lunes, 12 de noviembre de 2018

Filosofía

Filosofía
El hombre es un lobo para el hombre

“El hombre es un lobo para el hombre” (en latín homo homini lupus) es una frase célebre extraída de la obra dramática Asinaria, obra del comediógrafo latino Plauto (250-184 a. de C.). Sin embargo, fue popularizada por el filósofo del siglo XVIII Thomas Hobbes en su obra El Leviatán (1651), para referirse a que el estado natural del hombre es la lucha continúa contra su prójimo.

La frase, en ese sentido, se convierte en la metáfora del animal salvaje que el hombre lleva por dentro capaz de realizar grandes atrocidades y barbaridades contra elementos de su propia especie. Algunas de esas acciones son dirigir guerras, practicar exterminio a un grupo social, realizar atentados, asesinatos y secuestros, someter a otros individuos a la esclavitud, tráfico ilegal de personas, etc.

No obstante, para la conservación de la humanidad Thomas Hobbes indica que la paz y la unión social pueden ser alcanzadas cuando son establecidas en un contrato social con un poder centralizado que tiene la autoridad absoluta para proteger a la sociedad, creando una comunidad civilizada.

Es de considerar que el hombre puede presentar una conducta buena e intachable, pero también muy destructora y egoísta, específicamente cuando se mueve por sus propios intereses, por ejemplo, un ascenso en el trabajo.

La frase opuesta a "el hombres es un lobo para el hombre" es aquella que sentencia que "el hombre es bueno por naturaleza", de Jean-Jacques Rousseau, quien contrariamente a Hobbes sostenía que los seres humanos nacen buenos y libres, pero el mundo los corrompe.

Análisis de la frase
Según el filósofo Hobbes, el estado natural de los seres humanos es el de las confrontaciones de unos con otros, generando acciones violentas, crueles y salvajes. Es por ello que se puede afirmar que todas las amenazas que afronta un ser humano son generadas por otros seres humanos, por lo que se puede concluir, a juicio de Hobbes, que el hombre es un depredador del propio hombre.

Generalmente, en la mayoría de los supuestos de hecho, el individuo más fuerte explota o maltrata al más débil, cuando lo más correcto es que el fuerte proteja al débil y, en vista de que la especie humana no posee tal comportamiento, Hobbes presenta el contrato social para lograr una convivencia armoniosa, equilibrada y en paz entre los ciudadanos de una sociedad.


Como tal, el contrato social es diseñado con la intención de establecer una autoridad, normas morales y leyes a las que están sometidos y deben cumplir los individuos. El propio contrato social le otorga a cada individuo derechos y deberes a cambio de abandonar la libertad que posee en estado natural para asegurar su sobrevivencia en la sociedad. No obstante, los términos establecidos en el contrato social pueden cambiar con la condición de que todos los intervinientes en él estén de acuerdo y así lo deseen.

EL PARADIGMA DE LA MODERNIDAD


Parece que ha llegado el momento, siguiendo las señas de Kuhn y Fleck, de intentar una provisoria definición de paradigma.  Paradigma sería "un estilo de 'ver', y percibir, conocer y  pensar, que es producido predominantemente por las comunidades científicas, que recoge creencias anidadas en el pensar colectivo que no es científico, que se traduce  en palabras principalmente escritas, consagradas oficialmente por manuales, y que se establece institucionalmente en organizaciones que se forman a su alrededor".  Un paradigma puede originariamente surgir de una ciencia muy especializada, pero tiene la particularidad de desbordar su lugar de nacimiento, transmitiéndose a múltiples ciencias y disciplinas, donde actúa como  modelo o  principio rector que en un momento determinado deja de ser sólo científico y se transforma en cultural..

De este modo, cuando se afirma que lo que hoy está siendo cuestionado son los paradigmas de la modernidad, significa que determinados modelos o principios rectores pierden vigencia.  Pero, como observó Kuhn, un paradigma no desaparece, sino que es -empleando un término político- derrocado por otro paradigma, en un proceso a veces extraordinariamente largo (1976, p.142).  

De la misma manera, el triunfo de un paradigma sobre otro no significa que el anterior pierda validez, pero sí significa que es remitido a una condición subalterna.  Para decirlo con un ejemplo: los motores de autos originados durante el período maquinal seguirán funcionando por mucho tiempo. 
 Pero no todo seguirá funcionando como un motor de auto, y a nadie hoy día se le puede ocurrir la idea utópica de Henry Ford, relativa a que la sociedad funcionará como un motor.

Sería un error pedagógico, sin embargo, dar por muertos los paradigmas de la modernidad sin precisar en qué consisten, ya que así no se entenderían las características de los que les suceden pues particularidad de los nuevos paradigmas es que se encuentran en clinch con los que le anteceden.
  
Todo paradigma surge como oposición a otro, de modo que su lógica afirmativa sólo es transparente a partir del conocimiento del paradigma cuestionado.  El paradigma de la modernidad, por contradecir principios religiosos- categorías que son propias a la religión, razón por la cual asumen el carácter de una segunda secularización, o lo que es parecido, radicalizan la lógica secularizante surgida en el siglo XVII, llevándola a un punto que deja de ser asimilable por ella.

No olvidemos: posmodernidad -en tanto no surja un concepto unitario que caracterice los tiempos que comienzan con el fin de este siglo- es también modernidad.


domingo, 11 de noviembre de 2018

La Fuerza Interior


La capacidad para trabajar duro y responder de manera resiliente ante el fracaso y la adversidad son características esenciales de las personas que tienen una gran “fuerza interior”. Estas personas logran alcanzar sus metas porque no desisten en su empeño y, cuando un camino no les conduce donde deseaban, simplemente toman otro.

¿Qué diferencia a estas personas del resto? ¿Cuál es el secreto de su éxito?

1. Siempre actúan como si tuviesen el control. “Reza como si Dios cuidase de todos, actúa como si todo dependiese de ti”. Las personas que tienen una gran fuerza interior ponen en práctica esta antigua recomendación. Aunque algunos creen en la suerte, también se preocupan por darle una mano. No se sientan a esperar a que la fortuna llame a su puerta sino que salen a buscarla y siempre tienen la disposición adecuada para captar las oportunidades al vuelo. Son personas con un locus de control interno, personas que toman las riendas de su vida y que actúan como si todo dependiese de ellas, aunque saben perfectamente que no es así. Sin embargo, esa actitud les da fuerza.
Obvian las cosas sobre las que no pueden influir. Solemos pensar que la fuerza de voluntad es un manantial inagotable pero no es así. 

