sábado, 16 de junio de 2018

Habilidades Que Nos Complementan


La habilidad es la aptitud innata, talento, destreza o capacidad que ostenta una persona para llevar a cabo y por supuesto con éxito, determinada actividad, trabajo u oficio. Casi todos los seres humanos, incluso aquellos que observan algún problema motriz o discapacidad intelectual, entre otros, se distinguen por algún tipo de aptitud.

En tanto y de acuerdo con que no todos los individuos somos iguales, venimos del mismo lado o nos gusta lo mismo, no todos los seres humanos observan la misma destreza para las mismas cosas y por suerte, gracias a esto es que existe la diversificación de tareas y trabajos.

La palabra destreza se construye por substantivación del adjetivo diestro. Una persona diestra en el sentido estricto de la palabra es una persona cuyo dominio reside en el uso de la mano derecha. Diestro tiene también la acepción de referirse a toda persona que manipula objetos con gran habilidad.

Antiguamente se creía que el lado derecho tenía relación con Dios, y el izquierdo con el Diablo. El significado de destreza reside en la capacidad o habilidad para realizar algún trabajo, primariamente relacionado con trabajos físicos o manuales.

Entre mis habilidades están: Soy una persona que le gusta organizarse para hacer bien las cosas, me gusta llegar a conocer bien quienes son las personas que son mis amigos y saber también si puedo contar con todos en las buenas y en las malas. También me considero una persona con bastante madurez, otra habilidad que considero tener es que me gusta poder ayudarle a mis amigos cuando lo necesitan, tengo bastante paciencia pero hay momentos en los que esta llega a su límite. Soy una persona que le gusta luchar por lo que quiere, me considero también un tanto soñador.

Entre mis destrezas: me gustan mucho lo que son las manualidades, también la computación, soy responsable, y a pesar de las circunstancias en las que me encuentre siempre quiero encontrar algo que me haga feliz, me gusta estar en comunicación con mis amigos para poder planear ir a algún lugar a pasarla bien, soy una persona un poco tímido pero cuando  adquiero confianza soy diferente.

Me gusta escuchar cuando me buscan, pero también me gusta que cuando yo necesito que me escuchen o me den un buen consejo también me lo puedan dar.


La Iniciativa

Desarrollar la capacidad de tener iniciativa es algo que todos podemos hacer para nuestro desarrollo personal.

Esto es sumamente importante, pues muchas veces la falta de iniciativa, y por lo tanto de éxito, es porque se está esperando que alguien más autorice a hacer las cosas, dé el visto bueno para realizar una tarea, esto rompe las reglas de oro para el éxito.

Cuantas veces vemos que algo está mal y no nos ponemos en acción a resolverlo, muchas veces un empleado de alguna empresa puede resolver un problema, pero no lo hace, quizá por falta de seguridad en sí mismo, quizá porque está acostumbrado a pedir permiso para todo y no piensa por si mismo, le da pereza, o quizá hasta por indiferencia. 

El no tener iniciativa daña la productividad y no es conveniente para un adecuado servicio al cliente.

Si dicho empleado ha resuelto el mismo problema anteriormente, entonces ¿para qué pide permiso si ya sabe lo que hay que hacer?, no sabe tener iniciativa
.
Obviamente todo tiene sus excepciones, pero muchas personas esperan que les digan lo que tienen que hacer y cómo, y si no es así, no se mueven, no preguntan, no hacen nada!!.

Hay veces en que en la mente de las personas están arraigados pensamientos y emociones negativos; estas son personas que para todo expresan: “que difícil”, “que pereza”, “eso no me corresponde a mí”, y muchas otras quejas más del mismo tipo que sólo sumergen a la persona que las pronuncia en una terrible inercia que le roba la capacidad de tener iniciativa, pues se convierte en víctima de sus propias palabras, como en una especie de profecía auto-cumplida.


Los Dominios Del Ego


El egocentrismo es una forma de pensar y vivir, basada en la exaltación de la propia personalidad, la necesidad y búsqueda de ser centro de la atención, así como una clara indiferencia ante los deseos, intereses y necesidades e intereses de los demás.

Asimismo, el egocentrismo se caracteriza porque una persona procesa su realidad otorgando altísimo valor a su propia visión y presiona a entorno para que se adapte a él, mientras subvalora las consecuencias de sus actos en quienes le rodean. Suele ser el retrato del vivo, el oportunista, el "cara dura", el indiferente.

