Todos los días
recibo a través de las redes sociales un caudal enorme de expresiones
referentes a distintas situaciones que el diario vivir nos impone en su
constante deambular por los diversos escenarios en los cuales la vida misma
desarrolla su protagonismo.
Existe una
manifiesta voluntad de compartir, de difundir a los cuatro vientos de nuestro
universo virtual todo aquello que nos agobia, que nos impide inhalar el aire
fresco vital que necesitamos para insuflarnos nuevamente de una renovada
capacidad.
Los periódicos contactos
que vamos intercambiando con nuestros amigos de las redes sociales van
elaborando un entramado solidario para los cuales han desaparecido las
distancias como también las ocasionales diferencias de orden social o político,
digamos que lo que prima en estos encuentros es la necesidad intrínseca que
anida en cada uno de decirnos cosas y de esta manera darle un sacudón emocional
a nuestras vidas alejando los fantasmas y los miedos que suelen acecharnos en
el día a día.
Es por eso que
responder preguntas y compartir una opinión con quien nos la solicita forma
parte de nuestra razón de ser, en el cultivo de la solidaridad y la necesaria
puesta en práctica de los valores que nos identifican con el sentido de dar de
nosotros mismos lo mejor que tenemos sin esperar en el ejercicio de nuestra
solidaridad otra recompensa que no fuese el deseo de compartir experiencias que
no se cotizan en ningún mercado de valores.
Este es el sentido
de nuestro aporte el cual no es otro que el intentar abrir de par en par los
ventanales de nuestras vidas para recibir el aire fresco de quienes, al igual
que nosotros, nos manifiestan su genuino interés en lo que pueda estar sucediendo
aquí, en el otro extremo de nuestros
ordenadores.
Hugo W Arostegui
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