2.Un estudio muy curioso demostró que cuando hemos pasado todo el día ejerciendo el autocontrol, durante la noche somos más indulgentes. Eso significa que la fuerza de voluntad es una cualidad que debemos aprender a dosificar. Por eso, las personas que tienen esa fuerza interior suelen concentrarse en lo que verdaderamente les importa y pasan de las causas perdidas, por las cuales no pueden hacer nada, una actitud que les permite focalizar su energía y lograr sus objetivos. Sin embargo, eso no significa que sean egoístas sino tan solo pragmáticos. Dan su contribución hasta que pueden y no se martirizan porque no pueden hacer más.

3. Ven el pasado como una fuente de información… nada más. La mayoría de las personas viven atadas, de alguna u otra forma, a su pasado. Sin embargo, a menudo se trata de un fardo demasiado pesado que no les deja avanzar. Al contrario, las personas con fuerza interior consideran que sus vivencias son valiosas pero no se quedan encadenadas a ellas. Aprenden de los errores y siguen adelante. El pasado no las define, comprenden que un fracaso es tan solo una oportunidad para aprender, la señal de que quizás el éxito está más cerca.

4. Celebran el éxito de los demás. Muchas personas no son capaces de celebrar el éxito de los demás porque lo viven como un fracaso personal. Piensan en el éxito como si fuera una cuota a repartir y, mientras más tengan los otros, menos quedará para ellas. Con este pensamiento aparece la envidia, el resentimiento y la frustración, sensaciones que no mejorarán tu vida. Sin embargo, las personas con fuerza interior son capaces de alegrarse por el éxito de los demás y aprenden de ellos. 

5. No se quejan. De vez en cuando, quejarse tiene un poder catártico pero la queja continúa, que es una peculiaridad endémica de nuestra sociedad, solo sirve para centrarse en los aspectos negativos de las situaciones y, de paso, perder una energía y un tiempo muy valiosos. Al contrario, las personas con fuerza interior no se sientan a llorar sobre la leche derramada, emplean esa energía para reorganizar su estrategia y volver a la carga.

6. No intentan impresionar a nadie. En una cultura tan competitiva como la nuestra, muchas personas actúan movidas por una motivación extrínseca. Es decir, quieren ostentar sus logros como si fueran medallas colgadas en el pecho para alcanzar la aprobación o la admiración de los demás. Sin embargo, lo que diferencia a las personas con fuerza interior es que estas no pretenden impresionar a nadie, se mueven para lograr sus sueños, por una motivación intrínseca que, dicho sea de paso, es el motor impulsor más poderoso del comportamiento. 


7. Aplican la gratitud. Estas personas, ya sea cuando se levantan o antes de acostarse, suelen dedicarle unos minutos a la gratitud. Hacen un inventario de las principales razones por las cuales se sientan agradecidas. Este pequeño ejercicio les permite reencontrar la tranquilidad interior y les da la fuerza que necesitan para enfrentar los proyectos que tendrán al día siguiente.

Manipuladores


Los manipuladores emocionales suelen ser como lobos con piel de cordero. Utilizan estrategias de chantaje emocional con las que consiguen poner a los demás a su disposición.

Suelen ser grandes oradores, le dan la vuelta a las cosas a su conveniencia y embaucan a través de la distorsión cognitiva y la explotación emocional, con la intención de tomar el control siempre y obtener algunos beneficios o privilegios a expensas de su víctima. El manipulador crea a propósito un desequilibrio de poder que le permite inclinar la balanza a su favor y explotar a la otra persona, pero lo hace sin que sea evidente para su víctima. Utiliza la mentira de forma inteligente e incluso pueda a veces negar cosas que ha dicho, confundiéndonos.

 Con el tiempo la persona manipulada acaba por llevar una vida que no es la que desea pues, sin darse cuenta, se ha puesto a expensas del manipulador, poniendo por encima a la otra persona frente a las propias necesidades e intereses personales. Al ser manipulados se acaba minando nuestra autoestima, autorrespeto, generando inseguridades, tristeza e insatisfacción.. y lo peor de todo es que muchas veces la víctima justifica al manipulador y/o incluso se siente culpable de la situación.

Las personas manipuladoras no suelen tener muchos escrúpulos, una vez que detectan tu punto débil, lo usarán para manipularte. Si consiguen su fin te harán renunciar a tus necesidades y valores, para poner los suyos propios por delante. Normalmente envuelven poco a poco a las personas en su red.

Los manipuladores suelen ser personas inseguras, con baja autoestima, pero sin embargo intentan dar la imagen opuesta. Sus temores  e inseguridades son encubiertos bajo actitudes egoístas y dominantes.

La inseguridad del manipulador hace que emplee técnicas para resolver sus problemas basadas en la agresividad activa o pasiva. Suelen ser egoístas y tener un evidente déficit de habilidades sociales, sobre todo un déficit de asertividad, que le lleva a emplear primero medios sutiles para conseguir que los demás hagan lo que él quiere, y después cada vez más agresivos pudiendo llegar hasta la violencia.

Debido a esta inseguridad se sienten incómodos en todo tipo de relaciones (laborales, de pareja de amistad..) Esto les lleva a ser rígidos, juzgar a los demás, y hacer ver que sólo ellos tienen la razón o verdad absoluta. Son ellos contra el mundo y quien no piensa como ellos o se adapta a sus deseos es desvalorizado.

Les caracteriza una baja tolerancia a  la frustración. Cada vez que  experimentan situaciones que consideran que les frustran o ponen en entredicho su posición o poder reaccionan con rabia, se ponen alerta y atacan desde la intolerancia, la crítica destructiva o incluso la agresividad física y verbal si se sienten amenazados.

Nunca tendrá suficiente: El manipulador siempre pide, y exprime sin límite.  El manipulador satisface su propio ego a través de la manipulación de su víctima, sentir que tiene al otro a su disposición o doblegarlo  le hace sentir poderoso. Utiliza a los demás para lograr sus fines cada vez que puede, a menos que la persona ponga fin a esa explotación. Un manipulador no suele dejar libre a sus presas, sino que intenta exprimirlas al máximo pidiendo sacrificios cada vez mayores.

Hay muchas formas de manipular a los demás, puede ser mediante una estrategia agresiva, bien sea activa o pasiva, o también de una forma más sutil. La manipulación más auténtica es aquella que se hace sin que se note, cuando se consigue motivar a la otra persona para que se comporte de la forma que al manipulador interesa, saliendo de ella misma. La agresividad entra más dentro del terreno del chantaje emocional.

