Cuando vemos en las redes sociales fotografías o comentarios
de nuestros contactos quizás pensemos que nuestra vida es aburrida y no tiene
nada para ofrecer… por ello hacemos lo imposible para parecernos al resto y
subimos miles de fotos para contar nuestras peripecias. Pero, ¿son
realmente tan maravillosas las vidas de los demás como reflejan las redes
sociales?, ¿vale la pena tener una vida social “ajetreada”?
Por ejemplo, las parejas que constantemente “informan” a sus
conocidos que están enamorados y no pueden vivir sin el otro, en realidad son
inseguros y celosos. Necesitan gritar a los cuatro vientos para “simular” la
perfección o inventarse una confirmación que no es más el propio espejismo de
su vida.
¿Por qué todos tienen una mejor vida social que la mía?
Publicaciones de parejas felices y enamoradas que esconden
crisis matrimoniales, personas haciéndose selfies en todas partes del
mundo quizás mostrando simplemente soledad y desarraigo, frases de autoayuda o superación
personal que pretenden dar una lección de pedagogía con demasiadas excepciones
para que esas sentencias absolutas puedan ser leyes alguna vez..
Por desgracia, al ver estos mensajes nuestro cerebro
sufre un aliento de envidia porque entiende que los demás son más divertidos,
tienen vidas fantásticas, han hallado al amor verdadero o experimentan
sensaciones únicas. Sin embargo, debajo de lo que reluce, ¿realmente hay oro?
Pasar horas y horas frente a
las redes sociales no suele ayudarnos precisamente en un estado melancólico. Algo que es especialmente
dañino cuando lo hacemos en una actitud
comparativa y tomando al yo como referencia. Si sentimos que
el mundo nos debe algo, cosa que no es cierto, aumentaremos esta sensación si
tenemos la percepción de que a los demás le va realmente bien. Así, el ojear
los perfiles de los demás puede aumentar nuestra sensación de ser víctimas.
La vida de los demás no es lo que dibujan sus redes sociales
¿Crees que es imposible dejar de conectarte a diario a esa
plataforma que se supone que informa de las últimas noticias de los que te
rodean? Según un estudio de un instituto danés, usar
Facebook de esta forma nos hace infelices. Para la
investigación un grupo de participantes no abrieron sus perfiles durante una
semana y admitieron sentirse menos estresados y más enfocados en sus trabajos o
estudios.
Aquellos que no usan o no
tienen perfiles en estas páginas aprovechan el día de otra manera.
Tienen más tiempo para descansar, hacer ejercicio, terminar antes las tareas,
preparar la cena o limpiar la casa. Como si esto no fuese suficiente, estar
ajeno a una red social nos lleva a hablar con quienes tenemos al lado, ver en
persona a quienes amamos o llamar a familiares y amigos más seguido.
El resultado de esta prueba nos da algo en qué pensar:
“Estamos continuamente leyendo buenas noticias y cosas maravillosas en el muro
de los demás y eso nos lleva a compararnos y a deprimirnos.
No siempre son
ciertas las palabras o imágenes que aparecen, ya que el
mundo de las redes sociales se
basa en mostrar a los demás nuestra mejor versión, una
imagen distorsionada de lo que en verdad somos”.
Aquello que sucede en
Facebook, Twitter o Instagram de alguna manera está separado de lo real o lo
auténtico, es más bien un ejercicio de publicidad o la saciedad
de una necesidad de dibujarnos de una manera determinada.
Piensa que todos esos recuerdos y
momentos han existido en realidad, aunque no tengan una ventana al mundo.
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