sábado, 26 de marzo de 2016

Ética De La Reciprocidad

En la dieta de intercambio de información, que diariamente consumimos con nuestros amigos virtuales, resulta un elemento vital e imprescindible la calidad de los ingredientes que compartimos, cuando notamos “cierto desequilibrio” entre lo que difundimos y las consabidas respuestas que éstas reciben, cuando la calidad de este intercambio va en detrimento de nuestras aspiraciones, entonces decimos que se ha faltado a la reciprocidad.

Este es un elemento nuevo que comienza a notarse en los contactos que mantenemos con aquellos que acceden a nuestras redes y que no logran colmar nuestras expectativas de alcanzar un intercambio acorde con “el grado de civilidad y madurez intelectual” al cual aspiramos y pretendemos merecer en contrapartida, esta es una de las circunstancias más reiterativas que nos explican el alto grado de rotación de nuestra plantilla de “nuevos amigos”.

He aquí algunos detalles que pueden resultar de gran utilidad en nuestra consideración:

“Dentro del campo de la Psicología, también se estudia a fondo la reciprocidad y es que en base a ella se establecen una serie de relaciones e interacciones sociales y personales. Así, por ejemplo, aquella ciencia coincide en subrayar que cualquier persona es más afectuosa y le tiene más cariño a aquella otra que le ha demostrado su amor y simpatía.

Esa misma regla lleva a que tengamos tendencia a contarle aspectos de nuestra vida más íntima a quienes también nos han hecho alguna confesión personal que a los que no.

Y eso también supone que en cualquier negociación comercial, se tienda a ceder ante quienes previamente también lo han hecho.

El concepto también se usa para hacer mención a lo que va y viene o que tiene ida y vuelta. En ese sentido, puede hablarse de la reciprocidad de voces (en el caso de un debate).

Dentro del ámbito de la ética, existe un elemento fundamental que hace uso del término que ahora nos ocupa. Nos estamos refiriendo a la llamada Ética de la Reciprocidad, que tiene ya su origen en la Antigua Grecia y concretamente en figuras tales como el filósofo Epicuro.

Esta teoría lo que viene a establecer es que, para poder conseguir la felicidad de la generalidad, se hace necesario el tener que minimizar los daños que se puedan causar. 

De la misma manera, también viene a significar que “no hagas a los demás, lo que no deseas que te hagan a ti”.

Así, esta citada Ética de la Reciprocidad se convirtió en base fundamental de determinadas etapas y movimientos a lo largo de la Historia. Un claro ejemplo de ello fue la Revolución Francesa y las reformas que surgieron a partir de la misma en el país.



Hugo W Arostegui



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