Un mal enemigo para nuestra carrera profesional es nuestro ego.
De éste no se habla casi nunca ni en los procesos de selección, ni como la
causa de un sinfín de conflictos en las empresas. Pero es lo que está detrás de
los excesos de búsqueda de poder, de las envidias, de las incapacidades para el
reconocimiento o para colaborar con otras áreas. La definición del ego es
compleja (necesitaríamos un libro para ello), pero podemos decir que está
relacionado con la imagen que tenemos de nosotros mismos y con la búsqueda de
la autoestima.
En sí, no es un problema. Como se dice en la psicología
gestáltica “nos da de comer”, porque también nos ayuda a sentirnos seguros. Sin
embargo, el problema surge cuando nuestro ego es excesivo o está
herido. Es entonces cuando corremos el riesgo de buscar el éxito a
cualquier precio, somos incapaces de ver las necesidades de otros más allá de
las nuestras, o de herir a otras personas sin darnos cuenta.
Por ello, si una
persona quiere tener éxito en su carrera profesional, ha de aprender a
aceptar nuestra vulnerabilidad. Dicho
descubrimiento nos lo va aportando la edad y los reveses que vamos afrontando.
Recuerdo las miradas extrañas de unos jóvenes con talento en una sesión de
desarrollo de liderazgo cuando hablaba de este concepto. No lo entendían, era
demasiado pronto.
Otra idea es poner nuestro ego en algo
diferente. Convertirnos en el mejor esquiador o el que mejor juega al mus, pero
no pretender demostrar lo buenos que somos en cada minuto en la empresa
Y por último, para el éxito es recomendable desarrollar
la humildad y la generosidad, ya que es lo que nos ayuda a dejar de sentirnos
tan importantes y a comenzar a mirar al resto y a nosotros mismos desde lugares
más saludables.
En definitiva, una buena técnica que podríamos hacer en
nuestras empresas es la que emplearon los productores de la canción We are the
world, tan famosa en los 80 y que reunió a más de 20 cantantes.
Ante las luchas de egos que preveían, colocaron
una papelera en la puerta del estudio con la inscripción: “Deja
el ego aquí dentro”. La técnica funcionó. Quizá es lo que deberíamos
hacer en algunos proyectos o reuniones de trabajo.
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