La vida es como la música y la poesía, debe componerse desde
el propio corazón eligiendo esas parejas de baile con las cuales, pintar de
alegría nuestros días, y dejando a un lado las que solo saben ser ruido.
Podríamos decir que las relaciones personales son en algunos
momentos como complejos universos donde acabamos colisionando los unos con
otros. No obstante, siempre llega un momento en el que acabamos
percibiendo esa música interior
que nos caracteriza a cada uno de nosotros. Esa sintonía
única y excepcional que armoniza con determinadas personas, para que juntos,
creemos la mejor partitura de nuestras vidas…
Las personas que ponen música a nuestros días
A la hora de trazar las
líneas que definen a esas personas que dan luz a nuestros días, solemos
recurrir casi de inmediato a la psicología positiva. Martin
Seligman es el mejor
representante de esta tendencia donde se nos explica, por ejemplo, qué
características suelen tener esas personalidades capaces de transformar la
adversidad en oportunidad, y de hacer de la felicidad una constante en cada una
de sus etapas vitales.
Ahora bien, es importante matizar algunas cosas. Las
personas que de verdad llegan a ser auténticos faros de luz en nuestra
existencia, no tienen por qué ser necesariamente “personas felices”. En
realidad, son hábiles arquitectos de las emociones positivas.
Otro aspecto a tener en cuenta es que estas relaciones tan enriquecedoras, en
ocasiones, pueden ser breves, pero no por ello menos significativas.
A veces, vivimos determinadas relaciones afectivas o
de amistad que acaban terminándose, pero aun así, al evocar aquel recuerdo
siguen regalándonos una bellísima banda sonora de gratas sensaciones. Porque hay personas, lo creamos o no, que son como “hogueras”, figuras que a pesar
de la distancia, siguen dándonos luz, calor y paz.
Recordarlas es un placer y si las tenemos aún a nuestro
lado, son tesoros preciados a los que cuidar.
“Estamos en este mundo para convivir en armonía, por ello
quienes lo saben, dan el paso a la inteligencia para dejar de luchar los unos
contra los otros.”
-Buda-
Con las personas llevamos a cabo casi la misma práctica sin
darnos cuenta. Convivimos con caracteres con los que no
encajamos, compañeros que van y vienen, vecinos a los que
saludar pero a quienes evitar, familiares a los que apreciamos pero a quienes
no visitamos a menudo. Hay respeto, pero no sintonía y, a pesar de todo ello, convivimos
con normalidad en nuestros mapas particulares.
Ahora bien, sabemos que no siempre es fácil conseguir este sutil
equilibrio entre la “música y el ruido”
Si en tu día a día conoces a alguien que enriquece la vida
de la forma que sea: mediante el conocimiento, el apoyo diario, o esa
complicidad que no se puede explicar con palabras, no la dejes ir.
No es fácil encontrar personas que de verdad conecten con
nuestra esencia, y a su vez, nos hagan la vida más fácil sin pedir nada a
cambio. Es preciso cuidarlos como el mejor de los tesoros, como el bien más
preciado, porque quien vive una vida desde el corazón, solo
puede ofrecer honestidad y reciprocidad.
Hugo W Arostegui