Agresión pasiva: chantaje emocional, victimismo. Suelen asumir un papel de víctima, y sus comportamientos van encaminados a generar culpa en la otra parte. Algunas de las formas más usuales de culpabilización son las siguientes:

Culpar de forma directa: “Por tu culpa me siento así”.
Culpar a terceras personas. Pero utilizan un mecanismo por el cual el receptor del mensaje analiza su comportamiento y “descubre” que en algún momento él también hizo algo parecido, así que acaba sintiéndose mal.
Señalan a los demás como responsables de su infelicidad futura. Si no haces algo (que normalmente suele ir en contra de los propios deseos, principios, obligaciones o valores) se va a incrementar el grado de sufrimiento en la vida del manipulador, y tú serás el único culpable. "Si no me ayudas con esto no conseguiré entregarlo a tiempo y me despedirán..", "Si me quisieras harías tal o cual cosa"
Resaltan lo mucho que se sacrifican por el otro. Suelen tener una agenda escondida donde anotan todo lo que han hecho por ti y por los demás y en cuanto se plantea la ocasión te lo recuerdan. “Parece mentira que te quejes de que no te llamé por tu cumpleaños  cuando llevo toda la semana sacrificándome por ti ", "Es increíble que me pidas que te ayude con esto, cuando sabes que he estado cuidando a nuestro hijo enfermo todo el día”
Ignorar. Es una forma muy cruel de maltrato psíquico a pesar de su carácter pasivo. Si no te dirige la palabra ni la mirada una persona a la que quieres, o con la que tienes un cierto tipo de relación suele sentirse un profundo malestar. Los seres humanos somos muy sensibles al rechazo y una expresión directa nos revuelve por dentro. Se repliegan en sí mismos por completo y ni siquiera te miran, mientras se muestran incluso más amables con el resto de las personas, te dicen lo imprescindible o menos aún que eso, y si intentas conversar con ellos y aclarar lo que ha sucedido o exponer tu punto de vista te responden, si tienen a bien hacerlo, "déjame en paz", si nos enfadamos paradójicamente adoptan el papel de víctimas ofendiéndose por nuestro enfado.
Victimismo: Para estas personas, los demás siempre tienen la culpa, a ellos siempre les pasa lo peor y se aprovechan de ellos, se describen como pobres víctimas humilladas y maltratadas. Con este discurso, despiertan tu sentimiento de culpa y te manipulan.
Agresión activa: maltrato, acoso moral. El arma fundamental de los agresores activos es la violencia física o verbal. Gritan, culpabilizan, culpan siempre a los demás, y amenazan, aunque en contadas ocasiones cumplen su aviso. Se sirven siempre de amenazas y  enfados. Cuando uno está con ellos siente miedo.

La Crítica destructiva: Cuando alguien que nos importa realiza una crítica negativa, podemos tender a pensar que puede ser cierto, y que somos unos miserables, unos aprovechados, o unos incompetentes. De esta forma, también se induce culpa.

Hacer juicios sobre tu valía de forma inespecífica. Es una crítica directa, en la que pueden emitir un mensaje del tipo "me has defraudado" pero sin decirte por qué.


Atribuir una etiqueta negativa. Algunos ejemplos típicos son "estás loca y no hay quien te entienda",  "eres un machista", "Eres un egoísta"

La Importancia De Compartir

Compartir es el acto de participación recíproca en algo, ya sea material o inmaterial. Lleva implícito el valor de dar (la generosidad) y de recibir, aceptar o acoger lo que otra persona ofrece. Cuando estamos recién nacidos, vivimos fundamentalmente de lo que recibimos; a medida que crecemos, nos vamos dando cuenta de que saber vivir, significa que en la medida que se da, se recibe. Al compartir se produce una ruptura con el egoísmo de aquella persona que se cree autosuficiente. También se produce ruptura con la subestima de aquella que piensa que no tiene nada que dar ni ofrecer.

El ser humano tiene mucho que compartir a lo largo de su vida: bienes materiales, ideas, proyectos, actividades, sentimientos, experiencias, sufrimientos, dificultades, dinero, entre otros. Para una persona es importante recordar que para poder recibir es fundamental dar. Sobretodo dar desinteresadamente, con el propósito de propiciar las condiciones que permitan crear prosperidad, bienestar y abundancia, para así ayudar a construir un modo de vida que le haga feliz a ella y a todos.


Se puede decir y concluir que compartir es dar y saber recibir, ofrecer y aceptar a las personas, manifestar y comprender ideas y sentimientos, cooperar en actividades y admitir cooperación, ser solidarios con todas las personas, sin prejuicios; y sentirse corresponsable de la paz y del bienestar de todas las personas.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Verdades Mentirosas

Nuestra mente está llena de ellas.

De hecho las han utilizado para programarnos con ellas desde pequeños, a base de repetírnoslas constantemente con tono sentencioso.

Se trata de pequeñas frases y aseveraciones aparentemente bienintencionadas, pero que si las analizamos bien, veremos que ocultan en su interior retorcidos mecanismos de programación para limitar nuestro poder individual.

Podríamos considerar estas afirmaciones de tono casi moralista como la versión moderna y sustitutiva del "esto es pecado", pues tienen la intención de condicionar nuestros actos y generar un cierto sentimiento de culpa al que no las obedezca ciegamente.

Hay muchas de estas supuestas "verdades" instaladas en nuestro cerebro, pero en este artículo nos centraremos en una en concreto:
"TU LIBERTAD TERMINA DONDE EMPIEZA LA DE LOS DEMÁS".
Aparentemente, se trata de una de las afirmaciones con más carga educativa que podemos encontrar.

Una forma gráfica de inculcarle a un niño dónde se encuentran los límites de sus actos y cuándo empiezan a afectar negativamente a las demás personas.

Quien más quien menos la habrá escuchado en alguna ocasión y algunos aún recordamos la primera vez que nos la soltó algún viejo docente en nuestra infancia, con el fin de corregir nuestra actitud.
Sin embargo, esta afirmación contiene en su interior una trampa sutil, pues arroja una serie de preguntas difíciles de responder:
si mi libertad termina donde empieza la de los demás,
¿Dónde empieza y termina la libertad de los demás?
¿Y la mía?
¿Cuáles son los límites de todas nuestras libertades?
¿Quién los establece?
¿Los establezco yo?
¿Los establecen las demás personas?
Y es que aquí es donde reside la clave del asunto: para reglamentar dónde empiezan y terminan las libertades de cada uno, hacen falta reglas que garanticen la convivencia social.
Es decir, imponerle LÍMITES a tu libertad individual.
Límites que no estableces tú mismo, sino que te son impuestos desde el exterior, por más que la frase pretenda insinuar falsamente que la gestión de tu libertad dependerá de tu criterio personal.
Y aunque la mayoría de personas que hacen uso de la frase no sean conscientes de ello, este es el auténtico objetivo que oculta esta aseveración:
No trata de garantizar la convivencia social, sino que busca que aceptes que alguien externo a ti ponga límites a tu libertad y acates esa imposición como algo bueno y positivo, basándose en supuestas normas morales o sociales.
Puede parecer razonable que todos renunciemos a parte de nuestra libertad para convivir pacíficamente los unos con los otros. Y esta frase sobre los límites de la libertad resume muy bien esa necesidad.
Pero en realidad se basa en un truco conceptual.

