¿Eres de las personas que piensa todo a fondo, antes de
actuar? Entonces quizás es momento de dejar a tu cerebro en paz. No es que
pensar sea malo, todo lo contrario, pero pensar demasiado puede ser un
obstáculo en el camino para alcanzar lo que deseas.
Resulta ser que nuestro cerebro es capaz de operar a
nivel inconsciente con una gran efectividad. Esto es posible porque aprende con
rapidez y luego es capaz de ejecutar acciones “en automático”. Es lo que el
neurocientífico David Eagleman llama “los programas impresos en el sistema”.
Con ello quiere decir que una vez que nuestro cerebro aprende a hacer algo ya
no le dedica tanta energía a repetir esa acción, y lo mejor, es capaz de
mejorar el desempeño a medida que avanza en la práctica.
Tu clase de yoga. Las primeras sesiones obligan al cerebro a
aprender una cantidad de poses, un ritmo de respiración, y de paso, a
concentrarse en el presente. Nada fácil. Pero a medida que avanzas en la
práctica se desarrolla una memoria que mueve al cuerpo sin necesidad de pensar
en cada detalle. Así llega el momento cuando vas de una pose a otra simplemente
porque el cerebro sabe lo que tiene que hacer. Lo mismo sucede con el tenis o
el manejo de un auto. Así se desarrolla lo que en artes marciales se llama
munshi no shin o “mente sin mente”. Es acción sin intervención del pensamiento
racional y consciente.
Lo que sucede a partir de ese instante es que comienzas a
fluir con la acción y tu conciencia es capaz de entrar en terrenos más sutiles
y enfocarse en la profundidad del presente. Paul Zehr, profesor de neurociencia
y autor de Black Belt Brain, sugiere que no se trata de no usar el cerebro, al
contrario, la idea es usarlo de manera más efectiva y eficiente. Para ello hace
falta dejar que nuestro sistema nervioso trabaje libremente en ciertas acciones
sin estar intentando hacer las cosas a propósito y tras mucho pensar.
Otro ejemplo: cuando los deportistas caen en un bajón
suelen decir “es que estoy pensando demasiado en lo que hago mal”. Con esto se
refieren a que están tan pendientes de sus movimientos que no dejan espacio a
la sabiduría del cuerpo. Y acá es donde viene una aclaratoria importante: este
estado de fluidez en el presente, que permite la acción del inconsciente, es
posible luego de haber hecho el esfuerzo de aprender y practicar mucho. No cae
del cielo.
Lo que nos trae de vuelta a la costumbre de pensar
mucho las cosas antes de actuar. Porque si bien la conciencia de nuestras
acciones y la atención que surge de la mente racional es vital para
desenvolvernos en el presente, no podemos estar constantemente “metiéndonos en
el camino” de nuestro cerebro.
¿La razón? Este órgano maravilloso es más
complejo y profundo que nuestros pensamientos. Estos son, a fin de cuentas, una
manifestación de la mente, pero no lo son todo. Nuestro cerebro está conectado
de forma más integral a nuestro cuerpo y alma (si crees en ella).
¿Le dedicarías unos minutos a pensar en esto? No lo pienses
demasiado y prueba. Déjate fluir, abriéndole la puerta a tu intuición y
sabiduría interna, y lo más importante, disfruta el paseo.
¿O acaso eres también
de esas personas que van rumiando pensamientos cuando navegan río abajo?