Estos días pasados entablé una muy agradable conversación con
una de mis lectoras la cual me agradecía por algunos conceptos vertidos – de esos
que copio de alguna de mis publicaciones anteriores y los pego en mi muro de
face book para compartir- según ella mis expresiones le habían gustado mucho y
la ayudaron a comprender mejor algunas cuestiones que le habían sucedido últimamente.
Como el tiempo en ese momento nos permitió continuar nuestro
coloquio -vía chat- me permití
mencionarle que eso que había leído en el muro del face, era parte de un
artículo más extenso que había publicado con un enlace al face hace apenas unos
pocos meses atrás, lo que me respondió me permitió observar que muy pocas
personas tienen el hábito de la lectura, sobre todo si la extensión del escrito
les exige una mayor concentración en su contenido, lo que mi amiga lectora me
dijo fue algo así como: “…A.. sí… me parece que lo vi, pero lo dejé para leerlo
más detenidamente más tarde y luego se me olvidó”.
Lo que he podido apreciar últimamente es que al igual que mi
amiga lectora, cada vez son menos los que pueden dedicar del tiempo necesario para
incursionar en la lectura, como si la mente sintiera el esfuerzo que tal acción
podría llegar a infligirle, y, por lo tanto, prefiriese dejar el tema en
cuestión para más adelante, para quizás algún otro día, y claro, la vorágine de
las redes sociales les cubre con el manto “de la información al instante “ y el
artículo en cuestión literalmente desaparece.
Entiendo que resulta más cómodo la lectura de textos cortos y
sobre todo cuando son acompañados de imágenes de cierto impacto, sentimos una
natural inclinación a todo lo que puede ingerirse, intelectualmente hablando,
en un “combo informático” que nos mantenga al día en todo lo que consideramos “que
está en onda”
Ahora bien, me permito recordarles que “el hábito de la lectura”
es un ejercicio cultural ineludible y que requiere de un esfuerzo diario permanente,
la lectura debe considerarse un placer, un espacio para elevar nuestras mayores
aspiraciones, un ejercicio cotidiano que nos ayude a “eliminar la saturación
del día a día” que nos ayude a incursionar en los confines de la imaginación,
porque recordemos: “Cuando el ser humano imagina, todo el universo se expande”
“La comprensión lectora es una habilidad básica sobre la cual se
despliega una serie de capacidades conexas: manejo de la oralidad, gusto por la
lectura, pensamiento crítico. El desarrollo de habilidades para la comprensión
lectora es una vía para la dotación de herramientas para la vida académica,
laboral y social de los estudiantes.
La
comprensión lectora es un indicador fundamental a la hora de trazar planes de
desarrollo por parte de las autoridades gubernamentales; así como un indicador
sensible de la calidad educativa. Una persona que entiende lo que lee es capaz
de lograr un mejor desarrollo profesional, técnico y social.
La
falta de comprensión lectora genera pobreza. Entender lo que se lee es un
requisito sustantivo para que un niño se convierta en un adulto que
progresa y contribuya al desarrollo de la familia y del país.
La
comprensión lectora también es un dato de impacto para las empresas al momento
de tomar decisiones sobre planes de inversión y desarrollo. En efecto, las
capacidades que detenta el personal en sus diferentes jerarquías es un dato de
vital importancia para las empresas.”
www.leer.pe ›
Hugo W. Arostegui
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