La trampa consiste en crear una imagen de la libertad parecida a una pompa de jabón que nos rodea y que al rozar con la pompa de jabón de otra persona acaba estallando, dejando así de ser "libertad"
Y esta visión de la libertad, aunque resulte muy gráfica y facilona para los niños, es absolutamente errónea.
De hecho, no tiene ningún sentido.
Porque el problema fundamental reside en que, en este concepto de libertad tipo "pompa de jabón", se tratan de insertar por la fuerza los conceptos de "bondad y maldad", con el fin de delimitarla y orientarla socialmente.
Y esos códigos morales nada tienen que ver con la libertad en sí.

La libertad no es ni buena ni mala. Es libertad y punto. Y debemos aceptarla tal y como es, sin crearnos imágenes falsas en nuestra psique.

Tu libertad incluye la posibilidad de oprimir o destruir la de los demás. Tu libertad incluye la posibilidad de causar daño y dolor a las demás personas. Aunque la utilices de la peor manera posible, sigue siendo tu libertad; libertad en estado puro.
En todo caso debes ser tú mismo quien imponga los límites para no hacerle daño a las demás personas, no porqué existan normas sociales que te digan "que está mal hacerlo", sino porqué tú lo sientas realmente así en tu interior.
Las buenas normas y reglas de convivencia no sirven de nada si no se sienten como una necesidad y en cambio se perciben como una imposición vacía de contenido.

Desde pequeños nos educan para obedecer reglas, normas y leyes, nos cuentan para qué sirven, pero no nos ayudan a descubrir el sentimiento asociado que debería acompañarlas.
a mucho más sano si todos los individuos fuéramos plenamente conscientes de que nuestra libertad nos otorga la capacidad de hacer daño a los demás, aceptáramos este hecho como algo natural y entonces, voluntariamente, renunciáramos a ello.

Entonces llevaríamos a cabo un acto de plena soberanía individual, basado en el auténtico amor y respeto hacia todo lo que nos rodea.

En cambio no hay amor ni respeto alguno en la obligación de obedecer normas y reglas bajo la amenaza de castigo o sanción por parte de la sociedad.

En este caso, el único sentimiento que acompaña a tus actos es el del miedo a ser sancionado.
Y todo esto nos lleva a una curiosa paradoja cuando queremos inculcarles a nuestros descendientes un concepto de libertad que garantice la perfecta convivencia entre individuos.

La paradoja radica en que los sentimientos de empatía más fuertes se consolidan cuando una persona experimenta "el mal" de forma natural, haciendo daño a los demás y sufriéndolo en propia carne.

Entonces es cuando se da cuenta de las consecuencias que tienen sus actos y puede llegar a decidir, consciente y libremente, renunciar a determinadas actitudes, si su nivel de conciencia se lo permite.

Aprende de forma natural que lo mejor es dar a los demás lo mismo que él desea recibir de ellos.

Sin embargo, con la sanción preventiva de las "malas acciones" mediante la aplicación de reglas, jamás se consigue erradicar el mal uso de la libertad.

De hecho, los impulsos capaces de dañar a los demás siguen "ahí dentro", reprimidos, ocultos en la psique, sin ser enfrentados ni derrotados por la conciencia, esperando una ocasión oportuna para manifestarse en toda su magnitud.
Así jamás puede erradicarse lo que alguna gente llama "la maldad", simplemente porque no llegamos a enfrentarnos directamente a ella, ni tan solo como concepto intrínseco a nosotros o como opción natural en nuestra toma de decisiones.

Podemos verlo a nuestro alrededor:
El mundo está repleto de personas bien educadas y programadas con las "aseveraciones más sabias y bondadosas"; sin embargo, la falta de empatía y "la maldad" no parecen haberse reducido demasiado, por muy alfabetizados y moralizados que estemos todos.

Ese es el efecto oculto tras afirmaciones limitantes del tipo: "tu libertad termina donde empieza la de los demás"

Parecía una afirmación sabia, intachable y bienintencionada. Casi una verdad indiscutible.

Pero quizás deberíamos reflexionar más a fondo sobre los conceptos que les inculcamos a las generaciones venideras. A veces los elementos más sutiles acaban levantando muros en nuestra psique que nos acompañarán toda la vida.

Como podemos ver, éste no es un tema nada fácil…

Valores Para La Vida


Identificar nuestros propios valores, esos que están profundamente arraigados en nosotros, y aplicarlos en nuestra vida nos facilitará la obtención no solo  del éxito en la vida y en el trabajo, sino también de la felicidad.

Los valores son aquellos rasgos o cualidades que cada uno de nosotros considera que vale la pena y que representan las prioridades personales. Son, en definitiva, aquello que nos mueve desde lo más profundo de nuestro ser. Estos valores nos acompañan allá donde estemos, tanto a nivel personal como laboral.

Hacer una declaración de valores, reconocerlos como propios y aplicarlos en nuestra vida nos define como personas y nos ayuda a lograr nuestros objetivos personales y a vivir feliz y plenamente.

Cada uno debemos ser fiel a nosotros mismos. Es fácil que en ocasiones nuestros valores choquen con los valores (o falta de valores) de los demás. Pero vivir en función de los valores o no-valores de los demás no sólo nos alejará de la felicidad, sino que nos dificultará lograr el éxito en la vida.

A veces puede resultar algo difícil identificar estos valores, sobre todo si vivimos en entornos fuertemente represivos, no respetuosos o impositivos.

No es necesario que todos estos valores formen parte de nuestras aspiraciones personales. De hecho, muchos te criticarán por tener exceso o falta de alguno de ellos. Lo importante es que identifiques los que realmente te mueve a ti, sin autocensura, y que los vivas.

Algunos de estos valores son la ambición, la competencia, la individualidad la responsabilidad, la exactitud, el respeto, la dedicación, la diversidad, la mejora, la diversión, el disfrutar de la vida, la  lealtad, la credibilidad,  la excelencia,  la honestidad, la responsabilidad, la autonomía, la calidad, la eficiencia, la dignidad, la colaboración, la innovación, el trabajo en equipo, la administración, la empatía, el logro, el coraje, la sabiduría, la independencia, la seguridad, el desafío, la influencia, el aprendizaje, la compasión, la amabilidad, la disciplina, el orden, la generosidad, la persistencia, el optimismo, , la igualdad, la integridad , el servicio, la fiabilidad, y la flexibilidad, entre otros.