Una persona que sufre de egocentrismo está aferrada al ego, ve la vida de manera parcial y divide todo entre bueno o malo; considera que lo que le causa placer es lo adecuado y lo que le causa dolor es inadecuado. Se relaciona con las personas de manera pragmática y utilitaria.

Lo que caracteriza a todos los pacientes con egocentrismo, independientemente de sus síntomas y conductas externas, es una insatisfacción e inadaptación más o menos extremas a la vida, esto es, la soledad íntima, la inmadurez, el desamor, el miedo, según un artículo del psicoterapeuta y escritor José Luis Cano Gil, en el sitio psicodinamicajlc.com

Los egocéntricos son personas que, por mil obstáculos e interferencias en su desarrollo infantil, no han podido crecer y sentirse adecuadamente seguras del mundo y de sí mismas. Por ello no son felices y, desde luego, no pueden hacer felices a los demás.

Las consecuencias del egocentrismo determinan el tipo de interacción y relaciones del individuo con su entorno, causando por lo general aislamiento, relaciones manipuladoras, soledad, tristeza y vacío existencial, sino que puede llevar a un trastorno narcisista de la personalidad.

La imprudencia o conducta temeraria originada por el egocentrismo, desde la adolescencia, casi nunca se manifiesta en una sola imprudencia de alto riesgo, a veces estas carencias de medir los abusos los lleva a terribles accidentes, a delitos, uso y abuso de drogas e, inclusive, a crímenes.

Como parte del tratamiento efectivo para el egocentrismo se recomienda la orientación psicológica, de manera particular la psicoterapia, la cual ayuda a la persona egocentrista a relacionarse con otros en una forma más positiva y compasiva.


Razón Y Corazón


En un reciente trabajo se planteó una serie de preguntas a sujetos con lesiones en la corteza prefrontal ventromedial. Estas preguntas estaban referidas a dilemas morales como “dejar morir” a un individuo con la finalidad de salvar a un grupo mayor de personas (Koenigs y cols., 2007). Los resultados evidenciaron respuestas muy racionales en las que se prefería salvar a la mayoría mediante el sacrificio de uno.

¿Qué pensaríamos de alguien que es capaz de tomar una decisión de este tipo sin apenas dudar? Seguramente que es poco de fiar, y esto resulta paradójico, ya que la racionalidad en una persona es, en principio, un rasgo que todos esperamos de alguien confiable. Pero lo cierto es que nuestra capacidad de percibir la emoción en los demás como un motivador de la conducta humana nos hace ser más confiados ante las personas que son empáticas, ante aquéllos que son capaces de sonreírnos o emocionarse frente a nuestro dolor.

Volviendo al principio, ¿quiere decir todo esto que enamorarse es como si te atravesara una barra de hierro por el cráneo? Muchas veces resulta igual de doloroso, pero no es exactamente eso. Cuando nos enamoramos las emociones adquieren un peso mayor, lo que sin duda, condiciona nuestras decisiones.

Diversos autores (p.ej., Adolphs, 2004) proponen que las emociones se pueden controlar, pero esta autorregulación depende de la maduración de la corteza prefrontal, lugar donde se ubica la mencionada corteza orbitofrontal. 

Esta región madura de manera tardía (Gogtay y cols., 2004), y en la adolescencia todavía no se habría conformado totalmente, lo que estaría explicando el comportamiento propio de esta etapa de la vida (Oliva, 2007), donde la toma de decisiones es un proceso muy complicado y de especial preocupación para los padres. El proceso de maduración de esta región se basa principalmente en la interacción que el sujeto tiene con su entorno, que se almacena como experiencias que nos permiten afrontar las dificultades futuras.

Pero ¿qué papel juega la emoción en este proceso de aprendizaje, y en concreto a la hora de tomar una decisión? No siempre las opciones están claras, y en este caso, el concepto de Marcador Somático (Damasio, 1994) nos permite, por fin, dar entidad a la emoción como guía de nuestra decisiones. 

Los marcadores somáticos son sentimientos que pueden presentarse a modo de intuiciones cuando nos sentimos indecisos (p.ej., no sabes por qué, pero tienes una “sensación” extraña justo antes de pasar por una calle y decides tomar la siguiente), y que nos ayudan a decidir qué opción será la más beneficiosa para nuestros intereses. 

