¿Cuántas veces comunicamos algo y los demás lo interpretan
en forma muy diferente a lo que esperábamos? ¿Cuántos conflictos personales se
generan a partir de un malentendido? Vivimos
en sociedad y dependemos los unos de los otros en
infinidad de aspectos. Por eso es fundamental tener la capacidad de expresarnos
y aprender a comunicarnos de forma eficiente con los demás.
Tanto si queremos prosperar, como si queremos cultivar una
intensa vida social que nos satisfaga a nivel personal, necesitamos mejorar nuestras habilidades para la comunicación. Pero,
para ello, es necesario tener en cuenta algunas claves que nos ayudarán a ello.
“Para aprender a comunicarnos efectivamente debemos
darnos cuenta de que todos somos diferentes en la forma en que percibimos el
mundo y usar ese conocimiento como guía para comunicarnos con otros…”.
-Tony Robbins-.
Cuando reiteramos nuestro mensaje dando demasiadas
explicaciones, una y otra vez, nuestro interlocutor puede sentirse
menospreciado, como si pensáramos que no es capaz de entenderlo a la primera.
Siempre es posible plantear algo sumamente profundo y significativo, pero de
manera sencilla, sin tantas aclaraciones y repeticiones.
Para conseguir que nuestra comunicación sea efectiva, tenemos
que expresarnos de manera específica y clara. Dejemos a un lado las
ambigüedades y generalizaciones y digamos exactamente lo que queremos. Si nos expresamos sin rodeos, el efecto será mucho mejor.
“No hay nada más admirable que una persona que habla
claro desde el principio”.
-Candidman-.
Aunque sea una obviedad, no siempre nos damos cuenta que el
objetivo principal en una conversación es comunicarse de una forma eficaz. Si
aprendemos a expresar correctamente nuestras ideas, seremos capaces de
entendernos mejor con los demás y conseguir acuerdos de provecho para las dos
partes. Por lo tanto, debemos centrarnos en este objetivo y dejar de lado
aquello que nos dificulte esta misión, es decir, necesidad de autoafirmarnos,
críticas negativas, vanidad, etc.
Existe una fórmula sencilla para poder llevar a cabo una
conversación que resulte comunicativa y agradable a la vez que lograremos
transmitir nuestras emociones.
La primera será escuchar muy bien a nuestro interlocutor. En
este caso no estamos hablando sólo de educación, ya que escuchar a los demás
atentamente nos predispone de una manera positiva ante ellos y nos proporciona
una valiosa información sobre la persona que tenemos delante. Reflexionar antes
de hablar, también resulta de suma importancia. No hay que dejarse llevar por
la improvisación. Si vamos a mantener una conversación de importancia, es
necesario dedicar algo de tiempo para prepararnos los argumentos, de esta
manera no correremos el peligro de dar un paso en falso
Es conveniente, de igual manera, prestar una especial
atención al lenguaje de los gestos ya que aunque las palabras son las que
llevan el peso de un discurso, las miradas y los gestos son las que comunican
los sentimientos. También resulta de extrema importancia ser modesto.
A nadie le gusta conversar con alguien cuyo tema
principal de una conversación sean sus méritos. Los hechos y no las palabras
son las que deben demostrar lo que valemos, por tanto, es mejor pecar de
humilde que de soberbio.
No estamos tratando de vender nuestra persona, sino de
entendernos con los demás.
Muy importante es tratar de conectar a través de las
emociones con los demás. Debemos tratar de expresar nuestros sentimientos con
la empatía y con la humildad y por supuesto pensar en un buen final para
concluir nuestra exposición de una forma divertida o agradable, para dejar un
buen sabor a las personas que nos han estado escuchando, lo que nos
predispondrá a su favor.
Lo que nunca deberemos de hacer es mentir, por muchas excusas
que encontremos o ser demasiado impulsivo. Es positivo ser natural y espontáneo.
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