Percibir Las Emociones

Nuestro organismo posee las así llamadas funciones interoceptivas, que son las sensaciones o estímulos que proceden de los órganos internos y que proporcionan información sobre ellos, por ejemplo cuando sentimos dolor de estómago. 


Algunas investigaciones señalan que estas funciones están relacionadas con los estados emocionales propios, pero la nueva investigación plantea que la función interoceptiva puede estar relacionada también con la capacidad de comprender las emociones de otras personas.

Para llegar a esta conclusión, los investigadores desarrollaron un experimento con 72 voluntarios que tenían que estar pendientes de su ritmo cardiaco, sin tomarse el pulso. De esta forma, se pudo medir el nivel de interoceptividad de cada uno de ellos, es decir, su capacidad de percibir las sensaciones o estímulos de órganos internos, en este caso el corazón.

Luego, se proyectaron unos videos de interacciones sociales que ponían a prueba su capacidad para leer la mente de los personajes. Durante el visionado, se les hicieron tres tipos de preguntas sobre lo que estaba pasando en la pantalla. El primer tipo de preguntas era sobre lo que supuestamente estaba pensando un personaje en ese momento. Por ejemplo: ¿Qué está pensando Michel?

El segundo tipo de preguntas era sobre las emociones de los protagonistas. Por ejemplo: ¿cuál es el sentimiento de Sandra? Por último, había un tercer tipo de preguntas, neutras, no relacionadas con lo que pasaba en los vídeos, por ejemplo ¿cuál era el clima esa tarde?, a modo de control.

Emociones, no pensamientos

Lo que descubrió el experimento es que las personas que medían con precisión su ritmo cardiaco podían leer el estado mental de los protagonistas de los videos. Y también algo no menos sorprendente: la función interoceptiva permite comprender mejor a los demás únicamente si las emociones están implicadas en el proceso.

Es decir, si está claro que la capacidad de percibir señales corporales propias está relacionada con la capacidad de percibir las emociones de otras personas, esa relación no se produce en el caso de los pensamientos. Se puede estar atento al ritmo cardiaco propio y percibir las emociones de los demás, pero no sus pensamientos.

Un ejemplo de estos procesos podemos apreciarlo si vemos que una persona es agresiva con otra en el transporte público. En ese momento, la persona agredida  aumenta su ritmo cardiaco y un observador puede apreciar que se siente avergonzada. Pero si el observador no es capaz de percibir estas emociones, tendrá mayor dificultad de comprender lo que pasa y de reaccionar adecuadamente.

Shah, Profesor de Psicología de la Universidad Anglia Ruskin, señala al respecto: "parece sencillo, sin embargo, casi no hay evidencia científica del vínculo entre las sensaciones internas y la lectura de la mente. Nuestro estudio muestra los procesos psicológicos involucrados en la lectura de la mente, al tiempo que destaca que las sensaciones internas pueden estar relacionadas con una gama de habilidades y dificultades psicológicas”.


viernes, 9 de noviembre de 2018

Importancia Del Lenguaje


La importancia del lenguaje radica que en las palabras y la comunicación entre personas son esenciales para todos los aspectos y todo tipo de interacciones en la vida cotidiana. Siempre usamos el lenguaje como herramienta de información y de comunicación entre las personas que nos rodean y mediante el lenguaje es cómo podemos expresar lo que sentimos, lo que deseamos y comprender, un poco mejor si cabe, el mundo que nos rodea.

aje materno. Aparte de las palabras, usamos gestos no verbales con nuestro movimiento del cuerpo y también utilizamos diferentes tonalidades en la voz. No usamos el mismo lenguaje al tratar con nuestro jefe que al comunicarnos con nuestro sobrino de 3 años.

La capacidad de comunicación entre miembros de un mismo equipo es lo que nos separa primordialmente a los humanos del resto de animales. El lenguaje nos impulsa y apalanca nuestro conocimiento permitiendo mejorarnos a nosotros mismos.

Ahora bien, aunque el lenguaje sea una expresión de unión entre pueblos, es  a la vez una diferenciación entre países y razas, ya que desde el origen de los tiempos, existen tantos lenguajes diferentes que incluso para los propios investigadores y lingüistas sigue siendo un misterio como se ha desarrollado semejante rompecabezas.

En la mayoría de culturas y de religiones, se habla de mitos y leyendas en los que la humanidad utilizaba un único lenguaje y que tras enfadar a los dioses o  a las deidades correspondientes, las personas eran separadas y fragmentadas en distintos lenguajes, condenadas a no entenderse unas con otras. Un ejemplo muy claro lo encontramos en la biblia con la historia de la “torre de Babel”, o en la religión hindú, con la historia del “árbol del conocimiento” o la tradición de los nativos americanos que describen la separación de los lenguajes tras un enorme diluvio universal.

La importancia del lenguaje puede ser a veces pasada por alto. Muchas personas, ya sea por arrogancia o por ignorancia, suelen ir por la vida usando su propio lenguaje sin darse cuenta, o no querer admitir, que las otras personas no le entienden. Es el caso de turistas, por lo general de habla inglesa, que al viajar a países extranjeros, presuponen que van a ser entendidos, y se enojan con las personas por no ser capaces de entenderle.

Otro caso de atropello lingüístico lo encontramos en regiones con idioma propio, con carácter independentista, que desean abandonar el estado al que pertenecen, y cuyo rasgo de distinción es el idioma. En muchos casos, los lugareños, a pesar de conocer el idioma oficial de su país, se niegan a hablarlo, y se comunican en su idioma local, en lo que consideran un gesto de lucha independiente y nacionalista.

Cuando decide aprender otros idiomas, se da cuenta de que en realidad, tampoco son muy distintos unos de otros, e incluso el hecho de aprender un lenguaje, ayuda en el aprendizaje de sucesivos lenguajes similares, ya que el cerebro crea unas conexiones neuronales que agilizan el aprendizaje de nuevos idiomas. Las diferencias principales están en el alfabeto, la pronunciación y la gramática.

Nuestro lenguaje es la parte más importante de nuestro ser. Es importante aprender otros idiomas además del propio, ya que nos ayuda a entendernos con otros pueblos y culturas, pero aún más importante es poder conocer, cultivar y proteger nuestra propia lengua materna, ya que es una de las partes más fundamentales de nuestra identidad. 

Si perdemos nuestra lengua, por ejemplo, por vivir en un país extranjero, estaremos, sin duda, perdiendo una parte de nosotros mismos.

Estaremos perdiendo, nuestra identidad.

La Persona Ilustrada


La puedes reconocer en cómo y de qué habla. Utiliza apropiadamente el lenguaje, tiene un vocabulario amplio, es preciso en lo que dice. Eso incluye la forma en que expresa sus comentarios y críticas.

