El término “idealismo”
tiene distintos significados. Desde el punto de vista metafísico es la creencia
en que el fundamento de la realidad es de índole espiritual o sea de poderes
ideales; y desde el enfoque epistemológico es la postura que sostiene que no
existen cosas reales fuera de la conciencia. O sea que al eliminar la
existencia de todos los objetos, quedan solamente como objetos reales los
contenidos de la conciencia (representaciones, imágenes, sentimientos, etc.) y
los objetos ideales (la lógica y la matemática).
De esta manera surgen dos formas de idealismo: el subjetivo
o psicológico y el objetivo o lógico.
En el idealismo subjetivo o psicológico la realidad se
encuentra contenida dentro de la conciencia del sujeto. Los objetos son sólo
contenidos de la conciencia, el ser de los objetos consiste en ser percibidos
por el hombre y cuando dejan de ser percibidos dejan también de existir al no
poseer ser, fuera de nuestra conciencia, que es lo único real. A esta posición
también se la llama conciencialismo.
El obispo inglés
Berkely es el clásico representante de esta cosmovisión que identifica el ser
con el percibir y que considera a los objetos externos puras sensaciones de los
sentidos.
Sin embargo, para Berkely, Dios, que es la causa de
nuestras percepciones, y las almas; tienen existencia independiente.
El idealismo de Berkely tiene base metafísica y
teológica, característica que no aparece en las nuevas formas de idealismo
subjetivo como por ejemplo, el empiriocriticismo de Avenarus y Mach, que creen
nada más que en las sensaciones, y la filosofía de la inmanencia de Schupe y de
Schubert-Soldern, que proponen que todo es inmanente a la conciencia. En el
caso de este último lo único existente es la conciencia cognoscente.
En cuanto al idealismo objetivo o lógico es
diferente, porque parte de la conciencia objetiva de la ciencia, cuyo contenido
es una suma de juicios lógicamente ideales, elementos lógicos, que distinguen
lo dado en la percepción de la percepción misma y consideran al objeto como
nacido del pensamiento, un producto del pensamiento, un concepto, un ser lógico
ideal, postura que es denominada panlogismo.
En la actualidad, esta posición la defiende el
neokantismo, principalmente la escuela de Marburgo, cuyo fundador es Hermann
Cohen.
Pero el neokantismo no es la misma concepción de
Kant, más bien Fichte es un sucesor de Kant, que fue el que dio el primer paso
para la aparición del idealismo lógico, con la idea de un yo absoluto desde
donde deriva toda la realidad. Pero al igual que Schelling, lo lógico todavía
se confunde con lo psicológico y lo metafísico.
Solamente Hegel fue el que hizo del ser de las cosas
algo puramente lógico. Esta es la distinción entre el panlogismo hegeliano del
neokantismo, el haber establecido el puro panlogismo.
A pesar de la división entre el idealismo subjetivo
o psicológico y el objetivo o lógico, ambos idealismos tienen en común la
concepción fundamental de que toda realidad está contenida en la conciencia,
que es el principal argumento del idealismo.
Con la inmanencia, intentan probar que la tesis del
realismo es lógicamente absurda; sin embargo, la tesis del idealismo tampoco es
consistente, porque se puede decir que el objeto que pensamos es un contenido
de la conciencia pero no que el objeto sea idéntico a este contenido, sino que
es una representación o un concepto que se refiere al objeto, que por lo tanto
sigue siendo independiente de la conciencia.
De manera que al afirmar que existen objetos
independientes de la conciencia esta independencia es un elemento del objeto y
la inmanencia es el contenido del pensamiento, o sea que lo propio del objeto
es lo que no puede ser pensado.
Fuente: “Teoría del conocimiento”, J. Hessen, Editorial
Losada S.A., 1956.
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