El acontecer, como el existir, son simples
abstracciones desde las que describimos lo que llamamos realidad. Hechos y
situaciones no sucederían, ni se sucederían, si no los situáramos en unas
coordenadas espaciales y temporales precisas, la realidad.
Solo así son
inteligibles, como datos, pero en los asuntos humanos, decía Weber, hay siempre
una historia interna, por lo que no podemos alcanzar nunca más que una verdad
parcial o relativa.
Así pues, somos lo que imaginamos, nuestra propia
existencia depende de cómo nos imaginamos.
Pero lo que imaginamos nunca sucede
como habíamos fantaseado, demasiados condicionamientos y categorías, demasiadas
normas y abstracciones, todo es interpretación, nada existe por sí mismo, una
tupida red de interdependencias envuelve todo cuanto hacemos o pensamos desde
que se inició eso que llamamos pasado.
Encima de mi cabeza, pende
agitado por la brisa que ingresa por la ventana donde suelo escribir un
silencioso atrapasueños que cual si fuese un centinela me acompaña solícito
albergando entre sus redes en forma de tela de arañas las imágenes que acuden a
mi mente cada vez que la añoranza de otros tiempos que ya fueron comienzan a deslizar
a mi alrededor su “danza de los recuerdos” donde percibo la proyección de
aquellos hechos que permanecen atesorados ajenos al tiempo transcurrido entre
aquel que una vez fui y las circunstancias que alguna vez pudieron ser y
aquellas que aún son parte de mis logros y esperanzas.
Nota:
“Los
atrapasueños son instrumentos de poder de la medicina chamánica, cuyo origen se
remonta a las tribus indias americanas. Su aro representa la rueda de la
vida, la malla o la red son los sueños que tejemos en el Tiempo de los sueños,
en el alma y en el movimiento que generamos con nuestras actividades cotidianas.
En el centro de la red está el vacío, el espíritu creador, el “Gran
Misterio”.
Según la tradición, estos objetos ayudan a mantener con nosotros
las buenas ideas y los sueños agradables, así como a proteger a quien lo posee. El
Tiempo de los sueños es influenciado por buenas y malas energías; estas últimas
son atrapadas por la malla y se disipan por el agujero central con los primeros
rayos de sol.”
Hugo W. Arostegui
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