Una persona ilustrada está bien informada, y aunque es imposible saberlo todo, tiene una cultura general amplia, y seguramente tiene áreas del saber y experiencias más específicas en unos campos que en otros. Puede seguir una conversación con personas preparadas en diferentes campos.

Algunas personas limitan el concepto “ilustrado” a aquello que tiene que ver con la cultura de origen europeo (música, vinos, comida, historia y literatura, etc), y aunque esto desde luego es importante en la cultura, es un error limitarlo sólo a Europa, es una visión “Eurocentrista” y algo atrasada. 

A mi modo de ver, la persona “ilustrada” del siglo 21 tiene una visión más global, sabe y está consciente de lo que han creado y aportado otras culturas no occidentales.


Cuida y aprecia el patrimonio cultural y ambiental de cualquier parte del mundo y sabe como puede contribuir para preservarlo. Valora y conoce el pasado, y a la vez, sabe y tiene consciencia de los principales retos y movimientos sociales, económicos, tecnológicos y medioambientales de la actualidad.

La Función Social De La Cultura


Generalmente, cuando hablamos de cultura pensamos que gente culta es aquella muy educada, que sabe mucho, que va a conciertos o que concurre frecuentemente a las exposiciones de pintura. Sin duda, estas personas son cultas. Pero si sólo ellas lo fueran, la cultura afectaría a una pequeña parte de la población; y esto no es así. Todos tenemos cultura, porque esta idea abarca mucho más que esas muestras de refinamiento. “La cultura es todo lo que el hombre hace, dice o piensa.”

En conclusión, la cultura es el conjunto de formas de comportamiento y maneras de pensar característicos de un grupo de personas. Cuando un niño nace, el grupo le enseña cómo comportarse según lo que se considera correcto y –aunque a lo largo de su vida– haya costumbres que cambien, lo principal de esta manera de comprender el mundo se mantiene inalterable. Así, la cultura es una herencia que el hombre recibe y mantiene a lo largo de su vida aunque se introduzcan cambios parciales.

Cuando un chico nace en nuestro país, aprenderá a hablar español; estará obligado a ir a la escuela a partir de los cinco años; no podrá casarse sin consentimiento de sus padres antes de los dieciocho y muchas cosas más que nos parecen naturales pero que no lo son. En otras culturas, las costumbres son diferentes.

Los elementos que integran cada cultura son las formas de vida, es decir, la manera en que una sociedad asegura su subsistencia y se adapta al medio físico; la estructura social, o sea, cómo se ordena la sociedad teniendo en cuenta las relaciones que mantienen sus integrantes entre sí (parentesco, vecindad, clases sociales, sexo, edad); las creencias, los valores, las normas y los principios aceptados mayoritariamente (lo que la sociedad considera que está bien y que está mal); la organización política (formas de gobierno, autoridades, leyes), y la religión, la lengua, el arte.

Sin embargo, las culturas cambian. Estos cambios pueden producirse por la lenta aparición y aceptación de nuevas pautas o costumbres. Pero, normalmente, la mayor parte de los cambios son el resultado del contacto con pueblos que tienen rasgos diferentes. Estos contactos tradicionalmente se producían como consecuencia de las guerras o las conquistas, pero también por vías pacíficas como el comercio. A esta forma de introducir cambios -cuando las innovaciones se transfieren de un grupo cultural a otro- se la llama difusión. No todo se transfiere de un grupo a otro sin problemas. Es fácil que se transmitan nuevas técnicas para producir alimentos. Pero no será tan simple que se adopte una nueva religión.

Cultura es una palabra proveniente del latín que significa cultivo, y en este sentido podría entenderse como el acto de cultivar y mejorar las facultades físicas, morales e intelectuales del hombre. De hecho, la cultura es lo realizado por el hombre, ya sean transformaciones o innovaciones materiales o creaciones sociales, científicas, artísticas, religiosas, éticas, etcétera, que le ayuden directa o indirectamente a satisfacer sus necesidades.

Para algunos estudiosos del tema, las palabras cultura y civilización son sinónimos. Aunque en estricto sentido no debiera ser así, ya que el concepto civilización se toma como los avances logrados por las sociedades más dinámicas y, por tanto, está más bien ligada a los centros urbanos que al campo; en cambio, la cultura es un término más amplio que incluye la civilización, pero además, las manifestaciones de todo tipo que el hombre ha dejado en el planeta.

Son significativos en el proceso histórico de los pueblos, los préstamos culturales (aculturación), que en forma amistosa u hostil han practicado entre sí; en otras palabras, intercambio cíe conocimientos, costumbres, ideología, etcétera. Ejemplos de esta situación se tienen a lo largo cíe la Historia, así están España y América, el primero es el pueblo dominante y el segundo, el dominado. Roma conquistada por los bárbaros se les impone culturalmente.

Se parte del hecho de que el hombre para vivir con sus semejantes, debe adaptarse a la forma de vida del grupo en el cual se encuentra, tal situación (endoculturación), que puede ser consciente o inconsciente, se inicia en la niñez y culmina con la muerte. Ahora bien, al paso de los siglos, en las diversas áreas geográficas se han ido desarrollando diferentes culturas, dependiendo éstas de los hábitos, actitudes y conductas de los pueblos.


La Capacidad De Innovar


Ser único, destacar, sobresalir, ser mejor, ser un referente, innovar.

Son lemas, banderas o estandartes que muchos definen como propios. Algo así como un eslogan de su naturaleza. Es perfecto, pero… ¿Hasta qué punto es real?

Claro que somos únicos y diferentes del resto. Todos somos singulares ¡Vaya novedad! Pero eso, sin acciones propias que reflejen algo más, solo nos sitúa en el estándar, en lo de siempre, en el grupo del pelotón, no en el liderazgo.

Destacar, no pasa por hacer lo mismo que otros pero a tu manera.

Sobresalir, no es solo publicar más fotos, más post o gritar más alto.

Ser mejor, no se sustenta únicamente en ofrecer lo mismo y más barato, habitualmente de peor calidad no, solo tangible, también emocional.

Ser un referente, no se consigue con grandilocuentes anuncios de lo que vendrá pero no llega ni pretendiendo sentar cátedras o mostrando títulos.

Ser Innovador, no es convertir la”sopa de ajo”, en”ajos en sopa”.

Somos únicos, sí, pero también globales.

Vivimos en un mundo donde todo se sabe, todo se juzga y todo se puede copiar.

Un mundo de interdependencias, colaboraciones -ahora se llama sinergia y alianza- o si se prefiere, ”inteligencia, economía o actitud del bien común”

Perfecto pero ¿común para quién? ¿Para los que se unen con el objetivo de nutrirse mutuamente y crecer juntos, cada uno en su singularidad o, tal vez, para los que haciendo lo mismo, persiguen un objetivo de rapiña y succión?

