la filosofía en el terreno de la política tienen más de dos mil años de historia. 
Si Platón se hizo conocido por relacionar su teoría de las ideas con un modelo de organización política basada en una jerarquía férrea, su discípulo Aristóteles no le anduvo a la zaga, y propuso una serie de principios democráticos que, según él, eran necesarios para que la voz y los intereses del pueblo pudiese dar forma a las decisiones importantes que se toman.

Esta serie de propuestas son conocidas como las 9 reglas de la democracia según Aristóteles.
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El contexto: la democracia de Atenas
Por supuesto, los estándares democráticos de la Antigua Grecia no se parecen demasiado a los que imperan actualmente en la mayoría de países industrializados de Occidente. Aunque se considere que los atenienses fuesen los padres de la democracia, en aquella época sólo podía tener representación las familias ricas. La mayoría de la población, en la que se incluían esclavos, mujeres y menores, además de personas consideradas extranjeras, no tenían ni voz ni voto.

Además, este modelo de democracia no estaba ni mucho menos generalizado por toda Grecia. Los espartanos, por ejemplo, ponían mucho más énfasis en la necesidad de funcionar como un gran campamento militar que en las virtudes de la representación política.

Los sofistas
Este es el contexto en el que Aristóteles escribió sus textos sobre política; en Atenas, algunas personas acudían por sorteo a lugares de representación política en los que unas cuantas decenas de personas debatían. Vencía la parte que conseguía convencer al resto, y es por eso que para ciertas familias pudientes a filosofía se reducía a un juego de retórica en el que era más importante la forma en la que se decía algo que el contenido de ese mensaje.

Era por eso que por Atenas proliferaron unos expertos de la retórica, los llamados sofistas, que instruían a quien les pagase en el arte de convencer a los demás, algo que se consideraba una inversión para ganar poder de influencia.

Tanto Sócrates como Platón mostraron su total repulsa ante esta concepción de la filosofía tan basada en el relativismo, ya que entendían que la verdad no cambiaba en función de quién pagase por la defensa de ciertos intereses.

El sistema de política desarrollado por Aristóteles
Después de estos dos filósofos, Aristóteles no ponía tanto énfasis en la necesidad de acceder a una verdad universal y absoluta independientemente de las consecuencias que esto tuviese, pero sí creyó importante fijar una serie de reglas para que la democracia fuese lo más perfecta posible, evitando los riesgos de la corrupción y de las triquiñuelas retóricas.

Esta serie de reglas de la democracia de Aristóteles fueron escritas en su libro Política, y son las siguientes:
1. Elegir todas las magistraturas entre todos
Aristóteles entendía que la política afecta a todos y que por consiguiente todos deben tener el derecho de influir en la política.
2. Que todos manden sobre el individuo y que el individuo mande sobre todos
Este encaje entre los intereses colectivos y los individuales era considerado fundamental para que la democracia no tuviese puntos ciegos.
3. Que los cargos públicos se designen por sorteo
Este filósofo griego creía que, allí donde fuese posible y donde la necesidad de conocimientos técnicos no fuese un escollo, los cargos debían ser elegidos por sorteo para evitar el tráfico de influencias.
4. Que una persona no pueda ejercer dos veces el mismo cargo
Aristóteles creía que esta regla de la democracia era fundamental para que no permaneciesen ciertos cargos enquistados, lo cual haría que los intereses personales de la persona se mezclasen con los objetivos políticos que persigue.
5. Que la misma persona solo ocupe a la vez un cargo público
Esta regla, que contaba con la excepción de las personas dedicadas a la protección de la ciudad mediante el ejército, podía servir como un modelo primitivo de separación de poderes.
6. Que los cargos públicos sean de corta duración
Esto era necesario, una vez más, para que los intereses personales de los políticos no interfiriesen demasiado con su rol político.
7. Que los cargos elegidos administren justicia
La idea de la justicia debía estar por encima de los objetivos políticos y de las estrategias concretas, por el bien del conjunto de la población y para no sentar precedentes de injusticia.
8. Que la asamblea del pueblo tenga poder sobre todas las cosas
Las decisiones fundamentales debían de proceder de la soberanía del pueblo, no de las decisiones de unas pocas personas.
9. Que ningún cargo público sea vitalicio
Esto era necesario para impedir que apareciesen brechas entre el poder de los cargos públicos y el resto de la población. Si existen cargos vitalicios, estos podrían tomar cualquier medida injusta, dado que tienen garantizado un extra de poder durante toda su vida y por consiguiente no tendrían por qué pagar las consecuencias.

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