Esta intuición se ha generado a partir de situaciones similares acontecidas en el pasado y de su conexión, no siempre de manera consciente, con las consecuencias que nos depararon, y que ahora afloran para “advertirnos“ del camino a seguir (quizá hace unos años sufriste un atraco en una calle parecida a esa, pero apenas lo recordabas ya, salvo por la sensación o intuición que te sobrevino justo al verla).

Es tranquilizador pensar que disponemos de un mecanismo que en último término nos “advertirá” de lo que es más adecuado para nosotros. Pero no siempre es fiable esta advertencia, e incluso hay trastornos psiquiátricos en los que se ha desvirtuado tal función hasta el punto de advertirnos de peligros inexistentes, como en fobias y ansiedad. 

Por suerte, junto a esta intuición siempre hay un proceso racional que nos permite sopesar los pros y los contras, y en esta dualidad es en la que nos movemos a diario, entre lo que dice el corazón y lo que dice la mente. 

Quizá sea esto lo que hace la vida interesante y lo que convierte al ser humano en dueño de su propio destino, capaz de equivocarse y, aun con todo, seguir adelante y mantener la esperanza.



viernes, 15 de junio de 2018

Siempre Algo Podemos Dar

Todos tenemos algo que dar
No vale esconderse tras nuestras dificultades.

Todos tenemos que hacer lo que nos gusta.

Hacer aquello para lo que la vida nos llama. Creer en nosotros mismos y lanzarnos al vacío; a tope, por nosotros y otros a los que podamos ayudar.

Hacerlo con humildad y alegría, cada nuevo día es una oportunidad para creer en ti mismo y olvidarte de  las dificultades, que siempre las hay y las habrá.

Mira entonces en tu entorno: tu familia, tus amigos, siempre hay alguien que mantiene una relación contigo sin la cual estaría perdido.

Cada nuevo día, sale el sol; siempre. Entre las nubes está el sol. Tu actitud es la que lo revela.


Pon esa actitud para todo en tu vida

El Derecho Humano A La Solidaridad


“… la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo” (E. Galeano)
Es posible que las pocas palabras que preceden a este texto, palabras de quien supo reflejar magistralmente la otra historia que nunca nos contaron de todo un continente cuando escribió 'Las venas abiertas de América Latina', sean la síntesis perfecta que condensa la esencia del concepto de la solidaridad; cuando menos, en lo que se refiere a su intencionalidad ética, humana y política.

Porque este texto pretende algo tan sencillo y al mismo tiempo, y quizás precisamente por esa simpleza, algo tan complicado como hablar de solidaridad. Entre mujeres y hombres, entre colectivos humanos, entre organizaciones, entre pueblos y todo ello desde nuestras individualidades, pero también y sobre todo desde nuestra dimensión colectiva, esa dimensión que implica ser y formar parte fundamental de algo mayor. Algo tan fácil de citar, como tan difícil de practicar: la solidaridad. Demasiadas veces prostituida en función de intereses políticos, religiosos o sociales, demasiadas veces manipulada. En definitiva, un concepto que hoy, en tiempos de crisis y estafas, es necesario limpiar, sentir y sobre todo dimensionar en la práctica.

Vivimos en un tiempo en el que los largos tenedores enfrentados y solos dominan cada vez más nuestras vidas, por lo que el recurso de la solidaridad ya no solo es necesario y humanamente oportuno, sino que empieza a ser vital para la existencia.

A veces, señala también Galeano, se la disfraza de caridad y ésta es otra cosa pues su ejercicio se realiza de modo vertical, desde el que “está arriba” hacia los que “están abajo”. Por eso, el ejercicio verdadero de la solidaridad, es complicado, no es fácil. Pero nos jugamos mucho en ello pues hablamos de justicia social, hablamos de combatir la desigualdad creciente, hablamos de sentirnos y encontrarnos en igualdad de derechos y, sobre todo, hablamos de poder ejercerlos más allá del discurso y que ese ejercicio alcance a las grandes mayorías del planeta y no solo a una minorí
.
Reforcemos esta imagen, esta misma idea, con otra cita. En una fábula del libro 'La cultura de la reciprocidad' , Paolo Coluccia, se señala que ”en una vieja iglesia románica, un fresco medieval representa el paraíso y el infierno de manera totalmente idéntica. En ambos lugares reina una gran abundancia de vituallas de las que los elegidos y los condenados sólo pueden disfrutar por medio de grandes tenedores desmesuradamente largos. Pero mientras que en el infierno los condenados famélicos intentan vanamente llevar a su boca los deseados manjares, en el paraíso, los elegidos radiantes se alimentan los unos a los otros”. Vivimos en un tiempo en el que los largos tenedores enfrentados y solos dominan cada vez más nuestras vidas, por lo que el recurso de la solidaridad ya no solo es necesario y humanamente oportuno, sino que empieza a ser vital para la existencia, ya hablemos desde la individualidad o desde la colectividad.

