lunes, 2 de octubre de 2017

Frases De Filosofía De Platón


¿Para quién es la filosofía?:

“- Ningún dios se ocupa en filosofar, ni desea adquirir el saber (ya que lo posee), y ningún otro que posea el saber se ocupará en filosofar. Pero, por otra parte, tampoco los ignorantes se ocupan en filosofar, ni desean adquirir el saber; ya que es fundamentalmente la desgracia de la ignorancia que quien no es ni bello, ni bueno, ni tampoco inteligente, se imagina serlo tanto como es necesario. Aquél que no piensa estar desprovisto no tiene por tanto el deseo de aquello de lo cual no cree necesario estar provisto.
– En estas condiciones, ¿quiénes son, Diotima, los que se ocupan en filosofar, puesto que no son ni los sabios ni los ignorantes?
– Es algo tan claro, respondió ella, que incluso un niño lo vería: son los intermedios entre una y otra especie, y el Amor es uno de ellos. Puesto que la ciencia, sin duda alguna, está entre las cosas más bellas; pues el Amor tiene a lo bello por objeto de su amor; en consecuencia es necesario que el Amor sea filósofo y, en tanto que filósofo, intermediario  entre el sabio y el ignorante.”

La sabiduría es un estado del alma:

“- Pero cuando (el alma) busca sola y por sí misma, entonces llega al campo de lo puro, lo eterno, lo inmortal y lo inmutable, y siendo de naturaleza semejante a ello, permanece sola por sí misma e independiente, se queda por siempre a su lado y deja de vagar, permanece entonces en el campo de lo absoluto, lo constante y lo inmutable, en contacto con aquello que es de naturaleza similar. Y este estado del alma es lo que se llama sabiduría”.

El camino de la dialéctica:

“- Es necesario, por tanto -dije-, que, si esto es verdad, nosotros consideremos lo siguiente: que la educación no es tal como proclaman algunos que es. En efecto, dicen, según creo, que ellos proporcionan conocimiento al alma que no la tiene del mismo modo que si infundieran vista a unos ojos ciegos.
– En efecto, así lo dicen- convino.
– Ahora bien, la discusión de ahora -dije- muestra que esta facultad, existente en el alma de cada uno, y el órgano con que cada cual aprehende, deben volverse, apartándose del mundo del devenir, con el alma entera -del mismo modo que el ojo no es capaz de volverse hacia la luz, dejando la oscuridad, sino en compañía del cuerpo entero-, hasta que se halle en condiciones de afrontar la contemplación del ser, e incluso de la región más brillante del ser, que es aquello a lo que llamamos bien. ¿No es eso?
– Eso es.
– Por consiguiente -dije-, puede haber un arte de descubrir cuál será la forma más fácil y eficaz para que este órgano se vuelva; pero no de infundirle visión, sino de procurar que se corrija lo que, teniéndola ya, no está vuelto donde debe ni mira donde es menester.
– Tal parece- dijo”.

“- Pues bien- dije yo-, si este órgano del alma hubiese sido, ya desde la niñez, sometido a una poda y extirpación de esa especie de pesos de plomo, emparentados con el nacimiento y el devenir, que, adheridos por medio de la gula y de otros placeres y apetitos semejantes, mantienen vuelta hacia abajo la visión del alma; si, libre de ellos, se volviera de cara a lo verdadero, ese mismo órgano de aquellos mismos hombres  vería también con la mayor agudeza esa realidad superior, de igual modo que ve ahora aquello hacia lo cual está vuelto.
– Es natural- dijo.”


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