Los que nos
consideramos usuarios de las llamadas “redes sociales” utilizamos nuestra
capacidad de comunicación recurriendo a este medio altamente desarrollado por
la tecnología vigente y disponible universalmente las cuales hacen posible que
podamos exponer nuestras impresiones personales sobre cualquier punto que
entendamos es lo suficientemente relevante como para ameritar que nos
expresemos en absoluta libertad de pensamiento.
Se suele decir que el
género humano es un universo en sí mismo, un ser único e irrepetible, esta
realidad nos identifica a todos sin excepción y constituye nuestro mayor aporte
a la intelectualidad de la sociedad contemporánea que todos integramos.
La mente humana y su
particular forma de captar y evaluar las diferentes realidades que le circundan
hacen que nuestras expresiones contengan en sí mismas lo que bien podríamos
definir como “el condimento esencial” su contenido irrenunciable de
subjetividad.
Es por esta razón
que nos atrevemos a incursionar en el desarrollo de este tema
Veamos:
“La arquitectura de
una propuesta donde el eje es el ser humano –su relación con el mundo, sus
intereses, los contextos que lo rodean– no puede prescindir de un espacio
dedicado a pensar en sí mismo. La realidad es decodificada a partir de un mundo
interno personal, el interés es indagar cómo el hombre construye la mirada
desde la que interpreta su alrededor.
El término subjetividad parte de la filosofía, se refiere a
los puntos de vista particulares que un individuo sostiene. El valor del
conocimiento en la subjetividad es lo que constituye al sujeto y no el objeto
en sí. Disciplinas como la psicología y el psicoanálisis en particular, han
enriquecido y complejizado la idea de lo subjetivo, no se trata únicamente de
intuiciones sobre lo relativo en cada persona sino de una metodología y
observaciones lúcidas que de ésta derivan. El mundo interno de una persona, lo
que constituye la subjetividad, es el eje de estudio.
Desde la modernidad, la jerarquía de lo subjetivo toma
relevancia. El auto-escrutinio se convierte en uno de los ejercicios centrales
en novelistas, poetas y artistas. Si bien el siglo XX fue testigo de sistemas
políticos autoritarios y represivos, también fue la plataforma para el
movimiento de lo moralizante hacia lo introspectivo. La era por muchos
definidos como post-cristiana, que en voz de Nietzsche proclama la muerte de
Dios, deja al ser humano privado de un canon de creencias que, entre otras
salidas, lo empuja a preguntarse sobre sí mismo fuera de la teosofía que hasta
ese momento predominaba.
En el tránsito posmoderno actual, la idea de subjetividad permea
los ámbitos de la cultura y de la ciencia. La posmodernidad se caracteriza por
la desconfianza hacia lo que aparece como absoluto: ideologías, doctrinas,
verdades incuestionables. Aparentemente, el individuo no se permite a sí mismo
ser regido por fuerzas exógenas. Sin embargo, la posmodernidad parece
tergiversar lo subjetivo y caer en un egocéntrico excesivo y egoísta, basta
observar el consumismo insaciable y la falta de solidaridad que priva en el
presente. En términos históricos, lo subjetivo es un valor recientemente
descubierto, un capital que aparentemente no es invertido en el
autoconocimiento ni en asumir este mundo interno poblado de emociones,
mecanismos mentales y construcciones del pensamiento.
En otras palabras, hablar de subjetividad es hablar de la
responsabilidad que tiene el individuo en la comprensión de sí. La capacidad de
un sujeto por entender la complejidad de su mente y sus afectos enriquece la
vida y los espacios intersubjetivos. El camino para llegar a puntos de
encuentro con otros se da a partir de auto conciencia y el gobierno de la
subjetividad.
Evidentemente, la subjetividad no conforma un sistema cerrado.
Los valores, ideales, preferencias y costumbres de un sujeto se construyen no
sólo desde mecanismos internos sino también a partir de una determinada
cultura, de una condición social. La identificación es el medio básico por el
cual un individuo se apropia de características que pertenecen a otro en lo
particular y al grupo en general. En un proceso siempre dinámico, el ser humano
hace suyo aquello que pertenece a la subjetividad de otros y a la colectividad.
La exploración de la subjetividad se encamina entonces tanto al análisis del
psiquismo individual como al cuestionamiento de las relaciones entre la persona
y su entorno.”
fundacionpensar.org
Hugo W Arostegui
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