En el primer caso, la colaboración te ayuda. ”Yo soy mejor, porque tú lo eres”. En resumen: “si a ti te va bien, a mí, también”.

En el segundo caso, la colaboración te perjudica. ”Yo soy mejor que tú y tú serás peor que yo”. En resumen “si a ti te va mal, a mí me irá bien”.

Simplemente, pensamiento primario, reptiliano.

Hay quien traza el camino y quien se limita a seguir las huellas que otros van dejando.

Hay quien se esfuerza en buscar nuevos horizontes y nuevas herramientas que le lleven a su objetivo, manteniendo su integridad, honestidad, claridad y humanismo. Eso que acabará por convertirle en un referente, en un líder de prestigio.

En cambio hay quien no sabiendo ir más allá de su incompetencia, ego y vanidad, pensando que es, no solo diferente, sino mejor y exclusivo, actuará desde la soberbia, el desprestigio y la burda copia.
En el primer caso, el know-how, es del siglo XXI: digital y global. Desde fuera hacia dentro: ”Aprendo, comprendo, adapto, integro, evoluciono y ofrezco”

Por tanto, analizo mis paradigmas, pero también los del entorno, genero nuevos resultados y trazo nuevos caminos. Innovo y creo valor.

En el segundo caso, el know-how, todavía es el de la era industrial. Obsoleto. Es de dentro a fuera, se sustenta en el: ”Yo sé, (o creo saber) yo tengo, yo ofrezco”. No hay innovación. Es decir: me limito a recorrer tu camino, sin ser capaz de trazar el mío.

Dicen los gurús de la nueva empresa, que hoy ya no es suficiente con cambiar el envase, modernizarlo con colores más llamativos y expandirlo por las redes. Eso es el viejo producto, con traje nuevo. 

La empresa, el creativo, el líder, el emprendedor del siglo XXI, lo es y se le reconocerá como referente, por tener un nuevo producto, con nuevo envase.

Y claro, pensar, cansa.
Crear, en vez de remodelar, cansa.
Innovar, para trazar nuevos caminos o mejorar los ya construidos, agota.

Y tú, ¿qué prefieres?
¿Ser un referente o estar a su sombra?
¿Ser un líder, aunque implique cansancio, o ser solo un jefe que recorre con rabia y frustración el sendero que trazó el líder?

¿Qué prefieres, seguir con tus viejas creencias vistiéndolas de innovación o innovar para descubrir nuevas creencias?


Tú eliges, si copiar el modelo o fabricar el modelo.

Cualidades Que Nos Humanizan

Cualquiera de nosotros a lo largo de su vida ha podido comprobar como todos tenemos actitudes y cualidades que nos elevan en nuestra condición humana, y por el contrario otras que nos rebajan hacia lo peor de nosotros mismos.

Desde esas actitudes y valores es desde donde se constituyen nuestras fortalezas para afrontar la adversidad, y gracias a ellos también vivimos los más bellos y enriquecedores momentos.

Entusiasmo, empatía, serenidad, discernimiento, amor, orden, sentido de la justicia, voluntad, concordia,...

Más allá de la extraordinaria diversidad de caracteres que configuran la humanidad, parece que están estas cualidades válidas para todos los
individuos sin distinción de época, raza o condición social.

Es cierto que cada cultura (y por qué no cada persona), va a desarrollar una aplicación particular, una digamos “moral de costumbres” con la que se identifica. Pero hemos visto a lo largo de la historia cuantas veces esas costumbres llamadas “culturales” se enquistan y pierden de vista los valores
universales que la inspiraron fanatizando y ahogando la vida. (Como siempre las normas no pueden sustituir la necesaria conciencia del bien).

Tendremos entonces que esforzarnos en distinguir lo que son una moral temporal de costumbres, de los aspectos que verdaderamente podríamos

llamar universales y cuyo reconocimiento y desarrollo nos permitan convertir nuestra experiencia personal en una vida plena de realización.

Me gusta pensar que el sistema personal de valores se alza sobre cada uno como un cielo de estrellas, una referencia que orienta nuestra vida. Habrá estrellas fugaces pero siempre estarán aquellas estrellas luminosas y estables que nos permitan trazar rumbos, y bajo cuyo amparo desarrollar aquellas cualidades que nos humanizan y fortalecen.


Es así que a lo largo de esta sección me propongo establecer un diálogo con esos valores y aprender de ellos, de su experiencia de vida. Y que juntos, tal vez, fortalezcamos lo mejor que apunta en cada uno. Creo que es una buena manera de cambiar el mundo juntos.

Superar Límites

A veces los límites nos los ponemos nosotros mismos: “No voy a poder con todos los exámenes”, “no me sacaré el carnet”, “aún no estoy preparado para esto o lo otro”… Son muchas las barreras que nos colocamos delante. Los límites que nos auto-imponemos realmente no existen, se trata de creencias que hemos ido adquiriendo desde que éramos pequeños. Fronteras que hemos puesto en base a las enseñanzas de nuestros padres y profesores.

Decía Henry Ford: “Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”. Cada vez que nos encontramos limitados o incapaces de hacer algo, tenemos que examinar nuestros pensamientos. Ellos son los que nos incapacitan. Por eso, cuanto más abiertos de mente seamos, y cuanto más a lo grande pensemos, tendremos mayores oportunidades y posibilidades de lograr lo que queremos y ¿qué queremos? Superar límites.

Para lograr cualquier cosa que desees en la vida primero debes fortalecer tu mente (aceptación, confianza y valor hacia ti mismo). Tú eres la única persona capaz de luchar por todo aquello que desees en la vida y cuando aprendas a aceptarte y confiar en ti, será cuando lograrás cumplir todas esas cosas grandes que quisieras ver realizadas en tu vida (o al menos intentarlo con la certeza de que es posible, tampoco hay que frustrarse por no llegar a la Luna).

El primer paso es hacerse una de las preguntas clave…

¿Cuáles son los pensamientos que me limitan?
Es una pregunta fundamental que has de hacerte a ti mismo. El primer paso es reconocer tus pensamientos limitadores y el siguiente cuestionarlos, para liberarte de ellos y así batir tus propios objetivos.

Pensar de forma negativa puede traducirse en tener pensamientos negativos, influirá en tu estado de ánimo y en tu baja energía. Tus pensamientos y creencias tienen un impacto en tu salud física y mental. Los pensamientos negativos causan emociones y sentimientos negativos, tales como la depresión y ansiedad.

