Los adelantos tecnológicos que prácticamente han
revolucionado el área de las comunicaciones, nos han introducido abruptamente casi en una
forma imperceptible en la necesidad de tener que compartir espacios que nos han
prácticamente despojado de aquellas zonas en las cuales podíamos sentirnos
seguros en la protección de nuestra cada vez más expuesta intimidad.
Los nuevos tiempos nos remiten a la época en la
cual -según nos han contado- Adán y Eva se paseaban inocentemente completamente
desnudos en los jardines del entonces llamado, Paraíso Terrenal.
En las redes sociales nos estamos acostumbrando al “nudismo
virtual” la capacidad de asombro se ha visto superada por todo lo que se
muestra en nuestros muros y la total impunidad que campea a lo largo y a lo
ancho de nuestros sitios.
Tal cúmulo y tránsito de información puede
conspirar contra algunos valores esenciales que hacen a la convivencia social
tales como la confianza, la sinceridad o la propia honestidad en nuestros procedimientos,
podemos determinar que la honestidad es un valor humano que tiene como
significado esencial que una persona no sólo se respete a sí misma sino que
además sienta lo mismo con respecto a sus semejantes.
Todo ello da lugar a que se establezca que poseer
dicha honestidad es algo imprescindible en la naturaleza del ser humano pues se
convierte en pieza clave en todo tipo de relaciones.
Así, es eje en la amistad, en el seno de la
familia, en la relación amorosa y de igual manera en cualquier tipo de relación
social.
Hugo W Arostegui
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