Así, de una u otra forma vamos ya haciendo explícitos en este texto conceptos que nos parecen fundamentales para explicarnos el modo de solidaridad que queremos expresar y reivindicar en estos tiempos. Surge entonces la equidad, lo colectivo, la justicia, la lucha contra el empobrecimiento (proceso) y la pobreza (consecuencia). Y también la lucha contra la desigualdad. 

Y aquí aparece la necesidad de destacar de forma especial esto último pues afirmamos que aunque la lucha contra la pobreza es necesaria y no se puede aparcar sine die, los poderes económicos y políticos en demasiadas ocasiones tratan de distraernos con ésta, con el objetivo de que no percibamos que lo que realmente crece en los últimos años es la desigualdad y la concentración de la riqueza cada vez en menos manos y que son éstas las que generan situaciones de auténtica injusticia y pobreza en y hacia las personas y los pueblos.

Por eso, en este texto se quiere conscientemente dar a la solidaridad el contenido más político posible a este concepto, tanto en su teoría como en su práctica. La idea de solidaridad a extenderse es aquella que reafirma y reivindica su esencia como compromiso ético, humano y político, alejándose de sentimientos únicos de compasión y caridad. 

Afortunadamente y dados los tiempos recientes que nos tocan vivir en estas nuestras sociedades es este concepto el cada vez más extendido, arrinconando a otros más individualistas. Y eso se percibe cuando saltan alarmas sociales que requieren solidaridad.

Se ha dicho y argumentado en múltiples ocasiones pero, por su importancia, es necesario reiterarlo. Si partimos del derecho humano a una vida digna y entendemos la dignidad como una característica que define al ser humano, a hombres y mujeres, decimos que la solidaridad es el derecho y obligación a indignarse ante la injusticia a que se somete a las personas y pueblos, sea ésta del tipo que sea. Pero, en esa misma línea, también consideramos que para que la indignación sea consecuente (la solidaridad) no puede reducirse a un mero sentimiento, sino que debe ir más allá. Debe incluir el reconocimiento de esas situaciones y sus causas, y el compromiso activo ante las mismas, porque deben ser actuaciones dirigidas a eliminar esas causas profundas y estructurales que generan injusticias. 

Por eso es que se reivindica, desde el protagonismo de las sociedades civiles, el principio de solidaridad en la cooperación, pero también en la política, en la cultura, en los medios de comunicación, en… La capacidad de situarse en el lugar del “otro/a” y desde ahí poder construir conocimientos y acciones que incidan en verdaderas y profundas transformaciones, desde abajo hacia arriba, del sistema dominante
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Este es el reto que se está ganando, aunque pudiera parecer lo contrario. Un poco de perspectiva y mirada larga así nos lo demuestran. Afortunadamente, y a pesar de estos tiempos de crisis que vivimos aquí y allá, en nuestros barrios y pueblos pero también en regiones y países lejanos, la solidaridad se extiende y se practica. A diario actúan con este horizonte millones de mujeres y hombres, miles de organizaciones y movimientos sociales, todos ellos claves para no retroceder en los derechos conquistados y para ir abriendo nuevos espacios de libertad y fraternidad, de justicia social, nuevos paradigmas de emancipación y solidaridad.

La Buena Disposición


Una buena disposición del ánimo facilita la relación armónica y afectuosa con las personas, al igual que padecer de una mala disposición del ánimo dificulta las relaciones con los demás. Y siendo ambas disposiciones del ánimo tan excepcionalmente importantes para bien o para mal, ¿cuál es la razón de no trabajar por la primera y por extinguir la segunda? Simplemente, porque no se nos ha dicho cómo hacerlo.

