Cuando sentimos que han pasado algunos días sin que hayamos
realizado algún comentario sobre las impresiones que diariamente nos dejan “sus
marcas” como si fuesen picaduras de insectos que cada vez que “nos rascamos”
nos hacen sentir que están ahí y pareciera que “nos pican más” lo mismo
acontece con la ausencia de nuestros comentarios, sentimos que “continúan allí”
haciéndonos sentir que algo deberíamos hacer al respecto.
Y bueno, aquí estamos, intentando hilvanar las impresiones
recibidas para extraer de las mismas lo que entendemos pueda ser una respuesta
adecuada, un decirle a nuestros amigos que hemos acusado el mensaje enviado y
que no nos hemos quedado inmutables al mismo sino que vamos a responderles,
aunque más no fuese, para aliviarnos del escozor que éste nos haya producido.
Pensando en las posibles respuestas que podamos elaborar,
nos ha venido a la mente el título de este artículo, pues en realidad, lo que
se expone en nuestros muros tiene implícito claramente estos dos aspectos de un
mismo mensaje, en el anverso –la cara visible -quién envía el mensaje nos
manifiesta su inquietud utilizando palabras e imágenes relativas al tema en
cuestión y en el reverso -lo que se mantiene entrelineas-
recibimos el sentimiento, la intención, de quién o quienes se nos manifiestan
en la exposición de sus temas.
Las redes sociales por medio de las cuales nos
intercomunicamos son el medio esencialmente humano que nos mantienen en un
contacto permanente, nos identificamos como amigos y llegamos a conformar un
nexo social que nos define como congéneres de una condición única e
incomparable, la maravillosa raza humana.
Hugo W Arostegui
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