¿Cómo superar los pensamientos negativos?
1. Siendo consciente de que te haces daño a ti mismo con ellos.
2. Lee frases positivas.
3. Si piensas negativamente acerca de ti mismo, trata de buscar las cosas positivas.. Simplemente haz una lista de las buenas cualidades que tienes, incluso dile a un amigo íntimo que la escriba para ti. Descubrirás muchas cosas bonitas.
4. Que te dé el aire. Camina en un parque o por la playa. Respira aire fresco. Mira a su alrededor, observa y siente todos los olores. E incluso corre hasta quedarte sin aliento.
5. Acéptate. Deja de lado creer que necesitas ser alguien que no eres.
6. Lee libros de autoayuda. Hay gente a la que le da pereza pero una lectura positiva te hará cambiar el “chip”.
7. ¡Haz las cosas con ganas! Hacer lo que nos apasiona y ponerle ilusión a las cosas que hacemos, mejorará mucho los resultados que obtengamos. Quizás si el trabajo o lo que estudiamos no nos apasiona sea hora de cambiarlo, de disfrutar realmente de lo que de verdad nos gusta y trabajar en ello. O al menos de intentarlo.
8. Empieza a perder el miedo a equivocarte. Los niños no tienen miedo al error, lo van aprendiendo poco a poco porque se nos va inculcando que es algo malo. Pero también es necesario volver aprender que el error nos puede proporcionar una experiencia muy valiosa, que un error puede ser un éxito en sí mismo.

Decía Anthony Robbins: “No importa cuántas veces te equivocas o con qué lentitud progresas, sigues estando muy por delante de los que ni lo intentan”.

Según Gemma Naranjo (Terapeuta Emocional) hay que empezar por preguntarse ¿qué actitud es la deseable para superar tus límites? Hay que saber diferenciar entre la superación y la exigencia. Son actitudes muy diferentes y para una buena gestión del cambio es mejor enfocarse en la superación.
¿Cómo distingo desde dónde hago las cosas? Según la terapeuta esto es sencillo: cuando estás en la superación,te sientes bien, te acompaña la sensación de logro, te permites el error porque lo vives como un aprendizaje, eres amable contigo y lo más importante: quieres ir paso a paso.

Según Gemma Naranjo (Terapeuta Emocional) hay que empezar por preguntarse ¿qué actitud es la deseable para superar tus límites? Hay que saber diferenciar entre la superación y la exigencia. Son actitudes muy diferentes y para una buena gestión del cambio es mejor enfocarse en la superación.

¿Cómo distingo desde dónde hago las cosas? Según la terapeuta esto es sencillo: cuando estás en la superación, te sientes bien, te acompaña la sensación de logro, te permites el error porque lo vives como un aprendizaje, eres amable contigo y lo más importante: quieres ir paso a paso.


Según Naranjo, debes observar en tus acciones lo que dé calma y satisfacción. Tu guía has de ser tú y lo que tú desees más allá de lo que tu entorno quiera. No pienses en lo que agradará a los demás.

Esto te hará sentir mejor y tener más “éxito personal”.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Lo Mejor Somos Todos


Vivimos en un mundo en donde se nos exige ser los mejores, los más rápidos, los más listos, los más eficientes y sin embargo, todavía no parece ser suficiente. ¿Es necesario ser siempre el mejor en todo?, ¿qué pasa si la clave está en esforzarnos por ser diferentes o simplemente por ser nosotros mismos?

Si hacés una búsqueda en Google sobre ‘cómo ser el mejor‘, podes perderte en las opciones infinitas que te ofrece el buscador, entre artículos, videos, tutoriales… La idea siempre es la misma, tenés que ser el mejor en todo. ¿Qué tan cierto es todo eso? Si bien es importante superarse y crecer como personas, también es cierto que no siempre tenemos la obligación de ser el mejor, sobre todo en todo. Podemos no serlo, porque no todos somos iguales, y es en la diferencia que encontramos nuestra mayor riqueza.

“Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales” – Kurt Cobain.
Cuando se busca sobrepasar a otros por el afán de ser el mejor, por lógica deben existir perdedores y una sociedad dividida entre ganadores y perdedores (especialmente cuando a estos últimos se les quita todo el mérito), es una sociedad competitiva y con escasas oportunidades de aceptar la diferencia.

Muchos terminamos pensando que ser mejor en lo que queremos no es suficiente y terminamos incluso esforzándonos por ser los mejores en aquello que no nos interesa, viviendo para otros y no para nosotros mismos. Leyendo varios artículos en la red sobre qué pasa cuando nos exigimos más de lo que debemos y buscamos desesperadamente ser mejor que el otro, encontramos que…

- Terminamos haciendo más de lo mismo, porque siempre tenemos como referencia al que se dice es el ‘líder‘, el mejor, el más eficiente… Si alguna vez se te ha impuesto un prototipo en particular sabes de lo que estoy hablando.

-Cuando intentamos estar aquí y allá y hacerlo todo a la perfección terminamos ocupándonos de muchas cosas al tiempo que por lo general terminan a medias.
- Empezamos a ver a los demás como competencia y no como un apoyo.
- Los errores y los fracasos tendemos a verlos negativamente y no como oportunidades de crecimiento.
- Le tenemos miedo al cambio porque significa salir de nuestra zona de confort, lo desconocido, y es cuando empezamos a ser más reacios a las opiniones de otros.
- Nuestro ego aumenta y con ello disminuye nuestra confianza en otras personas y en sus capacidades, prefiriendo así hacer las cosas nosotros mismos y no delegárselas a otros.
- Se nos dificulta pasar a la acción, terminamos pensando mucho y haciendo poco, todo por esperar que todo salga perfecto y que nuestra imagen no se vea perjudicada… al final lo único que conseguimos es que el tiempo siga corriendo…
- Tendemos a perder nuestra personalidad, se es de todo un poco pero no quienes en realidad somos, lo que nos apasiona y nos hace felices.

El concepto ‘ser mejor en todo‘, esta sesgado si vemos que simplemente por el hecho de ser seres humanos ni somos ni podemos ser perfectos. De hecho, Howard Gardner sugirió que no existe solo un tipo de inteligencia, sino 8 y no todos poseemos todas ellas (lingüística, musical, lógica matemática, espacial, corporal, interpersonal y naturalista). Entonces, no se trata de ser mejor en todo sino en aquello en lo que te apasiona y ser la mejor versión posible, pero de ti mismo.

Vivir en un mundo con constantes exigencias no es una tarea fácil, pero somos nosotros los que al final, decidimos qué vida queremos vivir; una vida para encajar en un grupo o una vida que encaje con nuestros ideales y sueños.

“Abre tus ojos, mira dentro. ¿Estás satisfecho con la vida que estás viviendo?” – Bob Marley