domingo, 8 de octubre de 2017

Irradiar Nuestra Mejor Imagen



Conocedores del tema de los comportamientos afirman, que quienes reiteradamente evaden responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos trasladándola a los demás, argumentando ser víctimas de su entorno, lo que verdaderamente les sucede es que son portadores(as) de una personalidad tóxica.

El filósofo argentino T. Abraham, refiriéndose a relaciones interpersonales, expresa, que existen aquellas que potencian nuestras energías y nos producen alegría. También pululan relaciones que disminuyen y producen tristeza, estas últimas se pueden calificar de tóxicas, en el tanto, son una especie de veneno para el alma y por ende de la vida de las personas.

Las personas portadoras de personalidad tóxica representan un obstáculo que impide alcanzar los principales propósitos que todos(as) consciente o inconscientemente pretendemos: Seguridad y Felicidad.

La lista de actitudes y conductas de estas personas es interminable, entre otras: siempre hablan de cosas negativas; asumen que solo ellos(as) tienen la razón;  son incapaces de reconocer cualidades y logros de los demás; son hirientes, reaccionan con agresividad; no tienen ningún reparo en avasallar al prójimo; son expertos en la manipulación y manejo de medias verdades, del bulling social, etc...  
¡OJO!, la biblia en Mateo 7:5, dice que limpiemos primero la viga en nuestro ojo para después limpiar la paja del ojo ajeno. Ello significa, que no debemos empeñarnos en ver los defectos del prójimo, menos cometer el error de juzgarle, lo que procede en primer lugar, es examinarnos para evitar caer nosotros en actitudes y conductas tóxicas, o si ya hemos caído, abordarlas con la ayuda apropiada y superarlas.  

Si Ud., se percata que está atrapado(a) en una personalidad tóxica, es determinante disponerse a aceptar con serenidad esta situación, a llenarse de valor para declarar, cambio y fuera, a dicha personalidad, para que su vida y la de las personas con quienes se relaciona mejore.

Amiga, amigo, los seres humanos hemos sido creados para relacionarnos con Dios y con nuestros semejantes. Estas relaciones deben tener como objetivo, potenciar nuestras capacidades para enfrentar todo tipo de circunstancias, abordar y resolver problemas, avanzar hacia el logro de metas y sueños, especialmente de la felicidad y la seguridad tan anheladas por todos.

Por lo tanto, la felicidad, la seguridad, y la calidad de vida a la que debemos aspirar, pasa por establecer relaciones caracterizadas por actitudes y conductas que se constituyan en factores de protección para nuestro entorno y para nosotros mismos.



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