“El asesinato de Abel por parte de
Caín representa la posibilidad que tiene todo ser humano de rechazar su propia
vocación originaria, aquello que le permitiría un desarrollo más pleno: la fraternidad. Negar esta realidad constitutiva al sujeto humano, conlleva
al rechazo de toda relación positiva y humanizadora que podamos construir con
los demás, como es la responsabilidad ética de cuidar y proteger a la vida del
otro, o asumir la causa de las víctimas más allá de toda ideología o visión
partidista, e incluso una visión de sociedad donde no exista la exclusión y la
discriminación en ningún ámbito.”
En este tan
trillado tema de nuestras relaciones virtuales nos suelen suceder algunos casos
que bien merecen figurar en algún registro de “asuntos insólitos” incluso con
alguna “mención especial” por su disposición al absurdo.
Tal es el caso de
algunas posturas que nos son expuestas, con la absoluta convicción del
exponente, de que están siendo víctimas de un trato injusto por parte de
ciertos interlocutores que al parecer no se advienen a solicitarles las
ineludibles excusas.
Lo que no da a lugar
a ninguna duda es la demostración de una soberbia rayana con la necedad, una
ausencia más que evidente de la empatía mínima necesaria para el cultivo de una
relación constructiva donde quepan sentimientos acordes con nuestra condición humana
Sin duda, una
demostración más, de que la ignorancia y la soberbia son el caldo de cultivo
donde se nutren la mediocridad, la intolerancia y su hermana gemela la necedad.
Hay una enorme,
diría acuciante, necesidad de “encontrar interlocutores válidos” en nuestros
nuevos contactos en las redes sociales y esa necesidad de que alguien nos pueda
prestar atención y, sobre todo, comprendernos hace que tengamos una marcada
tendencia a “idealizar los perfiles” tanto a lo que hace a quienes ingresan a
nuestras redes como a “nuestra oferta”
vale decir que ambos contactos tratan de difundir una imagen “muy
mejorada” de sus propias personalidades.
Somos humanos y
esta es la única razón por la cual existen las redes, somos seres esencialmente
sociales y conceptualmente imperfectos por lo que resulta inútil y estéril otra
pretensión, lo único perfecto en nuestra condición de “homo sapiens” es
precisamente el hecho de que somos falibles y por lo tanto nos equivocamos con
frecuencia con el agregado de que solemos, tal como lo suele hacer el camaleón,
ocultar nuestra presunta negatividad en el mimetismo de las justificaciones
como aquello que dice” mal de muchos consuelo de tontos”
La amistad que
ofrecemos y la que reclamamos se nutre en nuestra capacidad de “comprender al
otro” es en esa relación que nos limamos nuestras propias imperfecciones la
verdadera amistad es aquella que nos permite el cultivo de valores esenciales
sin ese desconocido y tan cercano prójimo no tendríamos ninguna posibilidad de
desarrollarnos como personas.
El camino a la
perfección pasa precisamente por delante de la casa de nuestro prójimo.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”
significa que yo trato el alma del hombre, la parte eterna del hombre, la
fuente del hombre, si yo trato esa fuente, entonces todos los problemas, todos
los dolores, ese sufrimiento, todo lo que vemos en este mundo, como mala
influencia sobre nosotros, de adentro y afuera desaparecerá.”
Hugo W Arostegui
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