Y yo digo desde nuestra lengua española que permite esta
diferencia: “Estar o no estar, esa es la cuestión”, de donde el ser de un país
o de una persona no es algo independiente, sino que lo vamos a hacer depender
de “donde está” en el más amplio sentido del término.
Estar o no estar, esa es la cuestión. Lo que seamos,
dependerá de dónde estemos y de cómo estemos en el conjunto de la sociedad. Por
eso, el concepto de participación ciudadana se convierte en clave para
este propósito.
Queremos llegar a precisar qué es Desarrollo como Desarrollo
Humano y no como desarrollo económico ni como crecimiento económico ni como
progreso técnico y hacerlo de tal forma que resulte razonablemente sostenible
(o sustentable, si se quiere), esto es, que como proyecto humano no arriesgue
la supervivencia de la humanidad ni la de la Tierra como hábitat único
de la especie humana.
Con otras palabras: dado que las proyecciones humanas
llevan consigo altos grados de complejidad e incertidumbre, proyectar algo para
el futuro y desear que sea sostenible no es cosa de dejar en marcha una máquina
de movimiento perpetuo, sino algo que habrá de estar en continuo y prudente
seguimiento para que sepa responder a los cambios. Por eso, cuando se dice de
un proyecto aislado que es sostenible, como si eso fuese posible sin la
sostenibilidad de la red de relaciones que lo constituye, se le está poniendo
gratuitamente el adjetivo de sostenible. Nada es posible sino como posible
junto a otros posibles, esto es, que ha de ser composible (Leibniz dixit).
No es tarea sencilla lo que nos proponemos, pero, en todo
caso, para lograr el discernimiento de lo que es y no es Desarrollo Humano,
cuánto más su oportuna gestión, se necesita partir de algunos supuestos novedosos:
–necesitamos un nuevo concepto de sujeto, de sujeto
ciudadano para poder comprender lo
que es estar y lo que es ser. Hemos de hablar del sujeto no
como entidad asegurada, sustantiva (¿con su carné de
identidad?) a la que le sobrevienen los cambios como
algo externo, sino del sujeto como la integral de todas
sus relaciones;
–necesitamos otra idea de Estado para llegar a entender que
no conocemos ninguna conformación política más eficiente, más justa y más
transparente que el Estado Democrático de Derecho, mientras no lo gobierne una
banda de ladrones que lo expolien y saqueen primero, y lo desarticulen y
desacrediten después;
-necesitamos una nueva concepción de lo que es el Espacio
Público como red de relaciones conformadoras del ámbito común, el único
espacio capaz de generar simetría social y justicia, el espacio donde estar para ser ciudadano
de pleno derecho, pues, depende de la naturaleza de ese espacio generado y del
modo en el que estemos en él, para decidir nuestro ser como ser social en pleno
derecho. La vida en general y la vida ciudadana en particular antes que
cantidad es cualidad y es siempre relación;
El espacio, todo espacio es ante todo RELACIÓN.
La vieja idea de espacio como receptáculo previo a las cosas
que lo llenan con su presencia, esa idea de “espacio absoluto” que campea por
la Mecánica newtoniana, pasó a mejor vida con la Teoría de la Relatividad. Era
la vieja idea de espacio que se podía concebir vacío, como un receptáculo
previo incluso a la aparición del mundo físico.
Leibniz, el primer gran relativista de la Modernidad, ya
dejó claro en su polémica con Newton (a través de su discípulo Clarke) a
inicios del siglo XVIII que el espacio absoluto era un constructor mental sin
fundamento real alguno; que todo espacio real es relativo a las cosas y
relaciones que lo generan. Por ello, define el espacio como “el orden de las
cosas que son (existen) a la vez” y como “puramente relativo..; un orden de
coexistencias..., porque el espacio señala en términos de posibilidad un orden
de las cosas que existen al mismo tiempo, en tanto existen entrelazadas” (Tercera
carta a Clarke (1716); G.phil.VII,pág. 363 y Init. rerum
mathemat. (1714); G.Math. VII, pág. 18).
Leibniz está hablando del espacio como espacio físico. Todos
los demás “espacios” lo son por analogía, pero esa analogía será procedente y
certera en la medida en que no se desdibuje esta primaria definición de espacio
cuya nota central es la relacionalidad como coexistencia de las cosas entre sí.
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