Una buena disposición del ánimo impacta en las funciones fisiológicas y mecánicas de nuestro cuerpo: nos sentimos ligeros, nos levantamos y sentamos con facilidad, sentimos gusto por el movimiento corporal, nuestros desplazamientos físicos denotan energía. En cambio, si nos encontramos en una mala disposición del ánimo, nuestro cuerpo lo sentimos pesado, no hay ligereza ni soltura en nuestros movimientos físicos, se nos impone una fuerte rigidez; sentimos incomodidad con nuestras reacciones físicas
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Nuestra mala disposición del ánimo se manifiesta en una languidez de nuestro espíritu. "La pereza, que es una languidez del alma, constituye un manantial inagotable del tedio", escribió Fenelón. La mala disposición del ánimo irremediablemente nos conduce al mal humor, la irritabilidad, y a una visión pesimista de la vida y del mundo. 

Sobre esto, Goethe escribió una reflexión apropiada al caso: "Sucede con el mal humor lo que con la pereza. Hay una especie de pereza a la cual propende nuestro cuerpo, lo que no impide que trabajemos con ardor y encontremos un verdadero placer en la actividad si conseguimos una vez hacernos superiores a esa propensión" (la propensión al mal humor).

La buena disposición de nuestro ánimo es hermana de la jovialidad, entendida como alegría y una apacibilidad de nuestro ánimo. Estamos joviales cuando vemos que nuestro mundo interior encaja con el mundo exterior, cuando no necesitamos de nada extraordinario para sentir elevado nuestro corazón. Nuestra jovialidad es como un imán que atrae hacia nosotros a muchas personas.

La mala disposición de ánimo es hermana de la tristeza y hermano del pesimismo. De hecho, cuando una persona padece ya de una crónica mala disposición de ánimo, al saludarla con la mano o con un abrazo, sentimos que nuestra energía se vacía. Y en cambio, cuando saludamos a una persona con una buena disposición de ánimo, conservamos nuestra energía, o bien, la incrementamos.

Es absolutamente cierto que un ánimo triste y abatido entorpece las funciones fisiológicas del cuerpo, y es cierto también que la actividad física ligera modifica increíblemente, para bien, el ánimo abatido de una persona.

La persona triste y pesimista tiene estropeada la visión de sí misma y del mundo. Por lo general, se mete en su concha y no quiere salir de ella. El mundo le parece difícil y siente que no entona en él. Todo lo ve negro, complicado, y no se siente capaz de hacer lo que quiere. Se esconde en la resignación y renuncia a los placeres de la vida, los que le parecen inalcanzables. 

Uno de los rasgos dominantes de estas personas consiste en que se sienten depositarias del dolor, como si fueran las únicas que sufrieran en el mundo; por ello, no son solidarias con nadie, pues nada tiene que compartir, y sí en cambio sienten que son los demás quienes deben acudir en su ayuda.

La persona jovial se siente con ganas para hacer las cosas, y goza de la íntima seguridad de que puede lograr muchos objetivos que se proponga. En cambio, quien padece de un ánimo triste y pesimista siente en su interior que no puede hacer lo que quiere. Por esto, no le dan ganas de actuar ni de vivir plenamente.

La gana es el deseo, la propensión y la inclinación hacia una cosa. Hacemos algo con ganas cuando actuamos con diligencia y esfuerzo. Y la desgana es todo lo contrario. La persona jovial tiene ganas para muchas cosas, y la persona con desgana carece de apetito por la vida, y por ello, no quiere salir de su coraza.

No es fácil que una persona con mala disposición de su ánimo pueda dejar la tristeza y el pesimismo como forma de vida. Pero no es cierto, tampoco, que estas personas en muy corto tiempo no puedan lograr extinguir ésta perniciosa disposición de su ánimo. 

Por lo general, la persona triste y pesimista no se ha dado cuenta de que sus males radican, fundamentalmente, en tres equivocadas distorsiones: a) creen que son incompetentes por naturaleza y que no pueden hacer lo que quiere; b) que el mundo que los rodea no le puede proporcionar lo que necesita, pues su mundo lo ve raquítico y pobre; y c) que su futuro nada tiene que ofrecerle. 

Estas tres suposiciones son falsas, por supuesto.